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El catolicismo de Puigdemont

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El actual presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, nació en la muy carlista villa de Amer, donde se asentaba el cuartel general de Ramón Cabrera en la segunda guerra dinástica del siglo XIX. Su familia era tan absolutamente apegada a la comunión tradicionalista que en la Guerra Civil española escondió un cura en su casa y el abuelo paterno huyó a Francia, por mor de no ser movilizado en las filas republicanas. No cabe decir que, con la entrada de las tropas nacionales, volvió el abuelo, salió del escondite el sacerdote oculto y la familia Puigdemont recobró su natural devoción y piedad, tributaria del linaje de unos ancestros presididos por el lema de “Dios, Patria, Fueros, Rey”. 

Los padres del actual mandatario fueron consecuentes con la tradición familiar y enviaron a estudiar al niño al internado del Santuario gerundense de Santa Maria del Colell, donde iban los hijos de las familias ricas gerundenses, todas ellas con un pasado carlista, nada remoto. Ahí estuvo cinco años – de los 10 a los 15- educado en la rigidez espartana del llamado Seminario-Colegio. Rigidez espartana en la disciplina, en los estudios y en la formación religiosa de unos niños de casa bien. Eran los años 70 y a pesar de haberse iniciado el pandemónium postconciliar, en El Colell seguía imperando la religiosidad tradicional junto al castigo físico, no exento muchas veces de brutalidad.
 
El joven Carles no quedó atormentado por su estancia en el internado. Al revés, sus inquietudes religiosas, unidas al pio ambiente familiar, le llevaron a pasar sus veranos posteriores en el Monasterio de Poblet, concitando incluso alguna esperanza vocacional. Todo quedó en agua de borrajas y la saga carlista de los Puigdemont perdió la continuidad y la esperanza que habían depositado en aquel muchacho inquieto. Como a otros muchos, especialmente gerundenses, el giro fue copernicano y pasó de la carcundia a la fría apatía, cuando no al abandono de la tradición familiar.
Ahora, el presidente se ha destapado con unas declaraciones en la revista L’Avenç, en las que reconoce su desvinculación con la Iglesia, a pesar de sus antecedentes juveniles, pero en las que afirma que en lo que sí cree es “en les arrels cristianes de Catalunya”. Si se lee bien la entrevista parece ser que es en lo único que cree. Es curiosa la apelación a ese mantra de “les arrels cristianes”, el cual se repite muchas veces por políticos, intelectuales, periodistas e incluso algún eclesiástico.

Les “arrels cristianes” sirven tanto para un barrido como para un fregado. Nadie sabe bien lo que son, ni han sido oportunamente definidas, pero sirven para dar una pátina de respetabilidad al supuesto corpus ideológico del que las menta. No obligan a nada. Son meras raíces, que se remontan al origen de los tiempos. Se ignora si debemos retrotraerlas a Marti l’Humà, a Pere el Cerimonios, al abad Oliva, a Sardà y Salvany, al cardenal Gomà o Pla i Deniel. Catalanes todos ellos, con sus raíces cristianas.

El único escrito referente a las mismas es el documento elaborado por los obispos catalanes en el año 1985, titulado Arrels cristianes de Catalunya, también citado a diestro y siniestro. Un documento plenamente constitucional, que no pasaba de un mero voluntarismo autonomista, tan denostado en la actualidad, en el que, a pesar de que se insiste en lo contrario, no existe ningún postulado auto-determinista, sino que, por el contrario, se sostiene lo siguiente:

"Debemos recordar la necesaria clarificación entre los conceptos de Nación y Estado para una correcta interpretación de la realidad, pues no pretenden reducir los lazos de solidaridad entre los pueblos de España a unas relaciones puramente administrativas. La historia común, con todo lo que tiene de positivo y de negativo, la interrelación, incrementada en nuestro tiempo por los fenómenos migratorios, las grandes afinidades entre las cuales ocupa un lugar importantísimo la fe que compartimos, han tejido una base sólida para la comprensión, el afecto y la colaboración entre todos"

Un posicionamiento bastante light, respetuoso con la Constitución y solidario con las demás comunidades de España, el cual no suscribiría, hoy en día, ningún Puigdemont ni ningún gerundense ex-alumno de El Colell.

Oriolt

Omella y el sacramento de la Penitencia

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Don Juan José Omella ha reconocido en diversas ocasiones que siempre se ha sentido "un cura de pueblo" y que le hubiera gustado morir en esa condición. Las cosas no han ido como él preveía y ha acabado como arzobispo de Barcelona. Pero cuando uno escucha algunas de sus homilías o lee algunas de sus cartas dominicales, se da cuenta de que nuestro prelado diocesano sigue siendo aquel "cura de pueblo" de la provincia rural de Teruel.

Y no lo digo como crítica, aunque algunos consideran que todo un arzobispo, y previsiblemente futuro cardenal tiene que tener un mayor nivel intelectual, la verdad es que Don Juan José ha llegado así a muchas familias y cristianos sencillos, y eso tiene su valor, porque todos recordamos las soporíferas homilías de n.s.b.a. y (poco) jubilado cardenal Martínez Sistach, y sus cartas semanales que no se las leía ni el gato, porque era imposible pasar de la segunda linea sin desconectar.

La realidad es que las cartas dominicales vuelven a leerse en nuestra diócesis, y eso es positivo, se ha recuperado un poco el interés que en su tiempo despertó Don Ricardo Carles, cuando eran muchos los que buscaban sus escritos aunque fuera por leer sus aventuras montañeras o para imaginarse las ovejas triscando por las praderas. 

Toda esta introducción viene a cuento de que esta semana nuestro arzobispo habla en su carta dominical "El momento del perdón"  del sacramento de la Penitencia e invita a sus diocesanos a participar de él en estos últimos días de cuaresma, y especifica claramente que tiene que hacerse desde la confesión individual de los pecados: "Por ello, invito a los cristianos, en estos días cuaresmales y de preparación inmediata a la celebración de la Pascua, a recibir el sacramento del perdón de Dios por la confesión individual de los propios pecados"
Es importante que nuestro pastor recuerde y afirme que ésta es la única forma correcta de recibir el perdón de los pecados, especialmente en nuestra diócesis donde hay unos altísimos índices de la práctica ilegítima de este sacramento con las famosas absoluciones colectivas, que ha eliminado la confesión individual de la mayoría de nuestras parroquias.

La historia viene de lejos, de cuando Don Narcís Jubany presionado por el clero progresista que lo tenía totalmente dominado, a través de una ambigüedad que superaría el más puro estilo bergogliano, permitió que se empezaran a celebrar este tipo de absoluciones colectivas, o dicho de otra manera, no hizo nada para evitarlas. Con la llegada de San Juan Pablo II al papado y dándose cuenta el mismo cardenal de que muchas cosas se le habían ido de las manos empezó a recular, pero ya era demasiado tarde.

Recuerdo de aquella época como después de hablar con el entonces arzobispo, comenté con otro sacerdote, que yo mismo había estado hablado con el prelado y que me había dicho que este tipo de absoluciones no eran válidas al no ser que fueran en situaciones totalmente extraordinarias, la respuesta de aquel sacerdote fue la siguiente: "Mientras mi Vicario Episcopal haga absoluciones colectivas yo las seguiré haciendo y cuando deje de hacerlas entonces ya hablaremos".

Con la llegada de Don Ricardo algunas cosas se movieron favorablemente, el arzobispo valenciano dejó bien claro cual era la forma correcta de celebrar el sacramento, riñó a algunos sacerdotes por hacerlo incorrectamente e incluso consiguió que algún párroco moderado, que las hacía no por convencimiento sino por no quedar mal con sus vecinos, dejara de hacerlas. Además nombró vicarios episcopales (además de los obispos auxiliares) que lógicamente no daban el mal ejemplo al que antes aludía en la era Jubany.

Pero después llegó Don Lluís y otra vez volvimos a la ambigüedad, el anterior arzobispo consciente de que la mayoría de sus amigos y colegas de sus quintas siguen practicando las absoluciones colectivas, no movió un dedo para evitarlas, todo lo contrario, lo poco que se adelantó con Don Ricardo en este tema se perdió después con unos pésimos nombramientos en parroquias donde ya se había erradicando este tipo de celebraciones, con el consiguiente desconcierto de los fieles (ahora sí, ahora no, ahora sí...). Sistach, a pesar de su falta de interés por arreglar el tema, miraba de mantener su buena imagen ante Roma con declaraciones a los sacerdotes del estilo: "En estos días cuaresmales es importante que facilitéis la práctica del sacramento de la reconciliación y que se haga de la forma adecuada", el clero progresista, tan tranquilo, no se sentía interpelado y él aparentemente decía lo correcto, eso sí, sin afirmar nunca que la "forma adecuada" era la confesión individual de los pecados.
Ahora nos ha llegado Don Juan José, y aunque de joven simpatizó con el movimiento progresista clerical, nunca creyó en las absoluciones colectivas, al igual que por ejemplo el obispo Don Joan Carrera. Me consta que este tema le preocupa, y eso queda plasmado en esta carta dominical y en algunas actuaciones personales como la que ha llevado a cabo en Mataró, poniendo fin con su presencia a esta práctica que toleraba su párroco y Vicario Episcopal el Rvdo. Segismundo García. Pero está claro que con esto no es suficiente, tiene que dar más pasos adelante si de verdad quiere erradicar esta indecente práctica de las absoluciones colectivas.

Es conocida mi opinión del obispo de Sant Feliu, Don Agustín Cortés, secuestrado por el clero progresista de la diócesis, que no es otro que la "camarilla" de amigos del copríncipe Vives. Pero tengo que reconocer que en el tema de las absoluciones colectivas ha movido ficha, y en una diócesis nada propicia a la forma correcta del sacramento, se han dado muchísimos pasos adelante en este sentido, gracias al interés y a la insistencia del obispo en este tema. Esperemos que Don Juan José también actúe, en esta cuestión y en tantas otras, que necesitan de una urgente actuación episcopal para que la situación de enquilosamiento y empobrecimiento eclesial en la que estamos, empiece a avanzar decidídamente en la buena dirección.

