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Monasterio benedictino de Santa Magdalena de Barroux (Francia) |
La renovación monástica francesa es un ejemplo a seguir. Monasterios como Lagrasse, Pesquié, Barroux, Fontgombault… se han convertido en focos de nueva evangelización a través de los sacerdotes y seglares que allí recalan para unirse a su oración y vivir con los monjes los días que permiten los recesos o las jornadas de retiro. La renovación y nueva vitalidad emergente en Francia pasa por los monasterios especialmente aquellos que “mas monásticos” son y menos aseglarados viven. A los benedictinos o los canónigos regulares, hay que sumar las casas de algunas provincias francesas de frailes como dominicos o carmelitas descalzos. Aunque seguro nos dejamos otras órdenes.
Desgraciadamente y muy a pesar de muchos y del que escribe, Montserrat no está en disposición de ejercer la misión que hoy realizan la renovación monástica francesa de la que hablamos. Montserrat fue un foco de evangelización clave para finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. Montserrat significó una tercera vía catalana católica que supo desmarcarse y superar, por una parte, el tosco integrismo eclesial y por otra un liberalismo frecuentemente cristiano solo en el nombre. Que sintomático que este momento coincidiera con aquel Monserrat del Congreso Litúrgico de este año hace cien. Un Montserrat monástico, litúrgico, romano y orante. Se puede mayor servicio al catolicismo del país. Hoy solo es una sombra de aquel cenobio.
El día que oigamos al abad de Montserrat criticar una medida de la Generalitat que se oponga al Magisterio de la Iglesia (y las hay unas cuantas) – y no hablamos de las que tienen una dimensión nacionalista sino de los, por ejemplo, llamados puntos no negociables en materia de vida y familia-, reconoceremos que nos hemos equivocado. Pues si hay que ser faro de Cataluña, lo hay que ser en todo y no serlo en aquello que incomoda al que té compra con el dinero del Patronato de la Montaña de Montserrat.
Desconozco si Poblet, hoy dedicado encomiablemente a ser referente en ecología cristiana, puede ejercer el papel que el nuevo monaquismo asume en Francia.
Seria muy positivo que algún obispo como el de Vic o de Gerona pudiera llamar a alguna de estas comunidades monásticas francesas a fundar en sus obispados. O el de Lérida para la Cataluña norte-occidental (No digo Urgell, porque me parece que Vives no capta lo que pasa en Francia). Se imaginan la restauración de la vida monástica en Santa María de l’Estany o en Sant Joan de les Abadesses. O la refundación de la casa de los dominicos de Gerona con frailes de la provincia de Toulousse. Pueden acusar estas proposiciones de insensatez o de imposibles, pero nuestros obispos tendrían que agudizar el “ingenio” en este campo. ¿No se implantó en Cataluña en su día el rito romano y la regla benedictina des de la Septimania (hoy la Languedoc)? ¿No era común que los obispos protegieran las fundaciones de muchos monasterios fueran benedictinos o mas tarde cistercienses? ¿A caso no muchos obispos catalanes del siglo XIII no protegieron la fundación de casas dominicas en sus diócesis? ¿No fueron obispos catalanes del siglo XVI y XVII los que protegieron las fundaciones de las órdenes de regulares reformadas bajo el espíritu que llevó al Concilio de Trento?
Y dando un giro, ¿no seria muy positivo nombrar un monje o un fraile de nuevo obispo de Barcelona que renovara la vida espiritual de la diócesis? ¿A caso seria la primera vez? En otros momentos de necesidad de elevar el nivel espiritual y reformar las diócesis catalanas, no se acudió a monjes y frailes?
Hildegard Marcet Marcet