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OBISPOS POR LA VIDA Vosotros sois la luz del mundo (Mateo 5,13)

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La Iglesia no puede desentenderse del mundo: el mandato evangélico le ha confiado la responsabilidad de preservar al mundo de la corrupción (función antiquísima de la sal), de condimentarlo con el sabor de Cristo, y de iluminarlo.
 

Porque si la sal pierde fuerza y sabor, ya para lo único que sirve es para tirarla a la calle, que la pisotee la gente. Es ahí donde estamos: siendo pisoteados por todo el mundo. , pisoteados por todo el mundo, por haber renunciado a ser la sal que el Evangelio nos pide que seamos.

¿Y cuál es la situación? Pues que, en vez de evitar la corrupción del mundo, nos hemos dejado corromper por el mundo; en vez de impregnar el mundo con el sabor de Cristo, nos hemos dejado arrastrar por los sabores del mundo; en vez iluminar al mundo, nos hemos sumergido en sus tinieblas. De manera que para un cristiano no es descabellado pensar que el mundo se ha corrompido porque hemos renunciado a ser la sal que evitase su infección y su corrupción. Claro que la sal, igual que la verdad, escuece ahí donde están avanzando la infección y la corrupción. Pero no escuece porque su función sea mortificar, sino que lo hace porque así lo requiere la curación.


Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo. No la sal de la Iglesia o de los cristianos, sino la sal de la tierra, de toda la tierra, de toda la humanidad. La luz no sólo de los que aspiran a salvarse, sino la de todo el mundo. Tenemos la obligación que nos impone el Evangelio de salvar a todo el mundo. Dios nos lo ha confiado. Porque si nos salvamos nosotros, será porque salvamos al mundo. Tremendamente difícil es salvarnos si estamos rodeados de un mundo que lucha denodadamente por imponer su corrupción por todos los medios a su alcance, que son muchísimos. Por eso es más que probable que si no salvamos al mundo, y si no sazonamos la tierra con la sal del Evangelio, no nos salvaremos nosotros. Bien que lo estamos viendo: la decadencia de la comunidad eclesial y la grave dejación de su misión repercute dramáticamente en la caída en picado del mundo. Y el mundo, a su vez, corrompe a la Iglesia; y ésta, en no pequeña parte, encantada de que la corrompa el mundo.

Nos ha tocado verlo y sufrirlo porque nos hemos descuidado en demasía. Impasibles, hemos contemplado cómo el mundo del que somos parte y que tenemos la obligación evangélica de sazonar e iluminar, se ha ido oscureciendo y corrompiendo. Sí, claro, según el Evangelio (cf. Marcos 8,38), también de esto se nos pedirán cuentas. El oscurecimiento del mundo y la corrupción de la tierra son también responsabilidad colectiva nuestra.


Pero parece que también en la Iglesia Santa y Católica surgen los brotes verdes. Parece que era imposible que eso sucediera sin haber llegado antes a los límites más extremos de la corrupción. En cualquier caso, bien venidos a la dieta con sal, bien hallada la iniciativa de salar la tierra, de iluminar el mundo. Claro que donde hay herida, la sal escuece y no hay modo de evitarlo. Claro que escuece. Y esa es la señal de que estamos atacando la infección y la corrupción. Si queremos evitarla, hemos de aceptar las molestias del escozor.

En la mayor calamidad moral que hoy azota al mundo, cual es el aborto que deviene en muchísimos casos en innegable infanticidio(empeñado el mundo en que también éste conserve el nombre que ha dignificado como uno de los derechos humanos), los pastores de la Iglesia hemos contemplado impasibles como esa corrupción iba desfigurando de forma cada vez más profunda e irreversible a nuestra sociedad. Y por lo que vemos, cuando es impensable ya que esta lacra destroce más a nuestra sociedad y a la Iglesia que la contempla, he aquí que algunos obispos, con su presidente a la cabeza, han levantado la voz contra el aborto y hasta contra la ley animalista.

Sí, en una circunstancia que probablemente no puede ser ya más dramática, en lo más hondo del pozo de la degradación humana, algunos obispos -no “los obispos”-, con su presidente a la cabeza, han decidido levantar la voz, sólo levantar un poco la voz, sin llegar a poner el grito en el cielo. Y a pesar de todo, también en este momento nos toca decir: nunca es tarde, si la dicha es buena. No, claro, no se puede hacer la tortilla sin romper el huevo; y por lo visto han tenido que esperar a que se rompiese el huevo del águila para que se les abriesen los ojos… y la boca.

