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El día de San Severo

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o cuando obispo católico es sinónimo de martirio
Martirio de San Severo (izquierda). Don Juan José Omella, en la procesión patronal
La intervención arqueológica llevada a cabo el año 2012 en la Basílica de los Santos Justo y Pastor por Irene Gibrat y Julia Beltrán, y que se centró en la actual sacristía de la iglesia gótica, permitió sacar a la luz un elemento muy trascendental: parte de una piscina bautismal que debió tener planta de cruz. El descubrimiento posee una especial importancia, pues ha de vincularse a la presencia de un obispo, ya que en la antigüedad tardía, el bautismo estaba reservado únicamente a los obispos: lo administraban únicamente una vez al año (en Pascua en Roma, en Navidad en Hispania). Sabiendo, como está sobradamente documentado, que la basílica principal y su baptisterio, así como la iglesia martirial, el palacio episcopal y el condal-visigodo se localizan bajo la actual catedral, no existirían dudas de que este núcleo episcopal debajo de la actual basílica de los SS. Just i Pastor constituiría el centro del culto católico de la ciudad, en contraposición al oficial culto arriano de los visigodos invasores.
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Gala Placidia y Ataúlfo
Recordemos que desde el año 415 (cuando Ataúlfo y Gala Placidia establecen su corte en Barcelona y fundan el reino godo de Hispania, unidad política independiente de Roma), comienza un periodo de convivencia no siempre fácil y pacífica entre la población hispanorromana local (católica) y los recién llegados godos (arrianos). Existe documentación escrita sobre la dualidad de culto cristiano (católico y arriano) en Bárcino, existiendo pues dos núcleos episcopales. Podemos plantear pues de manera clara, que cuando los visigodos se instalaron en la ciudad ocuparon el antiguo núcleo episcopal que estaba en el ángulo norte cercano a la muralla,  bajo la catedral actual; y que los católicos fueron desplazados a “Sts. Just i Pastor” donde ya existiría una primera iglesia dedicada a los santos hermanos mártires complutenses. Este núcleo episcopal católico era más pequeño y de menor peso en la Bárcino oficial. Además de la piscina bautismal, poseemos dos capiteles visigóticos reutilizados como pilas de agua bendita y fragmentos de dos sarcófagos de mármol procedentes de la isla de Proconeso (la actual Mármara Adasi)  que procede de los talleres de Roma: elementos funerarios nobles, destinados únicamente a personajes notables que eran los únicos que podían enterrarse intramuros. Debieron escoger ese lugar por su cercanía a las reliquias que de bien cierto albergaría la iglesia del siglo VI, edificada sin duda sobre los restos de otra paleocristiana.
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La piscina bautismal
Visitando el conjunto, se puede contemplar a través de un vidrio en el suelo de la actual basílica, el ábside lateral de la cabecera triabsidial de la basílica del siglo VI, hallado por los arqueólogos en las excavaciones de 2013. En el nivel inferior se conserva la cripta ('confessio') de un personaje destacado vinculado a la comunidad cristiana del momento; así como una pequeña ventana (fenestella confessionis) desde la cual los fieles podían orar mirando el interior de la cripta soterrada.
La parte central del ábside, donde se encontraba el altar, quedaba enmarcada por el arco triunfal, que descansaba sobre dos grandes columnas. Este hallazgo permite a los expertos comenzar a dibujar la planta de este antiguo templo de culto católico, que se situaría en sentido transversal a la actual iglesia gótica. La coexistencia de dos obispados en la Barcelona del siglo VI es algo insólito por cuanto sólo se tiene constancia arqueológica de un ejemplo idéntico en Rávena (Italia).
La Bárcino hispanorromana católica con su basílica en SS. Justo y Pastor
