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Más jefes que indios

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Una ordenación episcopal, la de los auxiliares Gordo y Vadell, con la presencia de tres cardenales (Omella, Sistach y Blázquez), de un incuestionablemente próximo cardenal (Ladaria, que cual se está revelando fue el padrino decisivo de Vadell) y de 19 obispos más es una ordenación con el debido lustre. Si a ello se añade que, a diferencia de la toma de posesión de Omella, la Generalitat estaba representada por el vicepresidente Junqueras y la consellera Meritxell Borrás, podemos concluir que el lustre era tanto eclesiástico como civil. 

Pero si rascamos un poco la superficie rutilante observamos que se trataba solo de la epidermis y que la dermis no se hallaba tan exuberante. Un total de 23 obispos, sí, pero es que estaban todos los obispos catalanes, a excepción de Novell que va por libre. 11 obispos catalanes más los eméritos Piris, Traserra y Soler Perdigó. Únase a ello la obligada presencia de los últimos prelados de Mallorca, de cuya diócesis proviene Vadell, los obispos Murgui y Salinas y la del auxiliar valenciano Arturo Ros, se supone en representación de Cañizares, metropolitano de la diócesis balear. Del resto de España únicamente acudió el arzobispo castrense, que no se pierde una. E inexplicablemente no estaban presentes ni el obispo de Menorca ni el de Ibiza. Algo raro pasa entre las diócesis baleares para esa llamativa ausencia en la ordenación episcopal  de un presbítero de las islas.
En cuanto a las autoridades civiles, cierto es que en la toma de posesión de Omella se limitó su presencia al director general de asuntos religiosos, pero cabe recordar que en aquel momento el gobierno catalán se hallaba en funciones y preso de la locura negociadora con la CUP que acabó con la carrera política de Artur Mas. Por otra parte, a la ceremonia de este sábado en la Sagrada Familia acudían el Presidente del Consell de Mallorca y la Delegada del Gobierno en Baleares, en cuyo caso habría resultado muy curioso que presidiesen ellos el banco de autoridades civiles, si los representantes catalanes se hubiesen llamado andana. Junqueras, siempre solícito ante el poder eclesiástico, supo estar esta vez al quite.

¿Y el clero llano? Pues tampoco fue para tirar cohetes. Así como acudió en masa el presbiterio mallorquín en apoyo de su compañero, no se puede decir lo mismo del barcelonés, a pesar de que Sergi Gordo ha salido de su seminario y ha sido secretario general-canciller de la diócesis durante 13 años. Notables ausencias de cargos diocesanos y muy discreto acompañamiento del sacerdocio local. Algo está pasando en esta diócesis, en la que cada vez cunde más el pasotismo y la apatía entre sus curas. Debería analizar pronto Omella el porqué. Causas hay y muy variadas, pero que el desencanto se está produciendo, tanto en progres como en ortodoxos, empieza a ser un hecho. Los equilibrismos no suelen dejar contentos a nadie, por muchas encuestas que se hagan, que luego van al cesto de los papeles, como se ha visto con el nombramiento de la nueva Secretaria General.
En cuanto a los medios de comunicación el desinterés fue absoluto, si exceptuamos la televisión autonómica balear, que, junto a la obligada 13 TV, era la única cadena con las cámaras presentes en el templo gaudiniano, con periodistas desplazados desde Palma de Mallorca. En la basílica se congregaron un total de 500 fieles procedentes de la isla, siendo muy llamativo el cariñoso aplauso que dedicaron al obispo Salinas cuando abrazaba a Vadell.

Una ordenación con más jefes que indios, con más mallorquines (en proporción) que barceloneses, debería motivar una reflexión en nuestro arzobispo. Algo no va bien y no creo que sea por los dos nuevos auxiliares, que no han concitado especial oposición. Esperemos que ese equipo de cuatro prelados (incluido, por el momento, Taltavull) que van a residir juntos en el Palacio Episcopal tenga la voluntad y el acierto en remediarlo.

Oriolt

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