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El Dr. Pablo Oriol y la maldición del San Pablo

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No creo que exista una ceremonia que tan difícilmente pueda mostrar la verdadera imagen del finado como un funeral. Luego, supongo que sigue la miscelánea. Y eso es así por la inveterada costumbre universal de cantar únicamente las bondades del que se fue y olvidar sus defectos y pecados por públicos que fuesen. El difunto siempre queda blanqueado. Y su sepulcro, también.

Sin embargo, en el caso del malogrado ginecólogo Pablo Oriol, se trataría más bien de una especie de memoria histórica, sesgada y secuestrada por tanto, por la cual habría que silenciar el testimonio de aquellos -y fueron muchos- que conocieron sus cuitas con un hospital traidor a los principios que lo fundaron. Es aquello tan manido de Aquí paz -aunque no la hubiese- y después ¡gloria!, aunque pudiese todavía no disfrutarla del todo. Estas celebraciones de aniversario parecen casi siempre un segundo entierro; pero éste, último y… ¡definitivo!

El abortista de Sant Pau, Dr. Calaf
Pero hay más, bastante más, porque no podemos dejar de reconocer las virtudes que mostró como ginecólogo católico coherente con su fe. Durante años el Dr. Oriol contempló, día tras día, en el episcopal Hospital de San Pablo cómo sus más profundas convicciones de médico y de cristiano eran puestas a prueba por las prácticas contrarias a la moral cristiana, propiciadas por el ahora septuagenario Dr. Calaf, abortista confeso y militante y quasi eterno jefe del servicio ginecológico del “católico” hospital. La firme postura provida del Dr. Pablo Oriol y sus constantes protestas por las continuas violaciones del Convenio firmado por el Arzobispado de Barcelona y la Generalitat (por el cual se debían respetar los principios morales de la fe católica en el Sant Pau), le acarreó la incomodidad de verse señalado como aquel -como si fuese el único en un hospital con centenares de empleados- que ponía en conocimiento de la autoridad eclesiástica (¡para lo que le sirvió!) unos desmanes morales que se habían convertido ya entonces en escanciada costumbre.

La jubilación de Calaf -¡por fín!- y su sustitución por Elisa Llurba, su aventajada alumna, no ha traído ningún cambio significativo a la penosa situación moral (mal porvenir les espera a las personas, a las familias, a las instituciones y a los pueblos sin moral) del Sant Pau, sino que la ha cristalizado, como ella misma manifestó con todo desparpajo en su ConferenciaEmbarazo, gestación y genética… ¡eutanásica! 

Y ahora, más de seis meses después de la muerte del Dr. Oriol, Elisa Llurba envía la siguiente invitación: Desde el Servicio de Obstetricia y Ginecología, hemos preparado una Ceremonia-Misa -nuevo término pseudosacramental acuñado por Dña. Elisa- en memoria de nuestro querido compañero Dr. Pablo Oriol que nos dejó inesperadamente el pasado mes de mayo.

Os adjuntamos el programa de la Misa que será oficiada por el Dr. Josep Mª Forcada -Casa de Santiago y chivato de Calaf en la Muy Ilustre Administración (MIA)- y la participación de la Coral del Colegio de Médicos de Barcelona y del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo con la dirección del Dr. Jordi Craven-Bartle y el Dr. Jordi Félez (Que pidieron la cabeza del Rvdo. J. Ramón Pérez por haber amenazado con bloquear la MIA en protesta por los abortos del hospital), el próximo 3 de diciembre a las 13.15 en la Iglesia del antiguo Hospital de San Pablo: El hipócrita Sanedrín de los sumos sacerdotes en pleno.

Un centenar de personas, el coro nonagenario, Josep M. Forcada, el celebrante, desacreditado representante del arzobispado en la merienda de negros de la Muy Ilustre Administración del hospital… y una pantalla en el presbiterio, donde se proyectaron esas fotos familiares que debieran ilustrar la felicísima relación del finado con la institución hospitalaria. La homilía de tres minutos, glosando el cumplimiento de las Bienaventuranzas en la vida del difunto, aunque -la verdad-  en un tono desmayadísimo… El Rvdo. Forcada no está ya para demasiadasbienaventuranzas.

Mn. Josep Maria Forcada pintando un cuadro
Pero el protagonismo  de la Ceremonia-Misa -la organizaban ellos- sin duda fue para la Dra. Llurba, actual jefa del servicio de ginecología y parael matarife Calaf, el antiguo, que desde la FundaciónPuigvert continúa dando todo el mal que puede. Y es que a rebufo del Dr. Oriol pueden buscar el aura de santificación que el Rvdo. Forcada les ofreció con sumo gusto.

Dña. Elisa leyendo un poema de Pere Rovira: Que la muerte será mentira… Cierto, por eso ella se ha especializado en eutanasiar a los no nacidos con taras genéticas y ¡cuanto antes mejor! Y como la muerte es mentira, no es muerte ni lo que hace ella ahora, ni lo que hacía el caradura de Calaf cuando tenía mando en plaza.

Y Calaf… menudo gachó. Con un morro de cemento y un tonito santurrón glosó la alegría, simpatía y positividad del carácter de Pablo Oriol. No dejó sin embargo de apuntar que teníamos diferentes opciones bioéticas, pero siempre respetando la opción de cada uno y creando un espacio de convivencia en el hospital.¡Comme il faut! ¡Claro que sí! Calaf haciendo todos los abortos que le salían de las narices ante el silencio cómplice de Forcada y la estulticia de un Cabildo catedralicio, que se los ha comido con patatas durante más de cuarenta años. El espacio de convivencia consistía en que Calaf y su equipo de aventajados ginecólogos hacían los abortos y al Dr. Pablo Oriol se le permitía protestar en privado para luego contenerse públicamente.Como McCarrick y Viganó. El sistema es el mismo… hasta que se decidieron a hablar. Y tanto Viganó como Pablo Oriol lo hicieron alto y claro por mucho que les pese a algunos.

Luego, en tu funeral vendrán aquellos que se pasaron la vida mortificándote, y afirmarán que fueron tus mejores amigos y que tu ausencia les provoca un vacío que nadie podrá llenar. Es lo de siempre: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, después de asesinarlos de palabra y de obra.

Lástima es que a D. Juan José Omella no le interese ni poco ni mucho lo que sucede en el Hospital de San Pablo. Tal vez en Logroño, allá lejos, le preocupó lo del aborto algo más. Pero aquí en Barcelona… laisser faire, laisser passer. El tema es suficientemente vidrioso y su Plan pastoral -¡Salgamos!- lo suficientemente amplio para que se deje marcar la agenda por ningún grupo de presión.  El Hospital de la Santa Cruz y San Pablo permanece en posesión constante y pacífica de Calaf y sus sucesores… Morada de demonios, guarida de todo espíritu inmundo y de toda ave inmunda y aborrecible. El hospital les pertenece. Podrían incluso hasta inmatricularlo a su nombre. Le harían un gran favor a la Santa Madre Iglesia. Pero no caerá esa breva. 

Gerásimo Fillat

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