No erais vosotros quienes les mataban, era Alá Quien les mataba. Cuando tirabas, no eras tú quien tiraba, era Alá Quien tiraba, para hacer experimentar a los creyentes un favor venido de Él. Alá todo lo oye, todo lo sabe. (Corán – Surah – Al-Anfal 8: 17)
Diríase que Dios ha decidido poner fin al castigo de su Iglesia pasando el protagonismo de los enemigos internos a los enemigos externos. Creo firmemente que va por ahí el significado profundo del atentado islamista contra un venerable sacerdote, y justamente perpetrado en el mismo templo durante la celebración de la misa. El simbolismo de este atentado toca muchos puntos sensibles que no podemos pasar por alto. Quiera Dios que este atentado signifique un punto de inflexión que tanto la Iglesia como la sociedad civil y la sociedad política, sepan revertir en provecho de Europa. Muy poco probable de momento, porque les ha pillado con el pie cambiado. Europa y la civilización occidental no saben qué hacer con este aliado externo que les ha salido en su lucha contra la fe en la que hincó sus cimientos nuestro continente.
Una clave que no hemos de perder de vista es el que pronostica el título: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Si un segmento importante de la sociedad se declara enemigo de la Iglesia y si hace otro tanto el poder político (unos con menos disimulo que otros); y si para muchos de éstos la Iglesia católica es el peor enemigo de la sociedad y del progreso, está claro que este último enemigo sobrevenido del cristianismo, es amigo (yo diría que muy amigo) de los otros enemigos. No hay que darle muchas vueltas al tema para ver que las muestras de amistad de nuestros políticos hacia el Islam, no es que sean mayores que las mostradas hacia la Iglesia católica y hacia el cristianismo en general. No es que sean mayores o menores; sino que todo lo que es hacia el Islam amistad, es enemistad hacia el cristianismo. Y ahora, hete aquí que tienen en el Islam un poderoso aliado para seguir la guerra contra sus enemigos mortales. No les han pedido ayuda, pero la tienen. No les gusta nada tener estos aliados, parece evidente; pero los tienen: por lo que respecta a la lucha contra la religión católica, están en el mismo bando los progresistas junto con los felices secuaces que siguen su estela, y los musulmanes. ¡Ya veis!, la lucha contra el enemigo común, los hace amigos.
¿Recuerdan lo de Charlie Hebdo? ¡La que se armó! Más de medio mundo se empeñó en ser Charlie Hebdo; y eso que no figuraban entre la gente más recomendable. ¿Seguro que aquel atentado islamista significó más para Europa que el cometido recientemente contra un sacerdote católico en la iglesia y durante la celebración de la misa? Imaginen si pueden, lo que representaría para Europa un atentado de signo contrario cometido en una mezquita contra el imán durante una celebración religiosa. ¿Pueden imaginarse el terremoto? Sería tan determinante de la subsiguiente política islámica, como lo fue en Europa el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo un mes antes de estallar la Primera Guerra Mundial.![]() |
Entierro del Padre Jacques Hamel |
¡Pero cómo vamos a comparar! Una cosa es entrar en una iglesia católica y matar a un clérigo católico, y otra muy distinta entrar en una mezquita durante la oración y matar a un clérigo musulmán. En el primer caso, no pasa absolutamente nada: basta recitar las palabras rituales de condolencia, basta consternarse profundamente y a por otra cosa. No nos hagamos ilusiones: no habrá grandes manifestaciones en Francia proclamando Je suis l’abbé Jacques Hamel, ni jefes de Estado y de gobierno cogidos del bracete en primera fila de la manifestación, para dar buen ejemplo. Pero si el asesinado fuese un enemigo de nuestro mayor enemigo; si la víctima fuese un clérigo musulmán -muftí o imán- en una mezquita durante el rezo, si fuese ése el caído, temblaría el misterio.
Bueno, mira, ahí están los islamistas haciendo la faena sucia. En una Europa tan formal, a los enemigos no se les mata: se los corrompe. Ya vendrán los islamistas, salafistas, wanabitas, el Isis y el Daesh a acelerar el proceso, si la corrupción y la apostasía no son tan rápida como la Unión Europea desearía. Y es que la Yihad, la guerra santa, la violencia como método de expansión, es inseparable del Islam, por mucho que les pese, tanto a ingenuos prelados como a mendaces políticos. A todos los que la han ejercido como arma política, les ha ido genial: se han salido con la suya. Vean la ETA, vean las FARC. ¡Qué ejemplos!

Por tanto, en el Islam no hay ningún remordimiento por matar infieles, porque no hay ninguna responsabilidad personal. Todo lo bueno o malo que sucede, provocado o no por los mismos hombres, todo viene de su Dios: Alá es quien les mata.¿Y quiénes somos nosotros para juzgar a los creyentes de otras religiones? Pero es igual: los tontorrones buenistas de turno, filósofos, teólogos y psicólogos, dirán -sin haberse leído el Corán, ¡ni falta que les hace!- que el Islam es una religión de “paz”. De paz, sí. Pero de aquella paz que se alcanzará cuando sean exterminados todos los enemigos del Profeta. Y si encima los enemigos del Profeta son también enemigos de la gobernanza global y del lobby gay, ¿qué tiene de extraño la amistad y benevolencia de Occidente para con los enemigos del cristianismo?
Custodio Ballester Bielsa, pbro.
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