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Abadesas sin hábito (y practicando "Focusing")

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Maria del Mar Albajar (benedictinas de Montserrat), otra abadesa sin hábito

En su escrito de ayer, Oriolt nos hablaba de la abadesa benedictina de Sant Pere de les Puel·les, la Madre Esperança Atarés, que aparecía ante las cámaras sin hábito. Me cuesta acostumbrarme a ello. Reconozco que ver mujeres consagradas con vestido de calle, de las que llamamos de "vida activa", ya me he ido acostumbrando, pero en las de vida contemplativa cuesta más de entender, porque normalmente ya visten de religiosas dentro del convento o monasterio, pero es salir a la calle, y dejarse el hábito en el armario. Y lo que me parece más preocupante es que esto lo haga la máxima autoridad, es decir la Madre abadesa. Además no se dan cuenta de lo horribles que están, tan poco acostumbradas a ir de calle, porque el hábito las estiliza y disimula sus defectos físicos.

Sólo hace falta mirar el otro monasterio benedictino de nuestra provincia, el de Sant Benet de Montserrat, para encontrarnos más de lo mismo. La Madre Abadesa aparece en un montón de sitios (¿no son de clausura?) vestida de calle, e incluso con modelitos bastante más atrevidos, algo que también puede entenderse, porque la de Bartcelona tiene ya una edad, mientras que la montserratina, la Madre Maria del Mar Albajar no sólo es bastante más joven sino que además presume de ello.

Esa es quizá la diferencia entre ambos monasterios femeninos benedictinos: la edad de las más jóvenes. El de Sant Pere de les Puel·les (sin jóvenes) está escribiendo sus últimas páginas, y las mismas religiosas son conscientes de su final, algo que no les preocupa en absoluto, porque ni buscan vocaciones, ni permiten que monjas de fuera (supongo que se entiende de fuera de Cataluña) vengan a hacer el relevo, antes cerrar que su sacrosanto recinto se llene de monjas que hablen en castellano. Por su parte  el de Montserrat tiene un trío de religiosas (a cual peor) que aún tienen una edad que les permite la permanencia por bastantes años, aunque queda claro que en el


futuro acabarán formando una mini-comunidad o trío para todo un monasterio, eso si ninguna de ellas acaba abandonando los hábitos como a punto estuvo de hacer Sor Teresa Forcades si no es porque su aventura política le salió rana. No la quisieron de cabeza de lista ni en la coalición comunista podemita ni tampoco en la anarquista CUP, así que tuvo que recoger los bártulos (políticos) y volverse para su casa (convento)

La abadesa Albajar dando cursos de Focusing
Ya dediqué un escrito a estas tres perlas, bajo el título "Unas monjas peligrosas, las benedictinas de Montserrat" (4/09/2019), allí hablaba del trío de "jóvenes" religiosas, la abadesa Albajar, la mediática Forcades y la tercera en discordia Sor Montserrat Unterlöhner, que se define a sí misma como una "monja feminista". Son cincuentonas y la más joven de ellas es precisamente la abadesa (siguiendo el viejo truco de muchas congregaciones, que eligen al/la de menor edad para disimular que están en extinción). Porque quitando este trío, el resto de la comunidad no difiere mucho de sus hermanas barcelonesas de Sant Pere de les Puel·les.

Por lo demás son calcadas, las dos comunidades implicadas hasta las cejas en el independentismo normalmente desde la izquierda política y en un progresismo eclesial de los tiempos gloriosos del post-concilio, que ahora no interesa a nadie y de allí la crisis vocacional que tienen este tipo de monasterios, politizados y con espiritualidad kumbayá. Mientras tanto otras religiosas, siguen teniendo vocaciones jóvenes, pero son comunidades de espiritualidad tradicional, como las de toda la vida, sin experimentos ni inventos del tebeo, y eso es lo que las sostiene y las hace atractivas para otras jóvenes católicas.

Porque nuestra Madre Abadesa, Maria del Mar Albajar en vez de potenciar y fomentar la espiritualidad tradicional, por ejemplo la benedictina a la que pertenece, se dedica a potenciar el Focusing, Como lo oyen, seguro que algunos lectores no saben ni lo que es, ni tienen ninguna obligación. Se trata de una técnica de relajación y de interiorización de las que ahora están de moda y que consigue muchos adeptos que no quieren saber nada de la Iglesia pero que buscan unos momentos de encuentro consigo mismos (¿?) al estilo del tan popularizado yoga.

Pues en estos días de confinamiento, con las iglesias cerradas, sin la Santa Misa, y con los católicos buscando y buscando por internet para encontrar alimento espiritual, resulta que la abadesa Albajar se dedica a dar cursos de Focusing online, todo ello con el apoyo de la "cristianísima" Facultad Blanquerna (Universidad Ramon Llull), quizá en estos cursos le aparezca alguna alumna que quiera seguir su camino, no me refiero al de religiosa (más que dudable) sino al de profesora en tiempos libre de alguna de estas técnicas de relajación.

Antoninus Pius

La fiel honradez de un hombre grande

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No creo que la Iglesia haya vivido una época más oscura, azarosa y, a la vez, tan apasionante como la que se abrió aquel 7 de abril de 1378 con la nefasta elección de Bartolomé Prignano para ocupar el solio pontificio como Urbano VI. Interesante punto de referencia para los que piensan que nunca la Iglesia ha estado tan en peligro como hoy.


El convulso pontificado de Bonifacio VIII, enfrentado al rey de Francia, a la sazón Felipe el Hermoso, por la supremacía político-espiritual sobre la cristiandad, tuvo su momento de gloria en el Jubileo del año 1300. Fue aquel el primer jubileo de la historia de la Iglesia. Al declarar el papa el «Año Santo» y «Año de Perdón de los pecados», la celebración del jubileo concedía la indulgencia plenaria a cuantos acudiesen a Roma para visitar las basílicas de san Pedro y san Pablo, lo que motivó una movilización de fieles sin precedentes. Se calcula que acudieron a Roma (de ahí el nombre de romería) más de un millón de peregrinos: algo descomunal para la época por lo precario del transporte. Los romanos hicieron su agosto y se dieron cuenta de que la presencia del papa les reportaba unos grandes beneficios económicos a los que luego hubieron de renunciar durante bastante tiempo y no sin gran dificultad. El éxito jubilar llenó a Bonifacio VIII de tal confianza en su propio poder que eso, a la postre, fue su perdición.


La contienda entre Bonifacio VIII y el orgulloso rey de Francia acabó dramáticamente con la vida del papa, al que mataron los disgustos y las bofetadas. Se afianzó así el poder de Felipe el Hermoso, vencedor absoluto del enfrentamiento con el papado, que consiguió finalmente que el cónclave eligiese al francés Bertrand de Got que, encontrándose en Lyon cuando fue elegido, adoptó el nombre de Clemente V. Ni siquiera se dignó ir a Roma para ser consagrado, sino que se hizo coronar en Lyon dando comienzo al llamado exilio de Aviñón, la sede francesa del obispo de Roma, quedando esta derrotada ciudad abandonada a su suerte. 

Fue en Aviñón donde la Iglesia reforzó su estructura jurídico-administrativa a base de impuestos y tasas, logrando así una más que suficiente financiación. Se construyó el palacio pontificio y, aunque sentían constantemente en su cogote el aliento del rey de Francia, mal que bien, los papas intentaron mantener una precaria independencia. El palacio de los papas era magnífico y el territorio de Aviñón grato y apacible, mientras que Roma era una ciudad sin ley, violentada continuamente por las banderías de sus grandes familias: los Orsini, Colonna, Medici…, que se habían estado repartiendo durante siglos el papado y el colegio cardenalicio y clamaban, soliviantando al pueblo, por el retorno del papado a la Ciudad Eterna.


Finalmente, y con muchas dudas, Gregorio XI volvió a instalar la corte pontificia en Roma en 1377, tras setenta años de ausencia, para regocijo económico-espiritual de los romanos que vieron otra vez el cielo abierto y sus bolsillos repletos… El prolongado abandono de la Sede romana por parte del papado la había convertido en una urbe decrépita, sucia y semi derruida. El populacho esperaba que la presencia del pontífice y sus inversiones pecuniarias devolviesen a Roma su antiguo esplendor y así empezasen a fluir los deseados peregrinos que activasen la precaria economía de la ciudad. La temprana muerte de Gregorio XI hacía presagiar un cónclave tumultuoso. Y así fue.


El colegio de cardenales mayoritariamente era francés. El pueblo romano rodeó el cónclave exigiendo un papa romano o al menos italiano, ante el temor de un nuevo abandono de la sede pontificia. Es nuestro volem bisbes catalans. Fue entonces cuando el aragonés D. Pedro de Luna, cardenal diácono de Santa María in Cosmedin, hombre de confianza del fallecido Gregorio XI, propuso un candidato de compromiso en la persona del arzobispo de Bari, Bartolomé Prignano, súbdito del rey francés, pero italiano de nacimiento, un discreto curial hasta entonces.


Mientras tanto, a tal punto llegaron la tensión y las amenazas, que la masa enfurecida forzó las puertas del lugar donde se realizaba el cónclave y, armados hasta los dientes, amenazaron de muerte a los cardenales, si no accedían a su deseo. Así pues, fue elegido al arzobispo de Bari, Urbano VI que, inmediatamente, se mostró en extremo exigente y rígido en juzgar el poder del colegio de cardenales, maltratándolos públicamente y acusándoles de toda clase de delitos: les amenazó con confiscar sus emolumentos si no se ponían inmediatamente a restaurar sus iglesias titulares en Roma y les exigió que se hicieran cargo de sus diócesis en vez de gandulear por la corte pontificia como los nobles por el palacio real. Sólo el arzobispo de Pamplona, el cardenal Martín Zalba, se atrevió a plantarle cara diciéndole ante todos que, si estaba en Roma, era para trabajar por el bien de la Iglesia y que estaba deseando volver a su arzobispado, si el papa así lo disponía. 


Los calores de Roma fueron la excusa perfecta para que los cardenales fueran abandonando la ciudad y se retiraran a Agnani, declarando allí nula la elección papal al haber sido realizada bajo amenaza de muerte y, por tanto, sin libertad. Pedro de Luna, el único que permanecía en Roma, fue comisionado por el mismo Urbano VI para que viajara a Agnani y convenciera a los cardenales de volver a su obediencia. Los argumentos de los purpurados acabaron convenciendo al enviado que, aunque afirmaba que él había votado libremente, no podía negar que la falta de libertad, alegada por el colegio de cardenales, hacía nula la elección. Por tanto, reunidos en Fondi, el 10 de septiembre de 1378, tras declarar nula la elección de Urbano VI, eligieron como papa a Roberto de Ginebra que tomó el nombre de Clemente VII. Así comenzó el Cisma de Occidente.



Tras intentar infructuosamente derrocar a Urbano VI por la fuerza, Clemente VII acabó volviendo a Aviñón. Entonces, el cardenal Luna fue inmediatamente nombrado legado plenipotenciario para los reinos hispanos con la misión de llevar a la obediencia clementista a los reinos de Castilla, Aragón, Navarra y Portugal. Cumplida con brillantez su misión, fue enviado a la Universidad de Paris para discutir con los académicos la mejor solución al Cisma. Allí se mostró a favor de la cesión, es decir, de la dimisión de los dos papas para realizar un nuevo cónclave con los dos colegios y alcanzar la unidad. Eso le hizo caer en desgracia ante Clemente VII, por lo que se retiró a su castillo natal en Illueca. Por poco tiempo, pues al morir el papa en Aviñón regresó allí con rapidez para participar en el cónclave.


Reunidos los cardenales, se comprometieron a firmar una declaración por la cual se mostraban dispuestos, en el caso de ser elegidos para el papado, a renunciar al cargo si esta era la única manera de solucionar el cisma. Antes de la elección, recibieron una carta del rey de Francia que no quisieron abrir, suponiendo que les instaba a no elegir sucesor a Clemente VII y desactivar así el cisma. Sin embargo, escocidos como estaban con Urbano VI, al que habían declarado usurpador al no reconocer la nulidad de su elección, y bajo el temor de perder sus prerrogativas ante el furor vengativo del que siempre hizo gala el papa romano, procedieron a la elección que recayó, prácticamente por unanimidad (20 votos de 21), en la persona de Pedro de Luna, el cardenal de Aragón, que tomó el nombre de Benedicto XIII.


Elegido en 1394, el nuevo papa aviñonés, experto canonista, de vida limpia, austera y generosa, acabó sacrificándolo todo en aras de lo que él creyó su deber: salvaguardar la libertad de la Iglesia en sus asuntos frente al poder temporal y ante los excesos teológicos y políticos con los que se pretendía minar una autoridad pontificia conferida por el mismo Jesucristo. El acoso que sufrió por parte del rey de Francia, fue brutal. 



Inmediatamente traicionado por la mayor parte de sus cardenales, fue sometido a un estrecho cerco durante varios años en el palacio de Aviñón por mercenarios a sueldo del monarca francés, hasta que fue rescatado en una audaz operación dirigida por Martín el Humano, el rey aragonés, en 1403.


A partir de entonces, ya en libertad, Benedicto XIII, considerando inútil el uso de la fuerza militar, desplegó una incansable actividad diplomática buscando continuamente el acercamiento al papa romano al objeto de alcanzar la deseada unidad eclesial. Sus esfuerzos fueron vanos. Tanto Urbano VI, que llegó a ejecutar sumariamente a algunos de sus propios cardenales por traidores, como sus sucesores: Bonifacio IX, que agobiado por las deudas vendió cargos eclesiásticos, o la debilidad congénita de Inocencio VII, hicieron imposible cualquier arreglo. Para agravar la triste circunstancia, cardenales de una y otra obediencia se reunieron en Pisa en concilio y, con la excusa de restaurar la unidad, depusieron al aviñonés Benedicto XIII y al romano Gregorio XII por las bravas y eligieron a Alejandro V como tercero en discordia. Las diversas naciones en liza hicieron su agosto apropiándose de las rentas pontificias hasta que no se aclarase la situación. El poder de los monarcas de los estados emergentes se fortalecía a costa de la fragilidad eclesial. 


Finalmente, el emperador Segismundo de Alemania, erigiéndose en defensor de la Iglesia,hizo convocar por Juan XXIII -el sucesor pisano de Alejandro V- un nuevo concilio en Constanza, engañándole con la falsa promesa de reconocerlo como único papa. Al final, el emperador forzó la renuncia del pisano y consiguió la del romano Gregorio XII. Sólo la firme resistencia del papa Luna a renunciar, obstaculizó gravemente los planes imperiales de convertir el concilio ecuménico en la instancia suprema de la Iglesia universal.


Benedicto XIII expresó en todo momento la conciencia de ser el único papa legítimo a partir, no de su proverbial tozudería aragonesa -de la que tantos le han acusado-, ni de su singular astucia y doble juego -al decir de la historiografía oficial-, sino de sus profundos conocimientos canónicos y teológicos. Fueron éstos los que no le permitieron violentar su conciencia ni ceder a las presiones de casi todos.


Basta ver las profesiones de fe de Benedicto XIII en sus diversos escritos y su férrea defensa del derecho de la Iglesia (de su organización y actuación conforme a derecho) para evitar la arbitrariedad que reina donde decae el derecho y por tanto la justicia, para darnos cuenta de que nunca la Iglesia ha estado en tan gran peligro como en nuestro siglo: Hoy está abierto en canal el debate doctrinal de la Iglesia, y su moral está a subasta. Y eso no ocurre en los niveles más bajos de la Iglesia, sino justamente en los más altos.


¿Es imaginable hoy una profesión de fe como la que sigue, de Benedicto XIII, no ya formulada por el papa, sino casi diría por cualquier cura o monja de aquel tiempo? Hoy todo el mundo se cree con derecho al “discernimiento”, al libre examen, a seleccionar lo que más le guste de la fe (cristianismo de supermercado), a reinterpretar, a defender novedosas y creativas lecturas de la Biblia, a innovaciones litúrgicas y a hacer mangas y capirotes del Derecho Canónico: sobre todo, claro está, los que por su jerarquía tienen el deber de guardarlo y hacerlo guardar, cayendo en la fácil tentación del despotismo, que conduce a la injusticia con el débil y al sometimiento con el poderoso. Más grave que el sometimiento que sufrió la Iglesia en Aviñón.


