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Ni tonterías ni fake news

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La página de Vidal-Bastante ha subcontratado a un colaborador de Catalunya Religió, un tal Jordi Pacheco, que publicó la semana pasada una pieza en la que calificaba de “tonterías” las noticias publicadas en El Mundo, Libertad Digital y este portal sobre el proyecto de supresión de 160 parroquias en la diócesis de Barcelona. Es decir, nos llamaba tontos. Que son los que dicen tonterías. El problema es que, según el subcontratado, el calificativo no era propio de su caletre, sino que provenía del propio arzobispado. Un arzobispado que acababa de emitir una nota intentando aclarar las “tonterías”. Jamás una supuesta sandez había causado tanto alboroto.

En un Directorio de la semana pasada ya se dio cumplida cuenta y réplica de aquella nota que dio la nota. Una nota que se atrevía a decir que “Es completamente falso que la propuesta proponga el cierre de 160 parroquias del arzobispado y la conservación de solo 48 parroquias”. Para añadir después que “la propuesta sugiere agrupar todas las parroquias de la diócesis en 48 comunidades pastorales de entre 3 y 6 parroquias alrededor de una parroquia central de un barrio o comarca”. Se llega a la conclusión de que perpetraron la nota sin leernos. Si hubiesen leído con mínima atención los distintos artículos habrían advertido que en todos y cada uno de ellos se venía hablando de la creación de 48 (ese dato no falla nunca) “comunidades pastorales” y también se dejaba escrito que las parroquias que quedaban bajo el manto de la “central” seguirían con su estatus mientras tuviesen párroco, si bien no se designaría uno nuevo cuando el vigente se jubilase, falleciese o fuese removido. O sea que falsedad ninguna. Se accedió al proyecto y se recogió el mismo concienzudamente en cada uno de los artículos.

El revuelo se explicaba con la pieza que publicó en La Vanguardia este domingo Josep Playà Maset. En primer lugar, es de celebrar que en el diario del Conde de Godó ya no califiquen a los que escribimos en esta página de “ultras e integristas” y nos hayan rebajado a “conservadores y anti-nacionalistas”. Un grado es un grado. Por suerte, lejos están aquellos tiempos en que la sección de Religión del rotativo estaba en manos de aquel pobre orate, que acabó mal y nadie sabe por dónde para. Aquel que escribió varios artículos pidiendo el cierre de Germinans. La sección es ahora mucho más razonable. Como les apuntaba, en ese artículo se describía la razón del alboroto. El proceso se estaba llevando con mucho hermetismo hasta que fue destapado por los artículos de El Mundo y Libertad Digital. Cierto que ya hacía semanas que se había revelado desde este portal, pero verlo en prensa generalista hizo saltar las alarmas en el arzobispado y pergeñar aquella inaudita nota. El problema radicaba en haber sacado a la luz un proyecto que solo estaba en manos de sacerdotes. Un proyecto que se hurtaba al laicado. A aquel laicado al que se le pide participación. Es decir, se frustraba una operación absolutamente clerical. Una propuesta que iban a debatir solo los capellanes. ¡Para que luego se llenen la boca con la apertura al laicado!

Tan es cierto que no hemos publicado ni una fake news que La Vanguardia confirmaba la primicia de mi artículo de la semana pasada respecto al cierre de las parroquias de Sant Ferran y Santo Tomás de Aquino que se unirían a la ya cerrada de San Isidoro y a la próxima supresión de las de Santa María de Cervelló, Santo Tomás Moro y San Jaime. Por de pronto ya tenemos 6 comunidades suprimidas de las 8 o 10 que aludía la nota. Qué a nadie le escapa que serán bastantes más. Eso que según el arzobispado la situación económica está absolutamente equilibrada. Tan equilibrada que al menos cinco templos se ponen en el mercado. ¡A otro can con ese hueso!




Desde el primer momento en que hemos publicado información acerca del proyecto de supresión de parroquias se ha dicho en este portal que era necesario y sería bienvenido. En Barcelona sobran iglesias. Son inasumibles pastoral y económicamente. Es una realidad con la que se ha encontrado Omella, la cual no quisieron afrontar ni Carles ni Sistach, por pura cobardía y no meterse en problemas. Barcelona posee un mapa parroquial desorbitado, fruto del pontificado del Doctor Modrego en el que se llegaron a erigir más de 100 comunidades. Las que se van a poner a la venta (Sant Ferran y Santo Tomás de Aquino) o la que ya se ha cedido (San Isidoro) se hallaban absolutamente agonizantes. Aunque en la de Sant Ferran haya un potente grupo de scouts. Scouts que jamás pisaban el templo. Los van a reubicar donde sea, que el nombre de la parroquia ya se adjudica a una comunidad de nueva creación en el barrio proyectado de La Marina del Prat Vermell. Un solar en la Gran Vía vale un pastizal y no se va a dejar escapar la oportunidad. El problema no es la idea -justa y necesaria-, sino el cómo se soluciona el problema.

Omella está siendo un aceptable arzobispo de Barcelona y la decisión de acometer la reforma del mapa parroquial es más que plausible. La nota del arzobispado dice que el proyecto será estudiado a fondo por todos los niveles diocesanos (esperemos que cuenten con los laicos) y que el cardenal y su Consejo decidirán cómo se aplicará y con qué cadencia. El cardenal no tiene un pelo de tonto y ya conoce perfectamente el paño de la diócesis. Habrá comprobado (antes del estudio a fondo) que el proyecto no es que haya causado la natural alarma por la desaparición de unas comunidades. Es que ha despertado la ira y el enojo de aquellas comunidades que más frutos están aportando a la diócesis. Frutos pastorales, sacramentales, económicos y sociales. Que en los organismos diocesanos los conocen de sobras. Por ello, seguro que comprenderá que no puede ser parroquia de referencia San Ildefonso y tener bajo su manto a San Gregorio Taumaturgo o a Santa Inés; que no puede ser parroquia de referencia San José Oriol y albergar bajo su manto a la Miraculosa o ser parroquia de referencia San Juan de Gracia y tener bajo sus pies a Santa Teresita ni tampoco Santa Eulalia de Mérida en Hospitalet y albergar a Santa Eulalia de Provençana. Estos cuatro ejemplos (hay más) son auténticos disparates que van a cercenar a comunidades de feligreses dinámicas, vivas, incansables. No puede cargarse esas magníficas realidades por proteger a otras parroquias convertidas en auténticos páramos por muy históricas que sean. O por muy progres, que más bien ahí radica el problema. Seguro que nuestro cardenal comprenderá la cuestión y actuará en consecuencia.

Oriolt


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