Antoninus Pius

"Per no beure a galet" (o cómo evitar que te den gato por liebre)

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¿Los católicos catalanes nos hemos evaporado de la batalla por la Cultura (Kulturkampf)?
Del magistral artículo de Josep Miró i Ardèvol, La Vanguardia, 3/IV/2017.
Seis más una lecturas, de 2016 
  1. ¿Te han acribillado con ideología de Género pero no compras este material porque tu sentido común se rebela? Factura a tu camello y online pídete Gender, L’anello mancante, del padre Giorgio Maria Carbone, dominico del convento de Boloña. Lectura que ilustra con datos meridanos las consecuencias de jugar en este ámbito con la naturaleza.   
  1. ¿Han colmatado tu educación sexual de métodos anticonceptivos sin dejar espacio a la humanización de los afectos con tu pareja? Libérate, cambia de sexólogo/a y lee a escondidas Thérèse Hargot y su Une jeunesse sexuellement libérée (ou presque). Cuando hayas acabado, pásalo a un amigo/a.
  1. ¿Te rodean las ayatolas del feminismo radical que han convertido tu feminidad en un obstáculo para tu realización como mujer? Saca esa mujer que llevas dentro y márcale el terreno a este personal integrista. Adieu mademoiselle de la periodista Eugénie Bastié no habla de otra cosa y de igual a igual.
  1. ¿Acomplejado tras más de cincuenta años de revolución cultural progre, vives en silencio la creencia de que el ser humano tiene unas identidades naturales fundamentales que han sido menospreciadas y descalificadas; pero no te atreves a decirlo por miedo a que te digan carca? No sufras, la filósofa Bénérice Lévet en Le Crépuscule des idoles progressistes lo ha superado. Lúcido análisis para sobrevivir a las prédicas de los progresaurios.

  1. ¿Te sientes un xenófobo de mente estrecha porque crees que una cosa es intentar ayudar al inmigrante y la otra es disolver en un totum revolutum la propia identidad nacional occidental de tu país como comunidad histórica trabajada por los valores de la civilización cristiana durante siglos? Mathie Bock-Coté, desde posiciones no precisamente intra-eclesiales, va por un camino parecido en Le Multiculturalisme comme religion politique donde califica provocativamente de “religión” una ideología secular de autodisolución  colectiva.

  1. ¿El silencio de los creyentes en la guerra cultural contra la Fe cristiana tiene un coste? David Fiorazo en The Cost of Our Silence: Consequences of Christians Taking the Path of Least Resistance pone negro sobre blanco el contenido de la factura.

  1. Para que la Kulturkampf sea siempre incruenta por parte del creyente y responda a los adversarios con una apelación a la búsqueda de la Verdad y a seguir el método que seguiría Santo Tomás, te propongo una lectura para preparar el espíritu en la humildad intelectual y en un plano plenamente magisterial: Dios o Nada del cardenal Robert Sarah.  
Ramon Reixach i Puig

El compromiso sexual del hombre, marca de civilización

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Parirás con dolor. Tu ansia te llevará a tu marido y él te dominará (Génesis 3,16)

En mi empeño por explorar las causas ideológicas y sociológicas de la implantación-imposición del aborto que caracteriza al "progreso" que nos ha tocado padecer, redacté un artículo titulado "EL CONTRATO SEXUAL" con la idea de replicar “El Contrato Social" de Rousseau. Pero mientras lo tenía en la lista de espera (donde aún sigue) y lo releía para retocar algún matiz y redondearlo, caí en la cuenta de que la entrada al tema era demasiado brusca. Así que decidí que sería más comprensible si iba precedido de este otro que he titulado El compromiso sexual. Porque entiendo que justamente ahí está uno de los signos que caracterizan a cada civilización. 

La naturaleza ha hecho el sexo de la mujer sumamente comprometido, de manera que para ella el acto sexual nunca empieza y termina en lo que el hombre llama “el sexo”, sino que viene de más atrás (de una especie de atracción distinta de la del hombre: más compleja). Y va mucho más allá: tiene como horizonte siempre posible la maternidad y por tanto lleva siempre consigo la carga de la maternidad. Tanto, que es finalmente el útero (hyster para los griegos), el núcleo de la vida, el epicentro del impulso de la mujer hacia el hombre. Furor uterinus llamaban los antiguos al deseo intenso de la mujer. Lo llamaban así porque es la manifestación ciega del deseo de concebir (que nace del útero y se manifiesta en los órganos de copulación). Así lo ha querido la naturaleza, no sólo en la especie humana; y así lo ha querido Dios.

Digamos pues que en la mujer el acto sexual es tal, que tiene por sí mismo la propiedad de empezar en la copulación (e incluso en el cortejo) y terminar en la lactancia, con una extensísima implicación temporal. Una propiedad que de ningún modo puede tener el acto sexual del hombre: que empieza y termina en la copulación. Y según la civilización de que se trate, la prolongación de la maternidad resultante puede afectar toda la vida de la mujer.  A ésta, la implica la naturaleza en un dilatadísimo proceso secuencial a partir de la copulación. Al hombre en cambio, la naturaleza ni le ofrece ni le exige mayor implicación que el mero acto fecundador: tremendamente fugaz. Es la civilización la que le implica en la reproducción más allá de la fecundación.  Por decirlo de una vez, en la mujer el sexo se sublima en la maternidad; y en el hombre se redime en la paternidad. Digo “se redime” porque le impone a la mujer una carga sexual para la que no está diseñada. Y de nuevo son las distintas culturas y civilizaciones las que determinan los distintos modos de imposición: refinados unos, y salvajes otros. Pero imposición. 

En la naturaleza, la vinculación de lo que los hombres llamamos sexo a la reproducción es tal, que en las especies afines a la nuestra, la “licencia de copulación” de los machos se circunscribe a los ciclos reproductivos de la hembra. Es decir que, puesto que el sexo en la hembra es reproductivo, la naturaleza ha hecho que también lo sea el del macho: de modo que éste no tiene posibilidad de gozar del sexo fuera del ciclo reproductor, que es marcado por la hembra. Obviamente la actividad sexual del macho está supeditada a la demanda cíclica de la hembra. 

Desde la perspectiva del tiempo y de los afanes meramente biológicos empleados en la reproducción, los de la hembra superan en miles de veces a los del macho. Éste apenas se emplea en la reproducción. Disfruta de la ración que le corresponde en el placer de la reproducción: lo que en nuestra terminología llamamos placer sexual. Y ahí acaba toda su contribución a la vida. Es evidente por tanto la absoluta intrascendencia que tiene el sexo para el macho (en nuestro caso, para el hombre; puesto que a él la práctica sexual no le trasciende, no le lleva más allá) comparada con la enorme trascendencia que tiene ese mismo acto sexual para la hembra (en nuestro caso, para la mujer: porque de él se sigue todo el proceso vital). El hecho de que éste no se siga de cada acto, no desdibuja en absoluto la relación entre sexo y reproducción.

¿Ha sido injusta la naturaleza en este reparto? ¿Se ha inclinado Dios más a favor del macho que de la hembra? Si examinamos la correlación del compromiso sexual entre el hombre y la mujer a través de los principios que rigen hoy en nuestra sociedad el rol que le corresponde a cada uno, es evidentísimo que tanto el feminismo como su derivada la ideología de género, le han reasignado al hombre el papel de zángano. Eso recibe el absurdo nombre de “sexo libre” (sin distinción de sexo), como si fuese lo mismo para la mujer que para el hombre.

Pero ésta es una tremenda extravagancia moderna que libera como nunca al hombre de cualquier compromiso relacionado con su actividad sexual, y deja sola a la mujer como en los peores momentos de la civilización: con las consecuencias de la actividad sexual de los dos, para ella sola.

En la naturaleza, tan diversa, hay de todo. Los casos más afines a nosotros, son los que muestran la vinculación de los machos al menos en la defensa y seguridad de las madres y sus crías: compromiso al que va ligada la “licencia de copulación” concedida por la hembra. Digamos que va en esta línea la relación mujer-hombre (solemos decir hombre-mujer) en la especie humana. Con una variación importante en nuestra especie, marcada por la esclavitud que se origina en nuestra expulsión del Paraíso: Comerás el pan con el sudor de tu frente, es el castigo del hombre; y el de la mujer, parirás con dolor, el deseo (obviamente de maternidad) te empujará hacia tu hombre, y él te esclavizará (Gn 3, 16).

¡Para qué vamos a andarnos con rodeos! El Génesis nos presenta el cuadro de la doble esclavitud: la del hombre al trabajo, y la de la mujer-madre al hombre. Observemos un dato absolutamente fundamental, que es la distribución de cargas por sexos. La carga del hombre es el trabajo; y la carga de la mujer es el sometimiento al hombre a causa de la maternidad. En el Génesis, la mujer no trabaja: quien se gana el pan con el sudor de su frente es el hombre. Y lo gana para él, para su mujer y para sus hijos. Es decir que en efecto, la situación es que ha esclavizado a su mujer, por la necesidad que ella siente de él; pero como todo señor respecto a sus esclavos, carga con la necesidad-obligación de su manutención. Ése es el reparto de cargas derivadas de la maternidad que impone el Génesis. ¿Estáis seguros de que ésta del Génesis no es la lección de antropología más brillante que tenemos a nuestro alcance? Es la antropología del hombre caído y de la pugna entre el bien y el mal, tan machaconamente negada por los que están empeñados en sostener que estamos inclinados únicamente a la bondad, de tal manera que no tienen ningún sentido ni la moral ni el concepto de pecado.

La manutención (y por supuesto la defensa) de la mujer y de los hijos es la contrapartida para el hombre, por el disfrute sexual de la mujer. En el estreno de la institución de la esclavitud (mejor regulada, por cierto, que muchas regulaciones y convenios de trabajo) era difícil pensar en otra fórmula de intercambio: el “compromiso” sexual a cambio del compromiso de manutención de la mujer y de los hijos. Es decir que incluso en régimen de esclavitud, la actividad sexual del hombre está vinculada a la reproducción mediante el compromiso de manutención de los hijos. 

