Monseñor Pujol Balcells y Mn. Pere Fiblà |
Un comunicado que no aclara absolutamente nada y que nos habla de que dicha asociación fue disuelta el 15 de abril de 2017 -también fuimos los primeros en publicarlo -y que algunos de sus miembros (se ignora si sacerdotes, religiosos o laicos) se hallan investigados por un tribunal eclesiástico constituido en la diócesis de Vic. Según la nota de la CET, dicho tribunal ha decidido suspender de manera preventiva a los clérigos investigados, añadiéndose que la medida afecta a las diócesis de Barcelona, Tarragona, Lérida, Urgel y Vic. El comunicado no dice nada más, ni nombre de los encausados ni parroquias afectadas, solamente se indica que se ha iniciado un proceso canónico y, eso sí, por lo que pueda pasar, se supone que ante la que está cayendo, se anuncia qué si se descubriesen indicios de responsabilidad penal en el ámbito civil, serian puestos en conocimiento de las autoridades judiciales. Tardaron 40 años en disolver la asociación, vamos a ver cuántos tardan en llegar a conclusiones sobre las responsabilidades individuales.
Esta nota es una auténtica mofa a la transparencia eclesial. Un auténtico atropello a los derechos de la feligresía, en el supuesto de que tenga algún derecho y legítimamente deba conocer quiénes son sus párrocos y por qué motivo han sido suspendidos en su ministerio. Se habla mucho de la colegialidad con los laicos, de la corresponsabilidad, se critica al clericalismo, pero cuando salta un problema, se vuelve a la opacidad y al lenguaje oscuro, cuando no inteligible. ¿Qué feligrés de la Preciosísima Sangre o Santo Domingo de Guzmán que solo sabe que sus dos sacerdotes fueron suspendidos de la noche a la mañana puede aclararse con tan talmúdica nota? ¿Qué feligrés del pueblo de Alcover, donde su cura ha salido en los medios relacionado con el “Seminari”, sabrá si su párroco está siendo investigado, cuando, a diferencia de los de Barcelona y Vic, no se halla suspendido?
Santuario Verge de la Serra de Montblanc |
A nadie se le puede escapar que este escándalo acaba de provocar una grave división entre los obispos catalanes, a pesar del enigmático comunicado. Es evidente que, por un lado, han ido Omella y Casanova, siguiendo escrupulosamente las directrices de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, por otro, Pujol, Giménez Valls y Vives. A nadie le puede extrañar el enojo romano ante las últimas posiciones del metropolitano tarraconense, tanto en este caso como en el del canónigo Llagostera (aquel del mal momento). Un comportamiento inexplicable que acelerará su sustitución, la cual podría producirse antes de este verano. Una manifiesta desobediencia a las directrices de la Santa Sede, que no puede enmascararse con un críptico comunicado. Es inaudito que ante tiempos de tanto desasosiego se incremente la confusión de una manera tan alarmante. Es lamentable tanto predicar y no dar trigo. Al menos, en este caso, se salvan dos obispos (Barcelona y Vic) que han obrado rectamente y no se han alineado con el desacato de sus otros hermanos en el episcopado.
Oriolt