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El Cabildo de los horrores

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Izquierda: Guiteras (Deán) y Pérez. Centro: Serra, Gordo, Sistach, Turull y Vives. Derecha: Baró y Sabaté
La semana pasada dábamos cuenta del nombramiento inminente de Mn. Robert Baró (Bobby para amigos y adversarios), que fuera secretario personal y paje de nuestro n.s.b.a. Cardenal Arzobispo, como nuevo canónigo catedralicio. Hoy a tal designación hemos de añadir la de aquel que sucedió a Baró en el cargo tras la caída en depresión del mismo (causada por gandulitis crónica y maltrato psicológico del purpurado), su actual secretario Mn. Alfred Sabaté. Mossèn Schuhmacher, como cariñosamente le hemos llamado siempre, es un sacerdote de muy diverso talante. Humilde, trabajador, reservado  y discreto, además de ser cura de hondo calado espiritual.
Pero Sabaté tampoco ha podido librarse ni del estrés ni del tsunami emocional que el servicio a un personaje de carácter tan peculiar como Sistach le ha provocado. Como todos cuando nos hacemos mayores y vamos adquiriendo lucidez sobre nuestra vida y nuestras obras, nuestro Cardenal es consciente de lo fatigoso que ha sido el ministerio de Sabaté  junto a él. Y siempre permaneciendo callado y sumiso. Ahora que su marcha parece inminente (una vez haya acabado el Sínodo), lo agasaja con un nombramiento, que en su escala de valores constituye si no una recompensa, sí un reconocimiento de gratitud. Hasta aquí y en este particular, nada que objetar.
El problema es el término ad quem: el actual Cabildo catedralicio de Barcelona, que como es bien sabido parece la cámara de los horrores. Con el deán Guiteras presidiendo el colegio, con un sacerdote de  talante tan peculiar como Mn. Pérez Sánchez (J.R. para todos sin excepción), con el ambicioso Turull (todavía tenemos en la retina las imágenes de su solemne toma de posesión: con qué estilo quasi cardenalicio se movía con  las solemnes vestimentas de que fue revestido) apostado al acecho para suceder al deán en la dignidad tras su jubilación, con el poca-pena de Mn. Serra; a los que hay que añadir las figuras del Canciller Gordo y el imperturbable Vives, que es el machaca. Estos son los numerados. Ésta es la corte episcopal-cardenalicia de la diócesis. Componentes para un cóctel de toda clase de felonías, dada la cuantía de las rentas que administran, así como las fundaciones que están en sus manos.

El canónigo Turull
Lo que realmente le interesa a este singular colegio catedralicio no es la dignidad del culto en la Iglesia Madre Barcelonesa, sino el postín y el prestigio que representan el cargo y las prebendas anexas. No veo a Turull y a Bobby ejerciendo como penitencieros, chantres, lectorales o magistrales de nuestra Santa Iglesia Catedral Basílica. No son tampoco hombres de coro, sino más bien de caño. Y singulares administradores de tantísimos recursos puestos en manos de la diócesis, representada jurídicamente por ese variopinto colegio catedralicio.
¡Y cómo es de hipócrita la izquierda nacionalprogresista en nuestras latitudes! No nos podemos imaginar la que hubieran montado si el prejubilado Sistach, como castillo de fuegos de “final de fiesta” de su pontificado, hubiese nombrado canónigos a Monseñor González Agápito, a Mn. Francesc Prieto o  a Mn. Corts para completar el esplendor de la macro-ordenación en la Sagrada Familia de gente sin acabar los estudios, muchos sin ministerios (otrora órdenes menores), y sin observar los debidos intersticios entre diaconado y presbiterado: la solemnidad de la despedida lo requería. Si hubiesen sido esos los nombramientos, los curas del sistema hubieran armado la de Dios es Cristo. No los hubieran admitido ni para lampareros. Pero como los nombrados son de los suyos, callan como pulgas.
Entretanto nosotros permanecemos aquí, agazapados, en nuestros puestos de combate y ministerio, viéndolas venir y contándoos los acontecimientos a todos vosotros, nuestros queridos lectores y fieles seguidores, que no secuaces. La diócesis fenece y a este ritmo de sucesos, ni notario  se encontrará para dar fe de la extinción. Algunos sin embargo, cantarán el gori-gori como capiscoles. No darán para más. Iglesia peregrina de Dios. Primavera eclesial. Poble de Déu en marxa. Y fuga.

Prudentius de Bárcino

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