Cada civilización ha intentado resolver la implicación del hombre en la procreación, y todas, para salvar la esclavitud inicial,  han recurrido a la fórmula del matrimonio: las variaciones entre distintas fórmulas son notables. La más exitosa fue la del cristianismo, cuya clave está en establecer una estrecha vinculación entre el sexo y el amor. Es la que dio lugar a lo que llamamos romanticismo. 

¿Y qué nos trae la modernidad? Nos trae la liberación del hombre de todo compromiso (y por supuesto, también del amor). Es lo que llaman “progreso”. El objetivo es bien sencillo: liquidar la paternidad, y con ella la maternidad y el amor, destruyendo el compromiso matrimonial entre hombre y mujer. Porque como dice el feminismo, todos esos son lazos que esclavizan a la mujer. Y la mejor herramienta que han conseguido para ese objetivo, son el aborto y el infanticidio prenatal. 

Custodio Ballester Bielsa, pbro.
www.sacerdotesporlavida.es

La Glosa Dominical de Gérminans

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ÉL, ELLA Y LOS VENDIDOS: ELOGIO DE LA EMOCIÓN
Te lo escribiré en el asfalto, con aquel espray de color blanco que tanto gusta a los amigotes y amigachos del novio en vísperas de su boda: “Vuelve atrás, aún estás a tiempo”. Y después, añaden el nombre de su amigo: Paco, Xavi, Marc, Luis… Alguien añade el mote: Pelucho, Tete, Kini, Pito… ¡Cuantas veces me he encontrado con esas pintadas o pancartas en el camino yendo a celebrar una boda especialmente en alguna de esas ermitas campestres cerca de restaurantes en la periferia de Barcelona! Hoy me agenciaré también yo un bote de espray que me servirá para hacer una pintada en las murallas de Jerusalén: “¡Vuelve atrás, aún estás a tiempo, Jesús!” 
El vocerío de la gente por las calles, el trasiego misterioso dentro de los muros de las escuelas rabínicas, la decoloración de los sentimientos en el corazón de la gente de Galilea me han confirmado una tesis: aquí, Rabbí, a nadie le importas nada. Mañana verás la farsa de aquellos que hoy están en la plaza: cantos, coros, aplausos y gritos festivos. Harán trizas las palmas, bajarán las persianas, descenderán los estandartes en los torreones de la ciudad. Te festejarán todos; pero pasado mañana tu muerte será mi vida y “muere, infame”. A ellos no les interesas, quieren festejarte a su manera. Quizás has conseguido alguna sonrisa, la de los cojos que ahora caminan, la de los ciegos que ahora contemplan el azul del cielo, de madres que ahora abrazan a sus hijos que antes estaban muertos, alguna herida ha sido curada, alguna boca saciada. Y sin embargo ellos buscaban un Dios más simpático, de dibujos animados, que les diese lo necesario para entretenerse, divertirse, olvidar el tiempo que corre. “Vuelve atrás, aún estás a tiempo”. 
Con unos golpes de estribo y un tirón de la rienda puedes obligar al borrico a girarse y a invertir el rumbo: baja por el sendero que pasa detrás de la tumba de Raquel y escóndete en mi establo. Las ovejas, los corderos y las vacas son los animales que te vieron de Niño aquella noche. Aún hoy las estrellas hablan de Ti y contagian con suspiros la magia de aquella Espera convertida en historia. Nada más después: ya te han olvidado todos porque tus discursos -dicen los prestigiosos teólogos- son ocasión de escándalo y no aseguran el mañana en el calendario. Tú arriesgas la vida para prepararles los prados perdidos del Cielo, el no-tiempo del Eterno: pero en sus casas, dentro de la ciudad, no les falta de nada. No les toques nada de lo suyo. Por eso no te atienden ni te hacen caso. Moisés, un amigo mío que tiene una granja más allá del Cedrón, me ha dicho que esta mañana en el corral el gallo no para de carraspear, como si ensayase un concierto en el que exhibirse dentro de poco. Quién sabe si junto a una negación. Quizás con su carraspeo te está pidiendo que regreses, que no te engañes con el vitoreo de las palmas empapadas de gritos, de sonrisas y de cobardía.
Los hombres son muy previsibles, Maestro: aquella gente han recibido algo para vitorearte, les han prometido quizás un lugar en la sinagoga, alguien volverá a su casa con alguna moneda en el bolsillo: Jerusalén es una ciudad vendida. Gritan e invocan tu nombre pero no creen: son unos pagados, mientras escondidos más allá del mercado caótico y furibundo, teólogos y rabinos están mercadeando el precio de tu muerte. Créeme, Maestro, vuelve atrás. Jerusalén es una ciudad perspicaz y traidora. Ella y sus hijos y toda la descendencia que vendrá. No te busca, no te quiere, te espera sólo para tenderte una emboscada: ya ha comenzado, empezando a comprar a un discípulo tuyo. ¿Tiene sentido entrar por aquella puerta? Rabbí, vuelve atrás, aún estás a tiempo.
Mn Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet

Del "Hosanna" al "Crucifícalo"

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Es lo que llaman la presión de grupo. Si no estamos atentos a nuestro ser y a nuestras convicciones, lo más fácil es que nos arrastre el entorno. Y como Vicente, vayamos donde va la gente. Eso significa que no tenemos convicciones firmes, que lo nuestro no es ser, sino estar y parecer. Lo que surja, lo que no requiera esfuerzos, lo que no exija sacrificios.
¿Que vemos una gran multitud agitando ramos de olivo y palmas y gritando “Hosanna al hijo de David”, pues nos apuntamos. ¿Porque hemos descubierto al Hijo de Dios que anuncia nuestra salvación? No, no es por eso. Es porque la misma inercia nos empuja a dejarnos arrastrar por la multitud; es porque si se apunta todo el mundo, será porque es lo que toca. En fin, que nos encontramos la mar de bien formando parte del decorado. La verdad es que eso no nos hace mejores ni peores. Y la otra verdad, muy cruda, es que eso es totalmente propio del tipo de sociedad que nos hemos construido. Hay que ir a la moda; y cambiar de moda lo más frecuentemente posible: que si no, ya no es moda. Es lo contrario de tener personalidad, tener convicciones y ser alguien.
C:\Users\Cesc\Desktop\0a8fd9adceed6e2a6303c7307f165d8f.jpgY siendo así, ¿qué tiene de extraño que a los cuatro días estemos en el mismo escenario vociferando como energúmenos: “Crucifícalo, crucifícalo; no le indultes a él, indulta a Barrabás”? Pues no, nada de extraño. Todo dentro de la más absoluta normalidad. Pero en esta otra escena, la cosa es mucho más grave. La verdad es que a los que habían ido a Jerusalén a celebrar la Pascua, les daba lo mismo la suerte que pudiera correr aquel reo que estaban a punto de ajusticiar. Absolutamente lo mismo. ¿Y entonces? Pues entonces respondían como marionetas a la acción de los agitadores. Amorfos como eran, les daba lo mismo que lo azotasen o que lo crucificasen; les importaba bien poco que el azotado y crucificado fuese aquel Jesús del que algunos habían oído hablar vagamente, o que fuese cualquiera de los facinerosos que esperaban ser ajusticiados. Les daba lo mismo.
Y si el griterío subía de tono, pues más emocionante aún. Las emociones fuertes le dan vidilla al momento. “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Ya, ¿y qué más da? Pues eso, que seguimos los impulsos del momento. ¿Pero no veis que os están manejando como marionetas? ¡Y qué!, nos lo pasamos bien, nos pegamos unos buenos chutes de emociones fuertes.
Nos entrenamos el Domingo de Ramos en un jolgorio pseudo-religioso para niños: así no nos dolerá nada el Viernes Santo. Superficialidad en todo y por todo. Nos resbala el misterio de la Redención, como si no tuviéramos necesidad de ella. La Semana Santa fue en tiempos la vivencia intensa del sacrificio de la Cruz. Pero hoy no nos queda nada santo. Ni el Viernes Santo, que pocos saben ya por qué es festivo.
C:\Users\Cesc\Desktop\ss2005-benit-RAFAES-542542100014.jpgMenos mal que nos quedan las procesiones con su imponente aparatosidad. Menos mal que a quien quiere recordar la Pasión y Muerte del Señor, las procesiones y el clima que con ellas se crea en nuestras calles, le ayudan recordar que necesitamos redención y que tenemos un Redentor. Aunque se hayan convertido en un gran espectáculo, en una gran atracción turística, ahí sigue la almendra no sólo a pesar de la cáscara, sino gracias a ella. Enormes multitudes en toda España arrastradas por una fuerza que desconocen. La Semana Santa en la calle, patrimonio de penitentes, es la huella profunda de lo que nos queda de cristiandad en España, que no es poco. Las procesiones, como extraordinarios sacramentales, tienen también su gracia santificante. La Semana Santa nos santifica a pesar nuestro. Es un enorme tesoro que nos queda, que nos empuja a cada uno de forma distinta hacia la Pasión de Cristo y de su Santa Madre.
Ha crecido el número de los que ante esta solemnísima rememoración anual de nuestros grandes misterios, vuelven a gritar con saña: “Crucifícalo, crucifícalo, no le indultes a él, indulta a Barrabás”. Y como los de hace 2000 años, no se dan cuenta de que no son ellos, de que esas voces no proceden de ellos, sino de los que hábilmente mueven los hilos y lanzan las consignas que toca gritar en cada momento.
No nos quepa ninguna duda: la Semana Santa popular española es la gran señal que nos manda Dios para recordarnos que su huella no se ha borrado totalmente de nuestras almas.     
Cesáreo Marítimo

Ya no saben ni cómo se llaman

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Del tan exhaustivo como discutible, en alguno de sus puntos, artículo de Borja Vilallonga  en la revista El Temps merece destacarse una realidad irrefutable: la crisis del nacional-progresismo eclesial ha provocado el abandono masivo de sus huestes, reduciéndolas a un reducto minoritario y sin solución de continuidad. Carecen de seguidores, sus parroquias se hallan desiertas, no poseen vocaciones y la Iglesia en Cataluña ya no puede contar con ellos, no por falta de ganas, sino por falta de poder de convocatoria.

