Quantcast
Channel: Germinans Germinabit
Viewing all articles
Browse latest Browse all 3065

Juanjo Omella, víctima de la maledicencia

$
0
0
Omella con el grupo de tambores de Calanda (Barcelona 02/02/2019)

 

Amigo Juanjo, bien sabes que aquí en Calanda y en sus aledaños, eres nuestro ídolo. Estamos orgullosos de ti y sacamos pecho por ti. Aquí no nos vale eso de que nadie es profeta en su tierra. Tú eres nuestro profeta indiscutible, tú eres guía y faro de nuestras gentes, tú eres la gloria de tu pueblo… En ti nos miramos todos. Aquí, de mayores todos queremos ser como tú.

 

Por eso, paisano y amigo nuestro, nos hiere profundamente que los envidiosos (que aquí también los hay), se pasen el día murmurando contra ti y buscándole los tres pies al gato: a todo lo que haces y dices, le tienen que encontrar un pero. Son gente estragada que no soportan el bien ajeno. Y no veas cómo se han puesto buscándole fallos a tu brillante plan pastoral para tu archidiócesis. No se les ocurre otra cosa a los muy cafres, que llamarte Omella el enterrador. Dicen que eres el prototipo del director general de pompas fúnebres que para quitarle gravedad al asunto y darle a la cosa un aire más festivo, solemniza su gran misión vistiéndose de rojo púrpura. Dicen que tu plan de reducción drástica de las parroquias de tu archidiócesis, es como el milagro de la multiplicación de los panes y los peces: pero no en las vulgares matemáticas de dos y dos son cuatro, que ahí sí que les salen sus cuentas, sino en el nuevo sistema algorítmico, a cuyo alcance están todos los milagros. Si quieres ser algo, ¡pon un algoritmo en tu vida! Y tú lo has puesto, Juanjo amigo, y a ti te salen las cuentas: ¡claro que te salen! Desde tu alto trono se ven las cosas con estremecedora objetividad.

Y no te vayas a pensar, amigo, que tus taimados enemigos son de un solo color político o religioso, o político-religioso. ¡Ni lo sueñes¡ Eres fustigado por la izquierda y por la derecha; unos y otros dicen de ti que has sabido siempre nadar y guardar la ropa para salvar tu preciosa personita. Y que lo estás consiguiendo a pesar de haberte metido en toda clase de berenjenales… Diestro te llaman los de la diestra, aunque con poca convicción, y siniestro los de la parte siniestra: éstos sí, convencidos de que te tienen en el bote. 

 

A quien está dispuesto a escucharlos, le cuentan que te comiste con patatas al bueno de D. Manuel Ureña con el inconfesable deseo de sucederle en la sede cesaraugustana de la mano del funesto y ya cadavérico Elías Yanes, tu padrino y mentor. Y que justo por eso te empleaste a fondo para destruir -aparentemente porque sí- al cura de Épila, Miguel Ángel Barco, a cuenta de una presunta paternidad que nadie reclamó y nunca se demostró. Y dicen los muy ladinos que eso lo hiciste para certificar de una vez la canónica defunción de Ureña. 

 

Que sí, que usaste a ese cura como lápida sobre su tumba. Y siguen y no paran diciendo que Roma, deslumbrada por tu arte, te entronizó como inquisidor justiciero en la Signatura Apostólica y miembro de la Congregación de Obispos. Sí, amigo, en las cunetas de tu fulgurante blitzkrieg han ido quedando cadáveres de enemigos tuyos que aún se revuelven contra ti. Sin embargo, tus forofos sabemos y proclamamos que todo lo hiciste bien, Juanjo, y es justo que te reconozcan el mérito. A nosotros, igual que a ti y a tu gran amigo, nos concome tanta maledicencia.

