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Juanjo Omella, "El desertor de Cretas"

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Omella en Cretas en el momento de la dedicación de una plaza a su persona

¡Cómo te quieren en Cretas, Juanjo! A pesar de estar rodeado de enemigos desagradecidos, de adversarios desconsiderados, cercado por la incomprensión y la envidia, tú sigues firme, enhiesto en medio de la tempestad. Sí, Juanjo, los cretenses –algún bribón dirá cretinos- te lo han demostrado de nuevo: Han salido en tromba a denunciar la vil maquinación del infame comunicador Federico Jiménez Losantos que, desde “esradio”, su emisora de pacotilla, se ha atrevido a cuestionar tu divina misión.

 

Mira que decir que el peor sicario del independentismo catalán ¡eres tú, Juanjo!, el desertor de Cretas, provincia de Teruel. ¡Pero qué mala leche! ¡Qué desvergüenza! Bah… No hagas caso, Juan José, el tal Federico, al fin y al cabo es un resentido. Todavía se acuerda de que Sistach movió Roma con Santiago e hizo venir al cardenal Parolin, secretario de Estado, para puentear a Rouco y defenestrar al deslenguado periodista. Zapatero le tenía ganas y en Roma se bajaron los pantalones… Con lo que no contaban es con que Jimenéz Losantos no se los dejó bajar y montó otra emisora para seguir incomodando a sus verdugos. 

Y es que tú, Juanjo, por designación pontificia, formas ya parte de la élite socio-política dominante y te esfuerzas en mantener la paz y la concordia con el gobierno constituido, sea el que sea y haga lo que haga. Total, así se ha manejado el Sacro Colegio a lo largo de la dilatada historia de la Iglesia. Tú no has inventado nada, Juanjo. Pero no veas el trabajo que nos das a tus incondicionales… Es que tú como persona, vales un potosí; pero el altísimo colectivo al que perteneces, da muchísimo que hablar: y no precisamente bueno. Dicen los maledicentes que sobre todo vosotros, la élite de la Iglesia, os habéis esforzado en hundir la nave de Pedro como el que más. La habéis abierto mil veces en canal. No tú, ¡claro que no!, sino todos. Tú estás en la más absoluta normalidad jerárquica. Sin embargo, como el poder de la muerte no la podrá destruir, el sabotaje de los altísimos elegidos de la Iglesia siempre ha sido inútil, a pesar de que nunca cejáis en vuestro empeño, dicen los muy ladinos. El Espíritu Santo es el único con el que, de momento, no podéis, confirman.

 

En fin, Juanjo, ahí tienes a tu paisano Federico, oriundo de Orihuela del Tremedal, provincia de Teruel también, cantándote las cuarenta. Este tío bajito no se deja intimidar. Claro, no es cura y no lo puedes suspender a divinis, ni quitarle el sueldo, ni dimitirlo del estado clerical y ponerle de patitas en la calle… Una lástima, Juanjo, porque el sujeto se lo merece. Pero tú no te preocupes. Ya sé que para ti Federico no es más que un molesto mosquito. Te has puesto el mundo por montera, te importa un pito lo que dicen tus detractores y no ves la tele ni lees los periódicos. ¡Haces bien! Hay mucha maldad en este cochino mundo. Además, para algo estamos tus defensores.

 

Pero no todo son desprecios, Juanjo. El Ayuntamiento de la heroica villa de Cretas, por inspiración cuasidivina, ha publicado un comunicado defendiéndote de tamañas calumnias. ¡Desvergonzado Federico! Tu amigo –todavía los tienes, Juanjo-, Fernando Camps, el alcalde pepero del puebluco turolense, ha salido presuroso a hablar en tu favor: Federico ha rebasado todos los límites -clamaba el regidor-. No existe justificación. Tiene que rectificar y pedir perdón a todos los cretenses. Nos han dolido mucho estas palabras.

 

Hiperemotivo homenaje, Juanjo. Todavía existe la bondad y la compasión: No admitiremos palabras que no se ajusten a la realidad, sentenció el valeroso alcalde. Buen chico Fernando Camps. Lástima que tenga tan mala memoria o tan poco amor propio. Cuando Salvador Illa se reunió contigo en Cretas el verano pasado para pactar el trato de favor a la Iglesia a cambio de vuestro obsequioso silencio con las políticas homo-eutanásicas del gobierno, el pobre alcalde salió como un perrico escaldado. El muy ingenuo todavía ahora no sabe que molestaba –y mucho- en aquella reunión de jerifaltes.

