Omella no ha tenido suerte con sus negocios inmobiliarios. Empezó con la parroquia de San Isidoro que pactó su cesión al Hospital Clínico y tuvo que revertirla al considerarse el edificio catalogado como entidad cooperativista de antes de la Guerra Civil. Actualmente sigue en estado de realización, tras haberse echado atrás la entidad sanitaria. Siguió con la parroquia del Espíritu Santo, cedida a la Universidad Blanquerna, cuyo derribo se ha duplicado en costes, al haber tenido que desmontar pieza a pieza el vitral del templo. ¡Aquel vitral que según Llisterri y cia no tenía ningún valor! Tampoco le ha salido bien la operación de la ex parroquia de San Jaime que pretendía convertir en un centro de arte contemporáneo y que han decidido postergar tras el fracaso de la exposición The Mistery Man en la Iglesia del Pi. Ahora tiene dos operaciones en ciernes: la parroquia de Sant Ferran y el solar adyacente a la parroquia de La Pau.
El pasado 11 de diciembre de 2024 fue publicado en el Boletín Oficial de la Provincia el acuerdo del pleno del Ayuntamiento de Barcelona que aprobaba la implantación de un equipamiento geriátrico en lo que hasta ahora era la parroquia de Sant Ferran, en Gran Via Corts Catalanes 402-406. Se trata de una actuación sobre 1.011,07 m2 de parcela, que permitiría la ubicación de una residencia del grupo Gerontic y de la marca Allegra, propiedad de la familia Colás Ricart, del que se construirán seis plantas con una superficie total de 4.000 metros cuadrados. Una cesión por 75 años que lleva arrastrándose hace más de dos años y que parece que al final ve la luz.
La otra operación inmobiliaria es la de la Parroquia de la Pau. Detrás del templo existe una parcela de 3.800 m2 que se intentó destinar a tanatorio, si bien la operación fue paralizada por la oposición vecinal. En diciembre de 2022, el Consejo de Asuntos Económicos aprobó la cesión del derecho de superficie a favor de la clínica oftalmológica del Institut Català de la Retina, por un plazo de 75 años (que representa el término oficial) a razón de 200.000 € mes, que no parece un precio exagerado en zona premium de Barcelona. La nueva regulación urbanística de la finca fue aprobada por la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento de Barcelona en sesión celebrada el pasado día 24 de octubre de 2024.
Luego está la parroquia del Espíritu Santo y su cesión a la universidad Blanquerna, donde el arzobispado ha visto que se han incrementado los costes de obra y ralentizado el derribo del templo, habida cuenta que ha tenido que desarmar pieza a pieza aquel vitral, al que nadie daba importancia, hasta que fue denunciado el atropello artístico-patrimonial por Germinans. Desde el pasado verano, por decisión municipal, los operarios han tenido que desmontar con esmero y cuidado cada una de las piezas del vitral que debe conservarse, por ahora, en los almacenes diocesanos. ¡Aquel mural que carecía de valor! No conseguimos salvar el templo, pero logramos rescatar un vitral que ni siquiera estaba catalogado, pero cuyo valor artístico individual era innegable.
Esas operaciones inmobiliarias se están llevando a cabo de manera errática, cuando no contraproducente para los intereses económicos de la diócesis. La economía del arzobispado se aguanta con pinzas, especialmente después de la pandemia y las pólizas de crédito que tuvieron que solicitarse para solventar la falta de liquidez ocasionada por el cierre turístico de los edificios del Barrio Gótico. La archidiócesis es tributaria de aquella crisis unida a la caída de la actividad sacramental (bautizos, primeras comuniones, confirmaciones, bodas) que dejaban pingües rendimientos en las arcas del arzobispado. Se incrementan los gastos mientras disminuyen los ingresos.
Omella ha roído el hueso con San Isidoro y San Jaime y está sufriendo con los imprevistos del Espíritu Santo. En Sant Ferran y la Pau está a la expectativa. Mientras tanto, lleva cuatro ecónomos en sus años de gobierno, si bien Ramón Batlle sigue mandando como eterno vice-ecónomo desde el inicio del pontificado, como hombre de confianza del eterno Antoni Matabosch.
Oriol Trillas