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| Jubany y Sistach (en el centro) rodeados del entonces equipo de gobierno diocesano |
Pero también hay que decir que los enemigos de la Iglesia quieren aprovechar la ocasión para realizar una verdadera cacería sin cuartel, en la que no solo caigan los culpables sino también personas inocentes, que al abrir el surtidor de estiércol quedan salpicados aunque nada tengan que ver en esos casos. El objetivo es bien claro, hacer todo el daño posible a la Iglesia y extender la teoría de que nadie salva en el colectivo eclesial. Dicho de otra manera, que todos los clérigos y religiosos son unos pederastas.
El escándalo de la Casa de Santiago en Barcelona, ha estado encubierto durante muchos años, había gente muy poderosa que estaba muy interesada en dar carpetazo al asunto y que los culpables de tales atrocidades salieran indemnes. Solo así se explica que no hubiera ninguna sanción ni eclesiástica ni civil y que los pederastas no solo continuaran formando parte de la Iglesia sino que en algunos casos (el de los diáconos) fueran ordenados sacerdotes en el extranjero y ejercieran su ministerio en países como Kenia donde continuaron haciendo de las suyas en un territorio donde es mucho más difícil que sus actos perversos salieran a la luz.
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| El principe Felipe en el colegio Ntra. Sra. de los Rosales |
Por eso va a ser muy difícil llegar hasta el final en este caso, lo tienen todo muy bien planificado y organizado para irse de rositas como han hecho hasta ahora. Mientras los culpables siguen campando a sus anchas, alguno ya fallecido (como el Rvdo. Francisco Andreo en Kenia), ahora la vista se pone en sus encubridores eclesiales, como ha hecho Mons. Jaume González Agápito, el que fuera fiscal del caso, señalando directamente a n.s.b.a... y jubilado cardenal Martínez Sistach, que en los momentos que explotó el escándalo, dirigía la sala de máquinas del arzobispado de Barcelona, acompañado de su principal colaborador el después obispo Don Jaume Traserra.
Hay tres obispos más a los que se intentan implicar, el entonces cardenal-arzobispo Don Narcís Jubany, al que vi muy tocado y sensibilizado con el caso y creo humildemente que nunca quiso encubrir a los culpables y que era sincero cuando dijo a los padres de las víctimas que nunca serían ordenados sacerdotes los diáconos culpables, pero el cardenal gerundense, en su última etapa como arzobispo, ya muy de vueltas de casi todo, hacía mucho tiempo que no controlaba la diócesis, había dado carta blanca a sus hombres de confianza Sistach-Traserra que hacían y deshacían a sus anchas.
También se intenta implicar a Don Carles Soler Perdigó que fue párroco de San Pio X, la iglesia donde explotaron los casos de pederastia del diácono Albert Salvans. Él era su inmediato superior, pero siempre ha afirmado que él no se enteraba de nada (una respuesta muy al estilo de la infanta Cristina). Es culpable por esa dejadez de sus funciones, por estar al frente de una parroquia despreocupándose de todo, pero no creo que se le pueda acusar de encubrimiento. Después como es sabido fue obispo auxiliar de Barcelona y posteriormente titular de Gerona.
El otro obispo es el copríncipe Joan Enric Vives, al que se le acusa de ser rector del Seminario en los momentos en que sucedieron los hechos, algo que no es verdad, el rector era el Rvdo. Ramon Prat Pallarés, otro que no se enteraba de nada, ni quería enterarse, vivía en la inopia de lo que pasaba en "su" Seminario, y mucho más en una institución como la Casa de Santiago, que tenía su sede en Sant Jeroni de la Murtra (donde aún vive uno de sus miembros, el Rvdo. Jaume Aymar) en Badalona, sin prácticamente ningún contacto con los seminaristas "oficiales" de Barcelona. La Casa de Santiago, funcionaba como un Seminario autónomo e independiente y además era mixto, porque ahí vivían también las Claras-Eulalias o ramificación femenina del grupo.Nunca he ocultado mis pocas simpatías hacía el copríncipe Vives o hacia el obispo Soler Perdigó, pero no se puede acusar de encubrimiento a personas que creo que no lo fueron. Es evidente que en el caso de Don Joan Enric hay una verdadera intención política de erosionar la figura del actual copríncipe episcopal andorrano, desde sectores que quieren cargarse esa figura institucional, por una motivación claramente anticlerical.
Antoninus Pius