 

Es que me quedo de piedra, Juan José. ¡Mira que acusarte de independentista! Este Federico… ¡Pero si tú no lo eres, Juanjo! Al fin y al cabo, sólo firmaste aquello de que Cataluña es una realidad nacional y que conviene que sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán, para que sea valorada y estimada su singularidad nacional, especialmente su lengua propia y su cultura.¿Cómo alguien puede ver independentismo en estas sabias y comedidas palabras? ¡Sólo un personajillo de la calaña de Jiménez Losantos! Y eso que no sabe lo aficionado que te has vuelto -juran y perjuran las malas lenguas-, no ya al soberanismo indepe, sino también a la “paz social catalana”, tanto que has movilizado a la Conferencia Episcopal Española (en la que tanto manda la Tarraconense) en favor del indulto a los presos “políticos” del prusés. 

 

Pero no se quedan ahí tus detractores, ¡qué va! Aseguran que te has empeñado en ocupar en el Vaticano el puesto que ocupó el defenestrado cardenal McCarrick durante tantos años, y que el mejor medio para alcanzar tan noble fin y superar a tu egregio compañero de colegio (cardenalicio, ¡claro!) son los pelotazos inmobiliarios…

 

Ya apuntaste maneras cuando interviniste las propiedades de los hermanos camilos en el Guinardó barcelonés a cuenta de una supuesta malversación, que luego resultó incierta. Te hiciste cargo de un casoplón inmenso que, finalmente, no pudiste convertir en metálico, ya que te lo impedían las cláusulas de donación. Pero el papa reconoce tu esfuerzo y sabe que tus tácticas darán sus frutos y que, si persistes, superarás al que por méritos propios fue el supremo consejero de Francisco en cuestiones que se han convertido en vitales para la Iglesia.

 

Pero tú, Juanjo, no te has desanimado por este pequeño percance. Si no has podido beneficiar a la Iglesia con ese importantísimo patrimonio, no has perdido la ocasión de congraciarte con el poder político tanto de aquí como de Madrid, convirtiendo esa finca privilegiada, tanto por su situación geográfica como por sus jardines y su valor urbanístico, en un magnífico centro de menas: con lo que estás mostrando tu gran afinidad no sólo con el gobierno de la Generalidad, sino también con el de Madrid. ¡Hoy por ti y mañana por mí! Así se cuecen los grandes acuerdos con el poder constituido, ¿verdad, Juanjo? Eres un crack: Gran pelotazo inmobiliario que no has podido convertir en dinero, pero lo has rentabilizado en poder político. Eres el mejor.

 

Y como la cosa inmobiliaria se te da de maravilla y quien la sigue la consigue, allá que te has ido con tu financiero urbanístico de confianza, el inmortal reverendo Matabosch, a tomar posesión del convento de Santa Margarita la Real de las capuchinas clarisas, en el exclusivo barrio de San Gervasio. Las ancianas monjas han puesto pies en polvorosa y han dejado un fincazo fenomenal. Otra cosa es que la Colau te deje edificar… Confía, Juan José. La rumbosa alcaldesa es tu alma gemela: pobre, de familia humilde y sin título académico, pero con un pan bajo el brazo. ¡Igualita que tú, Juanjo! Confía en ella. Como ya le has hecho el favor con lo de los menas -gran medallón para ella-, lo más probable es que ahora se estire y te deje un buen pellizco para ofrecérselo al papa. Sabemos tus amigos que los alcaldes son tu especialidad: al de Calanda siempre lo tuviste obnubilado. 

