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La ultima estocada de Matabosch: Cerrar la parroquia de Sant Pere de les Puel·les

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Carta-denuncia recibida de un feligrés de la parroquia

En esta época, en la que se intentan cerrar los eslabones de la cadena de nombramientos de cara al próximo curso, tal y como indicaba Germinans en su artículo del domingo 8 de julio, y cuando se han publicado ya todos los nombramientos de delegados episcopales excepto el de economía, el aún titular de esta delegación da sus últimas estocadas antes de su jubilación. Y parece que la última va a ser ordenar el cierre de la milenaria parroquia de Sant Pere de les Puel·les.

Hace ya un año que nuestro cardenal, sin haber realizado ninguna visita pastoral a la parroquia, comunicó a su párroco, Mn. Josep Maria Martí, su intención de hacer desaparecer la parroquia y ceder sus espacios a la Comunidad de Hermanitas y Hermanitos del Cordero, tras el fracasado proyecto -a causa de la presión vecinal- de construir su ansiado monasterio en el barrio del Poblenou, en el año 2015.
¡Poco se podía imaginar su párroco que aquellas hermanitas y hermanitos a los que ha invitado a compartir su testimonio en diversas ocasiones en la parroquia, acabarían residiendo en su actual parroquia!

Mn. Josep Maria Martí
Sorprende, de entrada, que nuestro Cardenal, tan poco dado a precipitarse, y habiendo dilatado tanto sus decisiones y nombramientos, haya tomado tal decisión sin tener ningún conocimiento de la realidad pastoral de esta parroquia. Tan solo había realizado una visita, de incógnito, acompañado del delegado de Economía, Mn. Matabosch, para inspeccionar los espacios y dependencias de la parroquia.
El tiempo previsto inicialmente para el cierre de la parroquia y la cesión de sus espacios a ambas comunidades, era de dos años. Un primer año en el que se irían realizando los planos para las obras de adecuación, y durante el segundo comunicar el cierre a los feligreses, solicitar los permisos pertinentes y comenzar las obras necesarias.
A su párroco se le indicó en su momento que, "dado que estaba muy cansado", se le jubilaría anticipadamente y se le ofrecería colaborar en alguna de las parroquias de Barcelona, a su elección.
Desde entonces, las Hermanitas han realizado ya su visita a la parroquia, conociendo sus espacios y aceptando la oferta del Arzobispado.
Dado el desconocimiento del Sr. Cardenal de la vida pastoral de esta parroquia, la decisión no podía ser suya, y recaía en el maquiavélico consejo de su íntimo asesor Matabosch.
La archidiócesis cuenta en la actualidad con 208 parroquias. ¿Cuál o cuáles son los motivos para elegir precisamente esta? Preguntado por ello, las motivaciones expresadas son vagas y sin sentido: que la parroquia no tiene vida, que su párroco no se deja ver mucho en los actos del arzobispado y que las religiosas necesitan un lugar céntrico.
Desconozco la vida de todas las parroquias de la diócesis, pero en esta, sin duda, continúa celebrándose diariamente la Eucaristía, se reza el rosario, hay horarios fijos de confesiones, adoración eucarística, se visitan todas las residencias de ancianos y centros de día del barrio con el equipo de Pastoral de la Salud, celebrándose en algunas de ellas la Eucaristía, existen 6 grupos de catequesis (4 de esos grupos son de niños que ya han hecho la comunión), estudio de evangelio dominical para los niños, grupo de jóvenes, equipo de liturgia, catequesis prebautismal y prematrimonial, catequesis de adultos, equipo de cultura y evangelización, se realizan visitas guiadas, se trabaja con familias migrantes, especialmente de filipinas y sudamérica, caritas abre semanalmente sus puertas para escuchar, acompañar, ofrecer ropa... y un largo etcétera.  ¡Cuántas parroquias quisieran tener esa vida! Y con laicos al frente de cada una de esos ámbitos y responsabilidades. Y sin necesidad de de alejarse mucho del centro de Barcelona... El primer argumento, de la falta de vida parroquial, parece, pues, un absurdo.
Omella, no tan sonriente como en otras ocasiones
