He leído la entrevista que Infovaticana le realiza al actual obispo de Solsona, Francisco Conesa, que fue uno de los cuatro obispos españoles que participaron de la Asamblea del Sínodo de los obispos de este pasado mes de octubre. Los otros tres son el cardenal Omella, el arzobispo de Valladolid Luis Argüello y el arzobispo emérito de Zaragoza, Vicente Jiménez.
Es todo un honor que Conesa, siendo obispo de una pequeña diócesis como es Solsona haya formado parte de este pequeño grupo representando al episcopado español, pero es que el valenciano, nacido en Elche, se está ganando a pulso una muy buena imagen como prelado, cercano con los diocesanos y a la vez muy bien preparado teológicamente, no en vano cursó estudios de doctorado en la Universidad de Navarra.
Conesa tuvo que hacerse cargo de una diócesis en un momento de shock por la renuncia de su antecesor Xavier Novell, que generó uno de los mayores escándalos eclesiales de estos últimos años en nuestro país, al dejar embarazada de mellizos a una escritora de novela porno-satánica. No era fácil ir detrás, pero él aceptó el reto y los que le propusieron no se equivocaron, todo indica que en este caso hubo consenso entre el Nuncio y el cardenal Omella, algo que no siempre pasa.
El actual obispo celsonense, además, sustituía a un hombre que se mojó hasta el extremo con el nacionalismo catalán, votando en el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 y recomendando el voto para formaciones independentistas. Conesa es valenciano y evidentemente no hará política partidista como obispo, pero curiosamente se ha ganado el cariño de una diócesis, que necesitaba una persona cercana, acogedora, discreta y bien preparada, todo lo contrario que su antecesor que metía la pata por todos los lados y se ganaba enemigos en todos los sectores.
En la entrevista le preguntan a Conesa por el Sínodo, y se entra en algunos tema polémicos como los conocidos del celibato, la ordenación de mujeres, o el papel de los homosexuales en la Iglesia. Lo primero que deja claro es que estos temas no han ocupado demasiado tiempo en los debates ni han sido importantes, podríamos decir que se han tocado de refilón y que no ha salido ninguna conclusión favorable a los postulados con los que el progresismo eclesial tanto se ilusionó. Recuerda además que un Sínodo no puede cambiar la doctrina, simplemente puede asesorar al Pontífice que es quien tiene autoridad para tomar decisiones.
Me confirma la opinión que ya tenía del famoso Sínodo de la Sinodalidad, mucho ruido y pocas nueces, mucha expectación para finalmente quedar en casi nada, no es de extrañar que personas como el jesuita defensor de los derechos homosexuales, James Martin, se haya mostrado tan decepcionado. Nos presentaron un Sínodo histórico, un antes y un después en la historia de la Iglesia y parece que todo han sido fuegos de artificio, para generar interés por el mismo. De todos los temas polémicos, según cuenta Conesa, tan sólo el de la posibilidad del diaconado femenino, suscitó algo de interés, pero como afirma en la entrevista, no hay ni mucho menos consenso sobre el tema.
Atención a Conesa, porque no creo que vaya a estar toda su carrera episcopal en Solsona, que aceptó el nombramiento con gran actitud de servicio y obediencia a la Iglesia, pero que la lógica indica que tiene que tener premio, veremos en el futuro, en que se traduce. A los nacionalprogresistas no les haría ninguna gracia que por ejemplo siendo valenciano viniera a Barcelona en el futuro, sobre todo por lo mal que se lo pasaron con Don Ricardo Carles, pero a Omella no hay que tocarle mucho las narices, porque si no quieren valenciano, es capaz de colocarles a otro aragonés, hay alguno que ya está estudiando catalán por si acaso.
Francisco Fabra