 

Fíjate que hay todavía mucha gente que no te perdona tus merecidos éxitos. Son los menos, créeme. Siguen empecinados en calumniarte miserablemente diciendo que te comportaste contra la Iglesia y sus fieles más sañudamente que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, nuestros más feroces enemigos. Les hiciste, Juanjo, el trabajo más sucio, que fue decretar el cierre de las iglesias y prohibir a los fieles asistir a misa durante la pandemia. Pero no les hagas caso, Juanjo, que es la cochina envidia la que habla por ellos.

 

Y te acusan, los muy mendaces, de que le hiciste la ola al incompetente ministro Salvador Illa para ayudarle, con tus geniales trapicheos, a salvar el gobierno de Sánchez e Iglesias en sus horas más bajas, porque la pandemia estaba minando su popularidad. Te acusan de que pusiste toda la carne en el asador para salvar a un gobierno cuya infinita bondad no se ha sabido apreciar: porque con las inmatriculaciones han hecho más bien a la Iglesia que los beatorros del PP. Para remediar las desamortizaciones, amigo, has conseguido las inmatriculaciones. Créeme, Juanjo, pasarás a la historia por esto.

 

Y siguiendo en su mezquindad, no están dispuestos a reconocer la reciedumbre de tu alma robusta cuando soportaste estoicamente la bronca del catolicísimo Puigdemont en la sacristía de la Sagrada Familia. Todo por haberte atrevido a saludarle en la homilía como presidente del gobierno regional. Tú, Juanjo, sabes manejarte muy bien con esos politicuchos, porque eres un hombre de bien que sólo buscas lo mejor para tus semejantes. Por eso no tenías el menor empacho en bendecirle complaciente las rosas en el palacio de la Generalidad el día de San Jordi, y en pasar por alto que él financiaba, a cuenta del erario público, todos los abortos practicados en Cataluña. Pero eso era lo de menos antes y ahora. 

 

¿No dice tu gran amigo, el cardenal Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que lo del aborto y la eutanasia no constituyen por sí solos los únicos asuntos graves de la doctrina social católica? Pues claro que no, hombre. ¡A ti te lo van decir! Fíjate que en vez de llamarte “la voz del que clama en el desierto” por tu empeño en predicar el Evangelio incluso a los que se empeñan en no escucharte, te llaman “la voz de su Amo”, que dice que no va a estar insistiendo siempre con lo del aborto (y ahora con la eutanasia) porque ni puede ni debe ni quiere oponerse con diatribas estériles al Nuevo Orden Mundial. ¡A ti te lo van a contar!, que te has pasado la vida haciendo una plancha detrás de otra al gobierno constituido y machacando sin piedad a quien se atreviese a poner en duda tu rectitud. ¡Porque hasta ahí podíamos llegar! Y dicen los muy bribones de tus enemigos que te has cebado con los pobres desgraciados, porque con los poderosos nunca te has atrevido.

 

Aún recuerdo, amigo Juanjo, lo mal que te sentó -me lo dijeron tus condiscípulos en Calanda- aquel melifluo video donde unos jovencitos santurrones se dirigían a los obispos durante el confinamiento pandémico y les suplicaban: ¡Devolvednos la misa! Ay, Señor… Es que la gente no entiende, hombre. Tú, Juanjo, por el bien de la Iglesia y de las almas, debías ir más allá de las disposiciones restrictivas del gobierno y cerrarlo todo a cal y canto, para darles seguridad a los fieles más vulnerables, de edad muy avanzada y muy asustadizos, por tanto. 

 

Así es como se da ejemplo, ¿no? Otra cosa es que la carcundia se lo tome a la tremenda y encima quiera marcarte la agenda. ¡Hasta ahí podíamos llegar! La agenda te la pueden marcar Illa, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Puigdemont o el Nuevo Orden Mundial, pero nunca unos pelagatos que votan a Vox y huelen a incienso. Y haces bien, ¡claro que sí! Ellos son los ratones que no ven tres en un burro y quieren darle lecciones a la élite de esas águilas tuyas que atisban el horizonte y preparan el futuro de la Iglesia.

