Niños de la catequesis plantando un cerezo en la Misa de la Parroquia de Sant Bernat Calbó
Defender la naturaleza, como obra de la creación de Dios, es algo que nos compete a todos los cristianos y así ha sido siempre, otra cosa muy distinta es la militancia ecologista, que aunque nos lo vendan como una preocupación transversal de la sociedad, siempre está dirigida y manipulada por las fuerzas políticas de izquierdas, que intentan conseguir votos apelando a esa sensibilidad que se encuentra en muchos ciudadanos. No olvidemos que la formación que ha representado a la izquierda post-marxista en Cataluña durante muchos años, hasta que apareció PODEMOS y sus derivados era Iniciativa Per Catalunya - Verds.
Dentro de los sectores más progresistas de la Iglesia, ese sentimiento está en un momento álgido, amparado por las constantes llamadas del Papa Francisco apelando a la sensibilidad ecológica de los católicos, que tiene como máximo exponente la encíclica "Laudato Si" (2015). El Pontífice deja claro que esa es una de sus máximas preocupaciones, mientras que otros temas que deberían indignar a los creyentes como el asesinato de niños inocentes como consecuencia del aborto, queda en algo "de lo que no hay que hablar demasiado".
En este contexto, los obispos más bergoglianos como el nuestro, y los que se han convertido por interés, que son bastantes, nos hablan continuamente de estas cuestiones, llegando a veces al ridículo, como cuando Don Juan José, nos pedía que no gastáramos tanta agua al ducharnos. Y es que en una diócesis con los índices más bajos de vida cristiana de toda España, sorprende que a su máximo representante le preocupa más que se gasten unas gotas más de agua en la ducha que todos los índices de descristianización de nuestra diócesis.
Algunas parroquias, normalmente las más progresistas, también han apostado por potenciar esa sensibilidad ecológica, aunque sea a costa de cargarse todavía más, si cabe, la dignidad litúrgica y la formación en lo que verdaderamente es más importante para nuestra fe. Así Justicia i Pau, este grupo vinculado a la Iglesia con claras convicciones izquierdistas y a veces incluso anti-sistema, tan bien representado durante muchos años por su presidente ya fallecido Arcadi Oliveras, ha desarrollado todo un proyecto de crear Eco-Parroquias, proporcionado materiales e intentando crear una red de apoyo mutuo entre todos los que suscriban a esta iniciativa.
Nos llegan a través de un amable lector las fotos de una de esas parroquias, la de Sant Bernat Calbó de Reus, en las que se puede ver como en medio de la Misa del 13 de febrero, los niños de la catequesis y la recién creada "comisión de Eco-Solidaridad", plantan un cerezo, como símbolo del inicio de su adhesión a la plataforma de Eco-Parroquias.
Que nadie se piense que esas parroquias son las que tienen más vitalidad pastoral y sacramental, las que llenan sus celebraciones y tienen que tener un horario de misas non-stop para poder acoger a todos sus fieles. En el caso de Sant Bernat Calbó de Reus solo tienen dos celebraciones dominicales, a las 10 en castellano y a las 12 en catalán, ni siquiera tienen una misa de vigilia los sábados. Y además la Misa castellana de 10 desaparece los segundos domingos de mes, por lo que los castellanoparlantes no tienen otro remedio que ir ese día a la única misa dominical que queda que es a las 12 y en catalán.
Poco cuidado sacramental y litúrgico, con carteles y dibujos colocados en el mismo presbiterio, y mucha escenificación ecológica, pensando erróneamente que eso acercará a los alejados. Esa es la receta que algunos creen que va a dar frutos evangelizadores, incluidos altos jerarcas de la Iglesia y aduladores del actual pontífice, pero la realidad es otra muy distinta, lo que atrae fieles y llena las iglesias es otra cosa muy distinta.
Francisco Fabra