No tengo nada contra los valencianos, como todos los territorios de España, sus habitantes tienen cosas positivas y negativas, pero la experiencia de traer obispos valencianos a Cataluña ha sido un verdadero desastre, y aunque quizá lo bueno esté por llegar, (existe un obispo valenciano bueno y está en Alcalá) prefiero no jugármela otra vez, aunque sólo sea por una cuestión de claros antecedentes.
Saco este tema a colación a raiz de las informaciones (muy contrastadas) que mi amigo Oriolt nos proporcionaba en su artículo de ayer. Estoy totalmente de acuerdo con él, que el candidato de S.S. el Papa Francisco es Don Juan José Omella, pero sólamente la posibilidad de oir el nombre de un valenciano como candidato, aunque sea con pocas posibilidades, me pone nervioso. Dejo a un lado la información que este mismo domingo sacaba el diario El Punt-Avui (portavoz del nacionalprogresismo eclesial) que sigue apostando por los candidatos de siempre: Vives, Pujol y Taltavull, los que a ellos les gustarían, los que podrían tener controlados y al servicio de sus intereses. Realmente esta prensa al servicio del prusés ha perdido toda credibilidad y contactos en Roma, y es incapaz de reconocer que el Papa al que tanto exalzan, no ha nombrado ningún obispo catalán para Cataluña (Lérida y Tortosa) y a día de hoy estoy convencido de que tampoco lo va a hacer para Barcelona.
No he ocultado nunca mi aprecio hacia Don Ricardo Carles (RIP), el valenciano que fue arzobispo de Barcelona (1990-2014), era un buen hombre, un buen sacerdote y un buen obispo de Tortosa, pero aquí fue un mártir en vida, lo crucificaron por todos los lados, por no ser nacionalista (y por tanto tener a Pujol en contra) y por ser de recta doctrina (y por tanto tener al clero progresista en contra). La difícil situación le superó, quería ganarse al clero protestón (algo que nunca consiguió y que nunca debió intentar) nombrando obispos y cargos de su cuerda (Carrera, Vives, Soler Perdigó, Traserra, Tena...) y poniendo continuamente el freno de mano a las reformas que necesitaba la diócesis, eso desesperaba al clero fiel, que confiaba en él por sus antecedentes y que poco a poco se fue decepcionando. Al final acabó encerrado y desconfiando de todos, con ese pequeño grupo de fieles al que se denominó la guardia pretoriana del cardenal.
Y este ha sido, corregido y aumentado, uno de los grandes defectos de muchos valencianos que han sido obispos de otros territorios. Al no conocer la realidad diocesana encomendada, han intentado confiarse en personas de la diócesis en la que habían desembarcado y en la mayoría de los casos erraron en la elección. Sobre todo los que hemos tenido por aquí, cuyos casos más claros son el por fin ya dimisionado Don Juan Piris (discípulo de Don Ricardo), que en Lérida dio todo el poder diocesano al progresista Rvdo. Ramon Prat, o el de Don Agustín Cortés, que ha dejado el mando de la diócesis a los amiguetes del copríncipe (los Rvdos. Berdoy, Domingo, Milà...). El caso más lamentable fue el de Don Jesús Murgui en Mallorca que tuvo un verdadero valido, en la persona del Rvdo. Lluc Riera.
Los obispos valencianos han llegado a Cataluña, asustados, temblorosos, sabiendo que la situación eclesial y política es sumamente complicada, y con la excepción de Don Ricardo que fue el único que se mojó (a pesar de sus inseguridades y dudas), y por eso recibió el más cruel de los varapalos, los demás prelados han intentado pasar, sin pena ni gloria, con la máxima discreción, mirando de ahorrarse cualquier problema, cediendo en lo que haga falta y aplicando aquel dicho catalán "qui dia passa, any empeny" (el que pasa un dia ya le falta menos para pasar un año).
El obispo valenciano del que nos hablaba ayer Oriolt, Don Jesús Catalá, es un poco más de lo mismo, apuntaba maneras y decían que su carácter aparentemente duro, pondría orden en la diócesis en la que había sido destinado, devastada y dejada en manos de lo peor por el catalán Don Ramon Buxarrais.(¿A alguien le extraña que después de prelados así, no haya ni un sólo obispo catalán en el resto de España?), y no mejorada por su sucesor Don Antonio Dorado. Pero aunque la cara de palo no le ha cambiado (no digo que un obispo tenga que tener una permanente sonrisa profident), su gestión no ha sido para tirar cohetes y lo peor es que algunos de sus hombres fuertes o de confianza no son lo mejorcito de su diócesis.
En algunas cosas intenta emular a su paisano Don Juan Antonio Reig, mostrándose duro e intransigente, pero equivocándose de contrincante, como cuando le pidieron la celebración de la Santa Misa por el rito extraordinario y actuó de forma más intolerante que n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach en Barcelona, recibiendo un suave correctivo de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. Me parece muy bien que sea valiente con el colectivo homosexual, (como Don Juan Antonio), pero tampoco hace falta decir que “El matrimonio gay es como la unión entre un hombre y un perro o un bebé y un anciano", eso es una provocación en toda regla y ganas de crear polémica. Por cierto, después de estas declaraciones, el prelado se acabó reuniendo con representantes del colectivo gay para aclarar su postura y éstos salieron muy satisfechos.
