Quantcast
Channel: Germinans Germinabit
Viewing all articles
Browse latest Browse all 3066

¿QUID EST VÉRITAS?

$
0
0

Escucharemos pronto, en la lectura de la Pasión, la pregunta que le hace Pilatos (un gentil) a Jesús: ¿Qué es la verdad? Y ese gentil se lavará las manos y entregará a Jesús a sus rivales religiosos para que hagan con Él lo que quieran. Estamos en tiempos en que se mata por ideas, en nombre y en defensa de la verdad. Los más perseguidos en este momento son los católicos, que caen a manos del fanatismo islámico. Un fanatismo que se ha cultivado intensivamente y se ha abonado con el único fertilizante capaz de hacerlo crecer: el odio al que no es como tú, porque no cree lo mismo que tú. Este fertilizante tan potente no se usa exclusivamente en la confrontación religiosa, si descontamos que se han demolido las barreras entre religión y política. ¡Quién lo dijera! Hoy la Iglesia ha de ser muy prudente hablando del aborto, porque se ha convertido en cuestión política. Y hoy tantos pastores y teólogos han entrado de lleno en la ideología de género, porque se ha convertido en cuestión religiosa. Hoy predica la progresia eclesial el amor al que no es como tú: imponiendo, por amor, la bendición de las parejas homosexuales, en camino a su homologación con el matrimonio. Eso nos garantiza que por esta parte del mundo no vamos a sufrir persecución. 

Aunque cualquiera diría que la modernidad ha superado estas conductas: nada más lejos de la realidad. Esto no ocurre sólo en países islámicos. El cultivo del odio lo tenemos también aquí en España, retomando la revolución que truncó la guerra civil: era una revolución marcadamente anticatólica, igual que España durante siglos fue antiislámica y antijudía. Es el mismo péndulo que sigue oscilando implacable desde que existen criadores de hombres. Ayer nosotros, hoy los de anteayer, más otros nuevos que se han apuntado. Me gustaría explicar por qué matan los unos y los otros. Me temo que unos y otros invocan como último argumento la defensa de la verdad. Pero ¿qué es la verdad?

Hechos estos prolegómenos para provocar la salivación, entro al tema de la verdad. ¿Objetiva o subjetiva? ¿Individual o colectiva? Es inevitable volver a las palabras, que son la guía segura hacia lo que dicen. En la cultura y en la lengua griega (la misma en que nos llegó el Nuevo Testamento) la Verdad se llamaΑΛΗΘΕΙΑ (alézeia). Ni su etimología ni su significado están sometidos a controversia. Se trata de un término de construcción negativa (como ateo, átomo, anemia). El prefijo “a” significa “ausencia de”. Y el segundo término tiene su origen en el verbo “lanzáno”, que significa ocultar. El significado es, pues, de lo más transparente: “sin ocultación”. Tenemos respondida por tanto la primera pregunta: la “alézeia” griega es una cualidad moral del individuo, gracias a la cual los demás pueden fiarse de él; de manera que cuando Aristóteles dice que alguien “alézeian éjei” (literalmente, “tiene verdad” -sin artículo), no dice que ese alguien esté en posesión de la verdad (lo que estaríamos inclinados a entender hoy), sino que ese alguien “es veraz”, que tiene la virtud de la veracidad. Y cuando los griegos dicen “oinos alezés” (lit. “vino verdadero”), vienen a decir lo mismo que los romanos en el “in vino véritas”: en el vino está la verdad; el que está bebido no miente ni engaña.
 
 
Vale la pena recuperar esta dimensión de la verdad, llamémosla dimensión humana, sin necesidad de contraponerla a la Verdad teológica. La etimología de la palabra latina véritas, con la que nos hemos visto obligados a traducir la alézeia griega, no es tan diáfana como su equivalente griego. En cualquier caso, parece que participa también de esa subjetividad: en el mismo campo léxico que véritas están vereor, que significa avergonzarse, verecundia, que significa vergüenza, y reverencia. Parece que el común denominador de estos términos es el trato considerado con los demás, el no ponerse por encima de ellos.

