Quieren la independencia pero también la revolución anti-capitalista
Artur Mas no para de recibir palos, y no me refiero a los que vienen de Madrid y del PP, siempre bien aireados por la prensa monocolor del nacionalismo, sino a los que vienen desde la misma Cataluña, y de sectores, que como él, también quieren la independencia, pero que no están dispuestos a que el paraguas de la secesión tape los escándalos de corrupción y los recortes que han marcado los últimos gobiernos de Convergència.
El pasado domingo la CUP, que tiene la llave para que Artur Mas sea investido presidente, dijo asambleariamente en Manresa, que no van a apoyar al candidato de Junts pel Sí, con lo que la situación política en Cataluña se complica tremendamente, porque sólo hay dos opciones: O la CUP finalmente acaba apoyando a Mas, algo que en este momento no se contempla, aunque en política todo puede cambiar en horas, o Junts pel Sí acepta otro candidato que no sea Mas, algo que tampoco parece que pueda producirse.
La CUP es una candidatura anti-sistema, que propugna una verdadera revolución en Cataluña, cargándose todas las actuales estructuras de estabilidad política, económica y social. No sólo propugnan la rebelión contra el Estado Español, sino formas de gobierno, como la presidencia colegiada, que no existe en ningún país democrático, o la salida de Europa y del Euro. Algo que ni al hasta hace poco muy revolucionario Tsipras griego se le había pasado por la cabeza.
Siempre ha habido formaciones revolucionarias, con más o menos calado social en Cataluña, aunque esta vez la CUP no sólo ha cogido mucha fuerza electoral, sino que el destino le ha puesto el futuro de nuestra tierra en sus manos. Lo que sorprende de esta formación es que haya personas vinculadas a la Iglesia que den su apoyo público a esta formación o que formen parte de sus órganos directivos, porque la CUP ha manifestado con cierta violencia su desprecio y rechazo a la religión católica, organizando actos explícitamente dirigidos a erradicar nuestra presencia en la sociedad. Ahí tenemos, por ejemplo, a Eulàlia Reguant, que ha salido de la diocesana Justicia y Paz de Barcelona, entidad canónica dependiente del arzobispado de Barcelona, o Eulàlia Puigderajols, secretaria del Consejo Parroquial de Santa María de Mataró que en un video público pide el voto para la CUP.
Pero vayamos a la Forcades. Porque a pesar de quedarse sin hábito y sin acta de diputada en las pasadas elecciones, no se puede estar quieta. Y junto con su compañero de aventuras políticas, el economista progre Arcadi Oliveres, también salido de la factoría católica de Justícia y Paz, hicieron público este sábado un manifiesto firmado por 140 activistas, titulado "Por un giro a la izquierda", en el que además de rechazar la candidatura de Mas para la presidencia de la Generalitat, propugnan políticas de izquierdas, en algunos casos con propuestas similares a las de la CUP, y atacan duramente al actual presidente y a su partido implicándolo en la corrupción y haciéndolo responsable de la "vida precaria, triste y angustiada" de muchos catalanes.
Aunque algún dirigente de la CUP ha firmado el manifiesto, la formación de Antonio Baños se ha desmarcado claramente del escrito, para dejar claro, que detrás de él no está su partido sino los líderes de Procés Constituent (Forcades y Oliveres). Y es que aunque la CUP acepte de buen grado todo el apoyo de personas católicas que se sumen a su anárquico proyecto, nunca van a dejar que sea una monja, por muy progre y moderna que sea, quien tenga la más mínima influencia en su formación.
Francesco Della Rovere
Artur Mas no para de recibir palos, y no me refiero a los que vienen de Madrid y del PP, siempre bien aireados por la prensa monocolor del nacionalismo, sino a los que vienen desde la misma Cataluña, y de sectores, que como él, también quieren la independencia, pero que no están dispuestos a que el paraguas de la secesión tape los escándalos de corrupción y los recortes que han marcado los últimos gobiernos de Convergència.
El pasado domingo la CUP, que tiene la llave para que Artur Mas sea investido presidente, dijo asambleariamente en Manresa, que no van a apoyar al candidato de Junts pel Sí, con lo que la situación política en Cataluña se complica tremendamente, porque sólo hay dos opciones: O la CUP finalmente acaba apoyando a Mas, algo que en este momento no se contempla, aunque en política todo puede cambiar en horas, o Junts pel Sí acepta otro candidato que no sea Mas, algo que tampoco parece que pueda producirse.
La CUP es una candidatura anti-sistema, que propugna una verdadera revolución en Cataluña, cargándose todas las actuales estructuras de estabilidad política, económica y social. No sólo propugnan la rebelión contra el Estado Español, sino formas de gobierno, como la presidencia colegiada, que no existe en ningún país democrático, o la salida de Europa y del Euro. Algo que ni al hasta hace poco muy revolucionario Tsipras griego se le había pasado por la cabeza.
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Eulàlia Reguant (a la derecha) puño en alto, junto a los principales dirgentes de la CUP |
Pero vayamos a la Forcades. Porque a pesar de quedarse sin hábito y sin acta de diputada en las pasadas elecciones, no se puede estar quieta. Y junto con su compañero de aventuras políticas, el economista progre Arcadi Oliveres, también salido de la factoría católica de Justícia y Paz, hicieron público este sábado un manifiesto firmado por 140 activistas, titulado "Por un giro a la izquierda", en el que además de rechazar la candidatura de Mas para la presidencia de la Generalitat, propugnan políticas de izquierdas, en algunos casos con propuestas similares a las de la CUP, y atacan duramente al actual presidente y a su partido implicándolo en la corrupción y haciéndolo responsable de la "vida precaria, triste y angustiada" de muchos catalanes.
Aunque algún dirigente de la CUP ha firmado el manifiesto, la formación de Antonio Baños se ha desmarcado claramente del escrito, para dejar claro, que detrás de él no está su partido sino los líderes de Procés Constituent (Forcades y Oliveres). Y es que aunque la CUP acepte de buen grado todo el apoyo de personas católicas que se sumen a su anárquico proyecto, nunca van a dejar que sea una monja, por muy progre y moderna que sea, quien tenga la más mínima influencia en su formación.
Francesco Della Rovere