Se las prometían felices los católicos políticamente correctos en Cataluña: el presidente Illa se proclamaba ufano como un representante del humanismo cristiano, celebraba el Consell Executiu del Govern en el monasterio de Poblet (qué habríamos dicho si lo hace un partido nacionalista), proclamaba un discurso en el acto de la performance montserratina del Mil.lenari (ítem más), designaba a un director d’Afers Religiosos no sectario como Ramón Bassas; incluso se comportará como una persona educada y acudirá a cumplimentar al rey Felipe VI y, para colmo, el ayuntamiento barcelonés anunciaba en todos los medios que el programa de las fiestas de la Mercè incluía la misa patronal. ¡Albricias! Pero ¡zas!, su gozo en un pozo, al día siguiente, el ayuntamiento socialista de Barcelona emitía una nota en la que retiraba la publicidad sobre la misa, notificaba que se trataba de un error, modificaba la publicidad en la web, comunicaba que en los nuevos impresos ya no aparecería la celebración eucarística (obviamente la modificación a cargo del contribuyente) y pedía disculpas por haber incluido un acto litúrgico en tiempos de laicidad. No ofendamos a otras religiones. (Léase al Islam).
La polémica venía de tiempos de Ada Colau (2015). Hasta aquel entonces, en los programas de las fiestas patronales (la patrona sigue siendo la Virgen de la Merced) se incluía la misa que se celebraba en su basílica. Colau no solo suprimió el anuncio de la celebración en su programa, sino que dejó de estar presente en el culto y esperaba la comitiva en las puertas del templo para unirse con ella hasta la plaza San Jaime. El año pasado, el alcalde Collboni acudió a la misa con plena normalidad, aunque la celebración seguía sin estar presente en el programa de los actos del festejo. Este año sí estuvo incorporada, aunque luego se retiró vergonzantemente.
Es la típica política del PSC. Un pie en cada una de las orillas, con el evidente riesgo de descoyuntarse. Y se descoyuntan. Queremos apoyar el catalán y proteger el castellano. Estamos con los castellanoparlantes del cinturón rojo, pero a la vez con el catalanismo de los barrios altos. Queremos el cupo catalán, pero sin menoscabo de las otras regiones. Propugnamos un trato económico favorable para Cataluña, pero somos federalistas. Siempre con el abuso de la adversativa.
Igual en el tema religioso. El quiero y no puedo. Publicitamos la misa y luego retiramos el anuncio. ¡Qué más da qué las fiestas sean en honor de la Virgen de la Merced! Primero está el laicismo, aunque enseñemos la puntita para quedar bien y luego la retiremos. Somos así y nos va bien desde hace años. Total, el pueblo nos vota y a eso le llamamos “normalidad institucional”. Tenemos un presidente que dice beber sus fuentes del humanismo cristiano; nadie lo ha visto en misa, pero él proclama su beatitud, no en vano, la pátina cristiana impregna el poder político desde años ha. Desde el Pujol del Crist i Catalunya al Carod Rovira que pasó por el Seminario, a los Àngel Colom, Joan Rigol, Josep María Terricabras et altri que fueron seminaristas o llegaron a ser ordenados.
Nada cambia en este País Petit. Todos se las dan de católicos (si se llenan la boca de humanismo cristiano, todavía mejor), todos mantienen una relación ejemplar con la Iglesia (salvo que carezca del ADN catalán de ritual o del barniz progresista), pero luego pliegan los mástiles, cuando se les amenaza de pecado de gruesa laicidad.
Es lo que ha sucedido con el programa de las fiestas de la Mercè. Esperemos que, al menos, el presidente Illa (el del humanismo cristiano) y el alcalde Collboni comparezcan en la celebración. Pueden estar tranquilos que no tendrán que afear al cardenal Omella ninguna homilía censurable para el poder político, como han efectuado los políticos asturianos que han pretendido que el arzobispo Sanz Montes tenga que acomodar las pláticas a sus opiniones particulares.
Oriol Trillas