El 25 de noviembre de 2014 publicaba un escrito con el título "La candidatura de Omella para Barcelona (III): Más cerca de Barcelona que de Zaragoza", en el que desgranaba en un tercer capítulo las posibilidades de Don Juan José para acabar recalando como arzobispo de Barcelona, no me equivoqué y finalmente mis presagios se hicieron realidad, aunque como resaltaba en aquel artículo, habían otro lugar donde podía haber acabado el obispo turolense, concretamente en su diócesis de origen: Zaragoza.
Don Juan José conocía la diócesis perfectamente, había estudiado en su Seminario, y había recibido allí la ordenación sacerdotal, además fue su obispo auxiliar, y algo muy importante, contaba con todo el apoyo del arzobispo emérito, Don Elías Yanes (conocido en algunos medios como "El Yanero solitario"), que lo había promocionado al episcopado, y que lo tenía como fiel discípulo suyo. La batalla entre el conspirador Yanes y los suyos contra Don Manuel Ureña, su sucesor, acabó en derrota humillante para el obispo valenciano, por tanto todo estaba a favor del retorno del hijo pródigo Omella (por entonces en Logroño). Algo parecido a lo que sucedió en Barcelona, en que después de Don Narcís Jubany, llegó Don Ricardo Carles, perseguido y vilipendiado por el clero progresista, y finalmente n.s.b.a. y (poco) jubilado cardenal Martinez Sistach, discípulo de Jubany y amigo del progresismo que hizo la vida imposible a Don Ricardo. En Zaragoza hubiera sido lo mismo, primero Don Elías, después el "rechazado" Ureña (por el clero progresista) y finalmente el discípulo del primero, Don Juan José.
Pero habían algunos problemas, el primero que el Santo Padre, quería para Barcelona a Don Juan José, y aunque inicialmente él no quería venir a la ciudad condal, la candidatura alternativa del copríncipe para nuestra archidiócesis, resultó ser un fiasco, sobre todo cuando en Roma descubrieron cosas no muy positivas de Don Joan Enric. Así que finalmente el boomerang volvió a Omella, que siempre fue el candidato perfecto para Su Santidad. En segundo lugar, el "escándalo Ureña" no parecía que se iba a evaporar, sino que iba a dar bastante guerra, como así ha sido, y Don Juan José quedaba demasiado salpicado en el proceso. Queda bastante feo que un obispo titular haya contribuido a la caída de su antecesor, ya bastante se le ha involucrado estando en Barcelona, pues hubiera sido demasiado desagradable que hubiera pasado estando en la misma Zaragoza, y entre otras cosas, hubiera tenido que ir a declarar a los juzgados como le ha pasado a su sucesor.
Así que la solución ya es conocida, Don Juan José para Barcelona y Don Vicente Jiménez Zamora para Zaragoza, un obispo que había pasado hasta el momento con mucha discreción, con la experiencia de haber pastoreado las diócesis de Osma-Soria y Santander. Para llegar a la capital aragonesa contó con la aprobación del tándem Osoro-Omella, conocido ficticiamente como "los hombres del Papa Francisco en España". Habían otros candidatos, pero Don Carlos no quería promocionar a ninguno de los auxiliares que le había dejado S.E.R. Don Antonio María Rouco.
Don Vicente llegó a Zaragoza en una situación complicada, una diócesis maltratada por el clero progresista en la era de Don Elías, con el esperanzador pontificado de Don Manuel Ureña, que acabó asediado por la vieja guardia de su antecesor, y que como es sabido se vió obligado a presentar su renuncia a raíz del caso del indemnizado diácono de Épila, un caso que les vino al pelo a sus enemigos para dar el golpe definitivo, con el apoyo de importantes eclesiásticos muy bien posicionados en Roma y conocidos en algunos sectores como "El frente del Ebro".
Pero Don Vicente no se amilanó, ni puso la cabeza debajo del ala, decidió ponerse manos a la obra para intentar levantar su castigada diócesis. Con decisión y valentía dejó claro que iba a gobernar y que no aceptaría presiones, especialmente del loby del Yanero, que siempre se han pensado que van a gobernar la diócesis eternamente. Eso se acabó, y ya era hora.
Como muestra de la gestión de Don Vicente, comentar que al cabo de seis meses de su toma de posesión, nombraba un nuevo rector para el Seminario y cambiaba a todos sus formadores, ahora me ha llegado que quiere volver a abrir el Seminario Menor. Así se entra en una diócesis y se demuestra que el obispo lleva el báculo, de lo contrario con indecisiones y falta de valentía consigues que el clero se te suba a las barbas y ya luego dificilmente puedes imponerte (léase lo que el pasó al pobre Don Ricardo en Barcelona).
