![]() |
Mn. Ramon Prat Pallarés, (en el centro), rector del Seminario de Barcelona (1976-1991) |
Para contestar esta pregunta tenemos que mirar la historia reciente del Seminario barcelonés, especialmente en las etapas en que estuvo bendecido por el clero nacional-progresista, una lamentable historia llena de despropósitos y de lineas formativas erróneas que nos han llevado a donde estamos: a una diócesis con una enorme necesidad de sacerdotes, cuyo clero envejece de forma preocupante, que en una buena parte tiene grandes lagunas teológicas y litúrgicas y con muchísimas vocaciones originarias de nuestra diócesis que están desperdigadas por el mundo entero porque no se fiaban de su propio Seminario y sobre todo de los sacerdotes que estaban al frente del mismo. Un panorama desolador que es una de las causas de las pobrísimas estadísticas que arroja nuestra diócesis en lo que se refiere a la práctica religiosa.
Como he dicho en otras ocasiones, con la marcha de Don Marcelo empezaron la mayoría de nuestros males, la llegada de Don Narcis Jubany significó dejar todos los órganos de gobierno diocesano en manos del nacional-progresismo, en la pax jubanyista (preludio de lo que después fue la pax sistachiana, o pacto de no agresión entre el clero revoltoso y su obispo). Y uno de los lugares claves, en las dos etapas de falsa pax ha sido sin duda el Seminario.
![]() |
Mientras el Seminario de Barcelona agonizaba, el de Toledo de Don Marcelo se llenaba |
En Barcelona, además los seminaristas ya no vivían en el Seminario sino en residencias o pisos con la idea "revolucionaria" de que los aspirantes al sacerdocio vivan en medio de la sociedad y no encerrados en un viejo edificio. Funcionaban entonces tres centros: El Convictorio en el barrio de Les Corts (local en el que se está promoviendo el gran pelotazo de Matabosch-Batlle, con la protesta del vecindario), y dos más en los barrios de La Sagrera y el Guinardó.
Hasta la llegada de Don Ricardo no se puso orden en el Seminario, el arzobispo valenciano consiguió dos grandes éxitos, el primero devolver a todos los seminaristas al edificio del Seminario Conciliar en la calle Diputación (proceso que concluyó en 1999), y la segunda hacer regresar a casi todos los seminaristas que estaban dispersos por toda la geografía estatal, especialmente los de Toledo y Pamplona, gracias a la jugada maestra de nombrar a un "toledano" como es el actual obispo Don Salvador Cristau, como vicerector del Seminario, consiguiendo unas cifras de seminaristas fantásticas que rondaban el centenar de candidatos al sacerdocio. También fue Don Ricardo el que cerró el Seminario paralelo de La Casa de Santiago, después de los casos de abusos sexuales que se cometieron por algunos de sus miembros.
![]() |
Mn. Turull, actual rector del Seminario |
Lo que Don Ricardo consiguió, como en muchos otros temas, se volvió a perder. Muchos párrocos desconfían de Turull y vuelven a enviar a sus seminaristas a otras diócesis. El tándem Sistach-Turull busca soluciones a la desesperada intentando disimular la situación, incluyendo la fallida importación de seminaristas ucranianos, al final no tienen otro remedio que caer rendidos en manos del Opus Dei y de algunos "nuevos" movimientos, tal como nos explicaba este pasado domingo en su escrito nuestro gran Prudentius.
Ya ha pasado más de un año desde la llegada de Don Juan José, y el Rvdo. Turull sigue en su puesto, y vivirá un año más "El día del Seminario" (este próximo fin de semana) en su poltrona. Los números son fatídicos, y pueden consultarse en la web de la Conferencia Episcopal Española, sólo cinco nuevos ingresos este año (tal como ya dije en su momento y algún lector me discutió en sus comentarios), cuatro seminaristas menos que el curso pasado y dos que han cambiado de Seminario. Es la hora del cambio y de volver a normalizar la situación de un Seminario que no funciona, esperemos que nuestro obispo no se equivoque, Turull es mucho Turull y se resistirá a abandonar su cargo.
Antoninus Pius