Adjunto, para que puedan comparar, una de las profesiones de fe de Benedicto XIII con su traducción: 

Sicut me semper tenuisse recolo fidem illam: per omnia teneo quam tenet et docet Sacrosancta Catholica Mater Ecclesia et quicquid damnat et reprobat damnatum et reprobatum habeo et sic semper tenere et habere intendo eius doctrinam sequendo per omnia cui hec et alia prolata et scripta mea, preterita, presencia et futura, subicio. (“Confirmo que siempre he tenido esa fe: respecto a todo sostengo lo que sostiene y enseña la Sacrosanta Católica Madre Iglesia, y todo lo que condena y reprueba, lo tengo por condenado y reprobado, y así siempre me esfuerzo en tener y sostener su doctrina siguiéndola en todo; y a ella someto estos y los demás escritos míos difundidos: los pretéritos, los presentes y los futuros.”)

Hoy, cualquier cura creativo, algún superior general o una monjita con un poco de inventiva, está a años luz de esa fidelidad tan diáfana de aquel al que la historia eclesiástica colocó entre los papas réprobos. Efectivamente, su férrea fidelidad al Derecho Canónico lo convirtió en un papa sumamente incómodo. La combinación de poderes civiles y eclesiásticos -sobre todo civiles- llevaron a la resolución espuria de forzar la renuncia de Juan XXIII y conseguir la de Gregorio XII por las coacciones del emperador Segismundo. Luego, ante la tenaz resistencia del papa aragonés, se le depuso por asamblearia mayoría conciliar. Al final, fue elegido en el Concilio de Constanza, como papa “indiscutido” Otón Colonna, Martin V, cuya turbulenta historia comenzó traicionando al papa Gregorio XII, del cual era cardenal y, reunido en Pisa con los cardenales renegados de Benedicto XIII, salir a la puerta de la catedral y declararlos depuestos a los dos, por ser esa la soberana voluntad del conciliábulo. 


Sin embargo, la virtud del papa aragonés fue, al final, mantener enhiesta no sólo la bandera de su pontificia legitimidad, sino la de la libertad de una Iglesia gobernada por el Espíritu Santo y no por la aviesa voluntad de los poderes de este mundo, ante los que tanto eclesiástico, antes y ahora, se muestra dispuesto a doblegarse.


Custodio Ballester Bielsa, Pbro.

www.sacerdotesporlavida.info

Del Senado a la residencia

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Más bien, del senado a la antesala del tanatorio. Divertimento léxico.    


Ciertamente, la vejez (antes se decía así, ¿no?) ha sufrido un tremendo descalabro desde que los romanos la paseaban en su lábaro: SPQR (Senatus Populus Que Romanus) y la honraban nada menos que con la institución que ostentaba el máximo poder y autoridad en Roma: el Senado. Ser senex (anciano), no sólo en Roma sino en toda civilización de larga existencia, era una bendición que a muy pocos alcanzaba. Por eso veneraban a los ancianos como los predestinados a guiar los destinos del pueblo. Y en efecto, ahí iban los ejércitos romanos presididos por el Senatus, que era en rigor quien emprendía la guerra, sucundado (conjunción enclítica -que) por el Pópulus Romanus en pie de guerra. Hasta que eso de ser anciano (senador) se convirtió en un codiciadísimo oficio político. 


Tan bien nos sentó eso de ser senex, que fuimos a buscar su comparativo (senior: al consonantizar la “i”, se nasaliza la “n”, llegando así a “señor”), con valor de superlativo relativo: más anciano, muy anciano; y encima le asignamos el valor que correspondía a dóminus: señor, es decir “amo”, “dueño”. Y a todos aquellos a los que quisieron honrar (hoy diríamos “hacerles la pelota”) nuestros tatarabuelísimos, les llamaban “seniores”, muy ancianos, ancianísimos. Y para que el honor no quedase menguado para nada, le añadieron la abreviación de dóminus: don/doña/dueña. Y ahí tenemos el señor don y la señora doña (“muy anciano señor” y “muy anciana señora”) al alcance de todo el mundo pero tremendamente devaluados. No hace demasiado que sólo se podía exhibir el “don” y exigir ese tratamiento si se era el menos bachiller. Pero llegó la igualación, que al no poder hacerla más que hacia abajo, hoy ya no se necesita nada de nada para ser llamado “señor don” y “señora doña”. Cualquier día el BOE declara el derecho universal al título de doctor o al de cirujano.


Y como nuestra cultura se forjó a medias entre Grecia y Roma, tenemos también al muy anciano en la Iglesia pero sólo en griego. El presbítero, transliteración de πρεσβυτερος, es el muy anciano: comparativo de πρεσβυς (presbýs; de ahí la presbicia, la pérdida de visión por la edad). La misma operación en latín nos hubiese dado “senior”. Señal clara de que para el ministerio sacerdotal, la Iglesia primitiva prefería a los ancianos. Porque socialmente la ancianidad (evidentemente no decrépita) además de escasa, era un grado universalmente reconocido. Luego el tiempo y la abundancia han hecho sus estragos en la ancianidad. Buena lección de todos modos ésta de la Iglesia primitiva, para la Iglesia moderna, en la que desde hace bastantes decenios, tomaron el mando los “presbíteros” más jóvenes, que cuando les abandonó la juventud, la impostaron. Jóvenes “ancianos”, que con sus pretensiones de “rejuvenecimiento del presbiterado” (o del presbiterio que dicen ellos) han pervertido la esencia de la institución, de clara vocación presbiterial. Y resulta que a lo más que alcanza un viejo con vestimenta, lenguaje y maneras de joven, es a la ridiculez.

Tendríamos que hacernos todos a la idea (especialmente los “inspectores” (epískopoi) de que la Iglesia es esencialmente presbítera, muy anciana y que le sientan fatal esas neuras de innovación, seguimiento de la moda, progreso y puesta al día que nos han ocasionado tantos estragos. Tampoco iría mal que los obispos (επισκοποι/epískopoi) siguieran ejerciendo de lo que dice su nombre. Si la Iglesia romana hubiese traducido el nombre de epíscopos (el que mira por encima) en vez de transliterarlo como “epí-scopus”, al obispo estaríamos llamándole in-spector). Y no le estaría nada mal a la Iglesia que el obispo ejerciese esa función en especial sobre los presbíteros. La Iglesia no hubiese llegado al estado lamentable en que se encuentra hoy. Una mayor disciplina funcional, doctrinal, litúrgica y pastoral, daría como resultado una Iglesia muchísimo mejor. 


Es ciertamente lastimoso, pero parece que se cumple una ley de mercado, traducción al fin y al cabo, aunque devaluada (traduttore, traditore) de las leyes de la naturaleza: lo que escasea, se encarece. En latín da lo mismo decir “caro” que “querido”: se dicen con la misma palabra. Incluso la cáritas, que al abandonar su origen griego de la querencia (χαρις /járis) ha perdido la h para arrimarse a la carencia, incluso ésta se desarrolla con más esplendor cuando la carencia es escasa. Recordemos aquel viejo dicho: “Por Navidad, sienta un pobre a tu mesa”. Con un solo pobre se puede ser así de caritativo, pero no con una docena. Para la caridad no es nada bueno que se dispare el número de pobres por el procedimiento de “fabricarlos” (lo que está ocurriendo hoy).


Con la ancianidad ha ocurrido algo parecido. La sociedad moderna se las ha compuesto para “fabricar” enormes masas de ancianos (con un grado de decrepitud tan alto, que con una crisis sanitaria, la del coronavirus, que en el resto de la población apenas ha tenido una repercusión mayor que las demás morbilidades, en ese específico grupo de ancianos ha ocasionado la mayor mortalidad: en torno al 96%). Demostrando de paso la dramática falacia del sistema sanitario, tan enredado en las tácticas de “entretenimiento” de las enfermedades a base de toneladas y toneladas de fármacos a cuya prescripción y seguimiento se dedica mayoritariamente el sistema sanitario; tan atrapado el sistema en esas tácticas, que cuando toca proteger a los sanos luchando frontalmente contra un nuevo agente patógeno un tanto activo, el sistema se colapsa de tal modo que abandona a todos los que se dedicaba a mantener de la mejor manera posible en su cronicidad. Ahí estaba la gran masa de los ancianos “sostenidos” en su cronicidad por la ciencia médica y farmacéutica, que se los llevó por delante el coronavirus que les pilló desprovistos de asistencia sanitaria (bueno, sí, les mandaron morfina a las residencias). 


No se nos olvide, para no desenfocar el tema en exceso, que la inyección de los 70 está diseñada y legislada precisamente para estos ancianos, a los que habrá que añadir los inevitables daños colaterales. Tampoco sabremos nunca, por más juicios que se celebren, si hubo un maquiavélico plan eutanásico para deshacerse de estos ancianos, puesto que vamos sabiendo que el mando unificado de la sanidad del Estado, dejó fuera del sistema de lucha contra el coronavirus, más de 2.000 camas de hospital, con todo el apoyo de ucis, respiradores y demás. Pero tenían un gravísimo defecto: pertenecían a la sanidad privada; y recurrir a ella hubiese distorsionado la gran epopeya de la sanidad pública.


En fin, que de los antiguos ancianos venerados, a los actuales asilados en “residencias”, necesitadísimos de asistencia sanitaria y aviesamente privados de ella cuando más la necesitaron, va un abismo. Pero bueno, son 60.000 pensiones menos, de momento. Un buen cambio de dirección. En vez de crecer las pensiones, como cada mes, esta vez han empezado a disminuir, ¡y de qué manera! O témpora, o mores! Es la moral, son las costumbres que traen consigo estos tiempos.


Virtelius Temerarius 

La Glosa Dominical de Gérminans

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LE LLAMABAN TRINIDAD


En la cocina, una joven madre estaba preparando la comida con la mente totalmente concentrada en lo que estaba haciendo: preparar patatas fritas. Estaba trabajando para cocinar un plato que a los niños les iba a gustar mucho: las patatas fritas eran su plato preferido. El niño más pequeño, cuatro años, había tenido una intensa jornada en el parvulario (escuela de educación infantil lo llaman ahora) y quería contar a la madre todo lo que había visto y hecho. La madre le respondía con monosílabos y balbuceos. El niño no paraba de asirse a la falda y tirar de ella diciendo “Mamá”. Pero ella continuaba impertérrita pelando las patatas. Hasta que el niño agarró con fuerza la falda tirando con todas sus fuerzas. La mujer tuvo que inclinarse hacia su hijo. Él la cogió por la cabeza, la obligó a mirarle a los ojos y le dijo: ¡Mamá, escúchame con los ojos! Y es que todas las cosas importantes pasan a través de la mirada. Escuchar a alguien con los ojos significa decirle: “Tú eres importante para mí”.


Si la Ascensión es la presentación hecha por Jesús al Padre de su Esposa, la humanidad redimida, si Pentecostés es el regalo de bodas firmado por el Padre a su Esposa, la Iglesia naciente, la fiesta de la Santísima Trinidad es este juego de miradas entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Como decir: estudiemos la táctica para dar continuidad a este Amor. La razón profunda por la que hemos de vivir en la unidad no es para cuadrar mejor el balance siendo solidarios. No es una necesidad táctica, una razón de cálculo o conveniencia: la comunión en la Iglesia no puede ser reducida a una elección inteligente derivada de la consideración de que estar juntos, trabajar juntos, caminar juntos es más rentable desde el punto de vista práctico. La razón profunda es que la Iglesia es la imagen de la Santísima Trinidad. Aún más: es la extensión de aquella esencial comunidad divina que se prolonga en la partitura musical de la historia y en la crónica cotidiana. Es fantástico pensar que la Iglesia nace de lo alto, que ahonda sus raíces en la Trinidad.

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Por esa razón el misterio principal de nuestra fe nos ha sido revelado por Jesucristo y no es fruto de nuestras disquisiciones ni tiene como meta  nuestras contemplaciones abstractas. Nos es regalado para concretarlo en la vida de cada día y en los senderos de la fatigosa cotidianidad.


La Trinidad es/son personas. No cifras. No códigos fiscales. No números de matrícula en nuestros monos de trabajo. Somos personas, no guijarros abandonados por Dios en la tierra y condenados a rodar sin destino. Son personas iguales. ¿Comprendemos de dónde brota la insistencia de la Iglesia cuando anuncia la igualdad? ¡Somos todos iguales! No hay hombres de primera y segunda clase. El misterio trinitario nos interpela cada vez que descubrimos señales de injustica en la crónica cotidiana. El misterio de la Trinidad imprime en cada hombre el sello de la igualdad con Dios. Son personas iguales y distintas. Cada hombre tiene su rostro y su historia, sus sueños y sus fatigas, sus aspiraciones y sus miedos. Es una identidad intransferible. Dios nos conoce por nuestro nombre, no por nuestras siglas. Nos llama a cada cual por nuestro nombre. Él no coloca nuestros rostros en los archivos, sino que los sustrae de la usura de las estaciones iluminándolos con su luz. Él no sepulta nuestros nombres en el Parque de la Memoria, sino que los evoca uno a uno en medio de la nada indistinta de las nebulosas y, pronunciándolos con la pasión del enamorado, los esculpe en las rocas de los collados eternos.


Cristo nos invita a anunciar el evangelio a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es un mandato para instruir en el Amor al mundo. Este es el rostro encantador de la Trinidad: un Padre que envía a su propio Hijo para salvar al mundo con su Amor, el Espíritu Santo. Reservándose el derecho a pedir ayuda a María, a Pedro,  a Pablo de Tarso, a Silas y a Bernabé, a ti y a mí. Porque la historia se convierte en interesante cuando mil rostros se cruzan entre ellos. Millones de rostros pero un único director: la Trinidad. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. La Trinidad siempre presente en nuestras vidas. 


Mn. Francesc M. Espinar Comas

Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet

Nos echaban de menos

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Crucifijo, cirio pascual y bancos de la capilla adecuados a la ley (Tanatorio Sta Coloma)


He vivido en estos días, desde que la ciudad de Barcelona y las dos regiones metropolitanas, la norte y la sur, entraron en la fase 0 atenuada o también llamada 0.5, momentos muy hermosos; aunque uno de ellos, contradictorio. Hay que saber que no fue hasta el lunes 18 de mayo, al entrar en esa fase, que comenzaron las celebraciones litúrgicas en las parroquias y las exequias en los tanatorios. En el Tanatorio de la ciudad en la que ejerzo mi ministerio desde hace 24 años ya, Santa Coloma de Gramenet, nos hemos encontrado con una curiosa realidad: muchas familias que no pudieron ni asistir al entierro ni disponer de ningún tipo de celebración funeraria ni religiosa ni laica, en vez de proceder a la recogida de la correspondiente urna con las cenizas de su familiar difunto tras la incineración (en el caso de muchos fallecidos por Covid19), han preferido esperar a esta fase para poder gozar de una digna celebración exequial católica. No se ha dado el caso de pedir ninguna celebración laica para esos fallecidos durante los dos meses más duros de la pandemia y las restricciones funerarias al uso. Curioso. También muchas de las familias de los inhumados, abierta ya la libertad para las exequias con concurso de fieles, las van reclamando con serena decisión. Las estamos organizando y celebrando fuera de los horarios normales de exequias. O a primera hora de la mañana o por las tardes, en las que no se celebran normalmente exequias en nuestro Tanatorio. Me resulta tan asombroso como reconfortante ver cómo muchas familias están deseosas de poder encontrarse para una celebración católica con la presencia de un sacerdote, así como para trasmitirse el pésame celebrando así dignamente el debido duelo. Asombroso, dado el galopante ritmo de secularización que veníamos arrastrando desde hace tiempo. 


