La Escola Cristiana de Catalunya que agrupa a 400 escuelas teóricamente "cristianas" tiene nueva Secretaria General desde este mes de julio, se trata de la ex-consellerad'Ensenyament de la Generalitat Meritxell Ruiz. Sustituye en el cargo al histórico dirigente P. Enric Puig, que lo era desde 2005. Se da la circunstancia de que el jesuita también estuvo en un gobierno convergente de la Generalitat, aunque con el cargo de Director General de Juventud con el Nada Honorable president Jordi Pujol.
Esta vez todavía han apuntado más alto, la primera Consellera d'Ensenyament del gobierno del iluminado Carles Puigdemont. Lo que demuestra que los vínculos de esta asociación eclesial y el gobierno convergente, o post-convergente son más que evidentes. Y no solo por los máximos dirigentes, sino porque la Escola Cristiana, ha sido y seguirá siendo uno de los arietes más preciados para la catalanización y el adoctrinamiento del alumnado.
En vez de preocuparse para que las escuelas cristianas, sean realmente eso, no solo de nombre, sino sobre todo de fondo, estas escuelas se han preocupado de defender sus derechos económicos, y de movilizarse para las causas del independentismo, como el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, y otras campañas secesionistas, como oponiéndose públicamente a la sentencia judicial del Procés.
La realidad es que todas estas escuelas han perdido su carisma fundacional, no educan en la fe, no forman cristianos, y eso se traduce en que no salen vocaciones no ya a la vida religiosa de esas congregaciones e institutos religiosos sino ni siquiera vocaciones de buenos cristianos. Con la falta de religiosos hay que ir cerrando escuelas, malvendiéndolas de cualquier manera, o cediéndolas a ayuntamientos o a la misma Generalitat. Este es un proceso que ya se ha iniciado de forma preocupante, pero que parece que la Escola tiene otros intereses más importantes que este, especialmente políticos, porque la "Nació" está por encima de todo.
Y no se vayan a pensar que esto es solo una cosa de los religiosos que han perdido el norte y que van a la deriva sin remedio. Porque el presidente de la Escola Cristiana no es otro que nuestro cardenal Juan José Omella, el mismo que ayer aplaudíamos por el nombramiento de Mn. Miquel Ramón, sustituyendo a Mn. Jaume Aymar, es quien ha tenido que aprobar la candidatura de Meritxell Ruiz, para que todo siga como está, y quizá corregido y aumentado. Porque está claro que esto no es simplemente poner una firmita como la del rey en los indultos, sino que el Arzobispo puede hacer valer su peso y su opinión en este tipo de decisiones. Pero ya sabemos que Omella no es de complicarse mucho la vida, especialmente en los temas que él considera como no prioritarios dentro de su acción de gobierno diocesano.
No sería justo si no dijera, en honor a la verdad, que Meritxell Ruiz, dejó el gobierno de la Generalitat, cuando empezó la espiral de locura de Puigdemont. Cuando el entonces President decidió tirar adelante su proyecto insensato, exigió fidelidad y compromiso total en sus hombres de confianza entre los que estaban sus Consellers. Algunos abandonaron el barco o fueron cesados y substituidos por los incondicionales afectos a la proclamación de la República. Ruiz expresó a Puigdemont el miedo a las consecuencias familiares que podría suponer un proceso judicial por haber apoyado el referéndum. Entonces el President decidió cesarla y colocar en su lugar a Clara Ponsatí, que como es sabido acabó fugándose a Escocia para huir de la justicia.
Meritxell Ruiz es madre de dos hijas, militó en la democristiana UDC y también en Convergència (CDC), fue educada en un colegio femenino vinculado al Opus Dei, de esos que ahora dicen que segregan por sexo, y que por tanto no son merecedores del concierto con la Generalitat.
Francesco Della Rovere