 En el siglo VI se celebraron seis concilios en la Tarraconense, dos de ellos en Barcelona, el primero en el año 540, siendo obispo Nebridio y que justamente tuvo lugar muy probablemente en esta iglesia dedicada a los santos Justo y Pastor. Estos dos concilios barcinonenses nos muestran ya una cierta tolerancia y buena convivencia entre arrianos y católicos, que quizás estuvo  o precedida o seguida de un periodo de persecución contra la comunidad católica hispanorromana.
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Bárcino siglo I
La inexistencia de documentación histórica sobre el obispo y mártir  San Severo de Barcelona, encuadrado hagiográficamente de manera muy tardía bajo la persecución de Diocleciano de inicios del siglo IV, nos haría ahora resituarlo no bajo la persecución pagana llevada a cabo por su procurador Daciano en la Bárcino del siglo IV, sino durante el periodo que va desde el arribo de los visigodos en el 415 (Ataúlfo) hasta la conversión de éstos al catolicismo en el 589. Recordemos que Barcelona fue sede regia de los reyes Gesaleico, Teudis y Teudiselo foco de poder por tanto, y consiguientemente de tensión política (no es de extrañar que también religiosa) bajo sus reinados. Recordemos las tensiones políticas del final del reinado de Leovigildo, cuando el rey suevo Miro queriendo ayudar a los católicos apoya en principio al príncipe San Hermenegildo, educado católicamente por San Leandro en Sevilla; pero que luego se desdice restableciendo su amistad con Leovigildo. Hermenegildo se refugiará entonces en una iglesia en Córdoba el año 584, al cual su hermano Recaredo, en nombre de su padre el rey, le ofrece conservar su vida a cambio de entregarse. Una vez arrestado fue trasladado a Sevilla y posteriormente a Valencia. El rey de los francos, hermano de su esposa, quiso ayudarle invadiendo la Galia Narbonense. Ante esto, Hermenegildo huye de la cárcel para unirse al ejército franco; pero es apresado y será encarcelado en Tarragona, donde será martirizado por negarse a recibir la comunión de manos de un sacerdote arriano, el 13 de abril del año 585. Cuatro años más tarde, Recaredo abjurará del arrianismo en el III Concilio de Toledo. Era el 8 de mayo.
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Restos arqueológicos de Bárcino
Son claros, pues, los datos de la existencia de dos comunidades: una auténticamente católica y otra herético-arriana de carácter oficialista. Y es evidente también la consiguiente tensión religiosa y política.  De todo ello dan testimonio tanto los datos arqueológicos como la hagiografía y la tradición cristiana. Nuestra mirada pone su atención en la íntima unión entre el ministerio episcopal y el testimonio martirial en aquella comunidad cristiana de los siglos V-VI.
Hoy, día 6 de noviembre, se celebra la fiesta del santo obispo y mártir Severo de Barcelona. Su cabeza, según la tradición, fue atravesada por uno o tres clavos que acabaron gloriosamente con su vida, allí en el Castrum Octavianum (hoy St. Cugat del Vallès).
En ésta efemérides Don Juan José Omella será nombrado Arzobispo de esta ciudad y sede episcopal. Va a encontrarse con una comunidad sólo “oficialmente” unida. La existencia de un catolicismo de resistencia, martirialmente (es decir testimonial y confesionalmente) marginado, es innegable. La pax sistachiana fue sólo apariencia. Este catolicismo es el heredero de unas raíces históricas gloriosas, y puede ser pujante y hacer recuperar el impulso que tuvo el catolicismo en nuestra tierra. Ha de ser la Nueva Evangelización a la que a la cabeza deberá ir don Juanjo. ¡Esté atento con los clavos en ella!
Existe un clero y un laicado “germinante”  y ansioso de encontrar en él un auténtico padre, un maestro, un  pastor y guía de su fe y  su compromiso apostólico. Para todo ello nos tendrá a su disposición. Todo el largo relato histórico de este artículo sólo tenía como objetivo concienciar a todos de la labor y la responsabilidad que recae sobre nuestras espaldas y nuestra conciencia. Nos miran los siglos, nos observan los mártires. Estos, afortunadamente, también pueden ser nuestros mayores ejemplos y valedores.
¡Bien venido don Juan José  a Bárcino, nuestra Ciudad y Diócesis!

Prudentius de Bárcino

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