Es evidentemente la cifra más baja de toda España, seguida de cerca por Baleares y el País Vasco
Estos días se ha hecho público un estudio de la Fundación Ferrer Guardia, que es claramente un referente laicista, pero cuyos datos son perfectamente creíbles y coinciden con los de otras instituciones que nos van confirmando la creciente secularización de España, en la que siempre Cataluña aporta los peores números.
Según estos datos sólo el 9% de los matrimonios que se celebran en Cataluña se hacen por la Iglesia, lo que significa que el 91% son civiles, es decir que ni tan sólo llegamos a uno de cada diez. Y como casi siempre, muy de cerca de Cataluña encontramos el País Vasco con el 11,1%. Y es que estas dos comunidades casi siempre están en la cabeza de los peores datos estadísticos que hacen referencia a la presencia de la Iglesia en la sociedad. Aunque en esta ocasión se ha colado las Islas Baleares, que con un 10,4% superan a los porcentajes vascos y se acercan mucho a los catalanes.
El descalabro es general en toda España, sobre todo si lo comparamos a décadas anteriores, pero los datos en otras comunidades son algo mejores. En Extremadura por ejemplo el porcentaje es de un 31%, Castilla la Mancha el 30,2%, Andalucía el 28%. En la Comunidad de Madrid que tiene una realidad sociológica similar a la de Cataluña, sobre todo en sus capitales, se alcanza el 21,6% que no es para tirar cohetes, pero que es más de el doble que en Cataluña.
La secularización es un fenómeno aparentemente imparable, que afecta a nuestra sociedad en general, pero depende de como se hacen las cosas el efecto puede ser más devastador o menos. Cataluña y el País Vasco fueron tierras cristianísimas, que dieron muchos santos y sacerdotes ejemplares, que trasmitieron fe y piedad en el pueblo. Hoy no puede decirse los mismo.
Pero es que si miramos las Islas Baleares, segunda en negativo en el rànking, vemos un calco similar a lo que sucede en Cataluña, una situación agravada por una concatenación de obispos pésimos, a cual peor en la capital mallorquina: Teodor Úbeda el "progre devastador", Jesus Murgui el de "insuficiencia mitral", Javier Salinas el "del culebrón de la prensa rosa", y Sebastià Taltavull el "que monta un circo y le crecen los enanos".
En Ses Illes se ha seguido el modelo catalán, queriendo ser tan "progres" como ellos y a la vez también convirtiéndose el clero en defensores de la catalanidad-balearidad. Los resultados son más que visibles, una Iglesia por los suelos, y una secularización que supera todas las medias españolas en todos los campos de religiosidad. No olvidemos que Josep Torrents dijo que quería obispos sólo nacidos en Cataluña, no quería valencianos ni de la Franja, pero reconocía que la Iglesia catalana tenía mucha sintonía con la balear.
Y es que en las zonas donde el nacionalismo está tan arraigado entre la clerecía, cuando a ese nacionalismo se le une el "progresimo eclesial" que siempre es signo de fracaso pastoral, los resultados son los que son, negar esa evidencia, es querer negar la realidad. Si a un ambiente de creciente secularización, le unes un clero que no está para dar la cara, sino que anda preocupado por los derechos nacionales de su tierra y aplica a la pastoral unos esquemas del pasado que ya se demostraron inútiles, pues ya sabemos el gusto de ese cóctel amargo.
Xisco Fornells
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Boda en la parroquia de Santa Ana (Barcelona) |
Según estos datos sólo el 9% de los matrimonios que se celebran en Cataluña se hacen por la Iglesia, lo que significa que el 91% son civiles, es decir que ni tan sólo llegamos a uno de cada diez. Y como casi siempre, muy de cerca de Cataluña encontramos el País Vasco con el 11,1%. Y es que estas dos comunidades casi siempre están en la cabeza de los peores datos estadísticos que hacen referencia a la presencia de la Iglesia en la sociedad. Aunque en esta ocasión se ha colado las Islas Baleares, que con un 10,4% superan a los porcentajes vascos y se acercan mucho a los catalanes.
El descalabro es general en toda España, sobre todo si lo comparamos a décadas anteriores, pero los datos en otras comunidades son algo mejores. En Extremadura por ejemplo el porcentaje es de un 31%, Castilla la Mancha el 30,2%, Andalucía el 28%. En la Comunidad de Madrid que tiene una realidad sociológica similar a la de Cataluña, sobre todo en sus capitales, se alcanza el 21,6% que no es para tirar cohetes, pero que es más de el doble que en Cataluña.
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Boda en la Catedral de Palma (Mallorca) |
Pero es que si miramos las Islas Baleares, segunda en negativo en el rànking, vemos un calco similar a lo que sucede en Cataluña, una situación agravada por una concatenación de obispos pésimos, a cual peor en la capital mallorquina: Teodor Úbeda el "progre devastador", Jesus Murgui el de "insuficiencia mitral", Javier Salinas el "del culebrón de la prensa rosa", y Sebastià Taltavull el "que monta un circo y le crecen los enanos".
En Ses Illes se ha seguido el modelo catalán, queriendo ser tan "progres" como ellos y a la vez también convirtiéndose el clero en defensores de la catalanidad-balearidad. Los resultados son más que visibles, una Iglesia por los suelos, y una secularización que supera todas las medias españolas en todos los campos de religiosidad. No olvidemos que Josep Torrents dijo que quería obispos sólo nacidos en Cataluña, no quería valencianos ni de la Franja, pero reconocía que la Iglesia catalana tenía mucha sintonía con la balear.
Y es que en las zonas donde el nacionalismo está tan arraigado entre la clerecía, cuando a ese nacionalismo se le une el "progresimo eclesial" que siempre es signo de fracaso pastoral, los resultados son los que son, negar esa evidencia, es querer negar la realidad. Si a un ambiente de creciente secularización, le unes un clero que no está para dar la cara, sino que anda preocupado por los derechos nacionales de su tierra y aplica a la pastoral unos esquemas del pasado que ya se demostraron inútiles, pues ya sabemos el gusto de ese cóctel amargo.
Xisco Fornells