Lo de monja porque nos lo dice Llisterri en su Catalunya Religió que es donde le hacen una entrevista a esta religiosa vedruna, porque nadie la identificaría como religiosa si se la encuentran por la calle. Siempre se repite la misma coincidencia: personas consagradas que ocultan su condición sin el más mínimo signo visible que las identifique como tales, pero ninguna vergüenza por mostrar simbología política de la que divide, porque es evidente que el lazo te identifica con una parte de la sociedad catalana y no solo la independentista, porque hay muchos que son partidarios de la secesión pero no hacen gala de su simbología reivindicativa.
Y se repite también el interés de Llisterri y su portal o Mn. Aymar en Catalunya Cristiana, por entrevistar personas, religiosas o no, que luzcan el lazo poniendo fotografías en que se vea bien visible como una forma de publicidad subliminal, una manera de decirte que si estas personas, algunas de ellas consagradas al Señor en la vida religiosa o sacerdotal lo llevan, porque tú ¿no te lo pones?. En el caso de Llisterri sería aceptable porque no depende directamente de la Iglesia diocesana y porque recibe cuantiosas y suculentas subvenciones de la Generalitat, pero en el caso de una publicación diocesana si que es más preocupante.
Pues esta religiosa vedruna con lacito está encargada de la atención espiritual del Hospital de Granollers, un centro del que ya se habló en esta web por sus prácticas abortivas, a pesar de tener presencia religiosa en su Patronato. Así que esta señora se pasea por este hospital con su visible simbología política representando a la Iglesia, porque no es que trabaje de enfermera o haga tareas burocráticas, sino que se dedica a ofrecer teóricamente a Dios a los enfermos.
Y no estoy hablando de una religiosa del montón, ésta ha tenido cargos importantes en la Congregación Vedruna incluyendo el de Provincial de Gerona, ¿se imaginan ustedes que una chica no independentista quisiera hacerse religiosa y viera a la máxima responsable de estas religiosas en su provincia luciendo el lacito? Es evidente que en todas las congregaciones y en todos los colectivos humanos hay personas de un lado y del otro, pero ¿hay que ir haciendo ostentación pública de una tendencia, sabiendo que no es compartida por la mitad o más de la sociedad?
Soy una persona ya bastante mayor y me toca ir bastante a los hospitales, por suerte no estoy en Granollers, porque a mi personalmente no me gustaría nada que estuviera ingresado en ese centro y viniera a atenderme "espiritualmente" esta señora. Tengo que reconocer, no se si por suerte, o por cordura de los profesionales de la medicina que muy pocas veces he sido atendido por médicos o enfermeras con el lacito, porque es bastante lógico pensar que no todos los pacientes somos partidarios de la secesión o de los mal llamados "presos políticos", por tanto no se nos tiene que imponer una simbología en un centro médico que es de todos.
Pero en el ámbito religioso parece que todo es distinto, párrocos que imponen a sus feligreses esa simbología en sus templos y que maltratan a los que no pensamos como ellos políticamente, o religiosos que también se aprovechan de su condición en colegios u hospitales para hacer propaganda de una determinada ideología política.
Personas consagradas como la hermana María Dolors Sitjà no se dan cuenta del daño que hacen a la Iglesia porque en el fondo la representan y a los laicos, fieles de a pie, como un servidor, que esperan ver en sus religiosos y religiosas, personas neutrales en lo político, pero sobre todo servidores de Dios y no del maldito Procés, que tanto daño ha hecho a nuestra sociedad catalana y a su convivencia.
Francisco Fabra
Y se repite también el interés de Llisterri y su portal o Mn. Aymar en Catalunya Cristiana, por entrevistar personas, religiosas o no, que luzcan el lazo poniendo fotografías en que se vea bien visible como una forma de publicidad subliminal, una manera de decirte que si estas personas, algunas de ellas consagradas al Señor en la vida religiosa o sacerdotal lo llevan, porque tú ¿no te lo pones?. En el caso de Llisterri sería aceptable porque no depende directamente de la Iglesia diocesana y porque recibe cuantiosas y suculentas subvenciones de la Generalitat, pero en el caso de una publicación diocesana si que es más preocupante.
Pues esta religiosa vedruna con lacito está encargada de la atención espiritual del Hospital de Granollers, un centro del que ya se habló en esta web por sus prácticas abortivas, a pesar de tener presencia religiosa en su Patronato. Así que esta señora se pasea por este hospital con su visible simbología política representando a la Iglesia, porque no es que trabaje de enfermera o haga tareas burocráticas, sino que se dedica a ofrecer teóricamente a Dios a los enfermos.
Y no estoy hablando de una religiosa del montón, ésta ha tenido cargos importantes en la Congregación Vedruna incluyendo el de Provincial de Gerona, ¿se imaginan ustedes que una chica no independentista quisiera hacerse religiosa y viera a la máxima responsable de estas religiosas en su provincia luciendo el lacito? Es evidente que en todas las congregaciones y en todos los colectivos humanos hay personas de un lado y del otro, pero ¿hay que ir haciendo ostentación pública de una tendencia, sabiendo que no es compartida por la mitad o más de la sociedad?
Soy una persona ya bastante mayor y me toca ir bastante a los hospitales, por suerte no estoy en Granollers, porque a mi personalmente no me gustaría nada que estuviera ingresado en ese centro y viniera a atenderme "espiritualmente" esta señora. Tengo que reconocer, no se si por suerte, o por cordura de los profesionales de la medicina que muy pocas veces he sido atendido por médicos o enfermeras con el lacito, porque es bastante lógico pensar que no todos los pacientes somos partidarios de la secesión o de los mal llamados "presos políticos", por tanto no se nos tiene que imponer una simbología en un centro médico que es de todos.
Pero en el ámbito religioso parece que todo es distinto, párrocos que imponen a sus feligreses esa simbología en sus templos y que maltratan a los que no pensamos como ellos políticamente, o religiosos que también se aprovechan de su condición en colegios u hospitales para hacer propaganda de una determinada ideología política.
Personas consagradas como la hermana María Dolors Sitjà no se dan cuenta del daño que hacen a la Iglesia porque en el fondo la representan y a los laicos, fieles de a pie, como un servidor, que esperan ver en sus religiosos y religiosas, personas neutrales en lo político, pero sobre todo servidores de Dios y no del maldito Procés, que tanto daño ha hecho a nuestra sociedad catalana y a su convivencia.
Francisco Fabra