Es más, el mismo Cardenal realizó su primera visita pastoral a la parroquia el 5 de noviembre del pasado año y, tras esta, escribió a su párroco, quien dio cuenta de ello en la hoja informativa parroquial del 28 de enero de 2018: "El Sr. Arquebisbe, Cardenal Omella, ha escrit una afectuosa carta al nostre Rector, Mn. Josep Ma MARTÍ, en la que, entre altres coses, li agraeix a ell, com també a la comunitat parroquial, l’acollida cordial que li va dispensar en la seva visita a la Parròquia. Valora positivament la dedicació generosa de moltes persones de la Parròquia a fer el bé als altres en nom del Senyor i que li van exposar un grup de feligresos amb qui es va reunir abans de la Missa. També manifesta que va viure amb molta joia l’Eucaristia que va celebrar, en la que set joves varen rebre el Sagrament de la Confirmació. Ens anima a seguir treballant perquè el Missatge de Jesucrist arribi al major nombre possible de gent. Demana al Sr. Rector que faci arribar a tots els feligresos el seu agraïment per la seva disponibilitat i entrega. I acaba beneint-nos a tots i desitjant-nos la pau del Senyor."
El segundo argumento cae por su propio peso si de lo que estamos hablando es de la necesidad de cerrar una parroquia. Si a un obispo no le gusta cómo actúa uno de sus sacerdotes, lo más lógico sería hablarlo con él y, en caso extremo, cambiarle de parroquia. Exponer como argumento para el cierre de una parroquia la poca relación de su párroco con el resto del clero, cae por su propio peso.
El tercer argumento, la necesaria centralidad del monasterio para las religiosas, carece también de peso y sentido, especialmente si tenemos en cuenta que éstas aceptaron en 2013 los terrenos que el Arzobispado les ofrecía en el barrio del Poblenou. Y la semana pasada, según informaba la web de la diócesis de Terrassa, acaban de instalarse en La Costa del Montseny. No son, precisamente dos lugares céntricos.
Tres argumentos sin sentido que quieren quizá esconder la verdadera motivación de Mn. Matabosch. Y es que desde hace años, Mn. Matabosch ha encontrado en Sant Pere de les Puel·les una parroquia "reaccionaria" a sus órdenes, que no le dice que sí a todo, y que, en dos ocasiones, ha pedido auxilio a su delegación de economía para poder pagar los recibos de la luz. Una parroquia, pues, que no aporta suculentos ingresos mensuales a sus arcas y que, además, le hace pagar algunos recibos de vez en cuando.
Tomada ya la decisión de cerrar la parroquia, es el momento de comenzar a trabajar con los planos para realizar el proyecto y presentarlo a Ayuntamiento y Generalitat para que den su aprobación de convertir una parroquia en un monasterio en el que vivan habitualmente bastantes personas. ¡Con lo que cuesta una aprobación para hacer cualquier pequeña actuación en un Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN), que es la catalogación actual de la Parroquia - Monumento Nacional.
Omella y Matabosch responsables del cierre
Dado que el Obispado no tiene actualizados los planos de la parroquia, la empresa encargada de las obras ha realizado diversas visitas con arquitectos y trabajadores. Y Mn. Matabosch ordena y manda que los fieles de la parroquia se organicen para acompañar durante tiempo indefinido a estos arquitectos, en todas las horas que éstos necesiten, abriendo y cerrando todas las puertas necesarias. De forma voluntaria, claro. Y que sean voluntarios que hayan firmado el documento correspondiente, conforme son voluntarios y no van a reclamar nunca nada por esas horas... y que si les cae alguna piedra en la cabeza, al menos estén cubiertos por el correspondiente seguro... Pero he aquí que los fieles de Sant Pere de les Puel·les alegan que, siendo trabajadores, no pueden dedicar todas las horas necesarias a las tareas designadas por Mn. Matabosch. Y comienza aquí un fuerte enfrentamiento entre Mn. Matabosch y algunos laicos de la parroquia, que acaba con un triste episodio, que solo Dios sabe si es consecuencia de esta tensa situación: su párroco, Mn. Josep Maria Martí, sufre un ictus.
Durante los días en que su párroco estuvo hospitalizado, fueron los laicos quienes contactaron con el Vicario Episcopal, Mn. Joan Galtés, y con el Arcipreste, Mn. Peio Sánchez, para buscar soluciones y continuidad en la vida litúrgica y pastoral. La respuesta del arcipreste fue simple y rápida: supresión de todas las eucaristías de lunes a sábado, quedando solo la eucaristía dominical. El argumento: que todos los sacerdotes están sobrecargados y no pueden hacerse cargo.  Es lo más fácil, sin complicarse la vida, y sin tener que buscar sustituciones. Finalmente los mismos laicos tuvieron que buscar sacerdotes para continuar celebrando diariamente la eucaristía, y no solo los domingos. Y los encontraron cada día, buscando, preguntando y pidiendo. Moviéndose un poquito...