Con las hermandades y cofradías ha tenido muchisimos problemas, unos justificados como cuando se opuso a que un comunista hiciera el pregón de Semana Santa, o indujo a un hermano mayor a que dimitiera por estar en proceso de divorcio, pero otros injustificados, y en algún caso con rectificación del propio obispo, después de darse cuenta de su error, lo que le resta muchísima autoridad.
El problema es que este obispo valenciano tiene un muy buen padrino, que sin duda es muy influyente en Roma y en el Santo Padre, pero eso ya es tema de otro escrito.
Antoninus Pius
Saco este tema a colación a raiz de las informaciones (muy contrastadas) que mi amigo Oriolt nos proporcionaba en su artículo de ayer. Estoy totalmente de acuerdo con él, que el candidato de S.S. el Papa Francisco es Don Juan José Omella, pero sólamente la posibilidad de oir el nombre de un valenciano como candidato, aunque sea con pocas posibilidades, me pone nervioso. Dejo a un lado la información que este mismo domingo sacaba el diario El Punt-Avui (portavoz del nacionalprogresismo eclesial) que sigue apostando por los candidatos de siempre: Vives, Pujol y Taltavull, los que a ellos les gustarían, los que podrían tener controlados y al servicio de sus intereses. Realmente esta prensa al servicio del prusés ha perdido toda credibilidad y contactos en Roma, y es incapaz de reconocer que el Papa al que tanto exalzan, no ha nombrado ningún obispo catalán para Cataluña (Lérida y Tortosa) y a día de hoy estoy convencido de que tampoco lo va a hacer para Barcelona.
No he ocultado nunca mi aprecio hacia Don Ricardo Carles (RIP), el valenciano que fue arzobispo de Barcelona (1990-2014), era un buen hombre, un buen sacerdote y un buen obispo de Tortosa, pero aquí fue un mártir en vida, lo crucificaron por todos los lados, por no ser nacionalista (y por tanto tener a Pujol en contra) y por ser de recta doctrina (y por tanto tener al clero progresista en contra). La difícil situación le superó, quería ganarse al clero protestón (algo que nunca consiguió y que nunca debió intentar) nombrando obispos y cargos de su cuerda (Carrera, Vives, Soler Perdigó, Traserra, Tena...) y poniendo continuamente el freno de mano a las reformas que necesitaba la diócesis, eso desesperaba al clero fiel, que confiaba en él por sus antecedentes y que poco a poco se fue decepcionando. Al final acabó encerrado y desconfiando de todos, con ese pequeño grupo de fieles al que se denominó la guardia pretoriana del cardenal.
Y este ha sido, corregido y aumentado, uno de los grandes defectos de muchos valencianos que han sido obispos de otros territorios. Al no conocer la realidad diocesana encomendada, han intentado confiarse en personas de la diócesis en la que habían desembarcado y en la mayoría de los casos erraron en la elección. Sobre todo los que hemos tenido por aquí, cuyos casos más claros son el por fin ya dimisionado Don Juan Piris (discípulo de Don Ricardo), que en Lérida dio todo el poder diocesano al progresista Rvdo. Ramon Prat, o el de Don Agustín Cortés, que ha dejado el mando de la diócesis a los amiguetes del copríncipe (los Rvdos. Berdoy, Domingo, Milà...). El caso más lamentable fue el de Don Jesús Murgui en Mallorca que tuvo un verdadero valido, en la persona del Rvdo. Lluc Riera.
Los obispos valencianos han llegado a Cataluña, asustados, temblorosos, sabiendo que la situación eclesial y política es sumamente complicada, y con la excepción de Don Ricardo que fue el único que se mojó (a pesar de sus inseguridades y dudas), y por eso recibió el más cruel de los varapalos, los demás prelados han intentado pasar, sin pena ni gloria, con la máxima discreción, mirando de ahorrarse cualquier problema, cediendo en lo que haga falta y aplicando aquel dicho catalán "qui dia passa, any empeny" (el que pasa un dia ya le falta menos para pasar un año).
El obispo valenciano del que nos hablaba ayer Oriolt, Don Jesús Catalá, es un poco más de lo mismo, apuntaba maneras y decían que su carácter aparentemente duro, pondría orden en la diócesis en la que había sido destinado, devastada y dejada en manos de lo peor por el catalán Don Ramon Buxarrais.(¿A alguien le extraña que después de prelados así, no haya ni un sólo obispo catalán en el resto de España?), y no mejorada por su sucesor Don Antonio Dorado. Pero aunque la cara de palo no le ha cambiado (no digo que un obispo tenga que tener una permanente sonrisa profident), su gestión no ha sido para tirar cohetes y lo peor es que algunos de sus hombres fuertes o de confianza no son lo mejorcito de su diócesis.
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La cara del obispo en una procesión, un poema |
Con las hermandades y cofradías ha tenido muchisimos problemas, unos justificados como cuando se opuso a que un comunista hiciera el pregón de Semana Santa, o indujo a un hermano mayor a que dimitiera por estar en proceso de divorcio, pero otros injustificados, y en algún caso con rectificación del propio obispo, después de darse cuenta de su error, lo que le resta muchísima autoridad.
El problema es que este obispo valenciano tiene un muy buen padrino, que sin duda es muy influyente en Roma y en el Santo Padre, pero eso ya es tema de otro escrito.
Antoninus Pius