 

Es de ese futuro tan prometedor que tú anuncias, Juanjo, del que quiero hablarte. Sí, sí… de ese proyecto de reducir las 200 parroquias de Barcelona a 48 comunidades pastorales. Los malpensados dicen que te has pasado tres pueblos: Querías viajar a Cretas y has llegado hasta Alcañiz. Sí, hasta una Barcelona desolada con 48 decadentes comunidades pastorales, algunas de ellas en manos de laicos/as generosamente remunerados/as. ¡No van a cobrar lo mismo que un pobre cura del montón! ¡Faltaría más! Y los muy ciegos no quieren darse cuenta de que, sin tu encuentro con Illa, tu auténtico Salvador, eso no hubiera sido posible.

 

Sin las inmatriculaciones, que tan brillantemente te cobraste por echarle una manecica al gobierno, no habría plan pastoral, sino pura debacle. La cobertura económica, indispensable en una operación de esta envergadura, está garantizada gracias a los recursos que tan sabiamente apalancaste para la Iglesia.  

 

¡Que no te entienden, Juanjo! No entienden tu genialidad y tu visión de futuro… Los curas más recalcitrantes, los soberbios y orgullosos, dicen que has condenado a todo el clero -excepto a tus 48 elegidos- al vicariato perpetuo. ¡Bah, chorradas! Que aprendan a vivir la unidad en la diversidad (con sus límites, claro está: la nació es la nació, y el taranná es el taranná) en un equipo dirigido por el reverendo Rafael Termes -el de la parroquia vaciada, pero millonaria-, José Mª Romaguera, -demodé oráculo de decadente y obrera pastoral-, Toni Román -conspicuo intérprete de las canciones blasfemas de Migueli-, y Joan Cabot, el homofílico emperador de Pueblo Seco. Así sabrán lo que vale un peine… ¡y de cinco balas! 

 

Claro que la izquierda progresista se hará con la dirección de las comunidades pastorales. 

Claro que cerrarán parroquias toda la semana, excepto tal vez el domingo, para una raquítica celebración diaconal (por no dejar la finca en desuso). Claro que cada vez irá menos gente a misa en vista de la poquísima atención pastoral, puntual y dispersa. ¡Claro que sí! Pero la progresía diocesana estará tranquila mordiendo carne fresca y adulando al insigne cardenal Omella.

 

Pero tú no hagas caso, amigo. ¡Adelante Rocinante! No te pares, Juanjo. Te aclaman a rabiar en toda Europa los linces de la nueva pastoral. Los que se quejan, los que lloriquean contemplando su infausto futuro… ¡curitas y laicos atontados! Ya sabes quiénes son. Esos que tienen mucho tiempo libre y mucha maldad en su cuerpo. No temas. Tú, Juan José, seguro que los convencerás a base de miradas tiernas y sonrisas seductoras. Y si no lo logras por las buenas, les harás saber cómo las gastas con los que no se someten a tu cayado de pastor. Y seguro que finalmente, por oros o por bastos, entenderán que todo lo haces por su bien, claro está… y por el bien de la Iglesia que siempre coincide con el tuyo, como no podía ser de otro modo.

 

Y lo que más me duele de la maledicencia de tus enemigos, es que dicen que tu gran plan pastoral consiste en sepultar parroquias y hacer caja. Y que en ese plan te sobran un montón de curas, sobre todo los que no son de tu cuerda. Y puestos ya a soltar veneno por la boca, proclaman que al final son los muertos los que entierran a sus muertos. Los muy cerdos saben que te saca de quicio y te descompone que asocien tu nombre a noticias negativas. 

 

Por eso se han empeñado en romperte el espinazo tildando tu genial proyecto pastoral de “el plan del Enterrador Omella”. No les hagas caso, Juanjo, que lo estás haciendo muy bien. Y sepas que nunca te faltará el aliento de los tuyos. 

 

El Cojo de Calanda


Viewing all articles
Browse latest Browse all 3065