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Sin belén en el Parlament y en la Plaza del Ayuntamiento

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El belén del año pasado en el Parlament de Catalunya, que este año ya no existe
 
El belén navideño es un recuerdo del Nacimiento de Cristo, pero también es un elemento tradicional y cultural que se ha trasmitido en las familias de padres a hijos. Por eso no es de extrañar ver en muchos hogares el belén, aunque los miembros de esa familia no vayan nunca a Misa ni cumplan con el resto de preceptos cristianos. Muchos argumentan que lo vieron hacer a sus antepasados y que ellos lo han continuado haciendo, incluso en algunos casos con las mismas figuras que han pasado de generación en generación.
 
Ese es el argumento que utilizó el año pasado la entonces presidenta del Parlament Laura Borrás, ante las críticas que recibió por poner el belén en la cámara parlamentaria catalana, según la defenestrada presidenta, ese elemento no iba contra la laicidad de las instituciones, porque era una tradición muy catalana que va mucho más allá de cuestiones religiosas. Ciertamente, no soy un fan de la Sra. Borrás, pero cuando alguien hace algo que me parece bien, lo digo sin problemas, y la verdad es que me alegró aquella decisión que fastidió mucho a anticlericales de todo pelaje político.
 
Pero este año las cosas han cambiado, con Borrás fuera de la presidencia y sin que se haya elegido una sucesora, una de esas cosas escandalosas que solo suceden en la política catalana, la Sra. Alba Vergés es la que está ejerciendo el papel de presidenta en funciones, y como es sabido, no pertenece a Junts per Catalunya, sino a Esquerra Republicana, partido que en ningún momento esconde, ni ahora ni en los tiempos de Macià y Companys, su espíritu anticlerical, a pesar de que su presidente Junqueras sea visto por parte del clero catalán como un santurrón de los suyos.
 
Ningún partido se ha quejado de ello, más allá de los tweets personales de Laura Borràs, en los que lamenta que se haya prescindido este año del belén argumentando una vez más que es "una tradición muy arraigada en nuestra tierra". Los únicos que se han quejado son las Asociaciones de Pesebristas, que tienen una fuerza importante en el tejido asociativo, y que como antes comentaba, no se pueden considerar una asociación católica, sino simplemente una entidad del ámbito social y cultural. Del cardenal Omella y de los capitostes de nuestra diócesis, ni una palabra, pero es que era más que evidente el silencio de quienes nunca quieren "molestar" a nuestros dirigentes políticos.
 
Belén virtual proyectado en la fachada del Ayuntamiento de Barcelona
 
Y el otro belén que también desaparece, al menos físicamente, es el de la Plaza Sant Jaume, organizado por el Ayuntamiento de Barcelona. Desde la llegada de Ada Colau a la alcaldía, el Belén ha sido un hazmerreír continuo por las estupideces que se han montado como "belenes actualizados", la alcaldesa podemita cree que hace más daño poniendo esos bodrios y creando polémica, que no simplemente eliminándolos, que es lo que preferiríamos la mayoría de los católicos y una buena parte de ciudadanos sensatos. Pare reírse de nuestra fe y de personajes santos, más vale que no se hiciera. 
 
Pues este año, con las habituales ganas de innovar, se ha creado un belén virtual interactivo, se proyecta en la fachada del ayuntamiento y la gente puede participar a través de un código QR. Este modelo rompedor de belén, al menos parece que no es tan ofensivo para los creyentes como el de estos últimos años. Sea como sea en la Plaza no va a haber las figuras navideñas del Belén, algo que era completamente normal en los ayuntamientos democráticos del PSC y de CIU, y que en los otros años de Colau ha sido una pura burla a los sentimientos de los creyentes.
 
Mientras en la Generalitat y en el Ayuntamiento quieren prescindir de esta tradición cristiana y popular, miles de personas inundan cada día la plaza de la catedral, a pocos pasos de la plaza de Sant Jaume, visitando la Fira de Santa Llúcia, que es precisamente una feria de figuras del belén que la gente va a visitar por si se les ha perdido o roto alguna figura del año pasado o simplemente quieren empezar a hacerlo o renovarlo. Una vez más los políticos van por un lado, y los ciudadanos por otro, hay tradiciones y costumbres que por más que se empeñen no las van a conseguir erradicar del corazón del pueblo.
 
Francesco Della Rovere

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