Urnas cinerarias acumuladas
durante los dos meses de ausencia de funerales

En una palabra: han empezado a valorar más el servicio religioso que les ofrece la Iglesia, por medio de sus humildes representantes que somos los sacerdotes y los diáconos. Nos echaban de menos, pero especialmente echaban de menos la presencia del nombre y la persona de Cristo en el acompañamiento de su dolor, a través del evangelio y la oración cristiana. También van siendo muchas las familias con fallecidos en estos días que van concertando funerales en las parroquias. Me alegra mucho. Aunque eso vaya a suponer un aumento en la densidad del trabajo en estos días. Días entre los que hay que ir acoplando bodas y bautizos pendientes de celebrar, primeras comuniones, confirmaciones y un largo etcétera de cosas suspendidas a las que ahora hay que hacer un hueco entre los compromisos pastorales. Pero a mí, para el que la vida parroquial me es necesaria como el aire que respiro para ser y vivir con alegría y normalidad, me da gran contento y esperanza.


Contradictoriamente a esta vivencia mía, se ha dado un caso esta semana que quiero relatar. Un lector de GG, envió el comentario abajo reproducido, en el que aparentemente manifestaba su decepción por no poder contar ya desde el primer día ferial con la celebración eucarística en mi parroquia de Sant Joan Baptista del barrio del Fondo.


Es un comentario sumamente sorprendente: n´hi ha per llogar-hi cadires decimos en catalán para referirnos a cosas tan chocantes como acusar de desidioso a un sacerdote enamorado de su ministerio.



En una palabra: espectacular. Espectacular no por su grandiosidad ni por su bondad, ya que revela un odio africano hacia mi persona, sino por lo insólito e inverosímil que se antoja. Además ese “a la cara” en los barrios periféricos suena muy agresivo y violento. Es como aquella expresión que usan los delincuentes, los quinquis y los rateros, cuando son sorprendidos por la presencia inesperada de alguien en la comisión del delito: “me he quedado con tu cara y sé dónde vives”. Conminándote a estar calladito, es decir, a ese “achantar la mui” tan gitanaco y quillo.


En cambio, en el cartel colocado el día 7 de mayo, queda clara la “ausencia de recursos para aplicar las normas sanitarias requeridas así como las litúrgicas”. Y eso para abrir la iglesia de manera estable. Ya que es de todos sabido que en el susodicho decreto episcopal 9/20 del 4 de mayo es exigida la entrada en la fase 1 o en aquella novedosa 0 atenuada (0.5) para celebrar con participación de fieles. Adecuar el templo, desinfectándolo antes (interior y exterior) no fue cosa fácil. Como tampoco poseer los atriles con los botes de solución hidro-alcohólica y las pegatinas sobre la correcta distribución de los asistentes conservando la distancia legalmente requerida. Disponer de un servicio de orden que acomodara a los fieles tampoco me fue cosa fácil.

 

Misa del 26 de abril


El denunciante en su comentario, amén de tratarme de hipócrita, exige misa diaria en el Fondo, cuando es bien conocido  que es la única parroquia que sí celebra misa ferial vespertina todos los días (excepto los lunes) desde que tomé posesión como párroco en aquel ya lejano 7 de septiembre de 2002. Evidentemente no en estos primeros días sin conocer la prevista asistencia de los habituales. En la Parroquia Mayor hay misa diaria por las mañanas y en las otras 6 sólo algunos días entre semana. Desconoce el acusador que celebré la Misa Parroquial con normalidad los domingos 26 de abril y 3 de mayo, cuando nadie lo hacía, convencido de la legitimidad de hacerlo a tenor del Real Decreto 463/2020 del 14 de marzo que en su artículo 11 sólo exigía medidas de contención. Sólo cuando hubo un decreto diocesano claro, el lunes 4 de mayo, me creí en la obligación de obedecer de manera taxativa y cerrar el templo. También debe desconocer el que me acusa de no querer celebrar misas, que el martes 28 de abril, después de la noticia de la apertura pública de mi parroquia y de la ordinaria celebración de la Eucaristía, recibí sendas llamadas de la concejal Lidia Montero y del Jefe de la Policía Municipal Roberto Jorge para que no abriera la iglesia. Les desmonté con argumentos jurídico-legales. Recuerden los lectores mi formación jurídico-canónica. De eso tampoco tiene referencia mi devoto observador en la distancia. O sí, y no le interesa relatarlo. ¡Oh Dios, cuánta fatuidad!


Atuendos Covid19: como Don Franco, de misionero y como cura rural


Fatuo, con rabia contenida teñida de estribaciones amenazadoras y además necio. Habla de la asistencia a los enfermos, presumiblemente descuidada por un seguro servidor de Dios y de los fieles que se me han encomendado. Cuando no dejé ni un solo día de visitar a los enfermos de mi parroquia y de otras de Santa Coloma, Barcelona y su área metropolitana que buscaban sacerdotes para confesar, administrar la unción de enfermos y llevarles la comunión. Allí estaba yo: siempre alerta y siempre a punto.  Vestido de todas las maneras posibles e imaginables, sorteando a municipales y a Mossos, salí cada mañana para ese ministerio a las 8 en punto, al acabar mis obligaciones matutinas (misa, oración y oficio) y dejar apañada a mi madre inválida y enferma, ahora residente en mi domicilio y a mi cargo desde el 29 de noviembre pasado.


Altar doméstico y altar del Reservado

Fatuo, con rabia contenida teñida de estribaciones amenazadoras y además necio. Habla de la asistencia a los enfermos, presumiblemente descuidada por un seguro servidor de Dios y de los fieles que se me han encomendado. Cuando no dejé ni un solo día de visitar a


Esto que cuento, lo sabían sólo mis amigos y los fieles a los que serví; porque si bien es cierto que me siento muy ufano de mi ministerio y lo ejerzo con alegría y con orgullo (no necesito jurarlo, porque se me nota), vigilo no ser tentado por el demonio de la vanidad: por eso no ando ufanándome de lo que hago. Pero como ese caritativo comentarista m’ha tocat el voraviu (más o menos, me ha pisado en el callo) me he excedido en esta ocasión sacando pecho.


Y como Dios los cría y ellos se juntan, conozco buen número de sacerdotes del mismo temple que se han empleado a fondo durante la pandemia haciendo todo lo que han podido por no dejar a los fieles sin misa, y asistiendo a los enfermos con ejemplar caridad cristiana. Sencillamente, Dios se ha servido de nosotros.   


Mn. Francesc M. Espinar Comas

Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet

Arana detrás de Manresa 2022

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Ha sorprendido que una de las primeras visitas extranjeras que ha recibido el Papa, después del confinamiento, haya sido la del Ayuntamiento de Manresa, que acudió el pasado sábado a Roma para formalizar la invitación al Pontífice a visitar la población catalana, con motivo del 500 aniversario de la llegada de Ignacio de Loyola a la localidad y de su estancia en la cueva manresana. Un ayuntamiento presidido por un alcalde del PDECAT, que finaliza su mandato este mes de junio, dado que se pactó que los tres años siguientes el edil fuese el representante de ERC, que se correspondía con la fuerza más votada. Un ayuntamiento que, si se demoraba la visita, ya estaría presidido por otra fuerza política. Sorprendieron mucho las prisas y sorprendió también la presencia entre el séquito de Mons. Jordi Bertomeu Farnós, sacerdote de Tortosa y miembro de la Congregación de la Doctrina de la Fe; máxime cuando la representación del consistorio no iba acompañada del ordinario del lugar, el obispo de Vic, Mons. Romà Casanova.


La influencia del alcalde de Manresa, Valentí Junyent, no llega a tanto. ¿Quién le abrió las puertas y quién está tan interesado en que el Papa visite la capital del Bages? Pues no es otro que el jesuita German Arana Beorlegui; el verdadero poder en la sombra de la Iglesia en España. A veces parece que su poder disminuye, pero nunca acaba de marcharse. Siempre vuelve. Cierto es que el todopoderoso miembro de la Compañía de Jesús no sale en la foto, pero es que él no es hombre de fotos. Su hombre ahí era Mons. Jordi Bertomeu. Y si algunos se sorprenden de las buenas migas entre ambos, especialmente después de lo sucedido en Chile, donde Arana apoyó activamente la candidatura de Juan Barros como obispo de Osorno y tuvo que ser Bertomeu a quien encomendase el Papa la investigación sobre los casos de pederastia en el país andino, solo debe recordarse que, una vez llegó Bertomeu de Chile, lo primero que hizo fue un retiro espiritual de 30 días dirigido -¡obviamente!- por Arana.

El jesuita donostiarra ha convencido al papa Francisco de la oportunidad de dicho viaje. No solo por la efeméride de la cueva manresana, sino porque se cumple también el 400 aniversario de la canonización del Soldado de Dios y sería el colofón del año santo ignaciano que finaliza el 31 de julio de 2022. La gran fiesta de la Compañía de Jesús con un Pontífice de los suyos. La gran fiesta jesuítica en el país donde nació Ignacio. Arana está desplegando todo su poder e influencia -que es mucho- para que ello sea posible. 


Sería la primera visita a España de Francisco después de 9 años de pontificado. Y probablemente una visita tan rápida que se limitaría a la celebración ignaciana, con Manresa y -quizás- Loyola, como únicos puntos de encuentro. Una visita con un papa que ya habría cumplido 85 años. La misma edad en la que renunció Benedicto XVI y con un año más de reinado que el papa alemán. Largo nos la fían. 


A nadie se le escapa tampoco que ese posible viaje del Papa viene apoyado por el cardenal Omella, no solo como purpurado catalán y Presidente de la CEE, sino por la tremenda vinculación existente entre él y el todopoderoso Arana, principal valedor de su candidatura como obispo de Barcelona y de su ascendencia cerca de Francisco. Un Arana que, cada dos por tres, está en Barcelona y suele concelebrar con el cardenal. Vinculación, además, que se va a escenificar en los próximos nombramientos episcopales, especialmente para la sede de Zaragoza, tan próxima al prelado barcelonés.


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El tiempo -y sobre todo Dios- dirá si ese viaje se realiza. En principio, Arana ha puesto todo su empeño para que ello sea posible. Aunque estos eclesiásticos -tan sabios- no están teniendo en cuenta que el hecho de que el único viaje de Francisco a España se limite a Cataluña y el País Vasco y además en zonas manifiestamente independentistas y abertzales puede tener un efecto boomerang. Prestar al Papa a ciertos espectáculos y utilizaciones partidistas no va a ser del gusto de la mayoría de católicos españoles, por mucha conmemoración ignaciana que pudiesen merecer. Tampoco el influjo de la Compañía de Jesús es el que era y pretender darle un soplo de vida, aunque solo sea mediante un espectáculo fugaz, no tendrá mucha consecuencia. Peor será que la única visita del Papa a España sirva de palanca mediática al separatismo y oscurezca la visibilidad del verdadero catolicismo español. Arana se está introduciendo en un peligroso vergel.


Oriolt

El Corpus de la Colau, que no el Corpus Christi

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Este año el Corpus Christi en Barcelona tenía que ser muy especial, porque se cumplen los 700 años de la primera procesión eucarística en esta ciudad. Lamentablemente el Coronavirus ha mandado al traste esta conmemoración y el próximo domingo tendremos la celebración más pobre de los últimos años. No habrá la tradicional Santa Misa en la Plaza de la catedral, al aire libre, ni la procesión por algunas de las principales calles de su alrededor. En definitiva, este Corpus que tenía que ser tan esplendoroso va a acabar pareciéndose a los de la etapa de Don Narcís Jubany, sin brillo, ni esplendor, puro cumplimiento mínimo, para una festividad que el Nacionalprogresismo había proscrito en nuestra diócesis, y que sólo el bueno de Don Ricardo Carles se atrevió a resucitar, con gran respuesta popular de muchos fieles que deseaban el retorno de Jesucristo a las calles de nuestra ciudad.

N.s.b.a. y ya jubilado cardenal Martínez Sistach no se atrevió a echar para atrás, además a él, le encantaba eso de ser protagonista y sentirse importante paseando por las calles de la ciudad llenas de gente, observando así al supuesto jefe de la comitiva. Eso sí, junto al Rvdo. Arenas y otros de su cuerda intentaron quitarle su vertiente más piadosa y de fervor, para convertirlo en un acto más racional y cultural, y por supuesto se cargaron de un plumazo el castellano, que Don Ricardo había ido introduciendo con tanto mimo.

Pero dejando atrás la historia y centrándonos en el presente, nos damos cuenta que seguimos con la "mieditis" y "la prudencia extrema" que ha caracterizado la actitud de nuestro simpático y dicharachero actual arzobispo. Vemos manifestaciones de los antirracistas concentrados por ejemplo en la cercana Plaza Sant Jaume, en la que no cabía ni un alfiler, (y eso que aún estábamos en Fase 1), pero en cambio nosotros tenemos que celebrar el 700 aniversario de la primera procesión del Corpus Christi de una forma cuasi clandestina, en el interior de una catedral con muchísimas restricciones, cuando ya el edificio de por sí es llimitadísimo por su estructura y sobre todo por tener el coro ocupando todo el centro del templo. Y de la procesión ya no hablemos, puesto que haciéndose sólo en el claustro de la catedral me imagino que sólo van a dejar entrar al clero y poco más.

Este es el penoso colofón final a una trayectoria disparatada en la preparación de lo que tenía que ser una conmemoración por todo lo alto, pero que poco a poco se iba viendo como nos iban a dar gato por liebre, un arzobispo con ganar de quedar bien con los gobernantes de turno (y si son de izquierdas parece que más todavía), y un cabildo catedralicio ingenuo y con poca personalidad, habían pactado los actos de esta celebración con la alcaldesa podemita. Como era previsible nos la han "colau" bien colada, haciendo un programa donde lo religioso y espiritual brilla por su ausencia y donde sólo aparece lo festivo, lúdico y cultural.

Omella en la procesión del Corpus Christi de Barcelona de 2019

Sólo hace falta ver el logotipo del séptimo centenario. no aparece la Custodia, ni el pueblo caminando alrededor del Palio,  ni por supuesto la palabra "Christi", lo que aparece es el "ou com balla" es decir un huevo que se mueve (baila) al ritmo del agua de una de las fuentes del claustro de la catedral. Un detalle popular pero insignificante de lo que es la Fiesta de la Presencia de Real de Jesucristo en medio del pueblo barcelonés. Ahí queda bien claro el interés del Ayuntamiento de evitar cualquier referencia religiosa a la conmemoración. Lo penoso es que el Arzobispado y el cabildo hayan tragado y no hayan puesto ningún impedimento a los planes de laicización de la actual alcaldesa.

Y si entramos en la web oficial del Ayuntamiento barcelonés, nos damos cuenta de cómo han intentado manipular esta celebración. Allí podemos leer como titular: "El Corpus de Barcelona celebra su 700 aniversario con una programación especial"y como subítulo: "Entre el 11 y el 14 de junio habrá actividades alrededor de los toques de campanas, el Ou com balla, el Cortejo Popular o el Corpus del Baró de Maldá". De Misa y procesión que son los actos centrales no se habla ni de lejos, del sentido eucarístico de la Fiesta tampoco. Todo muy laico como corresponde a una alcaldesa del partido de Pablo Iglesias.

No sorprende para nada que Ada Colau siga fiel a su desprecio hacia todo lo que sea católico, actitud que nada tiene que ver con el respeto e interés que tiene hacia los practicantes de la religión musulmana, lo que sí duele es que ningún eclesiástico haya dicho en público que el Corpus Chirsti es alguna cosa más que un huevo bailando y una celebración cultural. Estaban en la misma comisión organizadora y callaron y acataron todo lo que el consistorio iba imponiendo.

Antoninus Pius

Los obispos catalanes por fin han hablado. Pero no de lo que todos esperábamos

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Esta semana la mal llamada Conferencia Episcopal Tarraconense ha emitido un comunicado, cuando me enteré del mismo pensé rápidamente ¡Por fin!, ¡Ya era hora! de que los obispos dijeran algo ante tanto sufrimiento del pueblo, también  el católico, y ante tantas atrocidades que se han hecho desde los gobiernos central y autonómico, en este periodo de Coronavirus.

