Un joven Antoni Vadell junto al entonces obispo de Mallorca Javier Salinas
Estos días el sentimiento de tristeza por la muerte de Don Antoni Vadell y el elogio a su figura y a su personalidad ha sido prácticamente unánime, pero siempre tiene que haber algunas excepciones, y desde este portal lo hemos sufrido, ya que llegan comentarios nada laudatorios hacia el obispo fallecido, algunos de muy mala educación y de falta de respeto hacia el finado, otros más suaves, que en algunos casos pasan el filtro de nuestro amable moderador, estas aportaciones insinúan que existe "otro" Vadell, el de Mallorca, que no sería merecedor de tantos elogios, aunque en ningún momento dan datos concretos sobre el porqué de esa valoración, y simplemente tiran la piedra para que el lector piense en negativo.
A estas alturas no me voy a poner a hacer de detective para ver a qué se refieren, si hay algo de fundamento o simplemente responde a un odio hacia su persona por motivos desconocidos, pero me cuesta creer que el ya añorado obispo auxiliar pudiera tener dos caras, porque si por algo se ha distinguido aquí en Barcelona es por su cordialidad, y por ser una persona transparente, que transmitía su sentimiento interior, contagiando alegría y orgullo de sentirse enamorado de Cristo.
La llegada de Don Antoni ha sido una bendición para Barcelona, los que ya tenemos unos años, no recordamos ningún otro auxiliar que haya gozado de tanta estima y desde casi todos los sectores de una compleja y dividida archidiócesis. Estoy convencido de que superó las expectativas incluso de su valedor, Don Juan José, al que se lo habían vendido como un experto en el tema de las unidades pastorales, uno de los temas que el cardenal tenía entre ceja y ceja en su proyecto de pontificado entre nosotros. Pero más allá de esta cuestión, el mallorquín cautivó a muchos con su carácter humilde, jovial, cercano y de gran profundidad espiritual.
Sólo hace falta mirar un poco atrás y ver la lista de obispos auxiliares que han pasado por Barcelona, empezando por los que tuvo el bueno de Don Marcelo, que cayó en la trampa de pensar: "Les haré obispos auxiliares de su cuerda, y me respetarán", pero nada más lejos de la realidad, la operación de acoso y derribo consiguió sus objetivos, y aquí quedaron esos auxiliares que su sucesor Don Narcís Jubany se los sacó de encima como pudo, enviando a Torrella a Tarragona, a Guix a Vic y a Capmany a las Obras Misionales Pontificias. Sólo se quedó a Don Ramon Daumal que era un hombre bueno e inofensivo que jamás podría hacerle sombra, pero que tampoco generaba grandes ilusiones, empezando por sus mismos compañeros de la Unió Sacerdotal, que acabaron dejándolo arrinconado.
Jubany sólo pidió un auxiliar y al final de su pontificado, Don Lluís Martínez Sistach, poco tiempo de auxiliar con Don Narcís aunque mucho mando ante el declive del entonces cardenal y muy poco tiempo con Don Ricardo que se lo sacó de encima colocándolo en Tortosa.
Don Ricardo Carles volvió a repetir el mismo error (¡Parece increíble!) y se pensó que nombrando cinco auxiliares queridos por el progresismo local, le dejarían tranquilo, craso error, tres de ellos conspiraban directamente contra él (Traserra, Vives, Perdigó) y ya se repartían el pastel de la sucesión cuando el arzobispo aún estaba en el cargo. Carrera iba por libre, y Tena vivía en su mundo. Es cierto que Don Joan Carrera era querido por muchos, de un lado y de otro, y humanamente era una buena persona, pero las pocas decisiones que tomaba de gobierno solían ser desacertadas, eso sin contar sus simpatías hacia grupos tan reprobables como la Casa de Santiago.
Sistach y Carrera, fueron ambos obispos auxiliares de Barcelona
Sólo el último nombramiento de Don Ricardo, era de los suyos, Don José Angel Saiz Meneses, sabía que no le traicionaría y que era de buena doctrina por haber sido formado en el Seminario de Don Marcelo, no tenía un expediente demasiado brillante y evidentemente creaba recelo entre el nacionalprogresismo, pero el cardenal ya se sentía libre para hacer lo que quería, y no falló, fue un buen auxiliar de Barcelona, un buen obispo de Terrassa y lo está haciendo bien como arzobispo de Sevilla, aunque para variar también tiene sus detractores y no sólo entre el sector "progre".
El único auxiliar de n.s.b.a y jubilado cardenal Martínez Sistach, fue Don Sebastià Taltavull, que no se entendió con su arzobispo y que sólo contentó al sector más progresista del clero y de la diócesis. Aunque intentaba dar una imagen de bondadoso y cordial, quien lo conocía bien sabía que sólo era fachada, y que escondía un carácter más complicado. En Mallorca que ha tenido que dar la cara, porque no podía esconderse en su cargo de auxiliar, ha demostrado que no es para nada un buen obispo, a sus muchos errores hay que añadir también una buena dosis de mala suerte.
Omella con sus auxiliares Gordo, Vilanova y el fallecido Vadell
Los tres auxiliares de Don Juan José, tenemos que catalogarlos de buenos, aunque Don Antoni sobresalía sobre Gordo y sobre Vilanova. Tenía carisma y simpatía y se ganaba fácilmente a todo el mundo, incluso a los no creyentes, Don Sergi aunque de buen carácter es demasiado curial, Don Javier, es humilde y espiritual, aunque de momento le falta gancho.
Parece que nuestro arzobispo no va a substituir a Vadell, ahora sería feo, y si deja pasar un poco de tiempo, ya le quedará poco de auxiliar, así que el tiempo que le quede en Barcelona, que ya está en el descuento, tendrá que pasar con lo que tiene, por lo que se ve poco probable que puedan ocupar otras diócesis a no ser que sea en los momentos finales de su pontificado, para dejarlos como se dice en estos casos "colocados".
Antoninus Pius