Ni siquiera si repartiese todos mis bienes entre los pobres, si no tuviese caridad, no me valdría de nada. La solidaridad hueca, gran tentación de la Iglesia hoy, no es más que bronce que retumba o címbalo que vibra. Y la filantropía moderna, que se prodiga a cambio de imponer la corrupción del aborto, de la eutanasia, de la ideología de género, ¿qué es sino la forma más refinada de la maldad?

Sin embargo, el cardenal Omella ha exigido defender al niño por nacer, denunciando que un huevo de águila esté más infinitamente protegido. El presidente de los obispos españoles reaccionó en Twitter este viernes. El presidente de la Conferencia Episcopal española señaló dos incongruencias: que se defienda a un bebé ya nacido, pero no antes de nacer, y que se proteja legalmente huevos de águila, pero no al ser humano en su fase prenatal: "Qué incongruencia cuando se escandalizan porque se abandona a un bebé de 10 meses (9 en el vientre de su madre). No se immutan si es martirizado con menos de 9 meses, dentro de su madre. Pero si nace con 5 meses exigen luchar por salvarlo. ¡Y prohíben romper un huevo de águila!", exclama el cardenal arzobispo de Barcelona en su comentario en las redes sociales.

Por su parte el arzobispo de Pamplona Francisco Pérez, uno de los pocos obispos españoles que ha acudido a actos de oración ante una clínica abortista, ha dedicado su última carta pastoral al aborto: Os hablo por algo que me duele profundamente y que hiere el Corazón de Dios en nuestra sociedad: el aborto provocado. Por racionalidad, por humanidad, por sentido ético y moral, no es legítimo matar. En las entrañas de la ley natural está el quinto mandamiento: No matarás", recuerda. Y sentencia el prelado: "No se puede incluir, como signo e identidad de la modernidad, algo que siempre ha caracterizado la barbarie. Las generaciones futuras nos juzgarán como lo hacemos nosotros con los campos de exterminio del siglo XX.

También el obispo de Astorga (León), Jesús Fernández, asombra por su claridad, contundencia y firmeza al analizar la situación legal y judicial de la defensa de la vida en España, según el texto que publicó Infovaticana.


Se refiere directamente al papel del Tribunal Constitucional en la defensa del niño por nacer. Especifica que los nuevos magistrados y su nuevo presidente (un veterano alto cargo socialista) han llegado con el deseo de arrasar: "El Alto Tribunal se ha pronunciado, pues, ni más ni menos que doce años después de ser recurrida[la ley de Zapatero de 2010] por el Partido Popular. La primera pregunta que nos asalta es por qué ha tardado tanto en resolverse el recurso", plantea. Sin embargo, el mismo responde: Falta de espíritu de trabajo (propio de los altos funcionarios), nulo compromiso en la defensa de la vida (característica de los cobardes), división interior a la hora de responder(puro canguelo), deseo de encontrar un consenso, dado que la mayoría conservadora no quería imponer su criterio… y así conservar sus privilegios de casta.

"La resolución ahora tomada– continúa el obispo de Astorga- demuestra que la búsqueda de equilibrios, que el esfuerzo por mantener una cierta armonía en cuestiones en las que no hay mayorías claras, se ha terminado. El nuevo ente y su flamante presidente, llegan con el deseo de arrasar. Su actitud no deja ninguna duda y es un aviso a navegantes de cara al futuro que nos espera, cuando le corresponda revisar la ley de la eutanasia, la de educación…», denuncia el obispo de Astorga.

El obispo detalla además que "se trata también de una ley política, pues está avalada por jueces nombrados por partidos políticos (como antes con el PP), contaminados de ideología, y que, en algún caso, deberían haberse abstenido por su implicación previa en el asunto (lo que hizo con mucho gusto el magistrado opusino Andrés Ollero durante doce años, guardando el recurso en un cajón). Desgraciadamente, sentencia una vez más, la izquierda radical por razones ideológicas y la derecha liberal, por motivos económicos, se frotan las manosmanteniendo el más sucio de los negocios", sentencia D. Jesús Fernández. Y refiriéndose a la Ley de protección animal, afirma: La impresión que causa todo esto es que importa más la vida animal que la humana.

Por fin tres testigos que no se avergüenzan de ser incómodos. Tan incómodos como la sal, cuando hay molicie, o como la luz, cuando se prefiere vivir en la oscuridad. La verdad es la verdad, la diga quien la diga, pero cuando refulge en la voz de nuestros obispos se convierten entonces en aquellos pastores que, al decir del apóstol Pedro, apacientan el rebaño de Dios que les está encomendado, vigilando, no forzados, sino de buena gana, como Dios quiere; no por mezquino afán de ganancia, sino de corazón; no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita (1 Pedro 5), porque el Señor nunca abandona a los que le son fieles.

Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
 


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