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Antiguo edificio en Casablanca del Seminario de Zaragoza, y Omella en Cretas |
Casi desde los inicios del nombramiento de Don Juan José como arzobispo de Barcelona, empezaron a llegarnos cartas de muchas personas especialmente diocesanas de Zaragoza tratando de explicarnos lo que nosotros dimos en llamar “la trama maña”. La defenestración de Mons. Ureña como arzobispo de Zaragoza y todos los tejemanejes que la precedieron y sucedieron estaban aún muy presentes; y al parecer, Don Juan José Omella tuvo algo o mucho que ver en todo ello.
No quisimos entrar en la cuestión no sólo por respeto al entonces recién nombrado Pastor de nuestra Archidiócesis, sino porque intuíamos que la cuestión que presentaba perspectivas morales muy oscuras, nos iba a introducir en callejones sin salida y además poco aireados. Hablar de “sexto y nono” no fue nunca nuestra obsesión; y mezclar esa cuestión (que era fundamentalmente la del diácono de Épila) con cuestiones financieras diocesanas de una diócesis desconocida en sus entresijos como la zaragozana, era enmarañar la madeja. Procesos judiciales estaban en curso, personas implicadas en los hechos heridas por los acontecimientos y confesémoslo, dimos un voto de confianza a lo que Omella pudiera hacer en Barcelona y no tanto lo que hubiera hecho como auxiliar de Zaragoza, como titular de Barbastro o de Calahorra-La Calzada- Logroño. La llamada trama maña la tenemos pues más que aparcada, empaquetada y precintada. Ahí está. El tiempo pondrá todo en su sitio. Y un día, más cercano que lejano, todo saldrá a la luz, y no sólo la cuestión del despido en la notaría y el Tribunal Metropolitano.
Lo que realmente ahora nos interesaría conocer y no es fácil, es el urdido Omella. Y pasamos a explicarnos. Don Juan José, aunque tímidamente, va mostrando no tanto su carácter aparente y su temperamento, sino un conjunto de prioridades y tics pastorales que se nos presentan un tanto preocupantes. Y más allá de la reacción a bote pronto que nos puedan suscitar su orientación pastoral (si es que realmente existe algo en su cabeza) o los postulados que adopta en cuestiones fundamentales, necesitamos conocer el origen y el armazón sobre los que estos se construyen. En una palabra, claro y catalán: el perquè de tot plegat (el porqué de todo ello). Ya Ovidio genialmente asentó el principio: felix qui potuit cognoscere rerum causas. Afortunado el que puede conocer las causas de las cosas. O las cosas por sus causas. Y en ello estamos. No nos quedemos únicamente con el humo, vayamos al fuego. ![]() |
Últimos días de Mons. Ureña en Zaragoza y el exdiácono Daniel Peruga |
Todos imaginamos cuál fue la infancia de un chico de una familia humilde y creyente nacido en 1946, en ese hermoso pueblo turolense que es Cretas (Queretes). No sabemos si fue monaguillo o no, ni las experiencias que llegó a vivir con los curas de su pueblo y si estas le marcaron profundamente ni cómo ni de qué manera. Tampoco esto resulta lo más trascendental. Lo que sí resulta trascendental es saber cuál fue su formación espiritual e intelectual en el Seminario Metropolitano de Zaragoza, el de San Valero y San Braulio. Esto resulta para nosotros harto difícil, en primer lugar porque desconocemos casi por completo al clero zaragozano y por extensión aquel ambiente en el edificio antiguo, al principio de la avenida Hispanidad en el barrio de Casablanca, en la década de los 60. Y eso aún resulta más oscuro porque la mayoría de los compañeros de su curso fueron secularizándose progresivamente en la década de los 70. Omella es de los pocos que quedó de aquella hornada. Fueron promociones terroríficas en lo que se refiere a perseverancia. También en Barcelona y creemos que por doquier.
Pero es necesario que sepamos cómo fue formado filosóficamente, cómo en Teología Fundamental y Dogmática, en Sagrada Escritura, en Liturgia, en Teología Moral y muy importante, en Doctrina Social de la Iglesia: porque de los déficits o deformaciones doctrinales o de las buenas orientaciones y bases recibidas, acabaremos comprendiendo por qué nuestro Cardenal establece el orden de primacías que establece y en razón de que causas. No creemos que el tiempo al parecer escaso que pasó en Lovaina en la casa de los Padres Blancos, pudiera tener excesiva importancia. O sí. Porque sobre los años pasados en Lovaina hay disensión, ya que en la biografía de la Conferencia Episcopal se detalla que fue el periodo que va de 1966 al 1970, cosa harto extraña. No imaginamos a un seminarista de Zaragoza enviado a estudiar a Bélgica con 20 años hasta las vigilias de su ordenación sacerdotal. Y más con Mons. Cantero Cuadrado como ordinario diocesano. En otros lugares aparece que su estancia fue en la década de los 70 precediendo su estancia de un año en Zaire. Desconocemos si en el ínterin obtuvo licenciatura en materia alguna, lo que sí podemos afirmar es que no presentó documento alguno de esos estudios en el Arzobispado zaragozano cuando le fue requerido para su ordenación episcopal. Tal documento no consta en los archivos diocesanos. Es verdad que en el nuevo Derecho Canónico no es condición requerida para ser obispo.
Esa es la urdimbre que nos interesa. Además de su formación espiritual de la que podemos intuir los trazos principales conociendo cómo eran en aquellos años los Operarios Diocesanos, hasta el 2008 encargados de la formación en el Seminario de Zaragoza. El resultado es que Omella es un hombre de oración y piadoso: lo fue en Mainar su primera parroquia, lo fue en Calanda y como auxiliar de Zaragoza y demás encargos episcopales y lo ha continuado siendo hasta nuestros días. Nada que objetar, en principio.
Pero con las lagunas con las que nos encontramos, es imposible elaborar un cuadro de sus esquemas mentales. Es posible que en Barbastro y en La Rioja aplicara recetas pastorales con éxito que ahora, adoptándolas, quisiera aplicar en Barcelona. También lo ignoramos. Aunque sin duda alguna la realidad pastoral de aquellas diócesis nada tiene que ver con Barcelona y con lo sucedido en nuestra Archidiócesis en estos últimos 50 años. Aquí hemos ya recorrido la Ceca y la Meca. Estos son los parámetros en los que deseamos profundizar, los que nos coloquen en la auténtica personalidad, más allá de las apariencias que siempre engañan, de don Juan José Omella Omella, nuestro Cardenal Arzobispo. Pedimos pues vuestra colaboración, especialmente de los aragoneses que con sus comentarios y esbozos pueden ayudarnos en esta ardua tarea. Repetimos: no nos interesa ahora la trama maña sino en la urdimbre Omella. Seguro que sacaremos algo en claro. Contamos con vosotros, amables lectores e informadores. Iniciemos bien el curso pastoral. Por los cimientos y con alegría.
El Directorio de Mayo Floreal
de Germinans Germinabit
El Directorio de Mayo Floreal
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