Me confirmó dicho razonamiento el contemplar que al entrañable Josep Torrens (único miembro que queda en activo en la hace pocos años poderosa Església Plural) le anunciaban en una conferencia con el nombre de Josep Torrent. ¡Y no sólo no hizo nada para corregirlo, sino que lo reprodujo, tal cual, en su twitter! ¡Josep Torrens anuncia a Josep Torrent! Se trataba de una conferencia del grupúsculo “Cristians per la independencia” en la que comparecía como interlocutor, sin que el grupo supiera cuál era su verdadero nombre. El cual, por otra parte, es bien simple. En eso ha quedado la antaño combativa Església Plural: un zombi al que cuesta poner el nombre correcto.

Y eso que la conferencia de Torrent (Torrens) tuvo su miga: lanzó la brillante idea de que la Iglesia debería ceder sus templos para la celebración del referéndum independentista, si el Estado lo prohibía en escuelas y organismos oficiales. Idea que contó con la colaboración de las parroquias de Sant Medir y Santa María de Sants, que se anunciaban como colaboradoras del acto. Otro par de yermos nacional-progresistas que son fiel ejemplo de la tesis esgrimida por Vilallonga.

Al menos, la disparatada propuesta de Torrent (Torrens) puede servir para que aquellas personas de buena fe que en su día colaboraron con Església Plural se den cuenta que ese grupo ya no es más que uno de las muchas camarillas que colaboran en el manido procés. ¡Si todavía queda algún afiliado que no comulgue con el secesionismo debería darse de baja inmediatamente!

Han perdido hasta el nombre. No tienen futuro. Están llegando a la absoluta irrelevancia. Hasta Llisterri, que de tonto no tiene un pelo, se ha desembarazado de su influencia y, como se tiene que asegurar las habichuelas, ha convertido su portal en la prolongación digital de las escuelas religiosas. Único centro de poder del nacional-progresismo en Cataluña y única fuente de donde mana algo de dinero. Eso sí, con idéntica miseria vocacional. Unas escuelas religiosas que muy pronto serán tan escasas en religiosos, que el que quede en activo será una auténtica pieza de museo.
 
Luego quedan los fenómenos Caram-Forcades y alguna otra estrella televisiva. El nacional-progresismo les hace la ola como si fuesen el maná del desierto. Concitan la atención en los medios y es el asidero al que se agarra el náufrago. Incluso el náufrago de la Fundación Joan Maragall de nuestros amigos Matabosch y Pipo Carbonell, que invitaron a la benedictina como estrella invitada de su último acto. Mucho ruido y pocas nueces. Si es que de esas nueces buscan semillas.

El nacional-progresismo eclesial es un mundo que se acaba. Creo que empiezan a ser conscientes de ello, aunque se resistan a dar su brazo a torcer. La juventud creyente bebe en otros pagos. Vilallonga le llama la derecha católica. No caería yo en etiquetajes políticos. Dejémoslo en germinante, dado que el término ha adquirido fortuna.

Oriolt

Una mirada cristiana (irresponsable y suicida) sobre la Cataluña del futuro

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Josep Torrens (Església Plural), Arnau Figueras (Cristians per la Independència) y Concepció Huerta (Federació de Cristians de Catalunya) en el Acto "Una mirada cristiana sobre la Catalunya del futur"
Como ayer nos informaba Oriolt, el pasado 27 de marzo tuvo lugar un acto en Les Cotxeres de Sants, organizado por "Sants-Montjuïc per la independència", la Sectorial de la ANC (Assemblea Nacional de Catalunya) "Cristians per la independència" y con la colaboración de las parroquias de Sant Medir y Santa María de Sants, bajo el lema "Una mirada cristiana sobre la Catalunya del futur".

El acto contó con tres ponentes, Josep Torrens, representante casi único de "Església Plural", los cristianos más progresistas e independentistas, con escasa representación de miembros, pero con gran presencia mediática con la protección del régimen y de sus medios de comunicación, Arnau Figueras, representante de la sectorial de la ANC "Cristians per l'independència", y Concepció Huerta, miembro de la Federació de Cristians de Catalunya, histórica asociación católica catalana, en la que militó el beato Pere Tarrés, pero que actualmente está dominada por Convergència (ahora PDeCAT) y la extinta UDC. Su actual presidente es Antoni Comas, ex-conceejal, ex-diputado y ex-conseller de la Generalitat de Jordi Pujol. En su momento Comas, fue procesado por retención de impuestos. Su actual consiliario es el sacerdote nacionalista vinculado al Opus Dei, Mn. Joan Costa, que ha aparecido en alguna quiniela como episcopable.

Los ponentes exigieron a la Iglesia su posicionamiento a favor del Referéndum, así por ejemplo Josep Torrens afirmó “la Iglesia debe favorecer activamente que el pueblo catalán pueda ejercer el derecho de autodeterminación”. y añadió: “La prioridad es hacer un referéndum y ganarlo, un derecho de autodeterminación que es fundamental y está reconocido por la doctrina social de la Iglesia, y sobre el cual no cabe ni la ambigüedad ni la equidistancia”, finalmente Torrens remató: "De la misma manera que durante la dictadura la Iglesia católica defendió el derecho de reunión y la libertad de expresión, hoy es necesario que nuestros obispos se reafirmen en el derecho que asiste a los catalanes para decidir su futuro”.

Pero más allá de estas previsibles afirmaciones, lo más señalable de este acto fue la propuesta de un plan B en el caso de que el Estado Español impida abrir las escuelas en el Referéndum y que consitiría en utilizar las parroquias como lugares para celebrarlo evitando así las represalias que se produjeron contra el trío Mas-Ortega-Rigau por abrir los colegios en el proceso participativo (referéndum encubierto del 9-N), y por lo que los tres ex-mandatarios han sido condenados con penas de inhabilitación. 
Comisiones Obreras se fundó en la parroquia de Sant Medir
Las entidades independentistas quieren aprovecharse de la Iglesia para tirar adelante sus proyectos secesionistas sin manchar o perjudicar a sus políticos e instituciones, algo muy parecido, como recordaba Torrens a lo que sucedió en el franquismo, cuando la Iglesia fue el refugio de tantos actos prohibidos por el régimen, como la fundación de Comisiones Obreras en la parroquia de Sant Medir, una de las organizadoras de este acto en "Les Cotxeres".

La experiencia no pudo ser más negativa, los movimientos izquierdistas que tanto se aprovecharon de la Iglesia, una vez superado el franquismo no dudaron en machacar a la misma Iglesia e intentar aniquilarla de la vida pública, como ahora con fuerza intentan hacer los hijos de aquellos que buscaron refugio en la Iglesia y ahora se encuentran bajo las siglas de PODEMOS y similares.

Hay que ser muy ingenuo para no darse cuenta de que la Iglesia catalana que en una buena parte se manifiests tan generosa con el indpendentismo, no vea que una Cataluña independiente dejaría a la Iglesia en vías de extinción, perdiendo todos sus derechos y libertades de los que aún disfruta bajo el manto de la constitución española. En manos de ERC y de sus socios de la CUP, con una antigua convergencia a la deriva desde que abrazó el independentismo, el laicismo beligerante heriría de muerte a nuestra Iglesia, que ya por si sóla está en unos niveles bajísimos de presencia en la sociedad. Pues con unos gobernantes izquierdosos y anti-clericales por naturaleza, sólo tendrían que darle un empujoncito para que cayera por el precipicio


Francesco Della Rovere

JUEVES SANTO

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LA ÚLTIMA CENA



                                                  
"¡Con qué ansia he querido y esperado
celebrar con vosotros esta cena,
esta Pascua, tan nueva, que hoy estrena
el Cordero de Dios sacrificado!"

Y, en medio de los tuyos recostado,
les hablas del escándalo y la pena
que han de sufrir, llegada tu condena,
pero que habrás de estar siempre a su lado.

Y les dejas tus signos y tus gestos,
-signos de amor fraterno verdadero-:
un pan y un vino ya en la mesa prestos,
y un lavado de pies -humilladero-
"para que hagáis así y estéis dispuestos
a lavaros los pies con mutuo esmero."


     José Luis Martínez, sacerdote marianista   

VIERNES SANTO

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CRUX FIDELIS


                                                  
¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza! 

Pascua, la respuesta definitiva

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La acreditación de una victoria. Luces: es la respuesta definitiva. Las murallas milenarias de la vieja ciudad de Jerusalén dormían en el silencio. El ruido del mercado, del canje y de las traiciones había dejado paso a la nostalgia de una noche diferente a todas las demás. En las fondas desiertas no se hablaba de otra cosa que de ese grupo de discípulos que de repente habían huido poseídos por el temor. Jerusalén parecía haber perdido en pocas horas el rostro que le había dado celebridad. En la lejanía los rebaños guardados en la sombra de los olivos de Belén, las entrañas que habían dado vida a ese sueño, que había diseñado los primeros pasos de aquel Hombre. Parecen milenios de lejanía y sin embargo este viaje ha durado sólo treinta años.

Me he adentrado también yo en uno de esos callejones desiertos, empapados de incienso y mirra, besados ​​por los sueños, por los perfumes y engalanados por fragmentos de milenaria civilización. Me he escondido tras haber perdido las huellas de aquel Hombre, que clavado en una Cruz, se alzaba encima de aquel cerro desnudo de Jerusalén. Allí arriba colgaba el capitán de una cuadrilla de locos que había osado desafiar las tradiciones multiseculares de escribas y fariseos. Solo, en compañía de una mujer y de un amigo, desafiando la burla, el escarnio y los insultos de la humanidad. Todos los demás habían huido, presos de un terror que había desmantelado sus seguridades, sus sueños vencedores, su fortaleza.


