A muchos llamó la atención en la constitución del nuevo Parlamento catalán ver a tantos diputados que no son políticos, sino simples famosillos, que se incorporaron a la lista de Junts pel Sí, para intentar arañar algunos votos indecisos. Entre ellos el cantautor Lluís Llach, un mito de la lucha antifranquista, reconocido homosexual, izquierdista e independentista. A decir verdad, no es la primera vez que Llach se presenta en las listas de unas elecciones catalanas, lo probó en 1980 dentro de la coalición Nacionalistes d'Esquerra, junto a otras muchas figuras mediáticas (Jordi Carbonell, Josep M. Espinàs, Magda Oranich, Avel·lí Artís Gener, Max Canher...) , pero sus resultados electorales fueron un verdadero desastre, todavía peor que los de Unió, sin un sólo escaño. La coalición agonizó durante unos pocos años hasta disolverse dentro de Iniciativa per Catalunya.
Lo que muchos no saben es que los orígenes del cantautor no son tan revolucionarios, y que proviene de una estirpe familiar llena de carlistas, falangistas y franquistas de todo tipo, todos ellos con un catolicismo recalcitrante, en el que fue educado el joven Llach, que inicialmente no le hacía ascos a todo aquello, y que él mismo ha reconocido diciendo: "fui lo que podríamos llamar un niño fascista".
El famoso avi Siset (abuelo Siset), de la canción "L'estaca", no era en realidad ninguno de sus abuelos, todos ellos tradicionalistas, sino el abuelo de uno de sus amigos, Ponç Feliu, ya en pleno enfrentamiento con su familia, por las ideas revolucionarias que iba adquiriendo. El padre del músico, Josep Maria Llach Llach, fue un heroico carlista en la guerra civil, que acabó siendo alcalde franquista de Sant Martí Vell (Gerona), entre 1950 y 1963. Tras la conversión revolucionaria de Lluís, perdieron toda relación hasta la muerte del padre, acaecida en el año 2002. Otro miembro de la familia fue su tía Pilar, que fundó la Falange en Tarragona y que fue torturada por los republicanos en el barco Uruguay, a la que el mismo Llach la define diciendo: "una señora familiarmente acogedora, pero muy difícil de aguantar, por su fanatismo tanto religioso, como político y personal, pero lleno de buenas intenciones “.
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Lluís LLach, bastante más joven. |
Antes del traslado del cantautor a Barcelona, donde se puso en contacto con jóvenes contestarios y partió peras con sus abuelos católicos y tradicionales en la ciudad condal, el niño y adolescente Llach, era un cristiano ferviente, formado en un internado de La Salle y en el seno de una famila piadosa. Antes de las malas influencias, vivía aquello con naturaliidad, incluso implicándose a fondo, llegando a ocupar responsabilidades en asociaciones piadosas, vicepresidente en los Cruzdos de Cristo Rey de Figueras, así como en algunas entidades marianas. Quería ser misionero en África y se planteó seriamente la vocación religiosa.
Saco este tema para muchos desconocido, porque me ha llevado a una reflexión. Yo ya soy una persona mayor, y no me canso de dar gracias a Dios porque mis hijos y nietos no se han apartado de la fe católica, los hemos formado lo mejor que hemos podido y sabido en nuestra familia y los colegios verdaderamente religiosos a los que han ido, también han ayudado mucho. Pero veo con tristeza como algunos amigos y conocidos han vivido la misma triste experiencia de la familia Llach, hicieron lo que pudieron y sus hijos se alejaron e incluso renegaron de la Iglesia.
El otro día, mi buen amigo Agustín me comentaba con tristeza como su nieto ha salido independentista e hipercrítico con la Iglesia, me extrañó porque lo habían llevado a un colegio religioso, su respuesta fue la siguiente: "Si, lo hemos llevado a un colegio teóricamente confesional, pero de Dios y de la Iglesia no les hablaban nunca, pero de la nació catalana, cada día y a cada hora".
Francisco Fabra