Y llegados a la verdad teológica, no habiendo nadie en condiciones de alcanzarla por sí mismo, el único camino para llegar a ella es la Revelación. Ni más ni menos que el camino para llegar a la inmensa mayoría de las verdades “científicas”, históricas, etc. con que nos manejamos. Quizá pueda constatar por mí mismo la veracidad del teorema de Pitágoras y algunas cosas más; pero la ley de la gravedad, las hechuras del cosmos, el descubrimiento de América, la Tabla Periódica, la estructura del átomo y de la célula, y mil cosas más, he de aceptarlas como se me han “revelado”. Y me adhiero con fuerza a la única fuente de revelación con que me manejo (el sistema de inculturación en que estoy inmerso). Y creo que todo lo que me enseña “mi” sistema, es verdadero. Y he aquí algo fundamental: No puedo dejar mi adhesión a merced de mi capacidad de comprobación, porque en el mejor de los casos ésta alcanza tan sólo al uno por mil del inconmensurable e insondable depósito de la verdad, la revelación (hoy preferimos llamarla “la ciencia”) que me ha transmitido el sistema. 

En el plano religioso, tenemos la misma dificultad que para acceder a “la verdad” de las cosas. Las verdades reveladas o LA VERDAD, obviamente son inmutables. Ni la verdad religiosa ni la verdad de las cosas son contingentes. Lo contingente y variable es nuestra capacidad de acceso al conocimiento de la verdad.

Siendo esto así, lo que nos corresponde es practicar con humildad las virtudes de la alézeia y de la véritas, respetando a todo el que, sin intención de engañarse ni de engañarnos, sostiene una verdad distinta de la nuestra. Sus fuentes de revelación no son las mismas, y por tanto mal puede llegar a donde nos llevan nuestras fuentes. Difícil tiene él acceder a nuestra percepción de la verdad, e igualmente difícil lo tenemos nosotros para acceder a la suya. Lo que nos corresponde es respetar y pedir respeto. Si puede ser, respetándonos previamente nosotros y respetando nuestras creencias (sí, sí, nosotros), para así hacernos acreedores al respeto de los demás.
 

Y aquí viene algo totalmente obvio: si lo que creen los demás está en contradicción con lo que nosotros creemos, no tenemos por qué respetar lo que ellos creen; no sólo eso, sino que tenemos la obligación de sostener lo más viva posible la lucha dialéctica contra las creencias opuestas a las nuestras. Hacer otra cosa, sería no tener nosotros ni verdades ni valores en que sustentar nuestro conocimiento y nuestra conciencia colectiva. ¡Como si pudiera sostenerse una sociedad sin conocimientos y sin valores compartidos, y por tanto sin conciencia

Pero una cosa es no respetar los valores opuestos a los nuestros, y las verdades en que se sustentan, y otra cosa muy distinta, no respetar a las otras personas sólo por no compartir sus valores y sus verdades. Dos equipos contrarios lucharán al máximo de sus energías; pero el combate estará delimitado por el campo de juego y el reglamento, quedando las personas fuera de la confrontación: tan fuera, que es muy frecuente la amistad entre jugadores de equipos rivales. A lo mismo nos obliga la convivencia en un sistema que se dice democrático: a respetar al rival. Pero jamás nos obligará a renunciar a la competición, y menos a meter goles en nuestra propia portería como tantos hacen con fruición. 

Pero aún hay más: cierto es que hay verdades que nos separan; pero es igual de cierto que hay verdades que nos unen. Por eso, hasta donde nos sea posible, hemos de cultivar la armonía entre todos: cristianos, musulmanes, budistas, animistas, ecologetas, ideólogos del sexo, etc., a partir de lo que nos une, no despreciando ni ocultando nuestra verdad y nuestros valores, que tenemos la obligación de proclamarlos y darlos a conocer a todo el mundo. Ni menos, incorporando a nuestras creencias, valores que se oponen a ellas. Lo que nos toca es cultivar y compartir las verdades y los valores en que coincidimos con otros, sin olvidar nuestro deber de caridad de compartir con todo el mundo, en la medida de nuestras posibilidades, la Buena Nueva, el Evangelio que hemos recibido de Cristo. Porque, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! (1Corintios 9:16) que en Jesucristo se me ha revelado.

Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info

Viewing all articles
Browse latest Browse all 3066