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10 años de Gérminans: Los primeros escritos (XI)

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La semana pasada hablaba de las diferencias que hay entre las diócesis de Terrassa y Barcelona y de cómo en la primera se hacen las cosas bien y en la segunda bastante mal. Sin querer ahondar en las diferencias entre ambas diócesis creo que vale la pena entrar en aspectos concretos.

¿Puede una gran archidiócesis como la de Barcelona funcionar sin obispos auxiliares y sin vicarios generales?. Pues eso es lo que está sucediendo. Barcelona sólo tiene un obispo auxiliar, Mons. Carrera, que ya hace dos años que debería estar jubilado, él mismo ha expresado en diversas ocasiones el deseo de ser relevado, pero ¿porqué no se ha dado el cambio? Todos lo sabemos: El arzobispo Luís se ha dedicado a enviar ternas y más ternas de candidatos sin categoría, sin calidad y sobre todo sin fidelidad a Roma. Como consecuencia de ello, Roma no ha aceptado a esos candidatos y Barcelona de momento no tiene auxiliares. Recordemos que el arzobispo Carles, ya tenía dos auxiliares a los dos años de mandato y cinco al tercero, el actual lleva ya tres años y de momento nada de nada. Y si finalmente aparece alguno, que nadie tenga ninguna duda que es propuesto desde Roma y no al revés, ¡Vaya descrédito para la diócesis y para su arzobispo! En cuanto a Vicario General no hay. Si exceptuamos lógicamente que Mons. Carrera, como hemos dicho esperando su jubilación, es por razón de cargo Vicario General. En un reciente encuentro de vicarios generales de todas las diócesis catalanas, el arzobispo Luís no tuvo más remedio que enviar como representante a Mn. Riera, que es provicario general. ¿Porqué Mons. Martínez no ha nombrado un vicario general?, pues probablemente porque él lo fue, junto con Mons. Trasserra en tiempos del cardenal Jubany, y sabe que es una parcela de poder que se le puede escapar a su control directo.

Volvamos otra vez al Seminario. Ya comenté en otra ocasión lo penoso de sus números y la desconfianza que genera el actual equipo. El arzobispo nombró a Mn. Turull, demasiado joven, sin ninguna experiencia previa de cargo en el seminario (no había sido formador, ni delegado de vocaciones, director espiritual…), sin consultar con nadie, y eligiendo al “niño mimado” de los grupos progresistas de la diócesis. Pues así le van las cosas. Le acompañan en el equipo el incombustible Mn. Serra, algo raro debe suceder cuando un formador resiste cuatro cambios de rector con talantes completamente diferentes, pero allí está como si fuera un cargo vitalicio. También está Mn. Oller, que ha sido nombrado hace poco consiliario de la Hospitalidad de Lourdes, lo que demuestra que poco trabajo debe tener en el Seminario para aceptar otros cargos. Y como no, Mn. Arenas, que como no quiere ya ir a ninguna parroquia, pues que viva en el Seminario y de paso que haga de director espiritual. Qué diferencia con el Seminario de Terrassa donde hay un rector con gran experiencia: Mn. Cristau (Había sido vice-rector y director espiritual del seminario de Barcelona), un director espiritual como Mn. Esquerda (con un prestigio mundial en espiritualidad), y no olvidemos el cargo de Asesor Académico (Mn. Marlés) porque en Terrassa saben de la catastrófica formación que se da en la Facultad de Teología, donde en el profesorado hay muchos fans de Jon Sobrino y de los teólogos de esa cuerda.

Las delegaciones diocesanas y otros cargos diocesanos elegidos por el arzobispo no responden ni a su capacidad para ese cargo (Menudo desastre la delegación de Juventud y Mn. Román  en el Aplec de l’Esperit, sus números dan risa), ni a su fidelidad a la doctrina de la Iglesia. Responden a las presiones y al querer contentar a los grupos que atormentaron al cardenal Carles hasta hacerle la vida imposible. Mons. Martínez no quiere que se repita en su persona lo que le hicieron a su antecesor, así que hay que repartir cargos entre los “críticos”, para que estén contentos y le dejen tranquilo. De momento le dejan tranquilo, pero ¿Y la diócesis? Haciendo aguas en todas partes, con cargos que hacen ir a la diócesis cada vez más para atrás. Y los números de todo cada vez más bajos.

¿Reaccionará el Sr. Arzobispo en próximos nombramientos? ¿Pensará en la diócesis que se le ha confiado y en cómo puede dejarla si las cosas siguen así cuando se vaya? O ¿seguirá pensando sólo en él y en su tranquilidad en el cargo?. Recemos para que haga algo, un buen golpe de timón y empiece a poner algunas cosas en su sitio antes de que sea demasiado tarde.  

Antoninus Pius

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