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Hoja de "La Vanguardia Española" con el nombramiento de los cuatro obispos auxiliares en 1968 |
Esto de los obispos auxiliares de Barcelona me recuerda aquello de las leyes educativas (LOECE, LODE, LOGSE, LOCE, LOE, LOMCE...) Cada gobierno elabora su ley, con gran disgusto de la oposición y cuando ésta llega al gobierno cambia la ley por otra con el consiguiente enfado de la nueva oposición que antes estaba en el gobierno y así continuamente, volviendo loco al mundo educativo, a los padres, a los alumnos y a los docentes con tanto cambio. Cualquier ciudadano con dos dedos de frente se pregunta: ¿No se pueden poner de acuerdo todos los partidos políticos y crear una ley de educación que dejando algún fleco a disposición de cada gobierno, pueda tener continuidad gane quien gane las elecciones?
Con los obispos auxiliares, en Barcelona, y en general en casi todas las diócesis pasa algo parecido. Un arzobispo se busca a sus auxiliares, y cuando éste cesa, el que viene después se los quiere sacar de encima o se los queda haciéndoles la vida imposible. Entonces cualquier fiel se pregunta: ¿No podían nombrar auxiliares que no estuvieran tan identificados con el arzobispo de turno, o con su linea ideológica, y que sirvieran igual para un arzobispo que para otro?
Porque si repasamos la lista de auxiliares más reciente, esa es la triste realidad. Si empezamos por los cuatro obispos auxiliares que le nombraron a Don Marcelo González en 1968 (Torrella, Guix, Capmany y Daumal), y eso que los puso para ganarse al clero local, no porque fueran de su estilo, recordaremos que cuando llegó el arzobispo Jubany no ocultó que se los quería sacar de encima, y movió todas sus influencias para hacerlo, a Guix lo envió a Vic y a Torrella a Tarragona, el caso más humillante fue el de Capmany al que lo dejó sin diócesis, relegándolo a las Obras Misionales Pontificas (OMP). Sólo se quedó con Ramon Daumal, un obispo totalmente inofensivo, que no podía hacerle ni un milímetro de sombra.
Jubany sólo nombró a un auxiliar y en los últimos años de su pontificado (1987), como premio a su principal colaborador, Lluís Martínez Sistach, pero con la llegada de Don Ricardo María Carles, el valenciano se lo quiso sacar de encima inmediatamente y lo envió a cubrir la diócesis que él acababa de dejar vacante: Tortosa.
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Soler Perdigó, auxiliar de Ricard María Carles |
En este pontificado se produce un fenómeno extraño y novedoso y es que el propio arzobispo que ha nombrado a sus auxiliares, es el mismo que quiere sacárselos de encima, y no para promocionarlos, sino porque no quiere verlos ni en pintura. A partir del año 2000 Don Ricardo descubre que tres de sus auxiliares conspiran contra él mismo, y en vez de defenderlo, apoyan los movimientos del progresismo contra su persona, decide desprenderse de ellos y los envía a otras diócesis: Urgel (Vives), Solsona (Traserra) y Perdigó (Gerona). Se queda sólo con Tena, que ya era mayor y estaba próximo a la edad canónica de su jubilación y con Carrera, que a pesar de las diferencias, nunca le traicionó y que no tenía ningunas ganas de marcharse de Barcelona.
El caso de Saiz Meneses, duró lo mismo que su mentor Don Ricardo, o incluso un poquito más porque fue Administrador Apostólico, pero para no tener que pasar por el mal trago de dejárselo a Sistach, se le busca una salida muy honrosa, como primer titular de la diócesis de Terrassa.
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Un joven Sistach con el obispo Joan Carrera |
Sistach no nombró ningún auxiliar de su agrado y tuvo que conformarse con el nombramiento de Taltavull, en un juego de equilibrios que popularmente respondería a aquel "Ni para ti, ni para mi" en la batalla que tenía con Roma, en que sus candidatos no colaban y los de Roma tampoco gustaban a Sistach. Rápidamente Taltavull experimentó el ninguneo que ya había vivido Carrera, incluso con la humillación de enviarlo a vivir a la Residencia Sacerdotal de jubilados, lejos del palacio episcopal.
Con la llegada de Omella, se las prometía muy feliz, pensando que sería el nuevo hombre fuerte de la diócesis, pero la historia se repite, y el turolense le busca rápidamente una salida provisional en Mallorca, que a punto está de que sea definitiva.
En breve se espera el nombramiento de auxiliares para Barcelona, coincidiendo con el traslado de Taltavull, me temo que no se va a buscar ese perfil al que hacía referencia al principio de mi escrito, es decir personas de valía, útiles para cualquier obispo y queridos por el clero local, que no tengan que pasar por el estropicio de la mayoría de sus antecesores.
Francesco Della Rovere