Durante los días de estancia en el hospital, y en su posterior convalecencia, solo el capellán del hospital visitó a Mn. Martí -en nombre del Sr. Cardenal-. Ningún otro sacerdote, obispo ni cardenal, ni en el hospital, ni en su regreso a la soledad de la parroquia, le visitó. Sólo alguna llamada... Fueron también los fieles quienes, organizándose por turnos, le hacían un seguimiento, y le ayudaban en todas sus necesidades. Y cuando estos mismos fieles comunicaron al arcipreste  que su párroco tenían intención de volver a celebrar la Eucaristía, la respuesta fue la urgencia del obispado por entrar en la parroquia para poder hacer los planos.
Estabilizada ya la situación del párroco, el Sr. Cardenal le llama a Palacio para comunicarle las últimas novedades:
Primero: que el cierre de la parroquia no se producirá dentro de un año, como estaba previsto, sino que será inminente, a principios de este curso pastoral.
Segundo: su decisión de nombrarle párroco de una parroquia fuera de Barcelona, en un pueblo en los límites del arzobispado.
Si hace un año el argumento era que "ya estaba muy cansado" y la previsión era su jubilación anticipada, tras haber sufrido un ictus, la decisión es nombrarle párroco de una población a dos horas en transporte público (tren + autobús) -no dispone de coche- de Barcelona, donde asiduamente tiene que acudir al hospital. Eso sí, con la promesa de que podrá disfrutar de unas espléndidas vistas al mar desde un hermoso palacio-rectoría, donde el mismo Cardenal ha afirmado a su actual párroco querer jubilarse.
Interior de Sant Pere de les Puel·les
Coincidiendo en el tiempo con esta última visita al Cardenal, algunos fieles tienen conocimiento de la noticia del cierre de la parroquia, y no precisamente por boca de su párroco, sino de otros sacerdotes del arciprestazgo y de las mismas religiosas.
Y la noticia corre como la pólvora. Los feligreses, que aman la parroquia, que colaboran en la misma y que viven y crecen en su fe en el marco de esta comunidad (desde los más jóvenes hasta los más ancianos), están profundamente entristecidos y temen por su futuro. Varios de ellos han pedido una entrevista con el Sr. Cardenal, obteniendo como respuesta que durante el mes de septiembre vendrá él mismo a comunicar lo que tenga que comunicar, pero que no va a recibir a nadie de la parroquia personalmente. En la última comunicación de una feligresa a su secretario, Mn. Marc Labori, le comunicaron que los feligreses y el barrio se estaban movilizando para intentar frenar esta decisión del Sr. Cardenal, recogiendo firmar -entre otras iniciativas-. Minutos después el mismísimo Cardenal realizaba una llamada a esa feligresa, afirmando que "no fuesen por ahí, porque cogería todas esas firmas y las tiraría a la basura", y volviendo a indicar que no pensaba recibir a nadie personalmente.
Ese es, pues, el talante de nuestro arzobispo, que toma la decisión de cerrar una parroquia sin haberla visitado; que, sabiendo que va a cerrarla, escribe a su párroco diciéndole lo bien que se ha sentido y el buen trabajo que hacen y animándoles a continuar anunciando a Jesucristo; que no quiere recibir a los fieles de una parroquia; que tiene pánico a que el tema trascienda a los medios de comunicación social; que no sabe cuál es la parroquia más cercana a la que piensa cerrar y, por tanto, a la que piensa enviar a sus fieles; que no ha comunicado la decisión ni a su pro-vicario general ni a sus vicarios episcopales, a pesar de que los arquitectos estén trabajando ya en el proyecto; que un día le dice a uno de sus sacerdotes que lo va a jubilar antes de hora porque está cansado y poco después de un ictus le dice que aún es joven y le va a nombrar párroco de otra parroquia a dos horas de distancia de Barcelona en transporte público. Pero que, a pesar de todo, anima a sus fieles a seguir trabajando para que el mensaje de Jesucristo llegue al mayor número posible de personas...
Un feligrés de la Parroquia
(El feligrés se identifica con nombre y apellidos y con datos comprobables, omitimos su nombre para evitar represalias hacia su persona)

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