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Saiz Meneses molestaba a Omella

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Las declaraciones de Don José Angel Saiz Meneses, diciendo que la Iglesia no debería haberse metido en el tema de los indultos, es una confirmación de lo que muchos sospechábamos, su traslado a Sevilla no fue una promoción sino un alejamiento de Cataluña. Don Juan José Omella que es quien corta el bacalao en tema de designación de obispos, no sólo nombra a personas que le puedan ser fieles, sino también mueve a algunos de los que ya están nombrados de forma estratégica.

Con Don José Angel fuera la Tarraconense, Omella lo tuvo muy fácil para consensuar el vergonzoso comunicado en que los prelados catalanes defendían los indultos. Saiz Meneses salió muy reforzado en las elecciones a la Conferencia Episcopal Española, precisamente las que eligieron al arzobispo de Barcelona como Presidente, pero que elevaron al entonces obispo de Terrassa como miembro de la Ejecutiva. Y no es el único con ese perfil porque en esa Ejecutiva que presiden Omella y Osoro hay muchos obispos de un perfil muy distinto a los que están arriba: Sanz Montes, Gil Tamayo, Ginés García, Mario Iceta y Jesús Catalá.

Se da la circunstancia de que exceptuando al obispo de Málaga (Català), el resto de los prelados se mueven entre las décadas de los 50 y los 60 años, por lo que aún pueden tener mucho  futuro en la cúpula de la calle Añastro, mientras que Omella y Osoro están ya "caducados" porque ambos han superado los 75 años y han presentado su preceptiva renuncia al Santo Padre, aunque ésta lógicamente se demorará mientras ocupen sus cargos en la Conferencia Episcopal.

Aunque sea hacer ciencia ficción, ¿Se imaginan lo que hubiera pasado si Don José Angel continuando en Terrassa se hubiera mantenido en la opinión expresada ahora que está en Sevilla y hubiera bloqueado la unanimidad del comunicado pro-indultos de la Tarraconense, incluso pudiendo a hacer dudar a algunos de los obispos valencianos y lógicamente a su auxiliar?

No podemos especular con eso, porque es una situación que sólo puede existir en la imaginación, lo que sí sabemos es el resultado de lo que realmente sucedió en Cataluña,  como también sabemos lo que ocurrió en Madrid, cuando Omella se sintió impotente y vio como el resto de los obispos de la Ejecutiva (y casi todos los de la permanente, excepto los catalanes) no estaban por la labor de apoyar a sus colegas catalanes. Más aún, algunos como el mismo Sanz Montes o Saiz Meneses se han desmarcado públicamente junto a otros obispos emblemáticos como el primado de España o el cardenal valenciano.

Argüello, Omella y Osoro en Roma

Ningún obispo español, más allá del papelón que le tocó a hacer al secretario Don Luis Argüello, ha salido a la palestra para apoyar a Omella y a sus socios de la Tarraconense. Ni uno sólo,  ni siquiera aquellos que le deben la mitra directamente al turolense, tampoco ningún "pelota" de los que quieren ganarse algunos puntos o quizá un ascenso. El tema era demasiado delicado como para pronunciarse en algo que la mayoría de los fieles católicos españoles no es capaz de entender.

Don Juan José ha quedado tocado en esta batalla, su sonrisa y buenrollismo no ha sido suficiente para convencer a sus colegas de la necesidad de bendecir los indultos, ahora veremos las consecuencias de esta afrenta, que pueden ser de dos tipos, positivas si Omella es capaz de reflexionar y darse cuenta de que no puede ir por la vida imponiendo su criterio, simplemente porque se considera el "hombre del Papa" en España, o negativas, si tozudo como es, decide seguir erre que erre con su intención de quedar siempre bien con el gobierno social-comunista. E incluso lo que es peor, que se sienta ofendido por la actitud de sus compañeros de episcopado español y decida vengarse del desaire que le han hecho, ciertamente que muy cristiano no es, pero vete tú a saber, hay maños que son muy maños.

Algo parecido ha sucedido con el Mapa Pastoral en Barcelona, metió la pata hasta el corvejón confiando en la peor comisión posible, pero una vez su propuesta se hizo pública y la indignación del clero y el laicado provocó un incendio de grandes dimensiones, Don Juan José, lejos de reconocer su error y de contentar al personal, se dedicó a intentar defender lo indefendible con el pueril argumento de que se trata solamente de un documento "mártir".

Con el tiempo que ya lleva entre nosotros nuestro arzobispo ha mostrado claramente sus dos caras, la del obispo simpático y enrollado que quiere quedar bien con todo el mundo y que en algunas ocasiones la acierta y sorprende gratamente, pero también la del hombre tozudo, que se enroca en sus posiciones y que no le gusta que le lleven la contraria. Veremos si estos dos graves errores cometidos (Indultos y Mapa Pastoral) le sirven para tomar conciencia de que algunas decisiones tienen consecuencias y es mejor evitarlas en próximas ocasiones.

Antoninus Pius


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