 

Tus amigos, Juanjo, vigilamos todos tus pasos porque sabemos que también los vigilan tus enemigos: pero con las peores intenciones. Por eso no perdemos detalle y seguimos todas tus andanzas, para salir en seguida al quite cuando tus detractores sacan información que te pueda perjudicar. Ahora van tras la operación estrella de tu muñidor, el padre Matabosch, ¡un genio!: es el pelotazo de Can Trilla, el convento de Jesús Paciente de la madre Ramona Llimarga, en la calle Mayor de Gracia. Se dice que la madre Ramona fue consejera del mismísimo Franco… La antigua masía fue donada a la piadosa fundadora para constituir una comunidad religiosa dedicada a la atención domiciliaria y gratuita a los enfermos pobres. En su capilla yace enterrada. La pequeña comunidad languideció hasta quedar reducida tan sólo a la superiora y una hermana peruana. Finalmente, la deteriorada monjita firmó todos los papeles para que la propiedad pasase a la mitra; el reverendo Matabosch facturó a la religiosa más joven a no se sabe dónde e intentó ingresar a la anciana en las Hermanitas de los Pobres. El pelotazo era descomunal, pero había que evitar gastos superfluos, claro. 

 

Se torció un poquitín el plan, porque las Hermanitas de los Pobres, fieles a su carisma, no aceptaron a una religiosa que no era precisamente “pobre” con el caserón y el terreno que acababa de ceder al obispado. Por ello, la diócesis tuvo que buscarle otro acomodo… hasta ahora desconocido. Pero fíjate, Juanjo, tus enemigos ya están al acecho, pendientes del destino de la venerable fundadora, Ramona Llimarga, cuando la Colau exhume sus restos para tomar posesión de la finca. Peccata minuta para ti, dicen, porque tanto tú como tus colaboradores, sois especialistas en mirar hacia otro lado cuando los rojos profanan las tumbas. Mientras, un cartel en la puerta de la capilla dice que el culto se ha suspendido¡temporalmente! Una iglesia ya amortizada y con un espléndido resultado económico. Pequeño ensayo para las 200 parroquias que sostienen, erre que erre, que te has empeñado en cerrar y monetizar.

 

Con todo, Juanjo, la verdad última es que tus desvelos por el futuro de la diócesis han sido recompensados. Ahora dispones de una masía catalogada del siglo XVIII y un gran huerto interior al que se accede por una calleja. Se trata entonces de negociar con las administraciones, ceder la masía para uso público y conseguir que el antiguo huerto sea edificable, y aumentar así su valor. El mago Matabosch lo hará posible… o eso esperas. El obispado tiene demasiadas bocas que alimentar. Y no son las de los curas precisamente, dicen los malvados. Y el papa Francisco espera también al émulo de McCarrick.

 

Así que no te apures, Juanjo. ¡Adelante con los faroles! Que siga Federico Jiménez Losantos poniéndote a parir: ¡Traidor! Judas es a su lado una persona de fiar. El sujeto tira con bala ciertamente, pero yo sé, y tus amigos sabemos, que no eres un traidor, Juan José. Pero van los muy cerdos y le dan la vuelta a todo. Claro, no eres un traidor porque nunca te has traicionado a ti mismo. Tu egregia personita, dicen, tiene prioridad sobre todo y sobre todos. Y si alguien se siente traicionado, ¡allá él! Que ladre el lenguaraz Federico. ¿A ti qué? Tú eres cardenal y arzobispo, el águila, y el diminuto periodista… un inofensivo ratoncico. Tú no te vas a rebajar a contestarle. Para eso ya está el alcalde de Cretas, que le cae la baba contigo… y para eso estamos tus amigos.

 

De todas formas ya sabes, Juan José, lo pelotillas que son en los pueblos con los paisanos que han triunfado fuera. Luego, en casa, los ponen a escurrir. Pero, ¿qué te importa eso a ti? Lo importante para esos pueblerinos es la apariencia…esa apariencia que te hace percibirte como aquel labriego triunfador, como ese nuevo rico, como el todopoderoso y temido cardenal arzobispo de Barcelona, amigo del papa; como el Nicanor Villalta redivivo: ¡el torero de Cretas! Y a ti, Juanjo, a torero no te gana nadie, aunque te dejes empitonar mil veces por el mismo astado, si es de postín. Que se lo digan si no a Salvador Illa: Tiene los cuernos tan empapados con tu sangre que ya poca te queda. Pero tu vestimenta púrpura te recuerda que has de derramarla por la Iglesia que te ha hecho príncipe. Que has de estar a las duras y a las maduras.

 

Ya lo dijo Federico: se te ha puesto muy mala cara. Y es que no ganas a disgustos. Pobre Juanjo...  Los calandinos todavía te llevamos en el corazón.

 

El Cojo de Calanda


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