Pero la decepción no pudo ser mayor, el tema no era hablar de la gestión del COVID19, porque por muy diplomáticos que fueran los obispos tendrían que hacer referencia a los gravísimos errores cometidos por nuestras autoridades, algo que no entra en la mentalidad de la nueva Ejecutiva episcopal presidida por el cardenal Omella, tenía que habérmelo imaginado, porque nuestro arzobispo no solo es incapaz de incomodar en lo más mínimo a nuestros gobernantes, por muy izquierdistas y anticlericales que sean, sino que ha dejado más que claro que tenemos que obedecerles y someternos a sus mandatos. Ingenuamente pensé que los otros obispos catalanes le habrían hecho recapacitar pero está claro que no.

Leyendo el comunicado, resulta que lo que preocupa a nuestros obispos es la situación de los trabajadores de Nissan, que es un tema que debe preocuparnos a todos, porque muchas familias van a quedarse sin trabajo, pero el problema es que lo hacen, poniéndose del lado de las reivindicaciones izquierdistas, como si los malos de la película fueran los capitalistas sin escrúpulos y no interviniera ningún otro factor externo, que lo hay y muchos.
Reunión telemática de los obispos catalanes
Pero de eso no hablan nuestros obispos, no dirán nunca por ejemplo que el independentismo en Cataluña ha provocado una verdadera catástrofe económica para los catalanes: empresas que se marchan, que no se sienten seguras por la situación política, multinacionales que querían poner sus sucursales en Cataluña y que finalmente las han puesto en otros sitios, la disminución del turismo, previa al Coronavirus, porque en muchas agencias de viajes se considera a nuestra tierra como poco recomendable por sus turbulencias políticas...

Tampoco nos dirán nuestros obispos que un gobierno socialista y comunista genera incertidumbre en los mercados comerciales, que la Comunidad Europea mira con recelo a España, que el mundo económico no va a poner un céntimo de sus inversiones con un vicepresidente como Pablo Iglesias, maltratando e injuriando a grandes empresarios y bien solidarios por cierto, como Amancio Ortega.

Todo eso también son miles de puestos de trabajo, pero eso no preocupa a nuestros obispos. Es como el caso de George Floyd en Estados Unidos, se fijan en el caso puntual populista de turno, pero no en los números importantes, los que sí que influyen en la económica y en la honestidad de un país. Nadie nos dirá que en Norteamérica el 90% de los asesinatos de personas de raza negra son a manos de otras personas de esa misma raza, o que de entre los miles y miles de puestos de trabajo que ha creado Donald Trump, hay un porcentaje muy alto de personas de color. Algo que no hizo, ni por asomo, su antecesor que era de esa misma raza y tenía un discurso tan populista como el de nuestros actuales mandatarios españoles.
Trump y su esposa, rezando arrodillados ante el Santísimo
Pero lo que más debe preocuparnos como católicos es que nuestros obispos no digan nada con  más de cuarenta mil muertos de coronavirus en parte como consecuencia de la inoperancia y la mala gestión de nuestros gobernantes. Que miles de ancianos, uno de los colectivos más indefensos de nuestra sociedad, se han ido de este mundo solos y abandonados física y espiritualmente en nuestras residencias gestionadas aquí por la Generalitat, y a nivel estatal por el Sr, Iglesias, que asumió ese tema en los momentos en que el Gobierno Central se hizo cargo de la gestión por encima de las autonomías. Que a miles de ancianos se les ha practicado una eutanasia obligatoria simplemente porque las órdenes de triaje decían que los más ancianos eran a los que no se podía entender y se tenía que dejar morir. Que se han practicado abortos sin ningún tipo de control legal, porque ante la situación de emergencia médica nadie iba a preocupar del tema y había carta blanca para el asesinato de no-nacidos...

Pues ya sabemos lo que preocupa a nuestros obispos y lo que no. Les preocupa que los políticos presos estén en la cárcel, le preocupan los trabajadores de Nissan, algo muy loable,  pero no los probablemente millones de puestos de trabajo que se van a perder por la mala gestión y las malas políticas de nuestros gobiernos, y aún me extraña que no hayan hablado de Floyd o de la ecología.

Francesco Della Rovere

Nota-Panfleto de la CET

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La Asamblea de los Obispos de la Región Eclesiástica de Cataluña (creo que éste es el nombre jurídico que le corresponde), ha evacuado nuevamente una NOTA tan singular como las que ha ido evacuando hasta el presente. Pero su singularidad es algo distinta de las demás notas. Todas ellas tienen en común que constituyen un decidido respaldo de los obispos de Cataluña al poder vigente: en Cataluña, claro está. Y esta última nota no podía ser distinta en este aspecto. Es en realidad un panfleto publicitario del poder político vigente (no olvidemos que el ministro de Sanidad, el responsable máximo de gestionar la pandemia que hemos sufrido, es el representante del separatismo discreto en el gobierno del Estado). Hay que guardarse por tanto de cualquier crítica al gobierno, puesto que repercutiría frontalmente en su representación separatista camuflada: una de las patas imprescindibles del separatismo, puesto que su hoja de ruta pasa por hacer de España una agrupación aún sin definir, de reinos de taifas tan independiente todos ellos como desean ser el país vasco y Cataluña.


La Nota en cuestión tiene toda la pinta de esas campañas de propaganda y publicidad, que no se hacen con “anuncios” con aspecto de anuncios, sino con “noticias pagadas” de carácter publicitario, pero sin señal alguna de ese carácter: por lo cual el precio de esa “publicidad engañosa” tan efectiva en la que caen los incautos, se paga al menos el doble que la convencional. De hecho, es la forma de publicidad gubernamental que ha prevalecido durante estos días de pandemia. Todos los medios tocados por la gracia del dinero público, se han alineado con el gobierno para hacer de caja de resonancia de su información voluble y contradictoria, sin el menor sentido crítico: nadie en esos medios se ha preguntado por las contradicciones ni por los errores, porque eso implicaba cegar el flujo del dinero de los presupuestos. De hecho, ha habido medios que en aras de la autocensura (por evitar que se cerrase el grifo del dinero público) han expulsado a los informadores incómodos por ejercitar su sentido crítico.


La última Nota de la Asamblea de los Obispos de la Región Eclesiástica de Cataluña, en su aspecto objetivo e inofensivo, encierra una trampa saducea que da perfecta cuenta de la total sintonía de los obispos con el poder político. Parecen tan carne y uña los obispos y el gobierno, que ni siquiera se insinúa la menor crítica por la forma tan discutible de gestionar la pandemia sobre todo en su imponente escalada durante los dos largos meses de ocultación de información e inacción, con resultados apocalípticos; ni la menor queja por la estrambótica desescalada en que tan severamente interfirieron en los derechos de religión y culto de los ciudadanos. Con interrupción de misas por agentes armados, y con la prohibición vigente de celebrar actos de culto fuera de las iglesias, decisión que afecta gravemente a la gran fiesta del Corpus.

Omella toma la palabra en la reunión virtual de los obispos catalanes

Pues aunque parezca mentira, en la Nota ni tan siquiera se insinúa nada de esto, ni las limitaciones que se han puesto a la asistencia de fieles a los actos de culto, ni tampoco la vigente prohibición de celebrar el Corpus en la calle, según la tradición. En la escalada fueron tan sumamente eficaces (¡los mejores del mundo!), que ahora se han empeñado en ser la admiración y la envidia de todo el mundo también en la desescalada. Aunque lo más admirable tanto en el camino de ida como en el de vuelta, es la insensatez con que han gestionado esta crisis. 


Y resulta que, como si a los obispos les pareciese inmejorable esta gestión del gobierno, como si la aprobasen en su totalidad, van y emiten esta sublime Nota del silencio como de asentimiento. “Quien calla, otorga”, decimos en español. En latín son más discretos: Qui tacet, consentire videtur. El que calla, “parece” consentir. Porque claro, evacuar toda una Nota episcopalísima callando tanto, parece hecha expresamente para callar, para hacer una ostentosa exhibición de silencio si no cómplice, que se dice ahora, si al menos respetuosísimo.


Es el fiel cumplimiento de la gran promesa de colaboración que prometió el flamante Presidente de la Conferencia Episcopal Española. ¡Menuda fidelidad a los infieles!


Y para encubrir ese nada sorprendente silencio, tan parecido al de los medios regados generosamente con dinero público, van y se muestran profundamente preocupados por los 3.000 trabajadores que quedan en el paro al cerrar la Nisan. Una más: ¿se ocupan y se preocupan de 3.000 y les resbalan los 30.000, los 300.000, los 3.000.000? Sí, claro, ¿será por ceros? Por supuesto, es que esos 3.000 son los más mediáticos, y por tanto los más importantes para los obispos de esta región eclesiástica. Para todos ellos. 




Los de la economía sumergida, entre ellos los manteros y los recogedores de cartón y chatarra, muchos más de 3.000, más las decenas de miles de autoempleadores en muy pequeños negocios a los que el gobierno (que no la pandemia) ha llevado a la miseria, esos no les importan a los obispos para nada: los medios tampoco se ocupan de ellos. ¿Por qué tendrían que ocuparse los obispos?


¿Argumentos? Al final, en el 9º mensaje, instan a los católicos y a las personas de buena voluntad a colaborar… “El Evangelio de Jesús -añaden- nos inspirará para llevar a cabo una transformación radical de vida, con su mensaje de justicia, esperanza y fraternidad”. Pero no explican si ellos van a dar ejemplo yendo por delante en esa “transformación radical de vida”. Y concluye: “Ante la crisis industrial y laboral de Cataluña, pedimos la bendición de Dios para que podamos encontrar las respuestas justas a las exigencias legítimas de todas las personas que hoy la están sufriendo dolorosamente (se deben referir a “todas las personas” a las que han dedicado esta Nota conmovedora. Lo más conmovedor es que esas personas, en vez de sufrir gozosamente, sufran dolorosamente). Invoquemos al Espíritu Santo, que hace posible la creatividad y la perseverancia, para que derrame sobre nosotros todos sus dones.” Eso, creatividad y perseverancia, las dos grandes virtudes cristianas. Ahí tenemos el sello “episcopal” de la Nota. Dedicada toda ella en primer lugar al silencio, y en segundo lugar al cierre de Nisan. Para eso tenemos obispos, para eso tenemos esa deslumbrante Conferencia Episcopal Tarraconense, y para eso tenemos la imponente Conferencia Episcopal Española.


Virtelius Temerarius

La Glosa Dominical de Gérminans

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EL DIOS ABSURDO Y EMBARAZOSO


Lo absurdo de Dios. La ilógica Belleza. La insensatez del Amor. Mucho más allá del establo donde escogió nacer Dios: otros nacieron en la miseria de aquellas condiciones. Nada en comparación al patíbulo de los infames donde aceptó hacerse traspasar: también allí, en una mezcla de libertad y responsabilidad, otros antes y otros tantos después de Él vieron confiscados sus sueños atrevidos y valientes. No sobrevuela ni siquiera aquel vagabundeo impotente y acelerado entre los montes y valles de Palestina, en compañía de una tripulación que repasaba todo en su corazón incluso aquel Iscariote endemoniado, el Judas de la traición. Se acepta la humildad, se soporta la impotencia, se adapta a lo humano. Pero hay algo que va más allá, que huele a exageración, un algo de mezcla entre el sentido de la proporcionalidad y el de la perdición. Todo se acepta y comprende, aunque con dificultades y a tientas: pero que Dios se convierta en alimento es incomprensible, inimaginable, fuera de nuestro reducido alcance de hombres y mujeres de este suelo: “En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre no tendréis vida en vosotros”. 

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Un Dios absurdo, casi loco, incluso más: impotente. No bastaba el Dios Niño de Belén, el Dios silencioso de Betania, el Dios mudo y compasivo del Gólgota. No bastó ni siquiera el Dios Hortelano que sorprendió a la Magdalena en la mañana de Pascua. Aquellas quedaron como huellas en la mirada, fáciles presas a merced de los descortezadores del pasado. Ahí faltaba otra cosa, algo sólido, que saciase, que dejase impronta. Escogió habitar en la miseria de un pedazo de pan: “Tomad y comed, esto es mi Cuerpo”, para que quedase resto y memoria de algo difícil de olvidar, de perder, de rechazar. Posteriormente le construimos sagrarios de oro y esmaltes, hermosas custodias con piedras preciosas -quincallería de mujeres- pero él se había proyectado el único sagrario que le importaba: el hombre. Aunque pecador como Pedro. Aunque petimetre como el corazón de la prole del Zebedeo. Aunque infame y traidor como Judas, aquel amigo suyo. Escogió al hombre para declarársele, cara a cara, dentro de él. Allí donde el corazón late con los mismos latidos del corazón de los demás que aquí abajo mendigan a tientas. Un pan como recordatorio de un amor: “Habló Moisés al pueblo y dijo:Recuerda el camino que el Señor tu Dios te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto, para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. El te afligió haciéndote pasar hambre y después te alimentó con el maná que tú no conocías ni conocieron tus padres para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No sea que te olvides del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, una sequedal sin una gota de agua; que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres”


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Fue el último gesto: espontáneo, libre, que desarmaba. Como un niño que próximo cercano a un desastre, busca refugiarse allí donde advierte mayormente el sabor de casa. Cristo escogió al hombre, escogerá al hombre. Cristo y el hombre: el connubio que en el evangelio es familiar. Pilatos lo dijo a la turba: “He aquí el hombre. Ecce homo” Se mofaron de él y le forzaron a lavarse las manos. También el sacerdote lo dice a la multitud: “He aquí el Cordero de Dios”. Cada domingo, cada día, a cada paso. He aquí el Cordero: humilde, manso, discreto. Aromático y fragante como el pan. Te busca, te está encontrando: no te lo pierdas: si no, estás perdido.


La multitud como en tiempos de Pilatos, no entiende: bosteza, balbucea algo, charla con el que tiene al lado. Algunos que comulgan lo confunden con un obsequio y te dan las gracias. ¡Pero qué gracias ni cuentos! ¿Cuándo antes la Belleza había sido concedida a los pecadores y a los esclavos, a los pasotas y a los cobardes, a los marchitos de corazón como yo? A los estúpidos, a los indolentes, a los irreverentes. A los traidores. Y comes y Cristo, el Cordero de Dios, entra. Se encoge de hombros ante la irreverencia. Se acomoda entre la conmoción de otras mil presencias, se inclina para reavivar la nostalgia. Como un minero con su linterna, baja a tus abismos para reencender la esperanza. Y organizar el rendimiento: “Oh Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa…” Míralos, el domingo, los rendidos ante Dios. Las manos no sólo están juntas, están arremangadas. Inclinan la cabeza no porque se repliegan en sí mismos, sino para entrever otros caminos, fisuras de cielo. Abren los ojos por exuberancia de sorpresa, el secreto de la Verdad. Hombres, hombres, ya no hombres: hombres-sagrario. Por las calles de la ciudad, en medio del ajetreo ruidoso de  la periferia, en lo caótico de la historia. Ellos y Dios. El Dios que se hace hombre para que el hombre vuelva a Dios. Lo viene a tomar, sondea los abismos, lo acredita. Y cogiéndole de la mano, sube la escarpa: de la desgracia, de la miseria, de la cautividad. Un Dios-Pan: ¿Qué no se hace cuando uno está perdidamente enamorado?


¿El hombre empeñado en devorar de tantas maneras a sus semejantes, a alimentarse de ellos? Viene Dios y le dice: no lo hagas, ama y respeta a tus hermanos. He aquí el Cordero de Dios que carga con tus culpas y las de toda la humanidad, y se convierte en tu alimento. Por redimirte. 


Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet

Cómo el latín nos salva la vida

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El latín no es una lengua muerta en absoluto. Pensemos que la palabra más pronunciada en este 2020 es "virus", que en latín significa "veneno". Un raro ejemplo de cómo hemos impreso nuestra marca peculiar en un término definido desde muy antiguo. Y como éste, muchos otros términos de la lengua de Cicerón se usan comúnmente, como "media", plural de “médium”, medio. Y podríamos seguir y seguir. Pero para convencernos completamente y de una manera precisa sobre la importancia de este antiguo idioma, pesadilla para muchas generaciones de estudiantes de secundaria, es necesario aterrizar y explicar por qué debemos estar agradecidos a la lengua de Virgilio y Tácito, y por qué no es un tostón de otra época, sino un salvavidas que nos enseña a vivir mejor. 


