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Se ponen las cosas feas para Omella

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El ambiente de la ordenación del nuevo obispo de Sant Feliu de Llobregat era más bien feo este sábado y no me refiero solo a la fealdad arquitectónica de la catedral de la moderna diócesis o ese horrible báculo que estrenó Fray Xabier Gómez y algunas otras lindezas de ese neo-prelado que quiere soñar en catalán. Solo me voy a referir a los feos asuntos que estaban enturbiando la mente del ordenante principal, el cardenal Omella.

El arzobispo barcelonés había tenido que emitir esa misma mañana una nota de prensa que pretendía complementar la emitida el día anterioren relación a las denuncias presentadas contra el párroco de la comunidad de Virgen de Montserrat. (Absurdamente se oculta el nombre del párroco y se le designa con sus iniciales, pero la parroquia queda identificada, con lo cual no puede resultar más fácil averiguar esa identidad que pretende ocultarse). Los dos comunicados se habían publicado a rebufo de dos investigaciones del diario El País: la primera daba cuenta de la detención del párroco por abusos a un menor de 16 años y a otro joven de 21 y la segunda, publicada al día siguiente, informaba que Omella ya había recibido personalmente una denuncia sobre el cura detenido en el mes de marzo de 2022. Las notas de prensa del arzobispado reconocían los hechos (incluso afirmaban que la denuncia de 2022 fue atendida de manera circunstancial por Omella) y anunciaban la suspensión cautelar del párroco, prohibiéndole celebrar misa y participar en actos públicos.

El cardenal de Barcelona pretendía con esa nota salvar su responsabilidad sobre la denuncia (a la que reducen al nombre de queja) de 2022 por tratarse de una relación entre adultos. Sería entre adultos, pero sin consentimiento, sino no se habría quejado el denunciante, que alegaba que el cura había frotado su miembro viril contra él sin su asentimiento. Según esa nota de prensa dicho hecho se trató como un asunto moral. Pero es que, a ese párroco, que había abusado de un joven, se le trasladó al curso siguiente de la parroquia donde era rector -y se había cometido el acto tachado de inmoral del que tenía conocimiento la archidiócesis- a otra parroquia, esta sí la de Virgen de Montserrat, donde, cual suele pasar, ha acabado todavía peor: denunciado por abuso sexual ante la policía. 

Se llena nuestro episcopado la boca de la tolerancia cero y de no repetir los errores de un pasado en el que, cuando se denunciaba a un sacerdote, se le cambiaba de parroquia y en pleno 2022 realiza lo mismo. O con el nuevo método de jubilar al párrocoy notificar al victimario que el asunto queda resuelto por aquella jubilación. Y esas decisiones las toma ni más ni menos quien presidía la Conferencia Episcopal Española en aquel tiempo y que, en el mismo período en que recibía esa queja que despachaba como un asunto moral, estaba presentando en rueda de prensa con el bufete Cremades-Calvo Sotelo una auditoria sobre los abusos sexuales por parte del clero: febrero-marzo 2022. Y luego no reacciona hasta que ese sacerdote es denunciado ante la policía y el asunto aparece en la prensa.
 

Omella ha acudido este lunes a Roma a reunirse con el Papa y los demás miembros del Consejo Cardenalicio. La Santa Sede tiene pleno conocimiento de las investigaciones de El País y las notas de prensa del arzobispado barcelonés. No me hubiera gustado estar en el pellejo del cardenal. En mi último artículo les decía que se le está poniendo muy complicado el final de pontificado. El caso de la parroquia de la Virgen de Montserrat, con todos sus antecedentes, lo va a poner todavía más cuesta arriba. Hasta ahora parecía normal que esperasen hasta los 80 años para jubilarlo. No sé si con estas informaciones y las que puedan ir saliendo se va a respetar esa prórroga tácita. Porque El País no ha publicado todo lo que sucedió entre la denuncia inicial de marzo de 2022 hasta octubre de 2024 en que Omella quiso volver a hablar con aquel denunciante. Pero en todo caso, Omella ha reconocido que lo sabía en 2022 y consecuentemente se podía haber evitado lo sucedido en 2024. Por ahora, no ha pedido disculpas.
 
Oriol Trillas 

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