Es todavía noche cerrada cuando ensancho la mirada: los animales aún acurrucados al calor de la paja, pero ya en dos o tres casas de Jerusalén hay movimiento. Linternas que encienden, chimeneas que empiezan a humear, mujeres atareadas que se peinan, se visten, se preparan. El gallo, escondido en la tienda del zapatero, acepta el desafío que ha recibido desde la otra orilla del torrente Cedrón: aquel gallo que será famoso por haber cantado la infidelidad de Pedro. Es este canto tempranero que pone la música a los pies de tres mujeres que, en el amanecer de una mañana toda hebrea, en el cruce de tres caminos diferentes, se hacen la misma pregunta: ¿quién nos retirará la piedra del sepulcro? Terror de madres, preocupación de esposas, espera de enamoradas. La delicia en los evangelios es mujer. Tienen miedo pero no tiemblan, están aterrorizadas pero no se olvidan de amar, están destrozadas pero no paran de sonreír en sus sueños. Es cuando sale el sol, cuando el cielo empieza a dar muestras de su maestría que se alzan los cerrojos de las puertas y empiezan el viaje. No pueden olvidar: vuelven al sepulcro para que las mujeres custodian las puertas de la naturaleza que fabrica vida y amor. Se avergüenzan de vivir en una ciudad que rechaza los sueños y envía a la muerte fuera de sus murallas a aquel que tiene sed de cielos nuevos y tierra nueva. Para ellas, y para nosotros, es la pregunta. "¿Por qué buscáis entre los muertos a Aquel que vive?" 

Dom Adalbert Puigseslloses  

*Escrito publicado en "Revista Digital Catalunya Central".

DOMINGO DE PASCUA

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SURREXIT DOMINUS VERE


                                                  
"La Resurrecció gloriosa que ensenya
encara fresques les senyals del martiri,
però ja sense dolor i amb pau".

 Joan MARAGALL        

Algunas reflexiones después de la "tragedia" de la Semana Santa

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Entonces los principales sacerdotes y los fariseos convocaron un concilio, y decían: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos seguir así, todos van a creer en Él, y los romanos vendrán y nos destruirán el Templo y nuestra nación (Jn 11,47).

Tal como me van pasando los años, voy percibiendo con mayor dramatismo la Semana Santa. Me conmueve profundamente la rememoración de la Pasión y muerte de Cristo. Y lo que más me conmueve es contemplar ese dramatismo en los rostros de los fieles que asisten al Vía Crucis. A veces, me conmueve más contemplarlos a ellos, que contemplar la cruz. Cada año deja una huella más profunda en mi alma la celebración de la Semana Santa. ¡Bendito sea Dios!
En el último Vía Crucis escuché que un feligrés pronunciaba de vez en cuando, casi en cada estación, la palabra “tragedia”. Me dio mucho que pensar. El hombre es muy culto, es un profesor de filosofía jubilado; y para él, la carga de significado de la palabra nos viene de la cultura griega: en este caso, de la tragedia griega. Por eso me dio tanto que pensar la calificación de tragedia para la reconstrucción de la Pasión de Cristo paso por paso. Porque eso nos lleva inexorablemente a la función de rito catártico -purificación de las pasiones del ánimo mediante las emociones que provoca la contemplación de una situación calamitosa- que tenía la tragedia griega. Y lo que se dice del Vía Crucis vale también y con igual intensidad, aunque de otro género, para las procesiones de Semana Santa.
En la Pasión de Cristo veo la pasión de la humanidad. Mel Gibson nos enseñó a mirar la Pasión no desde Cristo, sino desde los verdugos, desde los sacerdotes que manipulan al pueblo para que pidan la absolución de Barrabás y la crucifixión de Jesús, desde la más trágica veleidad del pueblo, al que le da lo mismo la entrada triunfal en Jerusalén que la tortura y muerte de Jesús, lo mismo Jesús que Barrabás, lo mismo la inocencia que el crimen. Y ahí, en ese otro plano, estamos nosotros. Y al recordar cada año la Pasión, y verme cada vez más claro en el bando de los que causan esta Pasión o asisten a ella con total indiferencia, me estremezco. Y no sólo por mí, sino por toda la humanidad de la que formo parte: la humanidad a la que Cristo quiso redimir y no se dejóni se deja. ¡Crucifícalo!, gritaron entonces y gritamos ahora. Pero es que no veo sólo a Cristo en la cruz. Veo a la humanidad crucificada en él.
Si hemos de ver en el pobre el rostro de Cristo, por el mismo motivo hemos de ver en el rostro de Cristo el rostro de cada pobre, de cada enfermo, de cada perseguido, de cada miembro de la humanidad sacrificado a la avaricia, a la ambición, a la lujuria. Hemos de ver en el rostro de Cristo a la humanidad sacrificada y humillada.  
Es que en la Pasión de Cristo, no se la jugaba él sólo: nos la jugábamos todos, porque ahí estaba en juego la redención de toda la humanidad. Si nos da lo mismo quién ha de regir nuestros destinos y preferimos a Barrabás, estamos vaciando de sentido la Pasión y muerte de Jesús.
Y bien, aunque la celebración solemne de la Pasión de Cristo haya sido desplazada de la liturgia a la tragedia, como postula nuestro anciano profesor de filosofía, aún nos queda el consuelo de su fuerza catártica. En efecto, el mismo concepto de Semana Santa aquí en España sólo de forma residual se refiere a la liturgia; en cambio se ha convertido en sinónimo de procesiones absolutamente espectaculares en la calle. La Semana Santa se ha alejado de los templos, en los que cada vez hay menos fieles, y está volcada en las calles como sobrecogedor espectáculo. Y promocionada como irresistible atractivo turístico.
Son casualmente los penitentes, los “malos” en los tiempos de lucha por la integridad de la fe y de la moral (enfrente estaban moros y judíos), los expulsados temporalmente del templo, los que organizaron sus espectaculares estaciones de penitencia. Eran tantísimos los penitentes, que sobraban para crear centenares de cofradías y hermandades, y armar unos pasos suntuosos, llevados a hombros por costaleros a menudo descalzos, seguidos y precedidos de más y más penitentes, todos con el capirote para preservar el anonimato y en ocasiones con verdaderos instrumentos de penitencia como cadenas y grilletes en los pies o pesadas cruces a cuestas.
Estas procesiones, con intensos tintes trágicos, representan la tragedia de Cristo y de su Santa Madre. Pero representan también la tragedia de la humanidad reflejada en los dos máximos protagonistas. Y es la contemplación de tanto dolor, junto con la aceptación de la penitencia por haber sido su causa, lo que de algún modo sanea las conciencias y las almas de participantes y espectadores. La celebración de la Semana Santa nos purifica de algún modo: en primer lugar, nos sobrecoge; pero además, nos da energías para soportar el dolor de la vida, nos empuja hacia una intensa hermandad y nos hace detestar el mal que provoca tanto dolor.
Los griegos, en la celebración de los juegos olímpicos añadían como pieza esencial, la celebración de sus grandes tragedias: se les ofrecía con gran realismo el espectáculo de las peores conductas y sus nefastas consecuencias, para darles la mejor oportunidad de condenarlas por sí mismos, sin necesidad de adoctrinamiento. Y condenando el mal, se sentían limpios y vacunados contra la tentación de incurrir en él. Ésa era la catarsis de la tragedia.
Sin duda, la puesta en escena de la tragedia de la Pasión de Cristo y de su Madre con los  tintes más dramáticos, que a su vez nos pone frente a la tragedia que vive la humanidad, ejerce un gran poder de catarsis sobre la sociedad entera. Obsérvese que los gobiernos más anticatólicos se atreven a intentar la expropiación de las catedrales (se las quitan a los curas y sobre todo a los obispos); pero no se atreven con la Semana Santa. El único intento que hicieron, se frustró de inmediato. Primero, porque la Semana Santa no es de los curas, sino del pueblo. Y segundo, porque la Semana Santa, el drama de la Pasión, tiene unas raíces hondísimas en el alma de nuestro pueblo, siempre manipulado y despreciado por todos los sanedrines civiles y eclesiásticos de la historia.
Custodio Ballester Bielsa, pbro.
www.sacerdotesporlavida.es

La Fundació Joan Maragall, creu de Sant Jordi 2017

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El entonces presidente Artur Mas junto al cardenal Sistach, flanqueados por Matabosch y Carbonell y
otros miembros de la Fundación Joan Maragall en su 25 Aniversario
Reconozco que cada año miro con cierto morbo la lista de los premiados con la Creu de Sant Jordi, tan sólo para ver qué sacerdotes, religiosos o religiosas han recibido esta distinción, cada vez más infravalorada, pero que sus organizadores siguen empeñándose en decir que se trata de "uno de los máximos reconocimientos que puede tener una persona o entidad por parte de la Generalitat de Catalunya".Y digo que me interesa, porque con escasísimas excepciones, siempre se premia a lo mismo y a los mismos, es decir a aquellos representantes de la Iglesia catalana que se han distinguido por su nacionalismo, por su progresismo, o en la mayoría de los casos por ambos "méritos" a la vez.

Este año, fui leyendo con cierta preocupación como en la lista de las personas galardonadas no había ningún eclesiástico, algo muy raro en todas las ediciones anteriores, pero esto no es porque el gobierno de turno no quiera seguir premiando a sus fieles vasallos, sino porque sencillamente no los han encontrado. El nacional-progresismo es un fenómeno en vías de extinción, no hay juventud en sus filas, y sólo quedan algunos "progresaurios" ya muy mayores y de segunda línea. 

Es increíble como Jordi Pujol, el inventor de este premio, cautivó a una buena parte del clero catalán, obispos incluidos, que se convirtieron en sus peones, y que sirvieron a su "President" y que le defendieron como un "caudillo" incluso después de su declaración pública reconociendo que había engañado a Hacienda. El caso más claro es el del ya fallecido Mn. Josep María Ballarín, por supuesto galardonado con la creu Sant Jordi, que fue un fenómeno televisivo en TV3  que lo promocionó simplemente por ser un sacerdote amigo personal del President que compartía al 100% su ideario político. Ballarín no sólo disculpó a Pujol por su "falta" diciendo que ese error no manchaba su brillante trayectoria, sino que llegó  a afirmar que ofrecía misas por él. Como es sabido Ballarín formó parte de la independentista lista de Junts pel Sí cuando ya era un hombre nonagenario, a punto de dejar este mundo.