Con un recorrido temático por los grandes latinos, desde Horacio hasta Séneca, desde Catulo hasta Petronio, desde Lucrecio hasta Quintiliano, encontraremos la respuesta que los hombres de hace dos mil años dieron a sus problemas, desde el infeliz enamoramiento, hasta la intolerancia hacia los días santos, con toda su carga de supersticiones, desde el rechazo de los símbolos de estado hasta las penalidades escolares. Respuestas que también pueden calmar nuestras ansiedades diarias o hacernos mirar el presente con un mirada distinta.

Cayo Valerio Catulo se dedicó al ocio

En una época de modernidad líquida como la nuestra, tenemos que redescubrir no sólo un idioma, sino también una cultura, una civilización, anclada en cimientos sólidos: pero sin idealizaciones románticas. Por el contrario: básicamente tenemos que demostrar y enseñar cómo algunos problemas sociales y cómo las principales debilidades y vicios del mundo contemporáneo tienen raíces muy profundas; y raíces igual de profundas, las virtudes más bellas. Tenemos la obligación de explorar el mundo de la antigua civilización romana, de la que hemos heredado no sólo la forma de hablar, sino también la forma de pensar, la forma de juzgar y la forma de sentir.


Me doy cuenta de que, hace unas décadas, nadie hubiera tenido que pedir disculpas por el latín, ya que la oferta escolar era monolítica y estaba totalmente centrada en los estudios humanísticos. Y, sin embargo, las propuestas de reforma de las leyes educativas de los años 70 ya eran descabelladas en todo el mundo occidental. Será bueno recordar una anécdota ocurrida entonces en las Cortes, donde el ministro de Educación José Luis Villar Palasí -antiguo alumno del Instituto Luis Vives de Valencia hombre profundamente humanista por tanto-  dio una aguda respuesta al ministro Solís. Se discutía en las Cortes el proyecto del nuevo Bachillerato. Durante la intervención de nuestro personaje, surgió la voz del ministro secretario general del Movimiento, José Solís Ruiz, nacido en la localidad cordobesa de Cabra, quien dijo: “Señor ministro, ¡más deporte y menos latín!” La respuesta del titular de Educación Nacional fue inmediata, rotunda y divertida:“Señor ministro, gracias al latín, los nacidos en Cabra se llaman egabrenses”.La carcajada en los escaños fue inmediata. El titular de Educación ya se daba cuenta en aquel momento de que, después de años de estudio, sólo los estudiantes muy raros podían traducir un fragmento de unas pocas líneas de un clásico latino. Lo mismo que sucede hoy en día, incluso entre los sacerdotes de las nuevas generaciones. ¡Nihil sub sole novum!  Nada nuevo bajo el sol.


José L. Villar Palasí,
ministro de Educación 1968-73

Ahora la escuela ha cambiado mucho; pero, al no pertenecer yo a las filas de los laudatores temporis acti (aduladores del tiempo pasado, según dice Horario en el fragmento 174 de  la Epístola a los Pisones) quisiera reiterar que "cambio" no siempre es una indicación de declive irreversible: diferente no necesariamente significa "peor", y por lo tanto es bueno reflexionar un poco sobre el estado de esta “soporífera” disciplina.


Hace unos años, escribí a un obispo con sede en Cataluña una carta encabezada con este epígrafe: “¡Viva el latín!”. Le hablaba sobre la historia y belleza de una lengua aparentemente inútil. No recibí respuesta alguna. Quizás no poseía argumentos. No hay duda de que aquellos que hemos  estudiado mínimamente algo de latín, o en el Instituto o en el Seminario,  tenemos más recursos: en primer lugar, nuestro acceso a las lenguas romances, a su léxico y a su estructura gramatical, suele ser más fácil y más profundo del de aquellos que nunca han tenido la suerte de estudiar latín. Además, el procedimiento mediante el cual nos sumergimos en una nueva lengua que queremos aprender, es muy similar al que aplicamos para resolver un problema matemático: manejamos no sólo la deducción, sino también la inducción (el sistema de aprendizaje infantil, es decir ex nihilo). Y el latín nos ayuda.


Además, traigo una paradoja a la atención de los lectores: el latín nunca murió porque tal vez ni siquiera nació. Permítanme explicarme mejor: el latín literario, en el que están formados el 99% de los estudiantes de latín, es una construcción intelectual muy refinada, pero que ciertamente no coincide con el latín hablado por la gran masa de ciudadanos de Roma y el Imperio, el llamado sermo cotidiano, del que por cierto derivan nuestras lenguas. Para reconstruir aquella lengua popular, tenemos muy pocos elementos: algunas inscripciones en las paredes escaparon a la acción destructiva de la época (pienso en Pompeya); algunos epígrafes abren una brecha a favor de esta tesis cuando, a veces, con sus "errores", nos confirman la discrasia que existía entre el latín oficial y el cotidiano. Nos ayudan algunos pasajes de autores conocidos (pienso en la charla de los libertos en el Banquete de Trimalción en el “Satiricón” de Petronio) que a pesar de ser reelaboraciones artísticas del discurso, ciertamente nos hacen comprender cómo aquellos libertos vernáculos tenían que hacer inmersión lingüísticaen el latín que se utilizaba diariamente en el foro. En resumen, creo que si absurdamente hoy pudiéramos conocer a Cicerón, realmente creo que nos sorprendería la forma en que se dirige a su esposa Terencia o su hija Tullia, muy diferente del latín solemne que estamos acostumbrados a leer en sus discursos y obras filosóficas. 


Sí, de alguna manera los romanos tenían una mirada muy lúcida, que había identificado y anticipado algunos problemas ya en su tiempo, aunque quizás sólo en forma incipiente. Problemas que hoy nos afectan de manera generalizada. Pienso, por ejemplo, en el tema de la contaminación ambiental que se experimentó sobre todo en las metrópolis de la época, Roma, Alejandría y algunas otras (el saneamiento de estas ciudades fue una epopeya). Pienso también en necesidades aparentemente más frívolas, como el anhelo de un poco de ayuda para algunos retoques estéticos: un problema, evidentemente, que sólo unas pocas mujeres de condición media-alta sentían como apremiante y sobre las cuales Ovidio se detiene en varios puntos de su obra, tanto en “Medicamina faciei femineae” así como en el tercer libro de su “Ars amatoria”.


Pero sobre todo, si el latín es realmente, como alguien dijo, el "código genético de Occidente", me parece que más que un rival que está "frente a nosotros", es un amigo que está "dentro de nosotros", y eso yo lo noto paradójicamente en mí, habiéndolo descubierto desde que en 2007 empecé a celebrar la Santa Misa según el modo extraordinario, que me obliga a entender y percibir de nuevo en latín. Os lo puedo asegurar de corazón.


La antigua de Baia, en el golfo de Nápoles

Además, ya que en el campo de la medicina estamos descubriendo cómo la genética es la rama decisiva para resolver muchos tipos de problemas, tengamos en cuenta este particular. Eso de andar añadiendo o quitando tramos de la secuencia genética ni que sea en los virus, nos está trayendo más problemas que soluciones. Lo mismo nos pasa en el plano histórico, cultural y moral: estamos procediendo con temeraria irresponsabilidad a la eliminación masiva de secuencias enteras de nuestro ADN. de lo genético. Pero no podemos desembarazarnos y echar por la borda nuestros orígenes sin que esto nos pase factura.  Nadie que no sepa quién es y de qué historia proviene puede saber a dónde ir.


Hace ya dos mil años, aunque esa época y esa civilización eran muy diferentes a las nuestras, nos estábamos preguntando acerca de problemas y dramas similares a los presentes.  Un poco porque creo (en la línea de una autora que no tenía nada que ver con el latín, Agatha Christie con su señorita Marple) que la naturaleza humana siempre es similar a sí misma.


Con el aprendizaje y el uso del latín tenemos a nuestro alcance  figuras de grandes maestros. A uno sobre todo: Séneca. Él era un hombre con una inteligencia muy aguda, pero que nos conquista porque era muy humano, lleno de contradicciones, de las cuales a menudo se justifica: pienso, por ejemplo, en cómo responde como filósofo a las críticas de quienes le reprocharon que aprovechase su posición en el más alto nivel en la corte (tutor de Nerón y luego, de hecho colíder del Imperio) para acumular una riqueza fabulosa. Bueno, pues responde así: primero dice que un filósofo no necesariamente tiene que ser pobre: ​​debe aprender que los bienes materiales son caducos y fugaces, y debe saber prescindir de ellos ocasionalmente; pero no se le puede atribuir la culpa de tener un vasto patrimonio (Séneca nos explica que sólo los aretes de su esposa valían tanto como el patrimonio de alguna rica familia). Vemos también cómo después de condenar la ligereza de las vestimentas en los centros turísticos de moda como Baia, en el golfo de Nápoles que era el Montecarlo de la época, también frecuentado por Nerón y otros millonarios de aquel tiempo, describe los pasatiempos de la élite de vacaciones con tanta precisión como para hacernos deducir que si los describe tan bien es que los frecuentó. ¡Él también estuvo allí!  El propio Séneca dice que si la filosofía es la medicina del alma, él no es más que un enfermo como otros tantos, pacientes de un mismo hospital, capaz de aplicar remedios paliativos, pero no terapias decisivas, a su enfermedad.


Séneca también conocía bien los males del espíritu, las que hoy llamaríamos  “distonías neurovegetativas”  y los ataques de ansiedad. De hecho, varias veces en las Cartas a Lucilio, nos describe precisamente un ataque de este mal que tuvo que sufrir a menudo. Francamente parece ser un contemporáneo nuestro, en muchos sentidos, incluso al presentar los argumentos reconfortantes, muy modernos y a veces paradójicos, que sabe elaborar. 

Leer a este autor también resulta útil si queremos reflexionar sobre el fracaso educativo: en la última conversación del filósofo con su alumno el joven Nerón (que nos es relatada por Tácito en los Anales), el joven emperador demuestra haber entendido muy bien las enseñanzas del maestro: de hecho, muy bien; y se presenta como un interlocutor retóricamente versado, temeroso y  muy insidioso.


Séneca y Nerón (E. Barrón)

Sobre el tema del fracaso educativo, pero también político y familiar, nos resulta muy útil Cicerón: por desgracia estamos acostumbrados a pensar en los clásicos como personajes ejemplares, cuya grandeza está esculpida en lápidas de mármol, rodeado de gloria, que pasaron a la historia por el valor paradigmático de lo que escribieron y por sus acciones. Pero olvidamos que también eran hombres: por lo tanto, no exentos de caídas y fracasos, a veces espectacularmente sensacionales.


Queridos amigos y lectores: al latín no se le reconoce el mérito que merece en nuestra cultura, porque estudiarlo y dominarlo requiere tiempo, aplicación y no poco esfuerzo. Sin embargo no más que para otras asignaturas: pienso en las matemáticas, la química, la física, todas las disciplinas que en el currículum escolar incluso son asignaturas troncales para las que se requiere un cierto grado de profundidad: en todas hay picos de insuficiencia, y no por ello se suprimen.  El hecho es que vivimos en una época en que todo lo que es mínimamente difícil, que requiere tiempo, esfuerzo, concentración no episódica (en estudios como en las relaciones humanas) es relegado por la moda dominante. No es tendencia. Todo debe ser fácil e inmediatamente inteligible: y de hecho estamos viendo los resultados.


Para concluir, ¿cómo pueden ayudarnos la lengua y la cultura latinas a sobrevivir en esta era oscura de posmodernidad líquida? En primer lugar, nos ayuda a trabajar con una complejidad sintáctica cuya técnica es aplicable a cualquier análisis de la realidad.


Espero que después de esta disquisición, surja un poco de inquietud y deseo de aprender lengua y cultura latinas. Creo que son cruciales. Y nos facilitan las  claves para vivir mejor: saber relativizar y saber mirar más allá de nuestro estrecho horizonte personal. Aquellos que viven ahogados en problemas cotidianos, esos pequeños problemas que envenenan la vida, pueden ver que el amor infeliz, la traición, los desacuerdos familiares, las decepciones escolares, no sólo son males que nos afligen hoy en día, sino que son problemas que ya tenía el ciudadano romano de hace dos mil años y quizás de manera más generalizada. Y sus recursos tan “latinos” para afrontar los problemas, no desmerecían en absoluto de los tan tecnificados que manejamos hoy. Creo sinceramente que relativizar un poco es la clave si no para vivir mejor y exentos de problemas, sí al menos para no ahogarnos en ellos.

 

Mn. Francesc M. Espinar Comas

Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet

Lo de Novell a Ibiza es un bulo

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Cada día corren más fakes por la red, pero el problema no es los fakes en sí, sino el eco que se haga de ellos. En el blog de La Cigüeña de la Torre, una comentarista dejó caer que el obispo Novell iba a ser designado residencial de Ibiza. El gran Pacopepe, que no tiene un pelo de tonto, se limitó a titular“Una lectora sitúa a Novell a Ibiza”. Dejaba la responsabilidad en la comentarista y no aseguraba para nada su veracidad. En cambio, en Religión Digital, cuya fiabilidad resulta muy mejorable, entraron al trapo y aseguraron que el nombramiento se iba a producir este lunes.


Ha llegado el lunes y no solo no se ha cubierto la vacante balear, sino que el nombramiento para una diócesis española ha llegado para el obispado de Huelva, en la persona del hasta ahora auxiliar de Sevilla, Mons. Santiago Gómez Sierra. Otro bingo para la página de Vidal-Bastante. Y que no vengan con que dieron la primicia dos horas antes de ser oficial. Esto no tiene ningún mérito, a las 10 h de la mañana estaba convocada rueda de prensa en el arzobispado de Sevilla y la noticia corría de boca en boca. Lo que tiene mérito es anunciarlo con varios días de antelación, como hemos efectuado en este portal en casos como los de Taltavull para auxiliar de Barcelona, Novell en Solsona, Benavent en Tortosa o Giménez Valls para Lérida. Verdaderas primicias con las que no contaba nadie.


Novell no irá a Ibiza, lo que supondría una notoria degradación de su carrera episcopal. Solsona cuenta con 139.000 habitantes y 72 curas e Ibiza 144.000 habitantes y 32 sacerdotes. No es que fuese descabellado el traslado del joven obispo a la pequeña demarcación ibicenca, especialmente para que se difuminase su toma de partido a favor del independentismo y pasase a depender de la metrópolis que preside el cardenal Cañizares, con todo lo que ello comporta. Tampoco iba a causar ninguna contrariedad a sus hermanos en el episcopado catalán, que siempre lo han considerado un verso suelto, que no suele acomodarse a las decisiones colegiadas de la Tarraconense. Pero una cosa son los deseos y otra la realidad y, por ahora, Novell se queda en Solsona.


El problema vendrá cuando se afronte la sucesión del obispo gerundense Francesc Pardo, cuya renuncia por edad deberá presentar el 26 de junio de 2021. Una posible promoción de Solsona a Gerona sí que constituiría un verdadero peligro, al juntarse las veleidades separatistas de Novell con las del clero de dicha diócesis. Y cuidado que el de Solsona sí tiene números para entrar en ese relevo. Junto a Cristau, al que se le está pasando el arroz, con 70 años recién cumplidos, con lo cual puede quedar como auxiliar eterno de Terrassa.



Ha empezado a moverse el nuncio Bernardito, aunque para las dos diócesis cubiertas (Astorga y Huelva) se ha limitado a designar a dos obispos auxiliares. Cierto es que ambos nombramientos se han llevado con eficaz sigilo, bien diferente a épocas anteriores. Cierto es también que, desde que Omella es miembro de la Congregación para los Obispos, las provisiones para las diócesis españolas están resultando bastante sorprendentes. Recuérdese el nombramiento de un ignoto Vadell como auxiliar de Barcelona o la de un Planellas para Tarragona que no había aparecido en ninguna quiniela. Parece que no vienen buenos tiempos para las filtraciones y primicias. Aunque en Religión Digital se sigan tirando a la piscina, con el castañazo de rigor.


