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Omella apoya la devolución a Aragón de los bienes de la Franja

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Si alguien se pensaba que Don Juan José Omella, se convertiría rápidamente en un catalanista, como consecuencia de su nuevo destino en Barcelona, es que le conocían muy poco. Ese chaqueterismo ha sido abundante en obispos valencianos aterrizados en Cataluña (con la excepción de Don Ricardo) y también en el menorquín Don Sebastià Taltavull, que en Catalunya Ràdio se mostró partidario de apoyar la independencia de Cataluña si esta era la voluntad del pueblo catalán. 

Pero Don Juan José, por mucho que algunos se empeñen en decir que es de la "Franja", es un maño por todos los costados. Que además ya se había pronunciado sobre este tema y por tanto como buen aragonés se va a mantener en sus trece, es decir, se ha reafirmado en lo que ya dijo cuando fue obispo de Barbastro-Monzón, y es que los bienes de la Franja deben ser devueltos a Aragón, tal como mandan las resoluciones y sentencias que claramente ya ha manifestado la Santa Iglesia Católica.
Omella no va a renegar de sus orígenes
El arzobispo electo de Barcelona no va a traicionar sus orígenes, tampoco su palabra dada, y sobre todo a las personas que han intercedido por él, para que llegara a tan alto cargo eclesial y que todas ellas están escandalizadas por la actitud de algunos obispos leridanos y del nacional-catolicismo catalán, negándose a entregar lo que no es suyo. El primero de ellos el Secretario de Estado de la Santa Sede, S.E.R. el cardenal Pietro Parolin, que ya intervino en el conflicto cuando el de Cretas estaba en Barbastro, sin olvidarnos de otro turolense, tan influyente en Roma y en el Santo Padre, como S.E.R. el cardenal Santos Abril Castelló.

Las palabras de nuestro arzobispo preconizado son un mazazo muy grande para el nacional-progresismo catalán, que ha intentado ocultar su desengaño por no ser el obispo deseado, con el hecho de que Omella habla catalán y tiene una gran sensibilidad social, porque en el fondo estas dos cuestiones les importan un pimiento. También Don Ricardo hablaba catalán y lo martirizaron. Lo que estos sectores querían en un obispo como el copríncipe o como Taltavull, es que fuera más valiente que Sistach en las cuestiones nacionalistas y que mantuviera o mejorara la presencia del progresismo en el gobierno diocesano, es decir que viniera de donde viniera, fuera dels nostres (de los nuestros)

Don Juan José les ha dejado claro que de lo del nacionalismo ya se pueden olvidar, y que por mucho que desde Ràdio Estel le quieran imponer el "Joan Josep", él va a firmar siempre como Juan José, algo que ni siquiera hizo Don Ricardo, que rápidamente empezó a aparecer como Ricard Maria. Y ya se pueden ir haciendo la idea de que no va a ser un aragonés converso, sino un maño que seguirá siendo maño, eso sí, viviendo en Cataluña e intentando  integrarse como tantos catalanes venidos de fuera.

Además, atención con la afirmación de Don Juan José sobre el cumplimiento de las leyes eclesiásticas, si ese es el patrón que va a seguir para que se cumplan las normas de la Iglesia en una diócesis donde lo que impera es el incumplimiento, algunos van a sufrir de lo lindo, porque quizá el laisser faire, laisser passer de Jubany y Sistach, y en parte de Don Ricardo a lo mejor va a pasar a mejor vida.

Omella, junto a sus sucesores en la diócesis de Barbastro, 
Angel Pérez (izquierda) y Alfonso Milián (centro)
Y si el clero nacional-progresista quiere hacerle la de Don Marcelo, Don Narcís, Don Ricardo, o Don Lluís, es que no saben lo que es un maño. Es decir, que si creen que pueden intimidarlo e intentar obligarlo a hacer lo que él no quiere, se van a llevar un castañazo de grandes dimensiones. A Don Marcelo lo echaron, a Don Narcís le obligaron a hacer lo que ellos quisieron, a Don Ricardo le amargaron la vida viendo que no se plegaba a sus designios, y con Don Lluís consiguieron la llamada pax sistachiana, de la que tanto presume nuestro actual Administrador Apostólico, y que lógicamente significó ceder en muchas de las peticiones del progresismo. A éste que no le vayan con cuentos y amenazas, porque saldrán trasquilados.

Con todo esto no estoy diciendo que Don Juan José va a ser el obispo excepcional que necesita la diócesis de Barcelona, el tiempo dirá como resuelve las complejas cuestiones diocesanas, y nosotros como hemos hecho siempre alabaremos lo que haga bien y seremos críticos con lo que no nos parezca positivo. Ojalá, a pesar del corto pontificado que tiene por delante, su presencia entre nosotros signifique un cambio en positivo de la lamentable situación actual; su valentía al hablar de los bienes de la Franja demuestra que algunas cosas ya están cambiando.

Antoninus Pius

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