Fallecida una buena parte de estas generaciones sacerdotales ya no quedan personas mínimamente conocidas para llevarse ese premio. Pero la lista de este año no podía quedar huérfana de su "cuota religiosa", así que encontraron una institución que se enmarque perfectamente en el nacionalprogresismo y la encontraron  en la Fundació Joan Maragall
Rovira Belloso, Matabosch y el cardenal Jubany es unos de los primeros actos de la Fundación Joan Maragall
Esta Fundación de diálogo entre cristianismo y cultura, un título que va muy bien para recibir subvenciones y no crear recelos en los sectores anti-clericales, se fundó en los últimos compases del pontificado del cardenal Narcís Jubany (1989), su primer responsable fue Mn. Antoni Matabosch, que ya por aquella época empezara a acumular cargos, aguantó sibilinamente los años del cardenal Carles, sin hacer mucho ruido ni crear escándalos, siempre hemos dicho que Matabosch es muy listo, y vivió su momento de máximo esplendor con el pontificado de su amigo el cardenal Lluis Martínez. Pero al igual que Sistach no fue  eterno en puestos de mando, Matabosch tampoco y tuvo que asegurarse una sucesión en su misma linea, al igual que hizo con el ISCREB, el elegido para substituirle en la Maragall fue Josep María Carbonell, más conocido popularmente como "Pipo".

Carbonell, formado eclesialmente en el M.U.E.C. (Moviment Universitari d'Estudiants Cristians), liderado por Matabosch y Pié, fue durante muchos años diputado del Partido Socialista Catalán (PSC), cuando este partido era transversal y reunía en sus filas sin problemas a castellanos con dificultades para hablar en catalán como José Montilla, amantes de los toros, nacionalistas catalanes y hasta independentistas, pasando por católicos convencidos de que ese era el mejor proyecto político para las clases más desfavorecidas. Con la llegada del proceso secesionista el partido ha caído por el precipicio sin encontrar su lugar en la nueva política catalana, y muchos de sus antiguos dirigentes han buscado su futuro en otros espacios alejados de la política.

"Pipo" no se puede quejar, la Iglesia catalana le ha dado trabajo y del bueno, porque no sólo preside la Fundació Joan Maragall (desde 2010), sino también es decano de la Facultad de Comunicación Blanquerna de la "católica" Universidad Ramon Llull (desde 2011), donde su maestro Mn. Salvador Pié ha movido durante muchos años todos los hilos. Y por si no hubiera bastante, ocupa la presidencia conjuntamente con el convergente Carles Duarte del Consejo Editorial de la Catalunyareligió de Llisterri
Teresa Forcades junto a "Pipo" Carbonell en la presentación de su último libro en la Fundació Joan Maragall
Pero Josep Maria Carbonell se hizo sobre todo famoso por ser entre el 2004 y el 2009 el presidente del Consell Català de l'Audiovisual (CAC), una especie de nueva inquisición que mandaba a la hoguera a todo aquel hereje que osara desafiar desde los medios de comunicación el "oasis catalán", multas, amenazas, cierres de medios, negación de concesiones a quienes no estaban en la linea políticamente correcta. No se seguía el sistema de la censura franquista que impedía que salieran escritos o párrafos que no interesaran al régimen, aquí se seguía el método bolchevique bolivariano, al que no está conmigo se le cierra el chiringuito. La batalla contra la COPE por parte del CAC de Carbonell, en aquella epoca muy beligerante contra el nacionalismo catalán fue antológica, sigan solamente como ejemplo estos dos titulares: "El Consejo Audiovisual de Cataluña abre expediente a la COPE para investigar si "viola" la constitución", "El CAC arrebata a COPE las licencias de Lérida y Gerona" 

Es evidente que una institución así y con un presidente así, bien se merece la Creu de Sant Jordi. A ver a quien encuentran para el año que viene.

Francesco Della Rovere

"Per no beure a galet" (II). (O cómo evitar que te den gato por liebre)

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¿Los católicos catalanes nos hemos evaporado de la batalla por la Cultura (Kulturkampf)?
Seis lecturas (para Sant Jordi) de la nueva apologética católica norteamericana

James (Jimmy) Akin, de Texas, A daily defense: 365 days (plus one) to become a better apologist, 2016. Manual de apologética en 365 pequeñas lecciones, una para cada del año, para aquellos que necesiten aprender cómo explicar y defender nuestra Fe cuando son preguntados.

Disorientation: the 13 ”ism” that will send you to intellectual “La-la Land”. How to go to college without losing your mind. O lo que es lo mismo, Desorientación: los 13 “-ismos” que te enviaran al mundo intelectual happy flower. Como ir a la universidad sin perder la cabeza. Miles de jóvenes educados de mejor o menor manera en la Fe católica llegan a la Universidad en un medio ambiente donde reina el adoctrinamiento en contra mediante una visión de la realidad muy distinta de los valores familiares de origen. Varios escritores católicos norteamericanos diseccionan el tema en esta obra conjunta y trazan el mapa de minas. Un libro para ayudar a pensar críticamente.


Dos obras de Dave Armstrong, One-minute apologist, 2007 en la misma línea que el anterior libro de Akin pero centrado en 60 cuestiones que se plantean a los católicos pero desde el mundo protestante y que a menudo han sido hechos propios por el Cristianismo “liberal” (en inglés). I Catholic converts and conversion, 2013, donde el autor cuanta la experiencia de distintos católicos conversos provenientes del protestantismo como la suya propia.

Vincent CARROLL, de Denver (Colorado) i David Shiflett en Christianity on trial.Arguments againt anti-religious bigotry, 2001 responden a los argumentos históricos provenientes de lo que llaman “beatería” antirreligiosa proferidos contra la Cristiandad. Una defensa del papel civilizador del cristianismo procedente de dos periodistas no pertenecientes al mundo eclesiástico.

Rome, sweet home, Our journey to catholicism, 1993, de los esposos Scott i Kimberly Hahn, explica su conversión de antiguo pastor presbiteriano y teólogo nacido en Pensilvania al catolicismo. Traducido al castellano y publicado por Rialp.

Y para finalizar: Un campo de verano (USA)

Y un Summer Camp (campo de verano) para catholic teens orientado a ayudarles a poder explicar su Fe por ellos mismos de manera que sean capaces de conocerla mejor para luego explicarla más inteligentemente, defenderla con mayor Caridad y compartirla más eficazmente. 

 

Ramon Reixach i Puig

Benedicto XVI, el Papa que nos merecimos

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Nuestro papa emérito acaba de cumplir 90 años. Su pontificado ha sido un Vía Crucis: enemigos externos e internos lo asediaron. Para los enemigos externos, su firmeza en la defensa de los principios cristianos (¡los innegociables!) era un escollo extremadamente incómodo que era preciso eliminar. En la galopante cultura del relativismo, un papa así, representando a una Iglesia intransigente en sus principios, era intratable e intolerable. Así no había manera de doblegar a la Iglesia.  

Benedicto XVI tenía que sucumbir fuera como fuese, per fas et nefas. Y fueron a por él: los de fuera y los de dentro. No era en absoluto el papa que deseaba la inmensa mayor parte de la Iglesia; ni la Iglesia que defendía Benedicto, era la Iglesia tolerante que quería tener delante el mundo y con la que pretendía llevarse bien y entenderse. Ambas incompatibilidades eran sumamente graves. “Delendus est Benedictus”. Ése fue el grito de guerra de los de dentro y de los de fuera. Se repartieron el trabajo y empezó el Vía Crucis.
Tal como vemos avanzar imparable al lobby, se va haciendo más evidente que la Iglesia era el máximo obstáculo con que éste se enfrentaba, y que por tanto había que atacar sin piedad al corazón de la Iglesia por dos caminos: el primero, de muy largo recorrido, corrompiéndola; y el segundo, en forma de blizkrieg, acallándola. La corrupción venía de lejos. Ya Juan Pablo II, la legitimidad de cuya canonización muchos ponen en duda justo por esta causa, decía que el humo de Satanás se había colado dentro de la Iglesia. Le acusan de no haberla limpiado de ese humo pestilente. Es la misma acusación que luego se cebó en Benedicto XVI.
Había que vencer a la Iglesia mediante la corrupción, que se sustentaba nada menos que en nuevas teologías capaces de leer la Biblia en clave homosexual. ¡Y eso que no tenían grabadoras ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento! Esa teología sí que se pudo hacer sin grabadoras. Con esa caterva tuvo que luchar Benedicto XVI: y no rehuyó la lucha. Y sucumbió vilipendiado y pisoteado por los enemigos internos más que por los externos.

Ese movimiento interno era ciertamente huracanado, desbocado. Cuando se le dio cauce para expresarse en el Sínodo de la Familia, a punto estuvo de darle el vuelco a la Iglesia. A punto estuvieron los promotores de la nueva teología, de convertirlo en el Sínodo de las Nuevas Formas de Famila, siguiendo la estela marcada por el mundo. Y las sucias maniobras de que se sirvieron, tenían toda la apariencia de obedecer a una hoja de ruta minuciosamente elaborada.
Ésa era la realidad de la Iglesia contra la que Benedicto XVI luchó hasta la extenuación. Hasta que al no quedarle fuerzas ni aliados suficientes para seguir luchando, y sobre todo ante el riesgo de que los enemigos externos, con todo el poder mediático en sus manos acabasen por identificar en el imaginario social la Iglesia con la pederastia, se retiró del campo de batalla.