Tiene el nuncio filipino una ardua tarea por delante: Ciudad Rodrigo, Zamora, Coria-Cáceres e Ibiza vacantes y Valladolid, Burgos, Zaragoza, Tarazona, Canarias, León y Madrid con el obispo pasado de fecha. Vendrán tiempos de vaticinios, con aciertos y errores; con toda probabilidad los aciertos serán de quien suele acertar y los errores de quien no da pie con bola. La duda es si Bernardito, Omella y la Santa Sede van a acometer una verdadera revolución en el episcopado español o se van a limitar a remover el escalafón de los mitrados actuales, cual si fuere la escalilla del arma de infantería. El papa Francisco, sin que le falte razón, ha denunciado el riesgo de una “Iglesia de funcionarios”.  Está llegando la hora de pasar de las palabras a los hechos. Por ahora, en las dos primeras designaciones para España se ha pasado de oficial a jefe, con la esperanza de llegar algún día al generalato. No parece muy osado Bernardito.


Oriolt

¿Dónde están las autoridades?

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Un Omella, muy sólo, celebra los 700 años del Corpus en Barcelona sin salir de la Catedral
Este año se cumplían los 700 años de la primera procesión del Corpus Christi en Barcelona, aunque las circunstancias por el Coronavirus lo hacen algo excepcional, no podía quedar más deslucido. Como era de esperar Omella no iba a salir a las calles aunque lo hagan los manifestantes de la Nissan o los que reivindican la figura de George Floyd. Estaba claro que nuestro arzobispo se iba a quedar dentro de la catedral. Ya hemos visto que nada tiene que ver el llamado hombre de Francisco en España con otros obispos que no han tenido ningún problema en salir a las calles con el Santísimo. Y no me refiero sólo al bueno de Don Juan Antonio Reig, obispo de Alcalá, vean por ejemplo un poco más abajo un video de la procesión del Corpus de este domingo en Córdoba,  porque Don Demetrio es otro de los buenos obispos que nos quedan en España. Todo esto demuestra que sin incumplir ninguna norma sanitaria o gubernamental, se podía haber celebrado el Corpus en las calles sin ningún problema si no fuera porque tenemos unos obispos tan cobardes. En Barcelona con más motivo, siendo un aniversario tan señalado, pero ni por esas.

Ya se comentó en esta misma página web que esta conmemoración de los 700 años había caído en manos de la alcaldesa Ada Colau que le había quitado todo sentido religioso y lo había reducido prácticamente al divertido evento del "ou com balla" (el huevo bailando), sin ninguna referencia a la Eucaristía ni a la presencia de Jesús sacramentado. El logotipo pactado entre el Ayuntamiento podemita y el arzobispado lo dejaba muy claro, el símbolo del Corpus es un huevo.



Pero esta rendición del cardenal Omella a los gobernantes barceloneses, así como a los de la Generalitat y a los del gobierno frentepopulista de Madrid, no obtiene ningún resultado positivo para la Iglesia. Es una amistad no recíproca, el cardenal turolense se somete y les hace todo tipo de agasajos, pero por el otro lado no hay signos de amistad o de proximidad. La distancia y el desprecio es la única respuesta. Están contentos de no tener un enemigo en la Iglesia, pero eso no significa que se vayan a aproximar a ella aunque sea en un plano estrictamente institucional.

De esta manera el domingo, las autoridades brillaban por su ausencia, en una conmemoración tan importante. Hasta el punto que el cardenal en el momento de dirigirse a ellos al principio de la homilía, se salta el protocolo, y prescinde de ello, porque no había nadie a quien saludar. Omella que es un cura de pueblo pillo, se excusa diciendo aquello de "saludo a las autoridades presentes aunque no hace falta enumerarlos a todos". Claro, como iba a saludar a autoridades de quinta o sexta división. No es esa la forma habitual, en la que el mismo cardenal no tiene ningún problema en saludar a las principales autoridades, por ejemplo en la Eucaristía por los atentados islamistas de Barcelona de 2017 y eso que las autoridades eran muchas y de primer nivel y no se dejó ni una de las importantes. Tampoco el servicio de prensa del arzobispado siempre tan proclive a señalar a las autoridades civiles en los actos religiosos muy por delante de las eclesiásticas, ha dicho ni pío en esta ocasión.

Ese es el resultado de Omella, que como su querido Papa Francisco no atrae a nadie, a los católicos más comprometidos, los que llenaban los actos masivos de Juan Pablo II y Benedicto XVI los tiene totalmente decepcionados, no hay más que mirar la Plaza de San Pedro vacía y no ahora con el Coronavirus sino antes de la Pandemia. Y a esas autoridades izquierdistas a las que tanto el Papa argentino como nuestro arzobispo les hace tantos guiños y les ríe todas las gracias, no provocan ningún beneficio para la Iglesia ni ningún acercamiento por parte de ese sector político-social.


Y eso que el arzobispo no tuvo ningún problema en traer los signos civiles populares a la celebración del Corpus, el águila, los gigantes, las grallas... eso que no falte, ni siquiera en este año excepcional, porque se tenía que seguir con el juego de la fiesta popular y ciudadana, aún sacrificando el sentido religioso y eucarístico de la misma.

Omella, como también el Papa Francisco, se escudará en el coronavirus para justificar el poco interés que despierta los actos y celebraciones, en directo o por internet que él preside. Pero si la pandemia pasa, no creo que las cosas cambien demasiado a su favor. La mayoría de los católicos barceloneses han tomado nota del pie que calza su arzobispo, que no es otro que el izquierdo, están muy decepcionados de su actitud con el coronavirus, y con otras actuaciones en las que ha dejado mucho que desear, incluyendo esta conmemoración de los 700 años del Corpus barcelonés.

Francesco Della Rovere

Entrenándonos a defender la verdad

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Gracias a Dios hemos de felicitarnos de algo verdaderamente sorprendente: y es que el pensamiento crítico abunda muchísimo más entre los católicos y en general entre los cristianos, que entre todos aquellos que combaten a la religión (a toda religión) y entre los que viven ajenos o de espaldas a toda creencia. Es decir que el borreguismo está en el bando de los hijos de las tinieblas, que dice el arzobispo Viganó en su carta a Donald Trump, que se ha hecho viral.


Curiosamente somos la gente de fe,los más preparados para distinguir entre la realidad y las apariencias; los más conscientes de que cada vez nos enfrentamos a más realidades que no son lo que parecen: y no sólo eso, sino que hemos afianzado la conciencia de que nos han ido metiendo paso a paso en una realidad virtual (una mentira cuidadosamente construida) totalmente ajena a la realidad. La fe, y sobre todo la necesidad de defenderla y preservarla, nos ha hecho críticos y ha acentuado nuestra capacidad de discernimiento. 

Y frente a la gente de fe, está el gran circo montado con los pérfidos(los absolutamente creyentes, pero engañados), que son llevados los pobres de aquí para allá como rebaño de borregos por los hijos de las tinieblas, que tiran de sus hilos manejándolos como marionetas. Y quieren hacernos creer a todos, que ese circo al que se da tanto bombo, es la realidad en que vivimos. Así, les vemos hoy por todo el mundo arrodillándose como borregos a una señal de sus domesticadores. ¡Quién nos dijera que hasta los veríamos de rodillas! Lo suyo sí que es fe de carbonero. Si sus doctores les dicen que se prosternen de rodillas o que comulguen con ruedas de molino como las de género, pues ellos como perritos amaestrados y como papagayos bien entrenados. 


La carta del exnuncio en EEUU al presidente Trump se ha hecho viral.


Y mientras eso pasa entre los hijos de las tinieblas, la descendencia de la Serpiente, donde cantan todos a una sola voz y obedecen a un solo amo, el Enemigo Invisible de toda la humanidad, que dice Viganó; mientras eso ocurre en el lado oscuro, entre los hijos de la luz crece la capacidad crítica ante unos “medios de comunicación sistémicos que no quieren difundir la verdad, sino silenciarla y distorsionarla”; y cada vez son más los que en ese martilleo insistente de mentiras bellísimas y de maldades enternecedoras, saben distinguir el bien del mal y la verdad de la mentira. Incluso en el mismo seno de la Iglesia, denuncia Viganó en su carta a Trump, hay “pastores aliados de los hijos de las tinieblas”, porque “al igual que existe un Deep state (Estado profundo), existe una Deep church que traiciona sus obligaciones y abjura de sus compromisos con Dios”.


Sabe Viganó mejor que nadie, que la obediencia ciega (que no deja de ser un caso grave de ceguera) es el peor peligro que nos acecha a los creyentes: como fue terrible para los nazis, que los ejecutores del terrorismo de Estado se parapetasen tras la obediencia debida. Y sabe perfectamente Viganó que esa lacra de “la obediencia debida”, ciega y acrítica -sometida a los protocolos-, es una actitud tremendamente peligrosa, sobre todo en medio de la vorágine de la corrupción. Bien lo sabe él, que cargó sobre sus hombros la responsabilidad moral de denunciar a todo un cardenal, McCarrick, de una vida de depravación y abusos, y que no se amilanó por verlo en el círculo más íntimo de consejeros del papa Francisco, sino que insistió en pasarle directamente los informes y hacer público que obraban en poder del papa sin que, aparentemente, hubiesen surtido ningún efecto a pesar del largo tiempo transcurrido.


Cuando el nivel de instrucción y de lectura entre los católicos era ciertamente bajo, bien estuvo recurrir a la fe del carbonero (“doctores tiene la Iglesia”); pero hoy esa fe ciega está en la otra trinchera. Los católicos sabemos que ser creyente es ser obediente: claro que, a la Iglesia, como depositaria de la ley de Dios y de la doctrina revelada: obediente por tanto a los mandamientos divinos, tan claros y tan fáciles de interpretar, que ya no necesitamos ir diciendo a cada paso, como nuestros antepasados, que “doctores tiene la Iglesia”. Afirma Mons. Viganò, que hay una deep church, una “iglesia profunda” capaz de articular teologías peregrinas como la homosexual, “obispos que están al servicio del deep state, del globalismo, del pensamiento único, del Nuevo Orden Mundial al que invocan cada vez con más frecuencia en nombre de una fraternidad universal que no tiene nada de cristiano, sino que evoca los ideales masónicos de quienes pretenden dominar el mundo expulsando a Dios de los tribunales, de las escuelas, de las familias, quizá incluso de las iglesias”. Obispos a los que, explica Viganó, recientemente él mismo ha denunciado.  




Gracias a Dios, esa fe ciega y acrítica del carbonero ya no está en el campo de batalla (¡y cuán dura es la batalla que nos espera!) de los hijos de la luz, sino en el de loshijos de las tinieblas. Llevamos demasiado tiempo en retirada, pero ha empezado el rearme. Y sin la menor duda, nuestras armas aventajan en mucho a las armas del Enemigo Invisible de la humanidad. Es ciertamente alentador ver cómo el arzobispo Viganó y junto a él gran número de católicos de todo nivel, desde cardenales a simples laicos, se atreven a denunciar.


Aparte de los escritos de Viganó (hoy, la carta a Trump; y el 8 de mayo, el “Llamamiento para la Iglesia y para el mundo a los fieles católicos y a los hombres de buena voluntad”, iniciado con el Véritas liberabit vos de Jn 8,32, firmado por gran número de fieles, sacerdotes, obispos y hasta cardenales), escritos que son claro indicio de que muchos en la Iglesia está despertando de la modorra (“es importante -dice- que los buenos despierten de su modorra”), y se están poniendo en pie para hacer frente con valentía no sólo al deep state, sino también a la deep church que tanto se esmera en mantenernos amodorrados en íntima colaboración con el deep state.


Ahí tenemos como síntoma muy esperanzador, el movimiento de muchos católicos en defensa de las iglesias abiertas al culto durante la pandemia, en valiente oposición tanto a las autoridades que las cerraron, como a la gente de iglesia que las secundaron y que últimamente se han cargado las procesiones del Corpus en toda la cristiandad, no así las manifestaciones contra el racismo y la desindustrialización inminente. Extraña, cuando menos, ha sido la prohibición del culto fuera del templo (cuando están abiertos ya los bares, los restaurantes y hasta las discotecas y las playas) decretada por las autoridades civiles con el obsequioso silencio de las eclesiales.      


La verdad es que los hijos de la luz somos muchísimos más que los hijos de Satanás, pero tan discretos, que hemos mantenido un silencio excesivamente largo. En ocasiones por cobardía. Pero Dios ha mantenido la llama encendida y ha hecho resonar la voz de los más humildes. Nunca olvidaré la fuerza de la Marcha por la Vida, de Washington, a la que fui invitado dos años por priests for life. Ése era el potente fermento del resurgir de la Iglesia y de su santa doctrina sobre la sacralidad de la vida. Empezando por la de los no nacidos. Una defensa de la vida a la que después de casi medio siglo, -dice el arzobispo en su carta a Trump, “por primera vez, Estados Unidos tiene en usted un presidente que defiende valientemente el derecho a la vida, que no se avergüenza de denunciar la persecución de los cristianos en todo el mundo, que habla de Jesucristo y del derecho de los ciudadanos a la libertad de culto. Su participación en la Marcha por la Vida, y más recientemente su proclamación del mes de abril como el Mes Nacional de Prevención del Abuso Infantil, son acciones que confirman en qué bando desea usted luchar. Y me atrevo a creer que ambos libramos esta batalla en el mismo bando, aunque con diferentes armas”.


Cuando la vida de los más ancianos se descarta como inútil y las autoridades firman protocolos para desecharlos con el mismo estilo del programa nazi para la eutanasia, cuando la existencia de los no nacidos ha perdido el valor sagrado que le ha dado el buen Dios y se violenta la inocencia de los niños en las escuelas con programas de depravación sexual, el silencio de los “buenos” resulta atronador. Si los que tenéis que ser luz, no sois luz. ¡Qué grande es la oscuridad! (Mateo 6, 23). ¿Somos los perros mudos y los centinelas silenciosos de los que habla San Bonifacio? No seré yo quien juzgue ni conteste a esa pregunta. Otro más grande un día lo hará. 


Y entretanto sigue adelante nuestro entrenamiento para defender la Verdad.


Custodio Ballester Bielsa, Pbro.

www.sacerdotesporlavida.info

Biden a mi me recuerda a Pujol, Mas, Torra, Junqueras...

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Joe Biden es candidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata, el que fuera vicepresidente de Barak Obama, ahora se bate en duelo con el actual presidente Donald Trump del Partido Republicano. Hasta aquí una nueva pugna electoral, que nada tendría que ver con la religión si no es porque frecuentemente vemos el nombre del candidato demócrata con el apelativo del "católico" Biden. Porque el ex-vicepresidente nunca ha ocultado su condición religiosa, y presume de ello a pesar de sus muchísimas contradicciones entre su teórica fe y sus postulados políticos.

Por el otro lado el vilipendiado Donald Trump, que no es católico, ha demostrado un apoyo a los valores cristianos, a los derechos de los creyentes y a la vida de los no nacidos de una forma tan contundente que nunca se había visto en un presidente norteamericano. Más allá de algunas actitudes poco ortodoxas en su vida pública y privada, que rompen los esquemas de lo políticamente correcto, es innegable que hay un candidato que defiende el nuevo orden mundial para acabar con los valores cristianos y otro que a pesar de sus excentricidades, cree en una Norteamérica y en un mundo donde se mantengan los valores tradicionales de la religión, la vida y la familia.

Biden no ha dudado en defender los postulados del aborto de una forma descarada, no solo en el pasado sino ahora que se ha convertido en candidato a la presidencia. El poderoso lobby abortista Planned Parenthood ya ha anunciado todo su apoyo económico al candidato demócrata. Él no ve ninguna contradicción entre su condición de católico y su apoyo al asesinato de niños indefensos. Corren además buenos tiempos para él, se puede fotografiar con el Papa Francisco, como se puede ver en la fotografía que encabeza este artículo, un Papa que ha demostrado públicamente su enemistad con su contrincante Donald Trump.

