El pasado 18 de abril el diario El Punt-Avui publicaba una entrevista malintencionada a Don Juan José Omella, el titular puesto con toda la mala baba decía: "Cataluña no necesita una conferencia episcopal propia". Esta afirmación hacía salir de las cavernas a lo más rancio del nacionalismo e independentismo catalán para dejar a caldo a nuestro actual arzobispo. Germinans publicó algunos de los comentarios de los lectores de ese diario, para comprobar el malestar provocado por esas declaraciones. Al cabo de tan sólo cinco días, coincidiendo con la Diada de San Jordi, toda la prensa mediática que criticó a Omella, se deshace en alabanzas hacia n.s.b.a... y jubilado cardenal Martínez Sistach, con motivo de sus palabras en la homilía de la Santa Misa en el Palau de la Generalitat en que definió a Cataluña como "un pueblo vivo que quiere mantener las esencias como nación".
¿Casualidad? No creo mucho en las casualidades cuando hay política catalana de por medio. El expresidente Jordi Pujol marcó una manera de hacer y de manipular la realidad en la que aún estamos viviendo, y aunque ahora todos corren a renegar del padre y fundador de la actual coyuntura catalana, su espíritu sigue estando muy vivo. Y él es uno de los promotores de la idea de los buenos y malos catalanes, los buenos los que siguen la hoja de ruta del nacionalismo, los malos los que no quieren pasar por el aro. En el caso concreto que nos ocupa, está muy claro: Omella es el malo y Sistach es el bueno, como anteriormente, para Pujol, Don Narcís Jubany era el bueno y Don Ricardo Carles, el malo.
Don Juan José, será muy simpático, sencillo y cercano, muy sensible a los problemas de los más necesitados, características que a los "progres" católicos y no católicos les encantan. Pero no es nacionalista, eso es más que evidente, ni siquiera hace el esfuerzo de intentar pasar discreto en este tema. Se ha reafirmado en lo que dijo en Aragón sobre las obras de arte del Museo de Lérida y ha afirmado claramente que Cataluña no necesita una conferencia episcopal propia. Y eso aquí, entre los sectores más intransigentes del nacionalismo no se perdona.
Pero también quiero dejar claro, que de la misma manera que en nuestra tierra se manipula y distorsiona la realidad interesadamente, también desde otros lares se dicen cosas que no son verdad. Estos días he leído afirmaciones como que Don Juan José estába compinchado con Sistach para que éste dijera las palabras que dijo, o que cuando tomó la palabra se refirió él también a Cataluña como nación, cosas que son completamente falsas. Ni Omella sabía lo que iba a decir Sistach, ni habló entonces, ni creo que hable nunca de Cataluña como nación. Lo que realmente dijo fue: "“Fa pocs mesos que sóc aquí però ja començo a estimar aquest poble i aquesta gent que veig que m’estimen” (Hace pocos mesos que estoy aquí, pero ya empiezo a querer a este pueblo y a esta gente que veo que me quieren).
En cuanto a Don Lluís, tengo que decir que yo he sido uno de los más críticos con su gestión al frente de nuestra archidiócesis, pero siempre le reconocí una exquisita neutralidad ante el fenómeno secesionista. Todo el mundo sabe que Sistach es nacionalista, moderado, pero nacionalista. Lo que pasa es que siempre tuvo un ojo y un oido ciego y sordo para los desmanes que se cometían en su diocesis, y en cambio el otro ojo y el otro oido bien abiertos para lo que pudieran decirle desde Roma. Y las órdenes vaticanas eran muy claras, nada de declaraciones polítícas en este tema, que nada tiene que ver con la Iglesia y que divide a los fieles católicos catalanes.
Pero ahora ya no tiene porqué mirar ni escuchar a Roma, ya no se juega nada eclesialmente hablando, puede decir lo que realmente piensa, y eso es lo que hizo en la homilía del Dia de Sant Jordi y con eso ganarse muchísimas simpatías en el ámbito nacionalista que ahora se encuentra huérfano de pastor y lo necesita más que nunca, frente a un nuevo arzobispo que como decían Pujol y señora de San Juan Pablo II: "Aquest home no ens entén" (Este hombre no nos entiende). Y el nacionalismo ya ha dejado claro que el arzobispo aragonés "no les entiende", no comparte sus anhelos y reivindicaciones separatistas.
Además el copríncipe Joan Enric está desaparecido en combate, el obispo más nacionalista de todo el episcopado catalán, está calladito y silencioso, está tocado y hundido. El hecho de no haber cumplido su sueño de venir a Barcelona y ser el Patriarca espiritual de una futura Cataluña independiente, además de Cardenal de la Santa Romana Iglesia, le ha dejado momentaneamente en fuera de juego.
