En el barrio de Sant Antoni de Barcelona no ganan para sustos. Cuando no es un asesinato en plena avenida Mistral, es un narcopiso; cuando no es una reyerta entre clanes, es un piso ocupado o el robo en un comercio. Pero a pesar de estar acostumbrados los vecinos a las sirenas de la policía (siempre a toro pasado) y al grupo de atestados levantando acta del mal que ya sucedió y no se evitó en esta Barcelona colauita (hasta ayer o no), a lo que no estaban avezados era a la presencia policial en una de las parroquias de la zona.
Por eso, el pasado 9 de mayo corrió la voz de que algo pasaba en la parroquia de la Preciosísima Sangre de la Calle Viladomat, donde habían desembarcado tres patrullas de Mossos d’Escuadra y estuvieron un par de horas en el interior de sus dependencias. Ni policía secreta ni de paisano. Con sus coches bien visibles aparcados en la calle. No era un robo, ni una ocupación ni un amotinamiento de inmigrantes ilegales. Los tiros iban por otro lado: la investigación policial se centraba en el Seminari del Poble de Déu, domiciliado en aquella parroquia.
Se creía que el tema ya estaba cerrado con la disolución del llamado Seminario, pero luego tuvimos la suspensión a divinis de los sacerdotes del movimiento, aunque solo los de las diócesis de Barcelona y Vic y no los de Tarragona, Lérida y Urgel. Ahora la presencia policial en su propia sede. ¡Una sede de una asociación disuelta canónicamente que sigue ubicada en una parroquia de la diócesis! Un tema que no se acaba de cerrar y cada vez vuelve. ¿Tan grave es lo sucedido en el SPD?
Muchos se llenan la boca de la palabra transparencia. Incluso crean portales a ella llamados. Sin embargo, en la diócesis de Barcelona tenemos a un movimiento disuelto, con sus curas suspendidos, pero sigue el movimiento operando en propiedad diocesana y los dos curas suspendidos residiendo allí.
La parroquia de la Preciosísima Sangre (y su agrupada de Santo Domingo de Guzmán) están bajo la administración parroquial de Mn. Xavier Pagés Castañer, rector de la Miraculosa. Esa fue la decisión del cardenal Omella el pasado mes de marzo, pero sus feligreses desconocen los exactos motivos por lo que sus hasta entonces sacerdotes (Mn. Vicenç María Farré Piña y Mn. Francesc Boqueras Baylina) no pueden administrar sacramentos, pero residen ahí. Si tan graves son los hechos que han precisado de la investigación policial, si el Seminari del Poble de Déu ha sido disuelto canónicamente, por qué siguen los curas y la asociación domiciliados allí. Francamente inexplicable.
El obispo Joan Enric Vives en la ordenación del miembro del Seminari del Poble de Déu, Joan Parera |
En todo caso, está claro que la información y la transparencia han brillado por su ausencia. Tanto que se llenan la boca de la corresponsabilidad laical y del peligro del clericalismo y cuando se intervienen dos parroquias y se suspende a sus sacerdotes, ninguna información mínimamente fundamentada recibe el laicado y la feligresía. Urge saber con pelos y señales qué ha pasado con el Seminari del Poble de Déu. En Barcelona, en Tarragona y sobre todo en Urgel, donde empezó todo en tiempos del obispo Martí Alanís.
Oriolt