El pasado sábado se celebró en el Hotel Alimara de Barcelona la XIX Jornada Sant Jordi que organiza el grupo que lleva este mismo nombre y que agrupa a un cada vez más anciano colectivo que aún cree en los postulados del nacional-progresismo, que cada vez languidece más pero que cuenta con grandes apoyos institucionales y mediáticos.
En esta ocasión el lema era "Alegría y gratuidad", un tema en principio poco ideológico pero ya se aseguraron de traer ponentes de su cuerda como la religiosa catalana Claustre Solé, la que predicó los Ejercicios Espirituales para el clero "progre" del obispado de Sant Feliu, o el teólogo José Cristo Rey García Paredes, un claretiano de ochenta años que habitualmente viste con traje y corbata como un ejecutivo.
En primera fila como podemos ver en la fotografía que encabeza este escrito el cardenal Martínez Sistach, a sus 86 años, que fue el encargado de introducir la Jornada y el actual Presidente del Grup Sant Jordi, Pere Fábregas Morlà, aún más anciano que el mismo Sistach.
Sorprende ver tan en activo al arzobispo emérito de Barcelona, porque llevaba un tiempo como alejado de la escena pública y los rumores de que no estaba demasiado bien ni física ni mentalmente se habían extendido por todas partes. Pero en pocos días se le ha visto en el encuentro del clero catalán en Montserrat y en esta Jornada del Grup Sant Jordi, rodeado de mucha gente de su generación.
En cuanto a Pere Fábregas hay que recordar que fue el hombre que hundió la emblemática librería religiosa del Portal del Ángel de Barcelona La Hormiga de Oro, que contaba con editorial propia e incluso durante muchos años con una publicación con el mismo nombre. Se trataba de una editorial católica y de tradición carlista, que fomentaba los libros y publicaciones de piedad popular. Todo cambió con la llegada de Pere, uno de los diez hijos del matrimonio Fábregas-Morlá, de misa diaria y de mentalidad conservadora, todo lo contrario que este hijo contaminado por el nacional-progresismo que lo primero que hizo fue cambiarle el nombre de la librería rebautizándola como "La formiga d'or".
Después vino el cambio de las publicaciones, dejando residualmente lo que había sido las de toda la vida, para promocionar todo lo más "progre" y nacionalista. El público desencantado fue abandonando aquella librería refugiándose en la vecina Balmesiana o en otros lugares de la ciudad. Viendo los número ruinosos de su gestión decidió reconvertirla en una librería de tipo generalista, cargándose incluso el nombre original de la misma, otro nuevo fracaso del que ya no pudo levantarse teniendo que cerrar el local.
No va a ser muy diferente el futuro del Grup Sant Jordi, con una edad media tan alta, por mucho que los promocione Llisterri y el "comisario" Armengol, esta mezcla de progresismo religioso mezclado con un nacionalismo catalán furibundo ya no interesa a nadie, pero los que quedan, mientras puedan resistirán.
Francesco Della Rovere