Al que también veo algo descolocado es al obispo auxiliar Don Sebastià Taltavull, mientras Sistach a diferencia de sus antecesores, está activísimo en la diócesis que ya no regenta, y está encontrando su sitio en la etapa de Omella, que por su bondad no lo ve como una sombra, el menorquin, parece que no acaba de saber adaptarse a los nuevos tiempos, no sé si esto tiene algo que ver con los rumores que lo sitúan de titular de otra diócesis, o simplemente porque el papel de obispo bueno, simpático y cercano que jugaba con un Sistach al que no tragaban ni los progresistas ni los conservadores, se lo ha comido casi por completo el actual arzobispo.
Antoninus Pius
¿Casualidad? No creo mucho en las casualidades cuando hay política catalana de por medio. El expresidente Jordi Pujol marcó una manera de hacer y de manipular la realidad en la que aún estamos viviendo, y aunque ahora todos corren a renegar del padre y fundador de la actual coyuntura catalana, su espíritu sigue estando muy vivo. Y él es uno de los promotores de la idea de los buenos y malos catalanes, los buenos los que siguen la hoja de ruta del nacionalismo, los malos los que no quieren pasar por el aro. En el caso concreto que nos ocupa, está muy claro: Omella es el malo y Sistach es el bueno, como anteriormente, para Pujol, Don Narcís Jubany era el bueno y Don Ricardo Carles, el malo.
Don Juan José, será muy simpático, sencillo y cercano, muy sensible a los problemas de los más necesitados, características que a los "progres" católicos y no católicos les encantan. Pero no es nacionalista, eso es más que evidente, ni siquiera hace el esfuerzo de intentar pasar discreto en este tema. Se ha reafirmado en lo que dijo en Aragón sobre las obras de arte del Museo de Lérida y ha afirmado claramente que Cataluña no necesita una conferencia episcopal propia. Y eso aquí, entre los sectores más intransigentes del nacionalismo no se perdona.

En cuanto a Don Lluís, tengo que decir que yo he sido uno de los más críticos con su gestión al frente de nuestra archidiócesis, pero siempre le reconocí una exquisita neutralidad ante el fenómeno secesionista. Todo el mundo sabe que Sistach es nacionalista, moderado, pero nacionalista. Lo que pasa es que siempre tuvo un ojo y un oido ciego y sordo para los desmanes que se cometían en su diocesis, y en cambio el otro ojo y el otro oido bien abiertos para lo que pudieran decirle desde Roma. Y las órdenes vaticanas eran muy claras, nada de declaraciones polítícas en este tema, que nada tiene que ver con la Iglesia y que divide a los fieles católicos catalanes.
Pero ahora ya no tiene porqué mirar ni escuchar a Roma, ya no se juega nada eclesialmente hablando, puede decir lo que realmente piensa, y eso es lo que hizo en la homilía del Dia de Sant Jordi y con eso ganarse muchísimas simpatías en el ámbito nacionalista que ahora se encuentra huérfano de pastor y lo necesita más que nunca, frente a un nuevo arzobispo que como decían Pujol y señora de San Juan Pablo II: "Aquest home no ens entén" (Este hombre no nos entiende). Y el nacionalismo ya ha dejado claro que el arzobispo aragonés "no les entiende", no comparte sus anhelos y reivindicaciones separatistas.
Además el copríncipe Joan Enric está desaparecido en combate, el obispo más nacionalista de todo el episcopado catalán, está calladito y silencioso, está tocado y hundido. El hecho de no haber cumplido su sueño de venir a Barcelona y ser el Patriarca espiritual de una futura Cataluña independiente, además de Cardenal de la Santa Romana Iglesia, le ha dejado momentaneamente en fuera de juego.
Al que también veo algo descolocado es al obispo auxiliar Don Sebastià Taltavull, mientras Sistach a diferencia de sus antecesores, está activísimo en la diócesis que ya no regenta, y está encontrando su sitio en la etapa de Omella, que por su bondad no lo ve como una sombra, el menorquin, parece que no acaba de saber adaptarse a los nuevos tiempos, no sé si esto tiene algo que ver con los rumores que lo sitúan de titular de otra diócesis, o simplemente porque el papel de obispo bueno, simpático y cercano que jugaba con un Sistach al que no tragaban ni los progresistas ni los conservadores, se lo ha comido casi por completo el actual arzobispo.
Antoninus Pius