Ahora los hombres de Francisco en Norteamérica callan y no entran a denunciar esa clarísima contradicción del candidato, no fue así en el pasado cuando a Biden se le negó la comunión en alguna Iglesia católica, cuando algunos párrocos le dijeron sin tapujos que no estaba en comunión con la Iglesia alguien que defendía el aborto. Ahora corren otros aires, se calla ante Biden y todas los ataques van hacia Trump, al que critican incluso que vaya a una iglesia católica a rezar.

En Cataluña ya hace mucho tiempo que esta incoherencia está a la orden del día y nuestros obispos callan y bendicen a políticos que permiten que se ataquen los valores cristianos y que se aprueben leyes que van contra la familia y contra la vida. Fíjense por ejemplo en el President Pujol idolatrado por obispos y clérigos y puesto como modelo de cristiano, cuando quien más quien menos todo el mundo sabía que su familia, especialmente en las cuestiones económicas, de modélica nada, o sus sucesores Mas o Torra, todos aparecen públicamente como católicos, se sienten orgullosos de ello, pero sus diputados votan leyes amorales en el Parlamento de Madrid y aquí en Cataluña promulgan decretos contrarias a los valores cristianos y a la Iglesia.

Y ya no hablemos de los herederos del genocida Companys, el tan católico Oriol Junqueras, al que los obispos visitan en la cárcel como si de un hijo se tratara. El líder preso de Esquerra, va siempre a recibir la Comunión en las Misas, y si es de manos de un obispo mejor, mientras su partido anti-católico va atacando a la Iglesia y promocionando leyes anti-cristianas. Eso sin contar que él mismo ha dicho que va a Misa de vez en cuando y que casi nunca se confiesa, y yo que creía que para comulgar se tenía que estar en  gracia de Dios, cumpliendo con los preceptos de la Iglesia entre ellos acudir a Misa todos los domingos y fiestas de guardar y estar absuelto de tus pecados.

Todo esto sin entrar en el tema identitario de Cataluña, en el que pienso que es muy anti-cristiano promover la división y el enfrentamiento entre catalanes como han hecho algunos de estos católicos ilustres. Pero claro, en este tema nuestros obispos no les van a llamar la atención porque ellos mismos también encienden el fuego con algunas de sus declaraciones y comunicados, posicionándose al lado de los golpistas y reclamando su libertad.

Francisco Fabra

La Glosa Dominical de Gérminans

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NO TENGÁIS MIEDO: VALÉIS MÁS QUE MUCHOS GORRIONES


Nuestra humanidad, si no va con cuidado, puede dejarse arrastrar por lo exterior en detrimento de una vida interior de corazón y de espíritu. El miedo a ser rechazado por los hombres engendra el miedo: e insinúa entre nosotros un clima de desconfianza. El “miedo a la gente” no tiene su fuente en Dios. Cuando el miedo nos arrebata, es peligroso. El Espíritu Santo para curarnos nos concede el don del santo temor de Dios, un temor espiritual que ama la belleza de Dios y reconoce que Dios es el origen de todo. Éste nos libra del orgullo de creer que nosotros solos llevamos las riendas de nuestra vida.


El mensaje del Señor es un mensaje de amor que parte de un corazón que se siente amado por el Padre y que corresponde a ese amor. Nosotros, para sostener el combate de nuestra vida, vivimos del amor de Dios en la noche de la fe. De esta manera la humanidad es enriquecida por el misterio del amor divino siempre más grande, más comprensivo. El evangelio de este domingonos pide no temer a aquellos que pueden matar al cuerpo sin poder matar al alma. El corazón humano de Jesús late al ritmo del Amor infinito de Dios. Este amor nos es comunicado por la victoria del Amor que desciende de la Cruz. Este combate fue vivido en el corazón de Jesús en su agonía. El corazón de María vigiló en la Cruz, como en Caná, a fin que fuéramos liberados. 

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Es el misterio de aquel que verdaderamente ama hasta el final. El Señor Jesús vence todo mal en la Cruz y nos hace creer realmente en su victoria. La gracia que nos concede el Señor nos llena de ternura. El combate que vivió Jesucristo puede ser percibido en nuestro interior. El mismo Señor combate en nosotros. Cada uno de nosotros vive de este amor infinito de Dios. Este amor nos ha sido otorgado por el Espíritu Santo que nos lo ha concedido para que el amor de Dios viva en nuestro corazón humano. De esta manera adquirimos la victoria del Amor. No dejemos que el temor de los hombres pueda invadir nuestra existencia y nuestro corazón. Queremos poner nuestra confianza en Dios: que es la fuente de todo bien. Es el amor infinito de Dios que nos salva. “Non abbiate paura. Aprite, anzi, spalancate le porte a Cristo” (No tengáis miedo. Abrid de par en par las puertas a Cristo) estas fueron las palabras de San Juan Pablo II al inicio de su ministerio y que fueron como el santo y seña de todo su pontificado.


Proclamemos a toda la humanidad que las violencias que vivimos en nuestro interior serán vencidas. La victoria del amor de Dios invade nuestro corazón, nuestro espíritu, nuestra vida de bautizados. Nuestra humanidad es ya victoriosa en Cristo. Demos gracias por la victoria del Amor. Pidamos que Jesucristo, dulce y humilde de corazón, nos muestre cuán grande es en nosotros su presencia, a fin que nuestro amor sea un verdadero Amor. 


Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet

Sólo Cristo puede salvarnos

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Un nuevo espectro está vagando por los páramos de Occidente: es el espectro del espectro del comunismo. En 1848, Marx y Engels anunciaron con el famoso y aterrador prólogo de su “Manifiesto”, que se avecinaba un pensamiento que secuestraría mentes y almas en un infierno hecho de historia y materia. No sabían qué cambios habría experimentado ese fantasma en la lucha darwiniana por la supervivencia de las ideas; pero tenían razón al profetizar que permanecería entre nosotros durante mucho tiempo. Hoy el espectro del comunismo se ha convertido en el espectro del individualismo de masas: sólo un oxímoron aparente, espectro del espectro comunista nacido del abrazo con su falsa oposición capitalista. Ha sido genéticamente modificado, pero todavía está aquí. En realidad, siempre ha estado aquí, ya que Lucifer disparó la chispa de la primera revolución, y siempre lleva el mismo monstruo en su útero: la vocación irrevocable a una santidad demoníaca, el oxímoron fundador de la desesperada esperanza que se ha apoderado tanto de una Iglesia que ha dejado de lado la sacralidad y el anhelo de santidad, como de las instituciones civiles que se muestran cada vez más inciviles, incívicas  y destructoras de civilización.

Marx y Engels (izquierda) Los demonios de F.M. Dostoievski

Más que dedicarnos al revanchismo político o a la restauración religiosa, creo que la verdadera cuestión a abordar es esta otra: la distorsión de la idea de santidad. Que no es simplemente su olvido o incluso su eclipse parcial. El hombre es un animal litúrgico y no puede vivir sin el Santo, sin una divinidad para adorar y unos hijos favoritos dignos de ser imitados: los santos. El Enemigo lo sabe muy bien: por eso, no sólo sustrae la santidad de Cristo del corazón del hombre, sino que la reemplaza con una santidad perversa, una santidad demoníaca. Entonces todo mal cotidiano se vuelve inevitable, y son los mismos hombres quienes lo piden en sus oraciones: porque ya no pueden prescindir del mal. 

Reflexioné sobre este tema releyendo “Los Demonios” de Dostoievski y una novela corta pero intensa de George Steiner en su traducción italiana “Il correttore”, publicada por Garzanti Novecento. El trabajo de Dostoievski, publicado veinticinco años después que Marx y Engels publicaran el Manifiesto, está plagado de diálogos en los que el Mal siente la necesidad de revelarse como lo que realmente es: y no tiene igual en su elocuencia didáctica. Siempre me impacta llegar a aquellas páginas donde el revolucionario Verchovensckij, hablando con Stavroghin, explica: "Tan pronto como surge la familia o el amor, ya existe un deseo de propiedad. Haremos morir el deseo: difundiremos las resacas, los chismes, las quejas; extenderemos  la corrupción por doquier, extinguiremos a todos los genios cortándoles las alas. Todo tiene el mismo denominador común: la idea de igualdad perfecta. Ahora se necesitan una o dos generaciones de corrupción; de una corrupción vulgar sin precedentes, de tal manera que el hombre se convierta en un reptil abyecto, cobarde, cruel y egoísta. ¡Eso es lo que se necesita! Y habrá que agregar un poco de 'sangre fresca' para que se acostumbre".

Este ha sido siempre el camino ascético enseñado en los catecismos de la santidad demoníaca. Un camino que conduce a la conquista política, civil o eclesial, sólo como corolario de la dominación en el corazón del hombre: de cada hombre. Porque allí es donde tiene lugar la verdadera guerra entre Dios y Satanás, como explica Dostoievski. Aquí es donde se alcanza el punto de fusión desde el que el hombre sale de manera segura o condenada. El enemigo sabe que el encanto y el atractivo de la condenación también existen, por lo que el catecismo de Verchovensckij puede adquirir una apariencia mística. El corrector de pruebas comunista de la novela de Steiner lo muestra en una confesión fluvial: “Un verdadero bolchevique, Karl, no tiene nada más que la ropa que usa. Él no tiene hogar. Él no tiene familia. No hay perdón si rompe la disciplina o comete un error. Escúchame con atención: ni siquiera puede tener esperanza. No en tu sentido. No le esperan lirios ni incienso. No hay misa para su alma muerta. Tiene algo aún más inquebrantable que la esperanza, más digno que el intelecto y el coraje inexplorados del hombre. Es difícil encontrar las palabras correctas. Él tiene perspicacia. (...) Las esperanzas de un comunista son una forma de ver con absoluta claridad. Al igual que cuando miras en un radiotelescopio que nos trae datos de un universo infinitamente más antiguo que la raza humana y continuará evolucionando mucho después de nuestra extinción. Esta visión es más lúcida que la esperanza. Honra al hombre más que cualquier otro honor. Ahí es donde nos equivocamos. (...) Todos engañados. ¿Pero eran realmente? Aquellos que (...) mantuvieron su fe en el gulag (...) y murieron alabando a Stalin porque sabían, incluso en la locura de la desesperación, que fue él quien hizo a Rusia capaz de resistir el asalto fascista. La humanidad no está compuesta de santos y mártires. No está hecha de aquellos que están borrachos de justicia y poseídos por la razón. Sí, nos hemos equivocado monstruosamente mal, como dices. Pero el gran error, el de sobreestimar al hombre, el error que nos llevó por mal camino es, con mucho, el movimiento más noble del espíritu humano en nuestra terrible historia".

No hay solución de continuidad entre la vil concreción catequética de Verchovensckij y el trágico vuelo místico del corrector de Steiner. Se asumen mutuamente porque son parte del mismo dogma elaborado por Satanás: ese hombre puede salvarse a sí mismo. 

Si no fuera cristiano, ante tal descubrimiento solo podría sentir desesperación o, a lo sumo, eso me llevaría a asociarme con algún adepto de alguna restauración, sabiendo que nada puede ser restaurado de todos modos. Pero soy cristiano y sé que cada hombre, en cada lugar, en todo momento y, por lo tanto, también en el nuestro, tiene la posibilidad de la verdadera santidad, lo que lo hace similar a Cristo. Y también sé que este es el único camino a seguir, en cualquier lugar y en cualquier momento, sin pensar que al final del viaje haya un orden compuesto por diseños humanos. Al final de la peregrinación, está la Cruz: la misma que estamos llamados a cargar sobre nuestros hombros desde el principio. De la promesa del céntuplo en la tierra, ya dispondrá el Señor; a mí me corresponde preocuparme por la eternidad.

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Es por eso que estoy pasando las últimas semanas en la contemplación de los verdaderos santos leyendo “Vidas de los santos” de Alban Butler. He estado semi-confinado en mi casa, leyendo vidas casi inexpresables, aprovechando enseñanzas tan elementales como confusas. No sé hasta dónde llegaré por el camino de la santidad, pero sé cuál es. No soy un santo, pero he conocido a verdaderos santos. Esto es suficiente para expulsar de mi corazón la oscuridad del espectro que deambula por los desiertos desolados de un Occidente que ya no quiere saber acerca de la santidad, ni dentro ni fuera de sus iglesias. En las vidas de los santos, cuyos cimientos están hechos de reliquias, cada suspiro del hombre por Dios encuentra refugio; incluso un suspiro tan débil, tímido e imperceptible como el de un pecador como cualquiera de nosotros. Aquí, hombres como tú y como yo, han crucificado y están crucificando su naturaleza para ganar sus almas: para asombro de los ángeles. Aquí los ascetas sudan, lloran, sangran: aquí Dios descansa.

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La protección de la Virgen
simbolizada en el ceñidor en sus manos

El mundo no comprende la crucifixión, cada crucifixión; pero los hombres de Dios saben que, perseverando hasta el final, encontrarán descanso: porque en sus vidas participaron en la Cruz y la Resurrección. De esta manera hemos de "terminar nuestra carrera" completamente abandonados confiados en la dulce Madre de Dios. 

La Virgen, estad seguros, cumple sus promesas. Podemos poner nuestra esperanza en ella. Su última intervención consistirá en recoger nuestra alma el día en que cerremos los ojos a la oscuridad de este mundo y los abramos a la luz de la eternidad. Si mantenemos nuestra mirada en los santos, nuestros hermanos mayores, ya no temeremos a los espectros que aún deambulan por este páramo desolado en el que se ha convertido nuestra sociedad. Y hagámoslo con humildad de creyentes, porque todo lo que está empapado de humildad es divinamente hermoso a los ojos de Dios.

Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet

San Gregorio Taumaturgo en buenas manos

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   BARCELONA, AHORA Y SIEMPRE: PLAÇA SANT GREGORI TAUMATURG


Uno de los templos más peculiares arquitectónicamente de Barcelona es el de San Gregorio Taumaturgo, que ocupa la zona central de la plaza de dicho nombre, en la parte alta de la ciudad. La edificación se erigió a mediados de los 50, al reordenarse ese barrio, que en aquel momento era un conjunto de campos cercanos al complejo deportivo de Piscinas y Deportes y al antiguo campo del Español. La iglesia quedó enclavada en el centro de la calle Ganduxer y tomó la advocación del santo patrón del obispo barcelonés Gregorio Modrego Casaus, bajo cuyo largo pontificado tantas parroquias se crearon. Con todo, las obras no quedaron completamente finalizadas hasta el año 1995, siendo su último arquitecto Jordi Bonet Armengol, el mismo que se hizo cargo de la continuación de la Basílica de la Sagrada Familia.


La parroquia ha contado con párrocos y vicarios de relumbrón. Entre los primeros podemos destacar a Mn. Josep Anton Arenas Sampera (el que quería acabar con Germinans en aquel grotesco juicio) y Mn. Joan Galtés Pujol, que la regenta desde el año 1992 y que ha sido Vicario Episcopal de Barcelona desde el año 2001 y después Vicario General, una vez llegó Omella a la sede de San Paciano. En cuanto a los vicarios debe destacarse a Mn. Ramón Corts Blay, actual párroco de la Concepción, que se ordenó allí o a Mn. Jaume González Padrós, actual rector de Sant Llorenç.

Mn Joan Galtés Pujol (izquierda) Mn. Xavier Prevosti Vives (derecha)

A primeros de este año, debido a la enfermedad de Mn. Galtés (por cuya salud ruego no falten oraciones) se ha designado un Administrador Parroquial y el cardenal Omella ha tenido el acierto de nombrar a Mn. Xavier Prevosti Vives, sacerdote de la Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ordenado en Toledo y que se incorporó el año 2016 a las parroquias de L’Hospitalet de Santa Gemma Galgani, Sant Enric d’Ossó y San Antonio de Padua; incorporación que estuvo rodeada de cierta polémica, auspiciada por dos jesuitas septuagenarios que seguían viviendo en las instalaciones parroquiales. Como suele suceder en estos casos, la controversia se diluyó como un azucarillo y tanto Mn. Prevosti como los otros dos compañeros toledanos que formaban equipo han venido desarrollando su ministerio con el beneplácito general.