Una retirada que ha tenido sus panegiristas y sus detractores. Dios le juzgará. Lo cierto es que ni él pudo con esa lacra de la Iglesia, firmemente sostenida (¡con teologías y todo!) por tantos miembros incluso altísimos de la jerarquía vaticana; ni la Iglesia, sobre todo la curia que le rodeaba, cada vez más hostil, pudo con él. No lo aguantaba ya más, e hizo lo humano y lo inhumano para sacárselo de encima. El humo de Satanás había hecho irrespirable esa curia, que se sostenía en algunas curias europeas y americanas fuertemente marcadas por el progresismo y el reformismo: el nuevo aggiornamento del siglo XXI.
 Se retiró Benedicto XVI, tan vulnerable que ni siquiera pudo salirse de la protección jurídica del Vaticano: porque sus feroces enemigos estaban dispuestos a sentarlo en los tribunales como responsable de la pederastia en la Iglesia. ¿Porque no podían tolerar el crimen de la pederastia? No, no fue ésa en absoluto la razón: porque son justamente éstos los que siguiendo implacables su plan diabólico, están avanzando con enorme fuerza en la instauración en las escuelas de la pederastia institucionalizada: nada menos que como acción educativa.
¡Y lo están consiguiendo comunidad por comunidad, ayuntamiento por ayuntamiento y país por país! A intentar frenar esa locura salió el que el mundo gobernado por el lobby llama "el autobús del odio" (los que acaban de fletar “el autobús del amor maduro”). Los obispos y el clero en su inmensísima mayoría guardaron silencio: porque eso era lo prudente y lo políticamente correcto. Su comportamiento fue reflejo fiel del estado de la Iglesia. Tuvieron que ser los laicos, seguramente cargados de taras y defectos, los que se ocuparan de dar la cara para que se la partieran. Pero estaban fuera de época, porque se empeñaron en defender uno de los principios innegociables que con tanta claridad definió Benedicto XVI. Pero él y sus principios estaban ya jubilados. Verdaderamente no nos lo merecimos: no estuvo a la altura de las expectativas de la mayor parte de la jerarquía y de los fieles, ni tampoco fue capaz de ponerse a la altura de las expectativas del mundo. Desde la perspectiva humana fue un papa fallido. Pero ése no puede ser un juicio definitivo. Dios y la historia lo juzgarán con mejor perspectiva.
El martirio del papa Benedicto no es ciertamente de los más llevaderos: despellejado hasta límites increíbles. A otros mártires los desollaron. Dios se lo tendrá en cuenta. La historia de la Iglesia, también. ¡Ad multos annos, Benedicto!, si ésa es la voluntad de Dios.
Virtelius Temerarius

La Glosa Dominical de Gérminans

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TOMÁS Y AQUEL CRISTO QUE SIEMPRE LLAMA DOS VECES
Contemplado con mirada mezquina, aquella noche Tomás tomó las de Villadiego a pesar de aquella promesa que manifestaba su disposición a hacer cualquier cosa por el Maestro. Días en los que se prometía gozo y júbilo, milagros y consuelos. Pero los días de la verdad fueron los que para él se convirtieron en vergüenza, de Gólgota y derrota, de decepción y frustración. ¿Quién hubiera osado pensar en un final tan ignominioso para aquel Rabbí tan aclamado en los días de la predicación y de la notoriedad? Apesadumbrado por la vergüenza: así me imagino a aquel discípulo que se convertirá en proverbio, aquella alma aturdida y confundida.
Fue un hombre que esperaba, amaba, soñaba, imaginaba: el hombre de los tiempos conjugados en pretérito imperfecto, el tiempo de la desilusión y de la quimera, de los malentendidos y de los aturdimientos, de la necedad perdida y de las excusas hasta el umbral de casa. Como Judas, justo a mi lado: tanto como para enfadarse por aquel final ignominioso.
No dio crédito a sus ojos en la Montaña de la Calavera: imagínate si podía dar crédito y prestar oídos a los apóstoles dentro del Cenáculo de los Refugiados. Creer por lo que decían: las mujeres, los compañeros de otro tiempo, las confidencias de la primavera pasada. A Tomás, decepcionado quizá tras muchas decepciones, le costaba dar crédito a las confidencias. Imaginaos si iba a dárselo a aquella inimaginable de aquella tarde: ¡Hemos visto al Mesías! Aquí necesitaba poner el dedo en la herida del amor. Y acto seguido su reproche, con retraso y con la amargura del corazón: si no ve, no creerá. Pero también los ojos pueden engañar y añade la prueba de las manos: si no toca con las manos y mete el dedo no creerá. La carne esta vez tendrá que tocar carne para poder decir que es Él: el acariciar la carne, el tocar la piel, yacer en las heridas. Y he aquí una voz que penetra desde el umbral. Ocho días después: la misma casa que la otra vez, la misma cuadrilla de la semana pasada. ¿Quién sabe como habrá pasado la semana? ¿Será aún la Luz de antaño? Punto y final: esta vez con Tomás.
C:\Users\Cesc\Desktop\raul_berzosa_2012.jpg
Y fue una derrota plena: “Señor mío y Dios mío”. Un desmorone ante el cual ninguna victoria supo aguantar aquella increíble belleza: desde entonces, Tomás fue ya siempre de Él. Para siempre, a ultranza, sin ni siquiera quizás acabar de  adentrar aquel dedo con el que había amenazado. Victorioso en su ánimo pero siempre un peldaño por debajo, desde donde podrá figurar como el más recóndito de los creyentes. “Bienaventurados los que creerán sin haber visto”. Es la última bienaventuranza del evangelio, la única no pronunciada sobre el Monte junto a las otras; pero la más audaz y prometedora: la que está a un paso, al alcance de todos. Más aún: cuanto más se aleja del tiempo de la primera Pascua, más el hecho de creer será obra de almas puras y efervescentes. Tan luminosa como para dejar de lado a los sentidos y creer en la alegría. Como para encuadernar y recapitular con el advenimiento de ésta. Porque no se cree por hastío o rencor, algunos no creen por el excesivo gozo: el último desafío de Satanás es engañar acerca de la posibilidad de la alegría. Quizás por eso Cristo vuelve. Para acallar y silenciar a un Demonio cuya única preocupación fue la de enseñar a sospechar acerca de la bondad de Dios. El Demonio teme a la alegría. Cristo la dobla y multiplica.  Para no contradecirse a sí mismo.  
Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet

Los curas, los frailes y las monjas también rezan

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La verdad es que cada vez es más difícil encontrarse con curas, frailes y monjas que “también” rezan. El activismo los ha transformado de tal modo que, pobres, ya no les queda tiempo para rezar. Me cuesta imaginarme rezando a sor Caram, a sor Molins o a sor Forcades, “monjas con discurso propio”, que dice La Vanguardia. Su “apostolado” mediático posiblemente no les deja tiempo para eso. Lo más importante para ellas es servir a su original discurso, entregándose a él en cuerpo y alma. Y esos discursos con el activismo frenético que los acompaña, no dejan tiempo para la oración. Y qué decir de las que son de clausura y deberían rezar en comunidad. Éstas, tan absorbidas por el mundo, difícilmente encontrarán tiempo y recogimiento para sus rezos.
Ni me imagino tampoco rezando a esos curas tan creativos y tan imaginativos que hacen de la misa una cosa muy suya; sin nada que ver con los cánones, por supuesto; sin nada que ver con lo que entendemos por misa la mayoría de los católicos. Son sus misas de diseño, con las que tienen la oportunidad de actuar y lucir su originalidad. No consigo imaginármelos rezando. No, no los veo.
Y yéndome al extremo contrario, tampoco soy capaz de imaginarme a la Madre Teresa de Calcuta de otro modo que con una vida de oración muy intensa, con una fuerte unión con Dios. De otro modo es imposible entender tanta fuerza de espíritu y de acción. Precisamente ella les pedía a los sacerdotes y a los obispos y cardenales más oración, más unión con Dios para vivificar su sagrado ministerio.
Es cierto que no ha parado de crecer el número de curas, frailes y monjas que no pueden dedicar a la oración ni siquiera ese tiempo que tiene tasado la Iglesia: el de los oficios. Sus quehaceres se han ido mundanizando y se los han ido tragando, hasta el punto de que no les dejan tiempo ni ánimo para la oración. Son cada vez más; y se les nota que les falta esa vida espiritual y esa vitalidad.
Por eso me sorprende extraordinariamente y me impacta ver alguna vez algún cura en el tren rezando sus oraciones. Mucho más me ha impactado cuando algún cura con el que he viajado en avión, me ha invitado a acompañarle en sus rezos. En voz baja para no molestar a los demás pasajeros; pero no tan baja como para que no puedan ver los de los asientos próximos, que estamos rezando. Son de esos curas a los que les importa que se les identifique como curas. ¡Y qué mejor que rezando cuando toca! Un bálsamo para el alma alternarme con el cura en el rezo del breviario. Curas valientes, orgullosos de ser curas.
Hoy es más fácil ver a un musulmán que a un cura rezando en la calle, aunque sea con toda discreción: sin ostentación (que a veces tiran por ahí los musulmanes, para que se les note cómo se nos imponen), pero sin disimulo (una tentación más propia de los católicos). Lo que está de moda, desde hace ya más de medio siglo, es disimular que se es sacerdote o monja. Y si el disimulo empieza en el hábito, ¡cómo no iba a continuar en la oración! En efecto, he visto sacerdotes rezando discretamente en lugares públicos; pero no he tenido la suerte de ver a ninguna monja haciendo lo mismo. Algunas de las que no llevan hábito, llevan colgada del cuello una cruz: también discreta, pero visible. Pues bien, no he tenido la suerte de ver a una de éstas en el tren (cuando hacía más de 100 km. diarios en este transporte) haciendo sus oraciones. Probablemente las haría en comunidad en el convento.
Por cierto, ¡qué bueno sería que existiese un lugar bien céntrico en Barcelona donde todos los días se rezase el breviario, de tal modo que pudieran sumarse los curas a los que les coincidiesen la voluntad, el tiempo y la oportunidad! Poder rezar en comunidad: una necesidad más imperiosa que poder desayunar o comer en comunidad, que también sería excelente.
El caso es que siente uno una corriente de aire fresco cuando llama por teléfono a un cura amigo, y éste le responde: te llamaré más tarde, que estoy rezando los oficios del día. Y la verdad es que notas en seguida cuándo estás ante un cura que reza, o ante uno que no reza. Es que el no rezar empobrece tremendamente a un religioso: porque ése es un efecto inevitable del abandono de la oración, y porque aparca uno la enorme riqueza de los textos del breviario. Y se nota, se nota el empobrecimiento del discurso.
Y si ciertamente se les hace muy cuesta arriba rezar el breviario por la acumulación de trabajo pastoral, ¿cuántos recurren a la alternativa del rosario, para el que no dependen de ningún libro? Si hiciésemos una encuesta para saber cuántos sacerdotes y monjas rezan habitualmente el rosario, nos estremeceríamos. ¿Qué podemos esperar si tiempo hubo en que el rosario estaba proscrito en los seminarios, y quien lo rezaba lo hacía clandestinamente?  
En fin, que en vez de lamentarnos por la multitud de curas, frailes y monjas que ya no tienen tiempo para rezar, alegrémonos de los que no han abandonado la oración, porque la fuerza que ésta les da, se irradia en toda su actividad apostólica. Demos gracias a Dios por los curas, frailes y monjas que también rezan.
Cesáreo Marítimo

Un abad nacionalista e impertinente

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El abad de Poblet, Octavi Vilà
A pesar del simbolismo que encierra ser el panteón real de la Corona de Aragón, el monasterio de Poblet jamás llego a concitar significados efluvios nacionalistas. Fuese por la decidida y manifiesta intervención de Franco en devolver a sus sepulcros los restos de Jaime I el conquistador y otros reyes de Aragón o por la determinación del presidente Tarradellas de legar su archivo al cenobio cisterciense, en evidente (e intencionada) discriminación de Montserrat, de cuyo protagonismo político abominaba desde los tiempos del Abad Escarré, el monasterio tarraconense no gozó del pedigrí catalanista que ostentaba, casi en exclusiva, la abadía montserratina.

