La falsedad
Vaya por delante que pienso que Antoni Gaudí fue un hombre santo, y que apoyo totalmente su causa de beatificación. Pero santo no quiere decir perfecto, y el llamado "arquitecto de Dios" tenía sus defectos, sobre todo como consecuencia de su peculiar personalidad. Y me molesta mucho que se utilice el nombre de Gaudí para cosas que él detestaría, como ciertos premios o reconocimientos que llevan su nombre, o decir falsedades como que fue detenido por hablar catalán en un día como hoy, 11 de septiembre de 1924, hace justamente 100 años.
Gaudí era una persona que desde pequeño tenía un carácter retraído y reservado, dedicado a la Sagrada Familia en exclusiva, vivía como un ermitaño, por eso cuando fue atropellado por el tranvía, todos pensaron que era un vagabundo. Nacido en Reus en 1852, era monolingüe, solo hablaba en catalán y era muy tozudo de carácter. Todo eso no quita que fuera una persona extremadamente religiosa y piadosa, con el casi único objetivo en la vida de agradar a Dios en su gran obra arquitectónica.
Hace ahora 100 años, en la dictadura del general Primo de Rivera, Gaudí se disponía a entrar en la iglesia de Sant Just i Pastor, para participar de la Misa, la policía, que no dejaba entrar a nadie, no se lo permitió y él entonces respondió en catalán diciendo: "Pues yo entraré". La situación se va tensando entre la policía y el arquitecto, entonces interviene un tal Sr. Valls, defendiendo a Gaudí, incluso hablando en castellano, finalmente ante la persistencia de estos dos hombres son llevados a comisaría, lugar donde Gaudí es maltratado, humanamente hablando, e insultado. Al final se le impuso una multa de 50 pesetas que Gaudí pagó religiosamente y además en un gesto de caridad cristiana pagó las 25 pesetas de multa de una persona que estaba detenida por vender fruta sin permiso.
Desafiar a la policía y desobedecer sus órdenes, además de querer entrar por la fuerza en un recinto cuando está prohibida su entrada, es un delito aquí y en Honolulú, a pesar de que en el Procés esto se realizó sistemáticamente, pero eso no quita que independientemente que fuera injusta la decisión de no dejarlo entrar a la iglesia para participar de la Misa, esa no es la actitud propia de un cristiano, aunque eso empaña muy poquito su condición de hombre de Dios, bueno y piadoso.
La cuestión es que diciendo que fue detenido por hablar en catalán, lo convierte en uno de los suyos, en un patriota que desafió a la policía en defensa de la lengua catalana. Pero no fue por eso, sino por la terquedad de Gaudí de entrar en la iglesia, los policías fueron malcarados y trataron de malas maneras a los señores Gaudí y Valls, pero Gaudí fue desafiante al decir que entraría igualmente en el templo a pesar de la prohibición y el Sr. Valls provocó en comisaría al policía que le dijo que le rompería la cara si no fuera porque era tan viejo, diciéndole en castellano: "Aquí no tendría gracia. En la calle mano a mano ya sería otra cosa".
La actitud de la policía no fue correcta, pero la actitud de Gaudí y Valls tampoco. Esta no es una historia de buenos y malos, pero para el secesionismo catalán Gaudí queda convertido en un héroe de su causa, lástima que solo admiren de él este pequeño detalle de su vida o la extraordinaria obra de la Sagrada Familia, pero no su piedad y santidad.
Como detalle, comentar que cuando en comisaría Gaudí fue registrado, se le encontraron verdaderas armas de destrucción masiva: el crucifijo, el santo rosario y el libro para seguir la Misa. Gaudí era un hombre de Dios, tenía sus pequeños defectos como todos los santos, no está bien que lo instrumentalicen políticamente ni que falseen interesadamente su vida.
Es como querer utilizar partidistamente al beato Pere Tarrés y declararlo franquista, porque emocionado con la llegada de las tropas nacionales a Barcelona, escribía en su diario: "Barcelona liberada del infierno rojo. El marxismo, bajo todos los aspectos, ha sufrido el golpe más decisivo. Cataluña está ya salvada. Horas históricas. Estamos conmovidos". Y añadía: "Barcelona reconquistada para España y para Cristo".
Por cierto que ese "infierno rojo" al que alude el Dr. Tarrés saqueó y profanó la tumba de Antoni Gaudí en la Sagrada Familia en 1936.
Francesco Della Rovere