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Otra periferia germinante

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Exterior de la parroquia de Sant Ambros en el barrio de La Pau
Cuando sobre las 12 del mediodía de un domingo en plena canícula solo se ven por la calle algunas personas con pantalón corto y chanclas, fruto de la desastrada indumentaria de nuestros días, llama la atención ver a otras vestidas correctamente, ellos con su humilde camisa clara y ellas con su vestido de dos piezas o una sencilla blusa de mercadillo. Si ves que han aparecido como hongos y parece que se dirigen al mismo lugar, es que van a misa y si el número es importante y no son cuatro gatos aislados, resultará que la celebración va a tener una presencia concurrida. Cuando eso sucede en un domingo del mes de julio, bajo un lorenzo inclemente que no invita a salir, es obvio que esa silenciosa peregrinación se repite todos los domingos. 

Esta experiencia la he vivido en la parroquia de Sant Ambros del periférico barrio de La Pau, en el distrito de Sant Martí de Provensals. Un polígono de un centenar de bloques de viviendas, construido por la Obra Sindical del Hogar e inaugurado por Franco en su visita a Barcelona del año 1966. Tomó su nombre de los 25 años de paz que se conmemoraron en 1964, fecha en la que se aprobó su construcción. Ahí viven unas 30.000 personas arracimadas en unos pisos tipo nicho, de techos bajos y tendederos de ropa que dan a la calle. La construcción del barrio no quedó desprovista de iglesia y así en aquel mismo acto se inauguró la parroquia, dedicada a San Ambrosio. Durante años fue encomendada a los Redentoristas y luego pasaron diversos párrocos, languideciendo la feligresía, hasta que llegó Mn. Emilio Gil Batllori en el año 2012.
 
 Mn. Emilio Gil Batllori
Este joven sacerdote que había sido vicario de la Parroquia del Espíritu Santo, regentada en aquellos años por Mn. Miquel Venque To, fue designado por el cardenal Martínez Sistach y a partir de entonces esa parroquia periférica ha dado un vuelco espectacular. Lo he podido comprobar personalmente. Por eso les hablaba de la afluencia de fieles vestidos correctamente en un mediodía de bochorno del mes de julio. Pero lo primero que me llamó la atención, al entrar en el templo, fue que Mn. Emilio se hallaba en el confesionario ¡y tenía cola! Hacía mucho tiempo que no veía una cola de penitentes y no creo que en el barrio de La Pau se peque más que en otras zonas. Simple y llanamente, el párroco entró en un día en el confesionario, que había quedado en desuso y con la paciencia del pescador con la caña fueron acercándose los feligreses. Primero uno, después otro y así poco a poco hasta la cola que se produce ahora. A tantos fieles confesó el sacerdote que la misa empezó 10 minutos tarde. Y es que a nadie le dijo que no, que debía ir a revestirse. ¡Para que luego digan que la gente no se confiesa! ¡Lo que faltan son confesores y no penitentes!

La segunda cosa que me llamó la atención fue que, a pesar de que el templo es bastante grande, ya fuese por la concurrencia o por lo participada de la celebración, éste se convertía en cálido y acogedor. Y una misa con monaguillos. Otra característica que se va perdiendo en muchas parroquias. Con otro ejemplo que cae en desuso: el sacerdote efectúa personalmente la reserva del Santísimo en la capilla adyacente, con los fieles de pie o de rodillas al paso de Jesús Sacramentado. Y en un barrio como este, lógicamente, las misas se celebran en castellano, lo cual permite el arraigo de una población con dicho idioma materno o la presencia destacada de una numerosa colonia latinoamericana.

Celo litúrgico, actividad pastoral, labor incansable del párroco, ortodoxia doctrinal, entusiasmo y abandono de la rutina que adormece, son algunos de los ingredientes de las parroquias germinantes. Curiosamente, la mayoría se hallan en esa periferia de la que tanto nos habla el papa Francisco. Y otro apunte a añadir: en Barcelona hay excelentes sacerdotes. También la mayoría periféricos. Esa es la cantera que va a nutrir el futuro de la diócesis, lo cual nos permite albergar signos muy esperanzadores. La única lástima es que Mn. Emilio Gil se quedó sin vicario, por la prematura muerte de Mn. Patrick Stref, acaecida esta primavera. ¡Qué buen tándem formaban! 

Oriolt

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