Ver las imágenes de origen 

Los últimos seis sacerdotes ordenados (Mn. Carles Pérez, tercero por la izquierda)


Ahora el padre Xavier ha pasado del humilde barrio de Pubilla Casas al selecto ambiente de la calle Ganduxer, donde también contará con abundante feligresía. Le ayuda un buen vicario, Mn. Carles Pérez Laporta, que se corresponde con la última promoción de sacerdotes ordenados en Barcelona. Una excelente promoción de chicos jóvenes, todos con carrera civil y con un futuro profesional por delante, que dejaron aparcados para servir al Señor. Ya les hablé en un anterior artículodel padre Pablo Pich Aguilera, que se está convirtiendo en fenómeno mediático. De la misma promoción es Mn. Alberto Para, un abogado prometedor, que dejó la toga, que vestía con frecuencia, cambiándola por el alba y la sotana. Junto a esos dos que ya descuellan, apunten también el nombre del citado Pérez Laporta, con 30 abriles y un año de experiencia sacerdotal. Ayer lo vi confesando en su parroquia durante toda la misa de 13 h. ¡Y no le faltaban penitentes! ¡Qué gozo da una iglesia con confesores y qué gozo da ver confesores jóvenes! Confesores que están al pie del cañón, con la caña preparada como el pescador al borde del rio. Siempre pica algún pez. Qué costumbre más absurda y contraproducente la que obliga al penitente a pedir personalmente un confesor a la sacristía o la de aquellos curas que se sientan cinco minutos y se van enseguida. ¡Cómo no viene nadie! Prueben a estar más rato, impacientes. Si al final está todo inventado. Lo he visto en todos los templos donde hay confesor. Sea en el confesionario o ahora fuera con las medidas post-covid, siempre hay penitentes. Y confesando antes estaban los más viejos, aquellos curas que se pasaban horas y horas con su sotana raída y los pelos largos en la nariz y las orejas. Ahora están los más jóvenes; mucho más pulidos. Ciertamente las nuevas generaciones sacerdotales, aunque parcas en números, están saliendo extraordinarias. La última de Barcelona (que esta próxima semana será ya la penúltima) ha resultado una añada espectacular.


Oriolt

Santi Bueno vuelve a oler la mitra

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La fotografía que encabeza este escrito corresponde a la Santa Misa que el pasado viernes Solemnidad del Sagrado Corazón se celebró en la basílica de la Sagrada Familia, en la que se realizó un homenaje a los sacerdotes que este año celebran las bodas de oro y de plata de su Ordenación, y también para recordar a los fallecidos este año, de manera especial a los que lo han hecho como consecuencia del Coronavirus.

Si se fijan en un detalle, podrán comprobar que el último sacerdote que cierra la comitiva presbiteral es el Rvdo. Santiago Bueno, justo por delante de los obispos auxiliares y de nuestros simpático y dicharachero arzobispo. Ese es el puesto reservado en las grandes ceremonias eclesiales para los obispos preconizados es decir aquellos que ya han sido nombrados por el Santo Padre pero que todavía no han sido consagrados y por tanto aún no pueden llevar los atributos episcopales. El Rvdo. Bueno no ha sido nombrado aún obispo pero él espera que la mitra no le tarde mucho en caer, y así poderse colocar en ese lugar de la procesión de una forma totalmente legitimizada.

Y es que vivimos tiempos de movimientos episcopales, hay sedes por cubrir y el Nuncio de Su Santidad Don Bernardito Auza está haciendo sus deberes cubriendo poco a poco esos huecos en las diócesis y como es relativamente nuevo en estos menesteres aquí en España, de momento está siguiendo la fórmula más fácil que es aprovechar algunos de los obispos auxiliares que hay en nuestro país para cubrir las sedes vacantes, y de esa manera evitarse meter la pata nombrando obispos a simples sacerdotes, que siempre es más arriesgado, porque si son auxiliares y ya han ejercido como tales, tienes unos datos y un bagaje del que no dispones en el caso de que un sacerdote sea elevado a la dignidad episcopal.

Las quinielas en estos casos son abundantes y de todos los tipos, pero en algunas de ellas, se baraja la posibilidad de que algún auxiliar de Barcelona consiguiera ascender a obispo residencial y es entonces cuando entraría en juego la carta Bueno para poder sustituir a ese auxiliar que marcharía de nuestra diócesis. Él lo tienen bien asumido, ya sonó en las primeras listas para auxiliar que acabaron con la sorpresa del tándem Gordo y Vadell, y es que la figura de obispo de Curia ya lo cubría Don Sergi Gordo y Bueno era un cromo repetido, pero ahora las cosas pueden cambiar.

La escasa capacidad intelectual de Don Juan José y el gran desconocimiento que tiene el arzobispo turolense de Doctrina Católica y de Derecho Canónico ha hecho imprescindible la figura del canonista Bueno a su lado, de esta manera todos los decretos y decisiones del cardenal pasan por el despacho del actual Vicario Judicial, cosa que no sucedía por ejemplo ni con n.s.b.a. y jubilado cardenal Martínez Sistach, ni con Don Ricardo Carles o con Don Narcís Jubany que tenían estudios de Derecho Canónico.

Pero más allá de los conocimientos canónicos del Rvdo. Bueno, que han metido en más de un lío al mismo cardenal, porque una cosa es saber mucho de una materia y otra distinta saberla aplicar con rectitud y sin interpretaciones personalistas, este episcopable es un personaje nada recomendable como ya se dijo en su momento cuando sonó su precandidatura para ser uno de los primeros obispos auxiliares.
El obispo Traserra con su querido sucesor Novell
El Rvdo. Bueno fue uno de los discípulos predilecto del ya fallecido obispo Don Jaume Traserra, otro hombre de curia, profesor de Derecho Canónico, y hombre de gustos caros y de elegantes ropas a la hora de vestir (un calco entre maestro y alumno). No olvidemos que el obispo Traserra vestía de traje y corbata hasta el día que fue nombrado auxiliar de Barcelona, y que con su potente Wolkswagen Golf salía de la diócesis hacía otros destinos donde no era conocida su condición sacerdotal.

Lo mismo sucedía con el discípulo Bueno, también de caros trajes y corbatas hasta que fue nombrado Vicario Judicial, cuando empezó a utilizar el clerygman. Se cuenta la anécdota del corrillo que se montó entre algunos de sus alumnos de la Universidad de Barcelona cuando una chica que le tenía por profesor le vio en una Santa Misa vistiendo de sacerdote, porque hasta ese momento nadie había sospechado que aquel apuesto y elegante profesor pudiera ser un clérigo.

Bueno, como su buen amigo y compañero de aventuras el Rvdo. Albert Cano, también canonista y discípulo de Traserra, que sigue vistiendo traje y corbata de marca, a pesar de su condición sacerdotal, no son el modelo de pastor con olor a oveja del que nos habla Su Santidad el Papa Francisco, más bien olor a perfumes y colonias caras y a tiendas y establecimientos de alto standing.

Haría bien el Sr. Nuncio en revisar la vida personal y los gustos de este candidato a la mitra, antes de meter la pata, por una simple recomendación de Don Juan José a quien le va muy bien tener un curial a su lado que le saque las castañas del fuego, en temas que no domina. En un ámbito completamente distinto, pero que no nos pase como con el actual arzobispo de Tarragona, que se le nombró por una recomendación directa de Omella sin ni siquiera repasar los antecedentes de militancia independentista del episcopable.

Antoninus Pius

Juan José Omella, el gato chino de la suerte

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Ay maño, cuando te vi en el internete con el exministro pepero Luis de Guindos, en esa ponencia virtual en streaming organizada por la Fundación Pablo VI, me recordaste al gatito. Sí sí… al gato chino de la suerte. En tus gestos, en tus aterciopeladas palabras, en tus ojitos achinados veía al simpático gatito. Y es que ¡has llegado a codearte con el vicepresidente del Banco Central Europeo! Y eso que eres todavía -tú mismo lo dices- un pobre cura de pueblo. Pero ¡con mucha suerte, maño!


Te lo explico. Pa que lo sepas, Juanjo, porque hay que ver el parecido que tenéis. El gato es el Maneki-neko (招き猫), también conocido como gato de la suerte o gato de la fortuna, una popular escultura oriental que, según se dice, trae buena suerte a su dueño. Ciertamente, Juanjo, tu dueño parecía de Guindos, palmero de la élite globalista a la que tanto te gusta adular… La escultura en cuestión representa a un gato, de la raza bobtail japonés, en una actitud de llamada y no saludando, como la mayoría de la gente piensa. Según la tradición, el mensaje que transmite el gato con el movimiento de su patita es el siguiente: Entra, por favor. Eres bienvenido.

Cuando todavía acampabas por aquí, Juanjo, aún no habían aparecido los chinitos con sus bazares, supermercados y pandemias. Entonces andabas a vueltas con los facciosos que aún quedaban por Calanda, afanados en darte mal y comprometerte, haciéndote decir misa por Franco. Tú siempre se la diste con queso y te mantuviste firme en tus convicciones: hacer en cada momento lo que más convenía a tu incipiente carrera, cual caracol que, lamiendo, lamiendo, sube a la montaña más alta. Y ya estás en ella. Procura ahora, querido amigo, no caer demasiado rápido. Que lo mismo que al caracol, las babas le sirven para escalar, le sirven también para resbalar.


Hoy en día, ¿sabes?, si paseas por Alcañiz, te encuentras continuamente comercios chinos y ves al simpático gatito a las puertas del negocio como reclamo comercial: Entra, por favor. Eres bienvenido. Esa impresión me diste, querido Juanjo, en tu encuentro virtual con el cansino de Guindos, viendo cómo levantabas grácilmente la manita y asentías obsequioso a todas las simplezas y majaderías que decía el sabio ex ministro. Que si la globalización tiene luces y sombras, que ha venido para quedarse y va a crear modificaciones económicas porque ha fallado la cadena de producción única mundial en clave de eficiencia, afirmaba el oráculo decrépito de la plutocracia bancaria. Y tú sonreías feliz a su senil verborrea. Eras el gatito chino…


Tú, Juanjo, ya no recuerdas que el vice-lacayo del Banco Central Europeo, ese que fue secretario de Estado de Economía en el último gobierno de José María Aznar (2002-2004), declaró en referencia a una posible burbuja inmobiliaria en el país: En España no hay burbuja inmobiliaria, sino una evolución de precios al alza que se van a ir moderando con más viviendas en alquiler y más transparencia en los procedimientos de urbanismo. ¡Menudo ojo clínico! Ese es el profeta al que tú veneras, Juan José. Te felicito. Ya de paso, pídele que te lea las rayas de la mano.


Pero a este prejubilado banquero de alto standing, que se pavonea de católico practicante, que está donde está no por promover precisamente la Doctrina Social de la Iglesia, sino por hacer el caldo gordo al aborto, a la ideología de género y al lobby gay, no le duelen prendas a la hora de pontificar sobre la función redentora de las instituciones europeas, que nos salvarán –asegura pomposo- de la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.


Ni una sola referencia a algún principio cristiano o moral, con la cara de cemento del que no sabes si te va a renovar el contrato o a despedirte sin finiquito, de Guindos encontró en el sonriente Juan José la horma de su zapato. Taciturno y con la cara de amargado que le es propia, de Guindos se cruzó con el alegre y comunicativo Juan José. Ceñudo y lúgubre de Guindos, festivo y dicharachero Juan José. Podrían hasta llegar a ser una pareja bien avenida. Complementarios, el uno para el otro. ¡Tal para cual!


Amigo Juanjo, a pesar de que podrías haber dado una palabra de vida eterna ante tanto tecnicismo materialista, volviste a hacer alarde de tu lobotomía teológica y tu vocación de profeta comprado por el 0,7 del IRPF. Cual baratero manual de autoayuda, afirmaste: El coronavirus ha sido una oportunidad de descubrir que hemos de estar atentos en el camino de la globalización porque nos necesitamos a todos, necesitamos valorar a la persona sea quien sea -los niños, los ancianos…- y nos ha mostrado la importancia de la solidaridad. Macho, ni en una tenida masónica lo dirían mejor. Otra cosa es que el gobierno, por acción y omisión, haya liquidado o dejado morir de coronavirus al menos a 15.000 ancianos. Pero eso a ti parece no importarte. Por eso condenas -dices- la crispación en la política y los medios. Por eso, tu apelación a las raíces y valores del proyecto europeo no es más que un brindis al sol. No serás tú quien crispes a nadie, aunque para mantener esa paz, renuncies a anunciar el Evangelio, todo el Evangelio, exceptuado el de los pobres, el evangelio oenegista, el único que el mundo te permite y te subvenciona para que calles en todo lo demás.


Pobre Juan José. En aquel tiempo todavía prometías. Eras como un diamante en bruto, pero, poco a poco, te has convertido en un gatito chino, en la sombra de tu sonrisa. Lo decían tus amigos de ReligionConfidencial: La estrategia diseñada por la Conferencia Episcopal -la tuya personal, Juan José- en la relación con el Gobierno de Pedro Sánchez pasa por dos ideas principales: En la dimensión pública, hacer todo lo posible para no tensar las relaciones, por ejemplo, con declaraciones que puedan molestar al Gobierno.¡Eres un genio, Juanjo! Y en la práctica, abrir un cauce permanente de diálogo, una vez que el Gobierno socialista y comunista está muy satisfecho con la actitud que la Iglesia ha tomado durante la pandemia, dejándose humillar por la policía bolivariana cuando profanaba el culto católico y renunciando a denunciar los atropellos.  


Juanjo, al Cojo no le engañas. Creo que ya a nadie… Juanjo, cerraste las iglesias de España antes de que te lo mandara el gobierno y hasta has prohibido la tradicionalísima comunión en la boca, a la que todo fiel tenía un derecho que tú le has negado. Juanjo, has renunciado a anunciar el Evangelio. Te has convertido en un perro mudo y en un centinela silencioso. Has dejado a la Iglesia de Cristo a los pies de los caballos, a merced del lobo. Porque ya sólo eres un pastor a sueldo del poder. A pesar de tus lisonjas y halagos, la ministra Celaá te desprecia y todavía no te ha dado cita para decirte en tu alegre carita que se reirá de ti a carcajadas. La nueva ley de Educación, que dejará a los niños a merced del adoctrinamiento pervertido de la plurisexualidad y que destruirá el derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus convicciones morales, está prácticamente aprobada sin contar para nada contigo, es decir, con la Iglesia de España. Da lo mismo que, al final, te sobornen con los conciertos educativos de tus colegios apóstatas y aseguren el empleo a tus enchufados y ya inútiles profesores de religión. 


Porque, eso sí, te estás preocupando de defender la asignatura de religión… ¿Te piensas que nos chupamos el dedo, Juanjo? A lo que estás es a defender tus chiringuitos religiosos (¡la de lamelibranquios que tienes ahí colocados!), exactamente igual que los corruptores institucionales de menores defienden los suyos. ¡Cómo vas a pisarles la manguera, si lo que te importa es que no te pisen la tuya! ¿Protestar por el adoctrinamiento de los niños y niñas desde la primaria en la polisexualidad? ¡Por favor!, tú no estás para crispar, sino para asentir con tu bien impostada sonrisa. A cambio de que no te desmonten el macro-chiringuito de las clases de religión, tú dejas que medren ellos con sus depravados chiringuitos de todo género. ¡Qué bien te retratas!, ¡qué bien representas al episcopado español!


Te llamará al final la ministra, sí. Escuchará mínimamente tus plañidos (¿te apearás entonces de tu relamida sonrisa?) y luego te hablará de la crispación que hay que evitar a toda costa y de los católicos fanatizados a los que hay que neutralizar. Y tú, Juanjo, con tus ojitos de gatito chino de la suerte, levantarás la manita y le dirás: Entre, señora ministra. Usted siempre es bienvenida. ¡Llévese lo que quiera! 


Ay, Juanjo, Juanjo, ¡quién te ha visto y quién te ve! Suerte tienes de que tu madre no se entera de estos papelones que haces; si no, te pegaría un buen tirón de orejas. De todos modos, sepas que a pesar de todo, en tu patria chica te apreciamos.


El Cojo de Calanda

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