Así sucedió con sus dos últimos abades. El primero, Dom Maur Esteva (1970-98), a pesar de ser hijo de la época post-conciliar y de sus afinidades catalanistas, se entusiasmó tanto con la idea de Tarradellas que dejó aparcadas sus inclinaciones mientras ostentó el cargo abacial. Su sucesor, el aragonés José Alegre Vilas (1998-2015) se comportó con una neutralidad exquisita en el tema nacionalista, mientras duraron sus 17 años de mandato hasta que tuvo que renunciar por motivo de edad. 45 años de asepsia que se corresponden con un período de tiempo especialmente convulso en Cataluña, en el que la asepsia no ha gozado de preponderancia alguna. Sin embargo, esa tónica se ha roto desde la elección de Octavi Vilà Mayo en diciembre de 2015.

Sorprendió enormemente la elección del padre Vilà por tratarse de un monje que no había ingresado en Poblet hasta el año 2006, a la edad de 45 años, y que sólo hacía 10 años de su profesión temporal y siete de su profesión definitiva, habiéndose ordenado sacerdote en mayo de 2015, tan sólo seis meses antes de ser elegido abad. Una vocación tardía con una ascensión fulgurante en el cenobio cisterciense, escondiéndose detrás de su promoción y definitiva elección la larga mano de su protector el co-príncipe Vives, obispo de Urgel y líder del sector nacionalista de la Iglesia en Cataluña. 

Al nacionalismo le faltaba la pieza de Poblet y se la cobró con la elección del nuevo abad. A partir de entonces, este abad, más joven y presentable que el de Montserrat, ha iniciado una carrera mediática, desconocida en sus antecesores. Creo que en un año ha concedido más entrevistas en los medios que en los 17 años del abad Alegre. En ellas, jamás ha faltado su opinión “sobre la situación del país”, a la que repite el sonsonete de que su opción será la que la mayoría decida. Es notoria la afición nacionalista a la bendición religiosa. A ellos les gustaría más tener obispos proclives, pero los obispos dependen directamente del Vaticano y éste ha desautorizado expresamente la vía secesionista. Sólo les queda la opción de los monasterios, cuyos religiosos no se hallan directamente incardinados en la disciplina diocesana. Hasta ahora habían contado con Montserrat y ahora añaden Poblet. Los dos faros de la vía monástica catalana; si bien los mismos llegan a estas alturas muy diezmados, con tan sólo unos sesenta monjes benedictinos y una treintena de cistercienses y una media de edad superior a los 70 años en ambos casos.
John H. Elliot en Poblet
Lo que se desconocía del nuevo abad era que además es un impertinente. A finales del pasado mes de marzo, el Padre Vilà recibió en Poblet al hispanista John H. Elliott, premio príncipe de Asturias junto a unos periodistas, en un reportaje que recogió en El Mundo la periodista Cayetana Álvarez de Toledo. Una vez frente a frente, el abad, sin ningún preámbulo y a bocajarro, le preguntó al historiador por el paralelismo entre 1640 y la situación actual, haciendo especial hincapié en que Elliot le señalase quienes eran los herederos políticos y morales del conde-duque de Olivares. El hispanista, hombre prudente, british y poco acostumbrado a la rudeza catalana, trató de desembarazarse como pudo del brusco recibimiento. Pero durante toda la visita quedó claro que ni Elliot ni los periodistas que le acompañaban gozaban de las simpatías del padre Vilà, el cual tampoco hacía esfuerzo alguno en aparentarlas. Ni la tradicional cortesía y hospitalidad monástica tuvo a bien dispensarles el nuevo abad. Al menos, Elliot se llevó un fiel retrato, nada edulcorado ni disimulado, de la Cataluña de nuestros días.

Oriolt

Omella: (sobre Taltavull) "A ver cuando acaba este trajín de ir y venir de Barcelona a Mallorca y de Mallorca a Barcelona"

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Omella, acompañado de Sistach y Taltavull en el claustro de la Catedral después de la Misa Crismal
No estuve en la Misa Crismal del martes 11 de abril, pero algunos sacerdotes que asistieron me han comentado la celebración que no tuvo nada reseñable más allá de la simpatía habitual de nuestro actual arzobispo, que contrasta con la apatía de su antecesor, también presente en la ceremonia. No estuvo Don Joan Godayol, ya que me consta que no son buenas las relaciones entre ambos prelados, y no sólo con el titular de la diócesis, en Roma le tienen bien copiada la matrícula a este obispo provocador y tramposo.

Lo que más me han comentado los sacerdotes presentes son las palabras que dijo Don Juan José cuando ya en el claustro de la catedral, pronunció la declaración protocolaria prevista al final de la Misa Crismal,  sobre la importancia del acto y de los óleos bendecidos y consagrados.  Cuando el arzobispo leía esas palabras indicando que él había presidido la celebración, acompañado del arzobispo emérito y del obispo auxiliar, volvió a salirse del guión para decir espontáneamente, dirigiéndose a Don Sebastià, más o menos estas palabras, delante de todo el mundo: "A ver cuando se acaba tanto trajín de Barcelona a Mallorca y de Mallorca a Barcelona".

Omella, junto a Taltavull, en la Misa Crismal
Sí Don Juan José es sincero, y hemos de presuponer que sí, y más en un día así, y delante de todo el clero diocesano, está claro que le es incómoda esta situación, es decir el actual papel de Don Sebastià, mitad obispo auxiliar de Barcelona, mitad titular (aunque provisional) de Mallorca. Lo que no queda tan claro es lo que realmente quiere nuestro arzobispo que pase con su auxiliar: que se quede en Mallorca donde parece que no ha empezado con buen pie, o  que regrese a Barcelona ya para quedarse hasta la jubilación, teniendo en cuenta que el auxiliar sólo tiene dos años menos que el titular.

Don Sebastià no es lo que parece, siendo auxiliar de n.s.b.a... y jubilado cardenal Martínez Sistach, fue la cara amable del episcopado. El clero progresista y el conservador preferían a Taltavull que a Sistach, su carácter cercano, simpático, acogedor y atento a los problemas del clero le valió el aprecio de la mayoría de los sacerdotes y de los seglares de la diócesis,  el auxiliar "amable" jugó muy bien su papel a la sombra del entonces arzobispo, algo parecido al rol que anteriormente había representado Don Joan Carrera.

Pero Don Sebastià tiene una cara oculta, la del obispo que le gusta mandar y que le obedezcan, el que se enoja si no se hacen las cosas como él quiere, y lo peor de todo, un obispo que se ha formado en la escuela del nacional-progresismo (incluso siendo menorquín), promocionando esa linea pastoral progresista totalmente caducada y dando la espalda a los sectores más conservadores, como por ejemplo el clero joven y los movimientos apostólicos más dinámicos. 

Los sacerdotes más progresistas y los colectivos protestones intentaron promocionar la candidatura de Taltavull para suceder directamente a Sistach en Barcelona, pero eso lo que hizo fue dejar claro ante Roma, el perfil del candidato siguiendo aquella máxima: "dime quien te apoya y te diré quien eres".

La cuestión es que ahora hay que resolver este asunto, entre otras cosas porque se ha paralizado el nombramiento de auxiliares para Barcelona, y en cierta manera el avance de la diócesis, porque se supone que Don Juan José debería tener ya un equipo nuevo de gobierno, empezando por unos auxiliares de su confianza, para iniciar de verdad su pontificado y dejar atrás el de su antecesor.
Titular de la prensa mallorquina... del 11 de enero

Y la solución no es fácil, porque si Taltavull vuelve a Barcelona, su presencia bloquearía una hipotética obra de renovación diocesana, ya que el menorquín, aunque ninguneado por Sistach es partidario del "continuismo" en la linea pastoral. Si se va a Mallorca, puede ser un fiasco, porque ya ha dado muestras de que no es un buen candidato y más para aquella diócesis que devastada por la obra progresista de Don Teodor Úbeda, ha tenido después unos obispos de risa que la han dejado en una situación muy delicada, primero el valenciano Don Jesús Murgui, con un grave problema de insuficiencia mitral,  dejando la diócesis en manos de su valido el Rvdo. Lluc Riera, y después el también valenciano Don Javier Salinas, involucrado en un asunto de prensa rosa con su secretaria.  

Pase lo que pase, la situación tiene que resolverse y esperemos que pronto, porque Don Juan José celebró la semana pasada su 71º cumpleaños, y la diócesis sigue paralizada, en manos del mismo equipo inoperante y desgastado de Sistach. Y no sólo me refiero a los imprescindibles cambios necesarios desde arriba (obispos auxiliares, vicarios episcopales, rector del Seminario...), porque estamos ya casi en el mes de mayo y también los posibles cambios o nombramientos de más abajo, por ejemplo los parroquiales, da la sensación de que están pero que muy verdes.

Alguien tiene que engrasar la maquinaria, porque una diócesis tan necesitada de cambios importantes, no puede continuar enquilosada, encallada, viendo pasar los días y los meses, sin que prácticamente nada se mueva.

Antoninus Pius
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