Qué distinto me parece de lo que está pasando en Barcelona con Don Juan José, sólo dos años mayor que Don Vicente. Nuestro actual arzobispo no acaba de arrancar, se le agradece su simpatía y cordialidad, pero una diócesis con tantos problemas y tanta rebeldía clerical hay que empezar a atajarla desde el principio, empezando por el Seminario diocesano, del que ya hemos dado diversas muestras de que no funciona de ninguna manera, por muchos decorados Potemkin que quiera vender el Rvdo. Josep Maria Turull. Y el resto de las estructuras diocesanas en manos de los protegidos de Sistach, algunos más que amortizados, otros con claras deficiencias para los cargos que ocupan, y unos terceros con verdaderos problemas de ortodoxia doctrinal. La situación no está para esperar más, de momento Don Juan José ha demostrado que va lento, esperemos que al menos sea para actuar seguro.
Antoninus Pius
Don Juan José conocía la diócesis perfectamente, había estudiado en su Seminario, y había recibido allí la ordenación sacerdotal, además fue su obispo auxiliar, y algo muy importante, contaba con todo el apoyo del arzobispo emérito, Don Elías Yanes (conocido en algunos medios como "El Yanero solitario"), que lo había promocionado al episcopado, y que lo tenía como fiel discípulo suyo. La batalla entre el conspirador Yanes y los suyos contra Don Manuel Ureña, su sucesor, acabó en derrota humillante para el obispo valenciano, por tanto todo estaba a favor del retorno del hijo pródigo Omella (por entonces en Logroño). Algo parecido a lo que sucedió en Barcelona, en que después de Don Narcís Jubany, llegó Don Ricardo Carles, perseguido y vilipendiado por el clero progresista, y finalmente n.s.b.a. y (poco) jubilado cardenal Martinez Sistach, discípulo de Jubany y amigo del progresismo que hizo la vida imposible a Don Ricardo. En Zaragoza hubiera sido lo mismo, primero Don Elías, después el "rechazado" Ureña (por el clero progresista) y finalmente el discípulo del primero, Don Juan José.
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Don Vicente Jiménez Zamora |
Así que la solución ya es conocida, Don Juan José para Barcelona y Don Vicente Jiménez Zamora para Zaragoza, un obispo que había pasado hasta el momento con mucha discreción, con la experiencia de haber pastoreado las diócesis de Osma-Soria y Santander. Para llegar a la capital aragonesa contó con la aprobación del tándem Osoro-Omella, conocido ficticiamente como "los hombres del Papa Francisco en España". Habían otros candidatos, pero Don Carlos no quería promocionar a ninguno de los auxiliares que le había dejado S.E.R. Don Antonio María Rouco.
Don Vicente llegó a Zaragoza en una situación complicada, una diócesis maltratada por el clero progresista en la era de Don Elías, con el esperanzador pontificado de Don Manuel Ureña, que acabó asediado por la vieja guardia de su antecesor, y que como es sabido se vió obligado a presentar su renuncia a raíz del caso del indemnizado diácono de Épila, un caso que les vino al pelo a sus enemigos para dar el golpe definitivo, con el apoyo de importantes eclesiásticos muy bien posicionados en Roma y conocidos en algunos sectores como "El frente del Ebro".
Pero Don Vicente no se amilanó, ni puso la cabeza debajo del ala, decidió ponerse manos a la obra para intentar levantar su castigada diócesis. Con decisión y valentía dejó claro que iba a gobernar y que no aceptaría presiones, especialmente del loby del Yanero, que siempre se han pensado que van a gobernar la diócesis eternamente. Eso se acabó, y ya era hora.
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Don Juan José junto al cuadro de Elías Yanes |
Qué distinto me parece de lo que está pasando en Barcelona con Don Juan José, sólo dos años mayor que Don Vicente. Nuestro actual arzobispo no acaba de arrancar, se le agradece su simpatía y cordialidad, pero una diócesis con tantos problemas y tanta rebeldía clerical hay que empezar a atajarla desde el principio, empezando por el Seminario diocesano, del que ya hemos dado diversas muestras de que no funciona de ninguna manera, por muchos decorados Potemkin que quiera vender el Rvdo. Josep Maria Turull. Y el resto de las estructuras diocesanas en manos de los protegidos de Sistach, algunos más que amortizados, otros con claras deficiencias para los cargos que ocupan, y unos terceros con verdaderos problemas de ortodoxia doctrinal. La situación no está para esperar más, de momento Don Juan José ha demostrado que va lento, esperemos que al menos sea para actuar seguro.
Antoninus Pius